Partida Rol por web

Castillos de arena

Tinta tus sueños

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07/02/2016, 19:10
Director

Como si la nariz de la gata hubiese sido el punto más alto de una valle sin apenas cobertura, tu teléfono vibra en tu bolsillo como lo han hechos cada una de las células del autor del mensaje del que ta avisa.

Ocupadísimo esperándote.

Tu mensaje ha liberado de golpe mi agenda. ¿Dónde te recojo?

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07/02/2016, 19:13
Austin Garret-Jolley

Observo expectante la reacción de Federico a las palabras y los gestos de Nicole, y cuando la gata recibe sus caricias y empieza a revolcarse ronroneando yo me dejo caer boca abajo en la cama, extendiendo el brazo para rascarle la tripa. Sin embargo al escuchar sus últimas palabras emito un suspiro y me pongo en pie,

—Voy a darte el folleto —le digo, echando un último vistazo hacia la cama y dirigiéndome hacia la sala grande.

Una vez allí me dirijo directo hacia una de las estanterías, y de entre los libros saco un folio de entre un taco. Es evidente que son fotocopias de algo hecho por otras personas, pero no importa: lo relevante es que la información es clara, y cumple su funcionalidad.

—Toma —le digo, doblándolo en forma de tríptico —. Y déjame la dirección apuntada por ahí antes de irte —pido, haciendo un gesto despreocupado con la mano para abarcar cualquier cosa con la que quiera escribir y jugando con la imposible idea de que lo haga en una pared —. ¿El sábado bien?

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07/02/2016, 19:35
Nicole Nazar

Al ver el mensaje aparecer en la pantalla tecleo algo a toda velocidad y después lo guardo de nuevo en el bolsillo. Hago una última caricia a la gata y me pongo en pie, siguiendo a Austin hacia fuera. Cojo el folleto y lo ojeo un instante mientras él habla. 

—Claro, el sábado me va perfecto —aseguro, buscando la libreta que usó antes para hacer los bocetos y apuntando en ella mi dirección—. ¿A las ocho?

Mientras espero su respuesta voy guardando el folleto en el bolsillo de los vaqueros y me pongo el jersey y la chupa. 

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07/02/2016, 19:43
Nicole Nazar

Estoy saliendo hacia tu casa. No tardo. 

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07/02/2016, 19:49
Austin Garret-Jolley

Recibo la respuesta de la chica echando un ojo por encima a la dirección que ha escrito, esperando saber en qué zona está. Luego, al escuchar su propuesta de hora, me encojo de hombros y le dedico una sornisa.

—Sobre las ocho —confirmo a medias, asintiendo con complicidad. No es que yo suela ir falto de tiempo como tal, pero es imposible saber desde ahora qué cosas podrían cruzarse en mi camino que me hicieran llegar quince minutos antes o quince minutos más tarde.

—Nos vemos entonces —le digo luego, dejando que ella misma se acompañe a la puerta. Mientras me acerco a la cocina y empiezo a sacar cosas de la nevera—. Pásalo bien. Y cúidate los tatus —recomiendo al final, dando por hecho que esas serán las últimas palabras.

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07/02/2016, 21:16
Nicole Nazar

No tardo en marcharme y estar sentada en la moto, volando por la ciudad en dirección hacia otro lugar donde no me preguntarán quién soy al llamar al telefonillo. 

Pasan los días y llega el sábado. Invité a Ashton a venir también, para que conociese a Austin, pero tenía ya un compromiso previo, así que seremos los dos. El vino —una botella de Le Croix de Beaucalliou de 2005— está ya en la nevera. Preparé parte de la comida anoche y el resto está en el horno, terminando de cocinarse mientras yo ojeo tirada en el sofá mi última adquisición en mi librería preferida de viajes: Andalucía. Cerca de donde estoy hay una estantería llena de libros similares de distintos lugares, llenos de fotos de todos los sitios que quiero visitar. También hay algunos manuales de mecánica, mezclados entre ellos. 

Levanto la mirada en determinado momento para comprobar la hora y al ver que son casi las ocho, me incorporo para poner la mesa y echar un vistazo al interior del horno, sacar del frigorífico la fuente con la vichyssoise y la botella de vino para que se templen un poco y dejarlo todo a punto. 

