Partida Rol por web

Castillos de arena

Tinta tus sueños

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09/02/2016, 05:10
Austin Garret-Jolley

Recibo las primeras palabras de Nicole sin tomarlas como un cumplido, sino como algo sincero. Parece que, como conmigo, es algo que rebosa en esa chica, y da gusto que sea así. Sin embargo su último comentario sobre mis manos me saca una sonrisa, y el hecho de que mi lengua esté desatada me hace alzar una ceja y murmurar cinco palabras cuya connotación no llego a aclarar más que por la risa que viene después.

—No te haces una idea.

Luego, mientras voy dibujando escucho su respuesta. Concuerdo en lo de la inyección de adrenalina, y ante lo que comenta después mi mirada la busca, encontrando sus ojos tapados.

—¿Sexy? —pregunto entonces. Podría pedirle más detalles, pero eso sería caer muy bajo y aprovecharme del alcohol que ambos hemos bebido. Ya soy consciente de que en muchas ocasiones es algo que pasa, y por eso evito todo contacto que pueda ser malinterpretado mientras tatúo. Pero de ahí a que lo diga así hay un mundo.

—El mío no fue nada sexy —continúo entonces—. La verdad es que estaba más preocupado de que el tatuador no respetase mi diseño que de otra cosa. Pero me alegro de que para ti fuera así.

Después de esas palabras retiro aprovecho para pasar la mano una vez más por la planta de su pie, y luego retiro las dos, dejando que pueda ver el dibujo.

—Listo —anuncio—. Ya me dirás cuál te gusta más —expongo antes de dejar unos segundos, en los que mi sonrisa se va ladeando.

—Y... Ya sé lo que quiero a cambio del poema —aseguro mirándola fijamente.

Notas de juego

Dibujo.

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09/02/2016, 05:24
Nicole Nazar

Cuando repite lo que he dicho en tono interrogativo, me río de nuevo con naturalidad.

—Joder, sí. A ver, estás ahí con poca ropa mientras te tocan y te dibujan encima... Es muy sexy. —explico, haciendo gala de nuevo de mi sinceridad, entre risa y risa.

Cécile dice que este tipo de comentarios no son de ser sincera, sino de ser una bocazas, pero ciertamente lo que diga Cécile no me ha importado nunca una mierda. 

—Yo pensaba que iba a estar retorciéndome de dolor y fue más bien todo lo contrario. —Hago una pausa y lo compadezco. —Siento que tú no lo disfrutaras más. 

Cuando me lo permite, retiro las manos y contemplo el nuevo, con una sonrisa bailando en mis labios y el mismo brillo en los ojos, a medio camino entre la ilusión y la risa. 

—El cordero está bien, pero... Me gusta mucho más la serpiente —digo convencida tras contemplar ambos poniendo un pie junto al otro sobre el sofá. 

Entonces levanto la mirada y hago un gesto con las cejas. 

Es verdad, el poema... Casi se me había olvidado con los dibujos. —Sonrío y me estiro para coger mi copa y llevármela al echarme hacia atrás en el sofá. Desde ahí lo miro, con la curiosidad cosquilleando mi estómago y la sonrisa instalada en mi rostro.

—Pero me lo debes. ¿Y qué es lo que quieres? —pregunto, extrañada de que me lo vaya a contar antes de recitar el poema. 

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09/02/2016, 05:48
Austin Garret-Jolley

—Supongo que sí —respondo al asunto de si es o no es sexy, encogiéndome de hombros con respecto a cómo fue para mí—. Yo por eso al tatuar desconecto de esas cosas. Sería un poco incómodo que a mí me resultase sexual dibujar en la piel de alguien que se está poniendo en mis manos —expongo, hablando tanto del caso de ella como de cualquiera—. Sería como aprovecharme de la situación, y estar pensando en eso mientras trabajo... —digo antes de mostrar un escalofrío, como si aquella idea lo cambiase todo para volverlo desapetecible. Luego le dedico una sonrisa, encogiéndome de hombros. Sin embargo añado una pregunta más con curiosidad y naturalidad —. ¿A ti te habría resultado cómodo?

