Partida Rol por web

Rodrigo se mesa el bigote pensativo mientras masca un poco de carne seca para tener el buche tranquilo, que falta le va a hacer en esta diatraba que se avecina. Y de vecinos va la cosa. Los candidatos propuestos hasta el momento no le convencen, y siendo como es el castizo, ni un momento se lo calla.

- No me lo tome a mal buen Lázaro, pero qué mal agüero que dirija el pueblo quien se dedica a llenar tumbas, ¿no les parece buenas gentes? No le dudo la maña y la buena fe, Dios me libre, pero con el mal fario que ya llevamos encima no ha de ser buena idea llamar a más mal de ojo tan a grito. Y tú zagal, no fantasees, que te lleva la flauta por el camino de las cabras. ¿Donde habrase visto que un niño sea alcalde de nada? Aún te quedan muchos veranos para poder pensar en eso. - Y bien cierto es. Un alcalde debe ser un hombre adulto, de edad avanzada incluso cabe, que se guíe más por la sesera que el brazo o el corazón, como tienden a hacer los jóvenes. El chico es sin atisbo alguno a discusión, demasiado joven.

- Yo digo que Don Pedro o Don Francisco harían buenos menesteres como Alcalde, buenas gentes, que tienen mucho camino andado y mucha mano derecha. - ¿Habrá hecho esta broma a propósito? Rodrigo no suele ser un bromista, así que habrá sido casualidad. - Tengan a bien animarse buenos hombres, que cualesquiera de los dos contarían con mi voto y el de cualquier persona juiciosa del pueblo, a bien seguro lo tengo.

Catalina miraba a unos y a otros habiendo escuchado con atención a todos los que habían hablado hasta ahora. Estaba reflexionando en presentar su candidatura, pero ella misma no se veía capable de evitar augmentar los lobos ya que muchas veces confundia las horas y dormía demasiado. Sería imposible despertarse de madrugada como alcalde cada día e ir a la plaza del pueblo la primera (postear a la hora exacta) Y muchas veces ella misma pensaba que vivía en el mismo pueblo, pero con horas diferentes al resto de habitantes. Pero dirigiéndose a los que se habían presentado les dijo.

- Lazaro y Ramón, no me convenceis, pero si tuviera que daros mi voto a alguno de los dos, ¿podeis convencerme que estaís con el pueblo y no con los lobos? Vuestros argumentos me parecen pésimos hasta el momento"

Y girándose a Rodrigo:
"Qué relacción tienes con Don Pedro o Don Francisco? Me parece sospechoso que quieras que se presenten a alcalde y ya les aseguras a uno de los dos tu votos sin antes escuchar al menos sus argumentos. Lo siento, pero no me huele a trigo limpio esto"

Y se sintió muy orgullosa de su intervención!

- ¿estar con el pueblo? - preguntó curioso - ¿no lo estamos tal vez todos? Más el pequeño Lázaro no es enterrador por gusto, lo es por disgusto de que otro no haga tal acción, a parte de para mi, mi voto, para vos si nadie más me es convincente, no soy el más indicado tal vez, inexperto quizás, pero dispuesto por lo menos, alguien tendrá que ser si no queremos de los soldados al grupo completo en el linchamiento

El joven no necesitaba a nadie que le dijeran lo prematuro e incapacitado para tal cargo que estuviera, lo sabía de sobras, pero de no decir la suya ¿que quedaría de un flautista si le prohibían la melodía nocturna? Momento idóneo de ensayo en silencio y paz adquirida.

A Lazaro se sentaron las palabras de Catalina como una patada en los mismisimos.
A ver, ¿te parecen PESIMOS nuestros argumentos? Pues a mi me pareces pésima tu, morena. Si no nos quieres votar no nos votes pero ahórrate tus criticas. ¿Que si vamos con el pueblo o con los lobos? ¿Que si don Rodrigo te escama? Demasiada mierda para tan poco tiempo, bonita. 
Relaja esos humos. Esto no va a ser fácil para que vengas tu de reinona a ponernos finos a los que nos hemos presentado. 
Lazaro se encendía rápido como una cerilla. 
 