Después vuelvo al sofá y continúo con el libro, con el que me abstraigo hasta que suene el timbre que abriré sin preguntar, en un guiño interno. Aunque sólo el de abajo, con el de arriba esperaré a que suene. Voy descalza y vestida con unos vaqueros cómodos y deshilachados que me quedan un poco grandes de forma que arrastro los bordes al andar. En la parte superior, una camiseta de tirantes gris, amplia y cómoda, que deja ver con cierta facilidad el tatuaje del hombro. Hace un rato que les puse crema a todos después de ducharme y todavía tengo el pelo húmedo, así que los tatuajes también están cubiertos aún por una fina capa brillante. No llevo nada debajo de la camiseta, aunque para ir a clase he estado usando sujetadores deportivos —hay riesgos que no quiero correr con una clase plagada de adolescentes hormonados—, en casa intento no ponerme nada, al menos hasta que terminen de cicatrizar.

Notas de juego

Apartamento

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07/02/2016, 23:02
Austin Garret-Jolley

Los días que pasan hasta el sábado son de actividad y creatividad. Pocas veces vuela mi mente hasta esa cena, pero cuando lo hace siento más ganas por la compañía de una persona que acepta tatuarse tres veces de buenas a primeras que por la comida en sí, que ni siquiera sé qué será. Platos franceses es algo demasiado amplio como para imaginar algo concreto más allá de croissants con queso.

Esa misma tarde me encargo de hacer el postre. Realmente no es nada del otro mundo, pero valdrá. Salgo con tiempo suficiente de casa, llevándolo en un recipiente adecuado en una mochila. De casa en bici al metro, y del metro en bici a la casa de Nicole. Paro cerca de su edificio para comprar helado, porque de haberlo traído ahora estaría derretido, y a pesar de haber salido con tiempo la pausa y la distracción con los dependientes de la tienda hacen que llame al telefonillo cuando ya pasan casi veinte minutos de las ocho.

Me sorprende un poco que abra sin preguntar. Después de todo Rachel siempre dice que hay que estar muy loco para hacerlo en una ciudad como esta. Aunque si algo sé de Nicole es que ese adjetivo puede pegarle bastante.

Al entrar en su portal dejo allí la bici, pensando que es mejor lugar que meterla en su salón, y subo por las escaleras. Ya arriba, está bien ver que al menos no abre también sin llegar a saber de quién se trata.

En cuanto abre la puerta le dedico una sonrisa y la observo por un instante. Mis ojos están brillantes, y de inmediato buscan primero sus pupilas y después la tinta que está en su piel. Después observo su casa, esperando conocerla un poco más a través de ella.

Las casas dicen mucho de la gente y al poner un pie dentro y recorrer todo el espacio con la mirada mis labios se curvan en una sonrisa. Sí, las casas dicen mucho de la gente. Y esta en concreto me hace ladear la sonrisa, asintiendo.

—Buenas noches— le digo, tomando el estado de sus pies como una invitación a descalzarme, y haciendo lo propio con naturalidad.

Dejo en la puerta mis deportivas gastadas, poniendo la planta de los pies desnudos sobre el suelo de madera. El resto de mi ropa es sencillo: unos pantalones cómodos, de los que podría usar en el laboratorio de danza, y un jersey ancho que no tardaré en quitarme para revelar una camiseta medio rota con el poema de John Donne "Ningún hombre es una isla" escrito en ella de manera desigual. Al hablar mi tono es amistoso, y no tardo en añadir unas palabras más 

—Tengo una reserva para dos personas, a nombre de Austin Garret-Jolley —le digo, asomándome un poco más como si estuviera buscando a alguien—. ¿Sabe si ha llegado ya mi acompañante? Es una chica joven, motera —enuncio antes de bajar un poco el tono, como si fuera un secreto lo que voy a decir—. Se puede reconocer por los tatuajes de macarra.

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08/02/2016, 01:27
Nicole Nazar

Confirmo rápidamente por la mirilla que se trata de Austin antes de abrir la puerta y al hacerlo dejo espacio suficiente para que pase.