Después de eso, cuando junta ambos pies, aprovecho yo también para mirarlos juntos.

—En la boa es en lo que había pensado —confirmo, levantándome del suelo para sentarme a su lado. Luego la observo con tranquilidad, y a punto estoy de decir que podemos dejar lo del poema para otro momento si quiere. Sin embargo, para que no parezca que intento escaquearme, apuro mi copa de vino y me decido por seguir adelante.

—Quiero que me tatúes tú algo —digo tendiéndole los rotuladores con la chispa del vino, haciendo evidente que el tatuaje del que hablo es tan permanente como los dos que acaba de recibir ella. Toda mi expresión brilla con mi propuesta, y se nota no sólo que estoy deseándolo, sino también que estoy preparado para contraargumentar cualquier excusa que me quiera poner.

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09/02/2016, 06:10
Nicole Nazar

—Hmmm.... —Tardo en responder a su primera pregunta porque lo cierto es que me da la impresión de que empiezo a estar un poquitín borracha y a saber qué burradas podría decir si no paso antes un filtro por mi mente. Pero finalmente me encojo de hombros. —Creo que sí. Pero supongo que depende cada persona y cada momento. Puede que otro día no. Así que lo que haces es lo mejor. 

Asiento convencida y cuando se sienta a mi lado me giro para apoyar el codo en el respaldo del sofá y mirarlo de frente. 

Al escuchar su propuesta, sonrío de oreja a oreja y no me lo pienso dos veces antes de terminarme la copa de un trago y dejarla sobre la mesa para poder coger los rotuladores. En el mismo momento en que lo ha dicho me ha venido así como un flash a la mente y sé perfectamente lo que le quiero dibujar. Yo de dibujo artístico ni papa, pero en dibujo técnico soy una crack. 

—¿Dónde lo quieres? —pregunto, con los ojos achispados por el vino y empezando ya a destapar uno de los rotuladores finos.

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09/02/2016, 06:16
Austin Garret-Jolley

Tomo nota mental de las cosas que dice con respecto a la comodidad o incomodidad de lo sexual. Y sin pararme a pensarlo tomo una segunda nota, una sobre la que no voy a decir ni preguntar nada, pero que establece una hipótesis inevitable en mi mente.

Acto seguido, al ver su decisión, me sorprendo positivamente. Yo se lo había dicho con tiempo por si quería unos minutos para pensarlo mientras hacíamos lo del poema, hablábamos y todo lo que fuera. Sin embargo su iniciativa me hace soltar una pequeña risa y cuando la miro de nuevo a los ojos la verdad es que ni tengo claro qué responder.

—Mmmm... —murmuro, pensándomelo—. Para una vez, házmelo grande —propongo, sin pararme a pensar demasiado qué clase de cosa puede llegar a dibujarme esta chica. Fijo que acabo con una patata. Oh, dios, espero no acabar con una patata.

—Pero nada de patatas —me apresuro a añadir como advertencia. Entonces, sin pensarlo demasiado, me quito directamente la camiseta y me tumbo en el sofa boca arriba. Ahora por primera vez se puede ver parte del tatuaje que ya visto, mostrando una enorme ala que ocupa parte de mi brazo.

—Donde y cuando quieras —le digo con una sonrisa, mirando al techo y esperando que aquello no haga demasiadas cosquillas. Mientras tanto mi mente vuela, intentando imaginar qué puede estar tramando. Uno de mis brazos ha escalado por el respaldo del sofá, agarrándose al extremo, y el otro cuelga hasta el suelo y juega con los pliegues de la tela distraído.

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09/02/2016, 06:28
Nicole Nazar

Cuando dice lo de la patata, no puedo evitarlo y suelto una carcajada. Levanto la mano derecha, armada ya con el rotulador.

—Nada de patatas —convengo, aunque antes de terminar de decirlo ya me estoy riendo otra vez. 