-Por favor hermanos, haya paz- intervino el fraile. -Hermana Catalina, jamás os ví en semejante tesitura, me sorprende vuestra reacción, la verdad...-.

Doña Catalina era, junto a doña Beatriz, las dos únicas fieles que le quedaban de la mermada parroquia y, si bien es cierto que en los últimos tiempos pasaba más tiempo en ensoñaciones que con el resto de los mortales, jamás había la había tenido por reaccionaria.

- Y vos, hermano Lázaro, os rogaría que no olvidaseis que con una dama se trata de manera más agradable y menos belicosa pues, a los ojos del Altísimo, todos tenemos el mismo derecho a opinar-. El pequeño hombrecillo siempre le había parecido alguien afable aunque de lúgubre desempeño, y a base de tratar con difuntos el ánimo se le debía de haber agriado un tanto.

Por último miró a los dos muchachos y, recordando las bíblicas palabras "dejad que los niños se acerquen a mí" les dijo con una sonrísa: -Valientes caballeros y servidores de esta villa, agradeceros debemos por vuestro arrojo, más aún no es tiempo de que el infante el puesto de un hombre ocupe-.

Frenéticas últimas horas sacudieron las telarañas de la vieja Castroviejo, cuando el capitán y el titiritero hablaron de amenazas. El segundo, aunque más fantástico fue el que captó la atención del artista. Tenía ganas de beber algo de vino, seguro que los que le conocían lo recordaban más sobrio que ebrio, mas aquella vez, quien sabe si porque la situación era tensa o no tenía un penique para pagar al tabernero... estaba ebrio. O al menos tan ebrio como lo puede estar que llevaba algunas horas sin catar el dulce néctar que volvía necios a más de uno.

-Yo... esto parece una fábula, de las que acaban mal. Pero es verdad, necesitamos un alcalde o alguien que ayude a centrarnos y salir de esta situación

A pesar de que no era demasiado joven, sí lo era su espíritu, y el trabajo duro siempre le había echado para atrás como el aliento de una meretriz barata, así que dejó claro que él no iba a presentarse.

-A mí me da igual quien sea, aunque estaría bien que tuviera algo de experiencia en el trato de gentes y que cuente con el beneplácito de una mayoría. Yo no sé si daría la talla.

En realidad, no se presentaba porque tampoco creía que nadie lo fuera a tomar en serio. Menos aún cuando seguramente algunos de los presentes eran padres de mozas a las que había intentado, algunas veces con éxito, llevarse a sus hijas a la cama.

No fue fácil cuando en tan funestos días Pedro atinó en que su sobrino mayor se había libertado de manos de su progenitor, su hermano... para regresar a Castronegro muy seguramente por los mismos caminos que su tío le había mostrado. Sin miedo, y solo. Pero su desdicha fue toparse con esas absurdas escaramuzas pueblerinas, y la de Pedro, por consiguiente... enterrarlo. Maldito el día, malditos tantos ya.

A día presente, encarcelados al aire por el mismisimo ejercito... se veía imperiosa necesidad de un alcalde, un mediador, un norte. Tres habitantes ofrecen sus servicios al cargo. No muy conforme, Pedro desatiende en un primer instante, pero su nombre surge desde las palabras de Rodrigo Belmonte. El arriero sopesa unos breves segundos la posibilidad mientras soba su rascadizo rasurado. No comprende la actitud inicialmente destructiva -o provocativa- de Catalina, pero procede tras fraile y artista — Tras tanto visto, no veo mala idea ponernos en manos del anciano, mi buen convecino. Y bien es sabido que sus opiniones cuentan como pequeños hombrecillos que son, pero uno tampoco dejaría que un chico ocupase el cargo — ni nada que se le pareciese, por altura, como el enterrador. Por favor, acaba de enterrar a un sobrino...