—Hola —respondo a su saludo con una sonrisa cordial y al ver cómo sus ojos buscan mi hombro, me giro un poco, dejándolo que contemple su obra de arte si lo desea. 

Sus siguientes palabras amplían la curva de mis labios y su último susurro directamente me saca una carcajada, tras la que decido sumarme a su juego. 

—Oh, sí. Lo estábamos esperando, señor Garret-Jolley —aseguro, con mi mejor cara de maître—. Aunque lamento decirle que no ha llegado ninguna chica que encaje en esa descripción. —Enarco ambas cejas. —Vino una, pero sus tatuajes no tenían nada de macarra, eran delicados y llenos de clase, así que no debe ser la que usted busca. 

Hago una pausa y mi sonrisa se desliza hacia un lado. 

—Pero permítame que le ofrezca una copa de vino mientras espera. 

Con esas palabras me dirijo a la cocina, descorcho el vino y sirvo un par de copas de las que le ofrezco una y me quedo la otra. Después termino el camino hasta el salón y recupero mi porte y tono habituales. 

—¿Tienes hambre ya? La cena está lista.

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08/02/2016, 01:33
Austin Garret-Jolley

Al ver su tatuaje —o el mío, según cómo se mire—, mi sonrisa se amplía un poco, orgullosa. A mi mente viene también alguna de las cosas que he estado escribiendo estos días en relación a eso, pero no digo nada al respecto.

En lugar de eso escucho su carcajada, y sus posteriores palabras me hacen unirme a ella en la risa.

—Vaya, me marcho entonces —aseguro bromeando, y hago el ademán de caminar hacia la puerta, aunque no llego ni a pretender calzarme. En cuanto dice lo del vino la miro durante un instante y finjo ceder chasqueando la lengua—. Usted sí que sabe retener a un hombre.

Tras ese comentario la sigo hacia la cocina, observando con ojos atentos todo lo que nos rodea. Arrugo un poco la nariz al ver el primer dormitorio por lo aburrido, y al llegar a la cocina dejo la mochila sobre la isla que hay a la entrada. Luego me quito el jersey, dejando a la vista la camiseta y tomo la copa que me tiende.

—Mmmm... —murmuro en respuesta a su pregunta, acercándome a las fuentes que están a la vista—. Eso depende, ¿qué tenemos por aquí? —pregunto, levantando las tapas para echar un ojo. Entonces observo, olfateo y por poco no pruebo directamente. Sin embargo en lugar de eso alzo la vista para buscar la suya con la expresión de quien está listo para algo—. Sí, estoy bien de hambre —asiento antes de mirar alrededor. Y es al ver el otro dormitorio cuando respiro aliviado.

—Qué susto —enuncio entonces—. Por un momento había pensado que dormías en el otro cuarto —expongo, sin valorar que quizá no sea consciente de por qué digo eso.

Acto seguido me acerco a ese cuarto y, como si fuera mi casa, abro un poco más la puerta. Me quedo un instante mirando la puerta, tirando del hilo de plata para pensar en lo curioso que es que el dormitorio dé a la cocina. Pero es útil.

—Mola. Para cuando te entra gazuza nocturna —digo antes de dar un primer sorbo de mi copa.

Notas de juego

Texto de la camiseta:

Ningún hombre es una isla, 

entera por sí mismo.

Cada hombre es pieza de continente,

una parte del todo.

Si el mar se lleva una porción de tierra

toda Europa se reduce.

Tanto si fuera un arrecife,

como si fuera la casa de uno de tus amigos,

o la tuya propia:

Toda muerte me disminuye,

pues estoy con la humanidad.

Así no pidas saber por quién doblas las campanas;

doblan por ti.

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08/02/2016, 01:57
Nicole Nazar

En la fuente sopera, Austin puede ver la Vichyssoise y en la que está a su lado el Coq au vin, hecho con carne de pato y aderezado con cebollines, champiñones y nabos. En el horno, si llegase a asomar la cabeza, podría ver una fuente con el Ratatouille.