Cuando se quita la camiseta, mis ojos se van solos hacia el tatuaje que se intuye en su brazo. Mis labios se entreabren y de ellos sale un sonido de admiración.

—Joder. Cómo mola —afirmo, para después fijarme en su torso desnudo. Y me cago en la puta, no es sólo el culo lo que tiene prieto. Pero he aprendido esta noche que al pintar sobre la gente puede incomodarles que te pongas a pensar en esas cosas, así que aparto esas ideas de mi mente y me centro en imaginar que es un trozo de papel.

Preparo tres rotuladores para tenerlos a mano y luego voy directa hacia su pectoral izquierdo. Pongo la mano encima para buscar el lugar donde su corazón late más fuerte y es ahí donde coloco la punta del rotulador.

—Sin mirar —recuerdo, dedicándole una media sonrisa divertida antes de empezar. 

Por culpa del vino tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano para hacer las líneas rectas, aunque normalmente puedo dibujarlas hasta con los ojos cerrados. Tardo bastante, tomándomelo con tiempo y repasando algunos trazos con otros de los rotuladores, azul y rojo. Para una vez que pinto encima de alguien quiero que quede cojonudo y a eso me dedico. Mi expresión es de concentración total y en algún momento la punta de mi lengua asoma entre mis labios. No me corto ni un pelo en inclinarme encima si me hace falta o en apoyar las manos y los codos para coger un buen ángulo. 

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09/02/2016, 06:44
Austin Garret-Jolley

Me fío muy poco de que Nicole dibuje algo que no sea una patata, y más viendo lo achispada que está. Pero bueno, si lo hiciera igualmente serían unas risas y listo. Así que a pesar de su compromiso que no estoy seguro de que vaya a cumplir decido ponerme en sus manos.

Al escuchar su comentario sobre mi tatuaje dibujo una sonrisa, buscando los ojos desde mi posición tumbado.

—Y no has visto la parte de atrás —le digo sin más, alzando las cejas como si aquello fuera una especie de misterio.

Mis ojos buscan las manos de ella sin disimulo, y al ver que prepara tres rotuladores empiezo a imaginar cosas. Una patata multicolor. El escudo de un equipo de béisbol. Tres patatas de distintos colores, agarradas de la mano como una familia patatera.

Sin embargo, cuando me exige no mirar cierro los ojos, y de inmediato estos se cargan de una densa somnolencia que no sabía que escondían. Pero la expectación la piel de mis brazos, y el tacto de su mano en mi pecho me hace pensar en la conversación que acabamos de tener. Trato de distraerme, y en cuanto la punta del primer rotulador toca mi piel un escalofrío me recorre entero, poniendo la zona que rodea el lugar de gallina.

Aguardo. Hay momentos en que quiero abrir los ojos y mirar, y otros en los que las cosquillas de la punta me hacen dibujar una sonrisa. El brazo que colgaba hacia el suelo asciende en alguna ocasión, buscando mi pelo, y sin querer acabo pensando en tratar de rozarla a ella disimuladamente mientras lo aparto.

—Joder —le digo en determinado momento. En condiciones normales, sin vino y demás, probablemente tampoco me plantearía callarme con alguien que habla tan abiertamente de todo, pero ahora tampoco es algo que pueda ocultar—. Tenías razón. Es terriblemente sexy —digo con una pequeña risa.

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09/02/2016, 14:22
Nicole Nazar

Cuando habla, aparto la mirada del dibujo durante un segundo, buscando su rostro con una media sonrisa en mis labios. 

Ya te lo dije —susurro divertida. 

Y durante un instante se me va la imaginación, como el otro día. No dejo de tener un macizo en el sofá medio desnudo y dejándose hacer... Pero de inmediato me recuerdo a mí misma que los tatuadores profesionales no se aprovechan de sus lienzos. Así que suelto una risita y vuelvo a inclinarme sobre su pecho para seguir dibujando. 

Aunque, seguramente por el vino -o eso quiero pensar-, no lo puedo evitar y me recreo un poco, apoyando más las manos en determinados momentos y deslizando los rotuladores más despacio de lo que realmente necesitaría. Me río de nuevo, sintiéndome llena de malicia. Que se joda. Por ponerme como una moto el otro día. 

Para cuando termino y me aparto un poco, la mirada que le dedico al dibujo es bastante satisfecha. Todavía me inclino de nuevo sobre él para rellenar algún punto concreto de color, pero enseguida me echo hacia atrás y busco sus ojos con una sonrisa de oreja a oreja, entre divertida y pícara. 

—Pues ya está —anuncio, acompañando mis palabras de una risita—. Ya tienes tu patata. 

Notas de juego

Patata.

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09/02/2016, 14:32
Austin Garret-Jolley

Su afirmación, su Ya te lo dije me obliga a medio-abrir un ojo y buscarla durante un instante. Sin embargo tendría que, al menos, incorporar la cabeza, y eso significaría moverme y que mi perfecta patata tuviera líneas extrañas, así que opto por volver a quedarme como antes: quieto, callado, y sintiendo sus manos cálidas y la punta de los rotuladores en mi pecho milímetro a milímetro.

Al anunciar ella que ha terminado abro los ojos, y tardo unos segundos en acostumbrarme de nuevo a la luz. Lo primero que encuentro son sus pupilas, y sin quererlo las mías están más brillantes y encendidas de lo habitual. Sin embargo no digo nada hasta que busco el dibujo en mi pecho.

—Es cojonudo —digo, recuperando sin pensarlo unas palabras pronunciadas por ambos días atrás—. Me encanta —aseguro antes de buscar su mirada de nuevo con una sonrisa radiante.

—Deberías dedicarte a esto —le digo medio en broma—. Dibujar tatuajes con rotulador está claro que es lo tuyo.

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09/02/2016, 14:37
Nicole Nazar

Ante su entusiasmo pongo cara de falsa modestia y aprovecho mi posición para llenar las copas con la nueva botella. Me llevo la mía al sofá cuando me siento de nuevo, ladeada y con una pierna doblada bajo la otra. 

—Debería —digo, con un intento cutre de sonar seria, estropeado por una risita que se me escapa—. Puede que cuando tenga un taller lo haga en mis ratos libres. 

Hago una pausa y me lo quedo mirando durante algunos segundos para terminar enarcando las cejas. 

Y ahora... Me debes algo, ¿no? —digo finalmente, sonriendo de medio lado y levantando un poco la copa como si estuviese brindando por ello.

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09/02/2016, 17:26
Austin Garret-Jolley

Mientras ella va llenando las copas aprovecho para sentarme, echando un nuevo vistazo al dibujo de mi pecho. La verdad es que no esperaba que se lo currase tanto, de modo que es una sorpresa muy muy positiva.

—Y si quieres que no se vayan con la ducha —comento entonces, sin que la idea me parezca para nada descabellada—, yo te puedo enseñar en una tarde tonta. Te pasas por casa y listo —explico con naturalidad.

Entonces cojo la copa recién servida y mojo los labios, buscando las diferencias entre ambos vinos. Me lo pone fácil el hecho de que este no sea tinto, sino rosado, con sus burbujas capaces de poner tonto a cualquiera y demás... Y hurgando más profundamente hay otro detalle: este está más frío.

—Te debo algo —asiento mirándola por un segundo.

Dicho eso río con su amago de brindis, sin llegar a acompañarla, y me pongo en pie para dirigirme hacia el aparato de música. Por un momento me planteo buscar algo adecuado en su teléfono, pero lo cierto es que no tengo muy claro cómo funciona, o si requiere códigos raros, o qué, así que me limito a bajar el volumen hasta que esa banda sonora muere antes de que la canción termine.

Allí, descalzo y con la espalda al aire, me siento bien. No es como cuando tuve que recitar ese mismo poema vestido, según Rachel, de persona. Al darme la vuelta busco a Nicole con la mirada, divertido.