  

—Sí —convengo, probando el vino y dejando mi copa en la mesa—. Es ideal para meterme el café en vena en cuanto me levanto. 

Me giro para mirarlo en la puerta de la habitación y hago un gesto con la mano. Me extraña que se haya detenido ahí, porque hasta el momento parecía cómodo moviéndose con naturalidad por el lugar. 

—Puedes entrar si quieres, siéntete como en casa. La de la entrada es la habitación de invitados. O el lugar donde escondo los muebles que me regala mi madre —añado, con una risita—. No la uso mucho.

Más bien no la uso nada. El armario es donde guardo la ropa de invierno en verano y viceversa, pero por lo demás, casi nunca se queda nadie a dormir y yo hago mi vida entre el salón, mi cuarto y la cocina. Alguna vez he pensado en convertirla en un despacho, pero nunca me he decidido a ponerme a ello. Y total, cuando trabajo en casa me gusta poder deslizarme de la mesa a la cama en dos pasos. 

Mientras él cotillea, voy llevando las fuentes a la mesa y poniendo un salvamanteles para la que saco del horno. Después lo busco con la mirada. 

Allons-y, monsieur Garret—digo con un perfecto francés, pero forzando el acento al marcar las erres de su apellido—. Le dîner est prêt.

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08/02/2016, 02:15
Austin Garret-Jolley

La verdad es que tras observar los platos que tiene fuera ya tengo ganas de probarlos. Al recibir su invitación a entrar a la habitación decido hacerle caso, y una vez dentro me dirijo directamente a la estantería. Escucho cómo termina la frase desde ahí, con los ojos bebiendo cada título presente.

—Podrías hacerte un estudio —sugiero. Yo no podría vivir en una casa que no tuviera una habitación que ensuciar. Luego mis pensamientos me llevan a otros usos posibles—. O alquilarla por horas a adolescentes que quieran retozar, te sacarías un buen dinero, y sólo con el instituto ya tienes clientela fija —expongo mientras vuelvo a llevarme el vino a los labios. No estoy muy seguro de si me estará escuchando, pero supongo que sí—. O un laboratorio de droga: lucrativo y divertido.

Un instante más tarde, cuando me siento satisfecho del vistazo que he echado a la estantería, salgo de la habitación para llevar a la mesa lo poco que falte. Es entonces cuando descubro el ratatouille, y una pequeña sonrisa se instala en mi rostro.

La escucho hablar con los ojos brillantes: suena genial. Casi me siento bien por entender diner y mi propio apellido.

—Ahora mismo —le digo dejando mi copa sobre la mesa, con el rostro resplandeciente—. Dame un segundo para lavarme las manos —pido antes de caminar en la dirección donde vi el baño.

Una vez allí mientras me lavo observo los cuadros. Por un momento mi mente se dispara preguntándose si tiene los cuadros de viajes aquí y no en la habitación por pasar más tiempo en el váter que en su cuarto, pero al final todo queda en una pequeña sonrisa ante la idea. Lo cierto es que es libre de decorar como quiera su casa.

—¿No tendrás también música francesa? —pregunto alzando la voz mientras me seco las manos, volviendo luego al salón.

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08/02/2016, 02:34
Nicole Nazar

En la estantería del dormitorio hay varios libros de fotos más y algunas novelas, algunas en francés y otras en inglés. Entre ellas hay una cuidada edición ilustrada de Le petit prince, que parece ocupar un lugar privilegiado entre los demás tomos. El espía que surgió del frío, Trópico de Capricornio, RayuelaKim y 1984. También una pequeña colección de seis o siete novelas negras. 

—Si me pillasen montando un picadero para mis alumnos seguro que me despedirían —respondo tras soltar una carcajada—. Y no sé mucho de química, así que tampoco podría hacer drogas. La verdad es que es una habitación un poco inútil, porque no suelo recibir visitas que se queden a dormir —Me detengo un instante y sonrío para mí misma al terminar la frase. —y no lo hagan en mi cama. Pero tampoco tengo nada mejor que hacer con ella, así que ahí está. 

Mientras se lava las manos empiezo a preguntarme si tendrá algún tipo de trastorno obsesivo compulsivo relacionado con ello. Aunque enseguida me dedico a mí misma una mirada de escepticismo. El otro día se las lavaba tanto porque estaba haciéndome los tatuajes. Y tampoco es tan raro que se las lave antes de cenar si ha estado en la calle. 

Bebo un sorbo de mi copa y echo un ojo a la mesa, asegurándome de que no falta nada. Cuando llegan sus últimas palabras, asiento para mí y me acerco a la estantería, donde tengo unos altavoces de esos donde puedes enganchar el iPod y poner música mientras se carga, pero tuneados para que la amplificación sea más potente. Busco en el menú del aparato una banda sonora que me tiene encandilada y pongo la primera canción.

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08/02/2016, 03:03
Austin Garret-Jolley

—Esa podría ser una buena forma de empezar un taller —comento divertido a sus palabras sobre el despido. Luego, cuando habla sobre el asunto de las visitas y las camas que no son la propia, sonrío de una forma que podría considerarse cómplice. Sé bien a qué se refiere. Y por un momento el hilo de mi pensamiento se va hacia qué cama ocuparía yo en caso de quedarme.

Luego, cuando llego al salón observo el panorama, con todo listo y la música en marcha, y asiento en dirección a Nicole al escuchar la melodía. Ni idea de cuál es, pero me mueve, y se nota. Sin embargo antes de hacer nada más alzo el dedo, pidiendo un instante, al recordar algo.

—Un segundo —le pido antes de dar media vuelta.

Con naturalidad, como si fuera literalmente mi casa, me dirijo a la cocina y saco de la mochila el helado para meterlo en el congelador. Sólo entonces vuelvo y me dispongo a tomar asiento tomando como referencia dónde está la copa que ha usado cada uno.

—Molan —digo sin aclarar que me refiero a los que están tocando, pero dando por hecho que me entenderá—. ¿Quiénes son? Creo que no los he escuchado nunca.

Después de esas palabras observo la comida que tenemos en la mesa. La lógica me dice que empezaremos por el puré, pero antes de servir me dispongo a rellenar su copa —si hiciera falta— de vino, y después la mía.

—Bueno —enuncio, repasando los platos con la mirada—, ¿qué tenemos aquí?

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08/02/2016, 03:27
Nicole Nazar

—Dyonisos —respondo a su primera pregunta, haciendo un gesto desvaído hacia el iPod—. Pero esto es de la banda sonora de una película francesa de animación, La mécanique du coeur. Eh... La mecánica del corazón —traduzco rápidamente—. Es bonita y salen muchos engranajes —informo con una sonrisa, dando más importancia a lo segundo que a lo primero—. Creo que hay un libro también. 

Después mi atención se desvía hacia la comida y empiezo a señalar los platos según los voy nombrando. 

Vichyssoise, deberíamos empezar por ahí, se toma frío. En teoría deberíamos tomarlo con vino blanco, pero a mí me gusta más el tinto, espero que no te importe. —Señalo a otra fuente. —Ratatouille y eso de ahí es Coq au vin, de pato. —Hago una pausa. —Es gracioso porque coq significa gallo, pero se hace con pato, oca o carne de buey —Me encojo de hombros y amplío mi sonrisa. —Los franceses están locos. Y estos son los platos más típicos. 

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08/02/2016, 05:50
Austin Garret-Jolley

Su primera explicación me arranca una mirada hacia los altavoces, como si esperase que su aparato confirmase que ese era el nombre del grupo.

—Dyonisos —repito, devolviendo mis ojos hacia Nicole—. Es un buen nombre. Pero de la película no he oído nada —digo, aunque mi mente la apunta de cara al futuro, así como el detalle de que parezca ser más relevante para ella el asunto de los engranajes que lo otro.

Luego voy siguiendo con las pupilas las fuentes que señala, y yo mismo me dispongo a servir esa por la que se supone que debemos empezar. Podrá tener un nombre muy fino, pero no deja de parecer puré.

—Vamos allá —le digo, haciendo un gesto para que me acerque su plato.

Después, una vez ambos estamos servidos, no tardo en buscar su mirada mientras pruebo la primera cucharada de puré.