—Bueno, vamos allá —digo antes de hacer un gesto para señalarla—. Pero no te esperes ninguna moñada —la aviso, por si acaso es de las que piensa que poesía equivale a pasteles de amor con corazones e hiperglucemia.

Entonces cierro los ojos un instante, dejando que el silencio me envuelva y me recorra. Me abstraigo de dónde estoy y cómo estoy, y acudo al momento en que mi bolígrafo gabateó los trazos que se convirtieron en poema. Al volver a hablar estoy más más serio, más centrado.

—Este poema va acompañado de un par de dibujos, pero te los vas a tener que imaginar —le digo aún sin abrir los ojos, con una media sonrisa—. Córtame si se te hace largo —añado después, aclarando que tiene total libertad por mi parte.

En cuanto vuelvo a abrir los ojos mi mirada no busca la suya: la encuentra. Mis gestos han cambiado, y mis movimientos son más fluidos. Al hablar lo hago desde lo más profundo del estómago, modulando la voz de una forma que no es exagerada, pero sí adecuada para cada verso.

El jinete oscuro de la noche

sepulta el día bajo sus cascos.

Otros atardeceres son caricia;

este está viejo, solo y cansado.

Las calles de la ciudad resuenan

con las sombras y con tus pasos

y el viento, la piedra y los peces

tratan de avisarte gritando

"Vuelve al día, niña,

vuelve que aún estás a salvo".

Pero tú siempre has sido sorda

y yo me quedo escuchando.

Pasada la arboleda

y el estanque y los bancos

el brillo lejano de sus alas

te dice que estás llegando.

El último tramo es carrera

para llegar jadeante a su lado

y cuando tus pupilas lo beben

tus pezones son estaño.

A tus ojos lo que observas

es un recio ángel plateado.

Pero tú siempre has sido ciega

y yo me quedo mirando.

Su primera palabra es amable,

pero sus manos un taladro.

¿Cómo ibas a pensar que sus alas

con su brillo metálico

eran cuchillos, facas y puñales

hora tras hora afilados?

El primer envite de su navaja

corta tanto himen como llanto

y tus gritos y tu sangre

sólo llegan al asfalto.

Y tú ahora estás muda

y yo observo destrozado.

Sus besos manchan tu piel,

tus entrañas y tus manos.

Su sudor te baña entera

húmedo, caliente y extraño.

Te culparán por dejar el día

en tu mente, tu prisa y tus pasos;

por eso el silencio estrangula

menos que tu soga de ahorcado.

Porque tu piel no es ya tu piel

y no puedes seguir esperando.

Por eso ahora estás muerta

y yo no puedo ni vengarlo.

Durante el tiempo que paso recitando no dejo de moverme, dejándome llevar por lo que las palabras me piden. No es una coreografia real, ni nada ensayado, pero sí paso de mi posición al lado de los altavoces hasta el suelo, luego a la mesa y después al sofá, cerca de ella, con un tono grave que transmite derrota y rabia. Es mi expresión corporal la que me guía durante todo ese tiempo, como si voz y cuerpo fuesen uno. En el momento en que el poema habla sobre la suciedad de su piel busco sus brazos, para pasar después al vientre al hablar de sus entrañas. Mi tacto es duro, acorde a lo que estoy narrando, y si me parase a pensarlo probablemente me daría cuenta de que no me tomo esas libertades por el vino, sino por el clima que nos rodea.

Y cuando acabo mi respiración es lo único que permanece, alterada. Mi mano está en su cuello desde que hablé de la soga del ahorcado, y la adrenalina está al máximo en mi cerebro. Dios, la verdad es que me encantan estas cosas.

Comienzo a retirar entonces mi mano despacio, aún jadeando, mientras la expresión de quien acaba de pasar casi por un trance abandona mi rostro.

Notas de juego

Si te parece correcto, voy a dar por hecho que no me cortas.