—Pues está bastante bueno —le digo con una pequeña sonrisa—. Tú me imaginabas gay, y yo a ti mala cocinera —resumo con naturalidad.

Después de eso cojo algo más de vichyssoise. Mientras tanto mi cabeza trabaja despacio, ocupada disfrutando de la comida, y cuando impulsada por mis propias palabras alcanza un puerto nuevo tras un par de bocados no tardo en hacer un gesto hacia Nicole, señalándola con la barbilla. 

—¿Y tú? ¿Nunca has estado con una chica? —pregunto con naturalidad.

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08/02/2016, 06:01
Nicole Nazar

Acerco el plato cuando empieza a servir y cuando después parece sorprenderse porque esté bueno, sonrío de medio lado. 

Vas a tener que revisar tus primeras impresiones tú también —bromeo, encogiéndome de hombros—. Aunque tampoco estás muy alejado. Sé cocinar, pero no suelo hacerlo cuando estoy sola. Estos platos me los enseñó mi abuela un verano que pasé en Nantes. 

Sigo comiendo tranquilamente, sin sentirme incómoda por el silencio que se forma y cuando llega su siguiente pregunta me pilla completamente desprevenida. Suelto una carcajada y bebo un sorbo de mi copa antes de responder.

No, la verdad es que no —confieso, sin terminar de entender por qué de repente algo que siempre me había parecido normal me resulta raro—. Nunca se me ha pasado por la cabeza, ni tampoco he tenido esa oportunidad. Me suelo llevar mejor con los chicos que con las chicas —reflexiono en voz alta—. A lo mejor es por eso.

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08/02/2016, 06:11
Austin Garret-Jolley

Al escuchar sus primeras palabras me pregunto qué será lo que coma entonces cuando está sola. Si yo no cocinara en esos momentos, la verdad es que no lo haría casi nunca. Sin embargo no llego a preguntárselo: es evidente que o comerá fuera, o tirará de basura. Más interesante me parece lo del verano en Nantes, pero es otra línea de pensamiento que acaba perdiéndose entre mis neuronas conforme los segundos pasan.

La verdad es que el plato está bueno. No es tan diferente a tantas otras cosas que he comido, pero eso no es lo importante. Durante las primera cucharadas se me hace un poco raro lo de tomarlo frío, pero termino por acostumbrarme y cogerle el gusto.

—No pareces el tipo de persona que se niegue a algo así por prejuicios —expongo. En mi voz no hago patente que se trate de un cumplido, pero en mi actitud puede verse que no se lo diría a cualquiera, sólo a aquellos de los que lo pensara—. Puede ser por eso —valoro—, o porque no haya surgido la chispa con la adecuada —digo antes de encogerme de hombros—. En cualquier caso deberías probarlo —digo luego en tono de broma, como si aquello pudiera ser lo mismo para los dos—. El sexo con mujeres está bastante bien.

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08/02/2016, 06:25
Nicole Nazar

Niego con la cabeza, mientras mis labios se curvan en una sonrisa divertida.

—No tengo muchos prejuicios con nada, la verdad. Primeras impresiones equivocadas sí, pero no prejuicios —bromeo, bebiendo después un buen trago de mi copa y paladeándola—. ¿El vino te gusta? Es un Burdeos —añado, repitiendo las palabras del tipo de la tienda. Yo no tengo ni idea de vino, más allá de poder decir si uno está bueno o no. Pero al dependiente eso le parecía importante y dado que Austin fue el que pidió que hubiera vino bueno, a lo mejor a él sí que le dice algo.

—Supongo que debe estarlo —digo entonces, quedándome pensativa un instante—. Seguramente debe ser más sencillo que para un hombre, por saber qué hacer con más precisión y todo eso. 

Me encojo de hombros. —No sé. Si me surge algún día ya te contaré mi experiencia. Si quieres.