El poema sabes que está escrito por mí en un rato tonto: finjamos que es mejor de lo que es. :P

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09/02/2016, 18:18
Nicole Nazar

Desde el momento en que se pone en pie la expectación empieza a crepitar en mi estómago, arrremolinándose en un cosquilleo constante. Llevo la copa a mis labios para beber un sorbo del lambrusco con el que me acabo de cargar todo el ambiente temático de la cena y asiento con la cabeza a su advertencia con cierta impaciencia. Como si a mí me gustaran las moñadas o algo. Que le pregunten a Hugh. 

Se me escapa una sonrisa con ese pensamiento y bebo otro sorbo, paladeando el sabor dulce del vino y contemplando cómo baja la música y cierra los ojos. En ese momento es cuando me quedo quieta y callada, con la copa apoyada sobre mi rodilla y la mirada fija en Austin, casi saboreando el momento previo a que pase algo especial.

Hago un gesto vago cuando habla de los dibujos, como queriendo decir que no importa. No digo nada en voz alta por no interrumpirle, así que lo dejo en eso y me preparo para escuchar con atención. No sé mucho de poesía, la verdad es que es algo que nunca me ha llamado demasiado la atención. Pero me intriga sobremanera escuchar una parte de aquello a lo que dedica sus días el autor de mis tatuajes.

Atrapa mis ojos en cuanto abre los suyos, con una mirada tan fija que un cosquilleo me recorre los hombros y la nuca. Siento ganas de apartar los míos para rebajar toda esa intensidad, pero de alguna forma me resulta imposible, como si de repente un hilo invisible creado con su propia voluntad los uniera a los suyos. 

Lo sigo en sus movimientos, con la respiración detenida y el corazón hecho un puño. Y permanezco totalmente inmóvil, sintiéndome acechada. Mi estómago se crispa con angustia hacia la mitad del poema y cuando se sienta a mi lado y me toca mi cuerpo responde con pequeños respingos a cada uno de sus roces. 

Trago saliva despacio, todavía atrapada por su mirada cuya intensidad me taladra ahora tan de cerca. Me hago consciente de que llevo varios segundos conteniendo la respiración cuando su mano alcanza mi cuello y dos golpes de aire salen entrecortados por mi nariz. Mis pupilas se dilatan y un estremecimiento eriza la piel de mis brazos poniéndola de gallina y llegando hasta hacer presentes mis pezones bajo la tela de la camiseta. Entreabro los labios buscando abrir una vía de entrada al aire que no me falta físicamente, pero sí en mi imaginación. Puedo imaginar con nitidez la ausencia de aire de un ahorcado.

Cuando termina y empieza a apartar la mano, tardo todavía un par de segundos en soltar todo el aire por la boca. Siento la adrenalina latiendo con fuerza bajo mi piel, en una sensación familiar y anhelada. Despacio, ladeo un poco la cabeza, todavía incapaz de apartar la mirada, con los ojos muy abiertos, brillantes, y los labios secos. 

—Joder... —es todo lo que acierto a murmurar en un susurro, aún enredada en una experiencia inesperada y sensorial. 

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09/02/2016, 20:22
Austin Garret-Jolley

Mis pupilas dilatadas se mantienen así, enormes como dos lunas llenas, mientras mi corazón bombea a toda velocidad. Ahora por primera vez empiezo a ser consciente de la reacción de Nicole, y también del efecto que he producido en ella en los últimos segundos. Poco a poco vuelvo a ser yo, y al verla ladear la cabeza y murmurar una simple palabra emito un suspiro.

Mis manos, ahora libres, descienden despacio y descansan sobre mis piernas. El hormigueo del vino en mi cabeza se mezcla con la adrenalina de lo que acabo de hacer, comenzando una sensación de euforia que por ahora sólo está empezando, manteniéndose concentrada en el fondo de mi pecho.

—Supongo que te ha gustado —murmuro, esperando verla en sus siguientes segundos.

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09/02/2016, 20:58
Nicole Nazar

Pestañeo con su murmullo y tomo aire lentamente por la nariz para después humedecerme los labios. 

—Ha... Ha sido una pasada, hasta me acojonaste en algún momento —confieso—. Al principio parecía... bonito. Pero luego era angustioso y... —Hago una pausa y pestañeo de nuevo. —Ya entiendo que te paguen por ello —continúo hablando, tratando de distender el ambiente que de repente parece haberse cargado de electricidad estática. 

Lentamente levanto la copa y doy un pequeño sorbo, anclándome en el sabor del vino para recuperar la solidez. Y después, busco de nuevo la mirada de Austin mientras mis labios empiezan a curvarse en una sonrisa. Extiendo entonces el brazo y se lo enseño. 

—Ya se me está pasando, pero mira. Me has puesto los pelos de punta.

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09/02/2016, 21:11
Austin Garret-Jolley

No evito sonreír cuando dice que realmente la he acojonado. Eso sí es un cumplido, lo sepa ella o no. Acto seguido, cuando empieza a describir lo que ha sentido, mi sonrisa se amplía y mis ojos se cargan de una chispa de ilusión. Al que se toma un instante para beber de su copa —y, según creo, recuperarse— mi expresión corporal se relaja por completo, y cuando me enseña el brazo ladeo un poco la cabeza para mirarlo. Mi sonrisa se amplía entonces, y le dedico una mirada que sólo puede describirse con un pensamiento: Criaturica.

—Qué boba —digo sonriendo de medio lado y visiblemente a gusto antes de extender los brazos,  dispuesto a abrazarla—. Anda, ven aquí —la invito, ofreciendo un refugio que no sé si quiere—. Si te sirve de algo, no es ningún caso concreto o conocido —comento luego a media voz, como si eso fuese a despejar la posible niebla de su pecho.

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09/02/2016, 21:39
Nicole Nazar

—Bueno, eso es un consuelo —respondo, aceptando su abrazo y apoyando por un instante la cabeza en su hombro.

La verdad es que nunca habría pensado que una poesía me podría impresionar tanto, pero es que nunca me había fijado mucho en esas cosas. Suspiro entonces, recomponiéndome lentamente, y entre la nebulosa provocada por el vino y las emociones a flor de piel empiezo a repasar la noche. Es entonces cuando me doy cuenta de algo y sonrío animada, levantando la cabeza para buscar sus ojos.

—Oye, ¿tú no habías traído algo de postre? —pregunto, todavía con la voz frágil, pero recuperando la sonrisa a toda velocidad. Espero que sea algo con chocolate, ahora mismo es exactamente lo que necesito. Eso o un porro.

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09/02/2016, 21:47
Austin Garret-Jolley

En el momento en que acepta mi abrazo la rodeo con suavidad, pasando una mano por su espalda de manera amistosa. En ese momento mis dedos advierten la ausencia de algo que daba por hecho, y aunque no es que le dé importancia no puedo evitar sentirme como si un secreto acabase de revelárseme. Algunos pensamientos le siguen, hilándose en una madeja llena de misterio y con aroma a vainilla, y cuando sus palabras me devuelven a la realidad asiento con la cabeza.

—Algo he traído —asiento con una sonrisa. Entonces empiezo a despegarme de ella, levantándome, y me dirijo a la cocina—. No es tan tradicional como el pollo que no es pollo o el puré que se toma frío —digo en voz alta mientras voy caminando—, pero es tan francés como ellos. Tú quédate ahí.

Ya allí abro con naturalidad el grifo, y mientras esta se calienta busco un vaso. Lo lleno, lo meto en el microondas y mientras el agua termina de ponerse a una temperatura adecuada sigo abriendo cajones y más cajones.

Unos segundos más tarde ya tengo un vaso con una cuchara dentro y dos platos con dos coulants cada uno. En la fiambrera hay otros cuatro, pero vayamos poco a poco. Meto uno de los platos en el microondas apenas veinte segundos y, mientras se templa, voy llevando el helado y el vaso caliente. 

Luego, cuando los dos platos están listos llevo uno en cada mano, dedicándole a ella una sonrisa y dejándolos en la mesa baja.