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08/02/2016, 06:57
Austin Garret-Jolley

Sonrío con la broma implícita en las primeras palabras de Nicole. Mientras tanto continúo comiendo, y ante su pregunta sobre el vino sólo puedo hacer una cosa: tomo mi copa, y la huelo durante un par de segundos. Luego bebo un trago largo, dejando un poco en la boca, y a punto estoy de ponerme a hacer gárgaras, pero creo que eso sería exagerado.

—C'est magnifique —digo con un acento pésimo. Entonces me echo hacia adelante y tomo la botella, leyendo la etiqueta con fingida atención— Le Croix de Beaucalliou —trato de leer, aunque dado mi nivel de francés a punto está de entrarme la risa—. Dos mil cinco —digo, y luego busco con la mirada a Nicole antes de hablar con seriedad.

—Claro que me gusta. Además lo has elegido bien, ese año fue famoso porque la cosecha salió con un sabor afrutado particular, más redondo y completo. Los expertos dicen que fue porque las lluvias de la zona arrastraron los sedimentos de las montañas al valle, haciendo que la propia uva bebiera de ellos —explico, haciendo un gesto con la mano para hacer más hincapié en las uvas bebiendo de aquellos sedimentos. Sin embargo no puedo más y comienzo a reír.

—Es broma, no tengo ni idea de vinos más allá de si me gustan o no me gustan, o si se suben y no se suben—aclaro divertido—. Y este la verdad es que cumple las dos cosas, y si no dale un rato.

Después de esa broma cambio un poco mi postura, cómodo y relajado. Estar cenando descalzo en una casa ajena siempre es entretenido, y esta ocasión no se queda atrás. Sin embargo, las siguientes palabras de la chica me hacen fruncir un poco el ceño y mirarla con una media sonrisa.

—Bueno, te sorprenderían los patanes que me he encontrado yo, así que eso no tiene por qué garantizar nada —explico—. De todas formas yo soy de los que creen que más que la precisión, lo importante es escuchar a la persona con quien lo estás haciendo y entender que cada uno somos un mundo, y nos gustan cosas distintas. Y para eso da igual que sea chico o chica.

Dichas aquellas palabras escucho su oferta de contarme aquello, y no puedo sino asentir. No es curiosidad sexual, sino más bien la de un niño que sabe que eso es algo que nunca podrá probar, y quiere al menos oír sobre ello.

—Claro —le digo como si hablásemos de que me cuente qué tal un tratamiento exfoliante—. Por mí estupendo. Si hay algo de tíos y tíos que tú quieras saber, o de tíos y tías, ya sabes —me ofrezco como contraparte, aunque tampoco me habría importado hablar de lo que fuera si me lo hubiera preguntado una semana atrás.

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08/02/2016, 07:23
Nicole Nazar

Miro con atención e interés a Austin cuando empieza a hacer cosas raras con el vino, como los sumilleres esos. Ni me planteo que esté fingiendo, pero sí que me sorprende que sepa también de eso. Este chico es una caja de sorpresas.

Sin embargo, cuando se echa a reír reconociendo que era todo actuación, no lo puedo evitar y me río yo también.

—Joder —le recrimino en broma, tirándole un trozo de pan a la frente con puntería—. Me lo estaba creyendo todo. 

Tras las risas decido honrar el vino mencionado dándole un buen trago a mi copa y después relleno ambas mientras escucho sus palabras para terminar encogiéndome de hombros.

—No sé, la verdad es que yo no pienso tanto. Es algo mucho más instintivo para mí. 

Entonces me planteo lo raro que es estar hablando de sexo con alguien que es prácticamente un desconocido. A ver, es un tío majo y eso. Me ha hecho unos tatuajes cojonudos y cuando nos cruzamos en el instituto hay buen rollo, pero... ¿Cuándo y cómo se ha dado este salto de confianza como para contarnos las experiencias mutuas?

Nada en concreto —respondo, encogiéndome de hombros—. Pero si algún día me surge alguna curiosidad, ya te preguntaré. 

Mientras tanto, ya he terminado mi vichyssoise y espero a que termine él también la suya para estirar la mano pidiéndole el plato llano y servir los siguientes platos combinados, como si el ratatouille fuese una guarnición de la carne. 

—¿Y cómo terminaste haciendo tatuajes? —pregunto entonces con curiosidad.