—Coulant de chocolate y helado de vainilla —le digo—. Y no lleva maría— estoy a punto de añadir por inercia, pero guardo mi lengua a tiempo. Después de todo, eso sería mentir.

Yo mismo, ya sentado en el sofá, abro la tarrina de helado y comienzo a servir, repartiendo una ración bien generosa para cada uno. Juego después con mis dedos con la tela de mi camiseta casi olvidada, valorando sin darme casi cuenta si está mejor en el suelo o sobre mi piel.

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09/02/2016, 22:15
Nicole Nazar

Empleo el tiempo que tarda en ir a la cocina y traer el postre en terminarme la copa y dejarla en la mesa para empezar. Después me estiro para colocar en la estantería el libro que había quedado abandonado en el sofá antes de que Austin llegase. Y mientras le oigo abrir y cerrar cajones y armarios, estiro las piernas y me contemplo los pies, con los dibujos a rotulador. No estaría nada mal tener una serpiente como esa. Aunque no estoy segura de que esté en el sitio correcto. Quizá quedaría mejor en el tobillo, o en la nuca. 

Distraidadamente llevo el dedo a mi muñeca y empiezo a repasar el tatuaje con mucho cuidado, apenas rozándolo con la yema. Mi mente sigue dándole algunas vueltas al poema y todo eso y mi pecho se encoge de nuevo. Es que ha sido muy fuerte. Impactante y demoledor. Todo eso. 

Cuando Austin sale de la cocina, elevo la mirada con curiosidad. Al ver que mis súplicas se cumplen y el postre es de chocolate enderezo mi espalda y sonrío. 

—Buah, me encanta —aseguro sin quitarle la mirada de encima a mi plato—. Y es superfrancés, aunque el vino ha terminado por ser un inmigrante en  la cena de hoy. 

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09/02/2016, 22:35
Austin Garret-Jolley

Al llegar y ver que está repasándose el tatuaje no puedo evitar recordar cuando yo me hice el mío. La verdad es que estaba todo el día mirándolo en cada espejo que podía. Es en ese momento cuando desvío la mirada un instante hacia el nuevo, el de vida reducida, y luego la busco a ella.

—Bueno, en este país admitimos refugiados —expongo, aunque la verdad es que no tengo mucha idea de cuál es la política estadounidense al respecto—. Y creo que le daremos un buen asilo —añado después, estirando la mano para tomar la copa y vaciarla de un trago, añadiendo aquella cantidad a la que ya me burbujea en el estómago y en el cerebro.

—Pero no digas que te encanta sin probarlo, mujer —añado después, haciendo un gesto para invitarla a empezar—. A lo mejor con el ingrediente secreto te horroriza.

Dichas esas palabras extiendo la mano, buscando la suya con naturalidad.

—Déjame ver —le pido, volteándola para dejar su muñeca hacia arriba. Entonces soy yo el que lo repasa con los dedos—. Se te está curando bien.

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09/02/2016, 22:48
Nicole Nazar

—Es que justo estaba pensaba en que me apetecía chocolate —explico, recuperándome casi por completo e ignorando el pequeño eco remanente de angustia que sigue recorriéndome el estómago, cada vez más diluido, pero aún presente—. ¿Cuál es el ingrediente secreto? —pregunto con curiosidad, cogiendo un poco de postre con la cuchara y llevándomelo a la boca rápidamente, antes de darle la mano. 

Pongo los ojos en blanco al saborear el chocolate y extiendo ahora sí la mano para que pueda revisar el tatuaje. Entonces asiento con la cabeza y trago antes de hablar. 

—Sí, ese es el que mejor está. El de la espalda me pica como un infierno a veces y me tengo que morder los dedos para no rascarme. —Saco la punta de la lengua para recoger una pizca de chocolate que se ha quedado en la comisura de mis labios. Después me estiro para llenar de nuevo las copas de vino y coger la mía. —Y el de las costillas me ha dado un poco de guerra en clase estos días, pero creo que tiene buena pinta.