Cruza sus brazos - Mis ojos han visto bastante, y pondría otro modelo, es cierto. Algún hombre de disciplina — Distintos pueblos, pequeños trechos, gentes y mercados, hace falta organización, y sobretodo... levantarse antes que el sol para llevar el cargo — Si fuese con la bendición y empuje de mi gente, aceptaría la responsabilidad  — y carga, de intentar guiar a los aldeanos que un mal día decidieron no abandonar su pueblo. Madrugar no sería el problema. Podían contar con este viejo arriero.

Entre muertes y exilios ya quedaban sólo 20 vecinos. Un puñado de habitantes del pequeño pueblo, y encima se decía que cuatro de ellos ya no eran las buenas gentes que ellos conocían, sino que eran bestias demoníacas que venían a masacrar a un pueblo alejado de la mano de Dios por quien sabe que pecado.

El capitán había pedido que, a falta del finado, se nombrara un alcalde. No era sorprendente que despertara rencillas. Por suerte el padre Olegario ponía paños fríos a los ánimos. Había ya varios candidatos, aunque ninguno lo terminaba de convencer.

- Yo...   -dijo tímidamente-, yo me propongo para el cargo también. Os conozco a todos, y todos me conocéis, como antes a mi padre. Habeis probado mi pan durante años, y si bien es cierto que nunca he liderado, mi propuesta justamente no es que sigáis mis órdenes, sino que sólo sería mediador cuando no hubiera consenso. Por lo demás, y en lo que a mi respecta, todos somos iguales y cualquiera podría no ser quien creemos conocer. No veo sentido a ponernos en manos de una persona. Sea yo o sea otro, creo que este problema deberíamos solucionarlo entre todos.

 ​De todo cuanto había oído, sólo uno, por ahora, se comprometía con la ley divina de la justicia. ​-Mi buen Lázaro. Palabras sensatas he oído en sus propuestas, o al menos de compromiso. Me ha parecido que sabía de lo que hablaba y que conoce el arte de alimentar canes.  No se enfade por la algarabía del pueblo en estos primeros días, necesitamos que el alcalde sepa tratar con todos. Los otros candidatos parecen muy entregados pero Lázaro ha sido muy concreto. Aún así, intentado ser prudente, subiré al monte a que el Señor me ilummine-  

Catalina volvió a tomar la palabra,

-"Lazaro, desde el día que enterraste a mi marido me pareciste un hombre de caracter. Creo que en estos momentos necesitamos a un alcalde que tenga fuerza y espíritu de lucha. Quise ver tu reacción y por el momento y a pesar de llamarme pésima, cuándo yo me referí a tus palabras y tú sin embargo a mi persona, me has convencido. Tú respuesta fue rápida al igual que la de Ramón pero me gustó más la tuya. Necesitamos a alguien atento que no pueda perder ninguna información y por el momento tú pareces estar muy centrado en todo esto. Por ese motivo y si no hay nadie más que me convezca te votaré como alcalde. Me permito perdonarte por tus insultos, aunque no quieras disculparte.

Fray Olegario, gracias por estar siempre atento y preocupado. Intentare ser menos impulsiva.

-Después de su discurso, se acerco a Lazaro para darle la mano. 

No, no, no, no... Nada de alcaldías. Con lo que me gusta a mí el vino, y viendo la situación en la que nos encontramos, considero complicado poder estar atenta y vigilante a ciertas horas y lo último que quiero es empeorar la pésima situación que ya tenemos por no estar disponible.

Señoras y señores, les ruego que me perdonen pero he decidido no presentarme a alcaldesa, pues considero que existe gente más válida que yo para el puesto. Ahora bien... Aunque aún no tengo claro a quién me gustaría apoyar, prometo entregar mi voto a aquella candidatura que yo considere más responsable. Por el momento me gustaría meditar las intervenciones de aquellos que han decidido dar un paso al frente, así que les pido me concedan unas horas más.

Dirigió una mirada rápida a los que la escuchaban y se retiró de nuevo a un segundo plano.

- Buenas tardes tengan. Desde que huí de Francia me he visto obligada a vivir infinitas situaciones de peligro pero normalmente, he de reconocer, que lo hice en solitario. Los caminos es mejor transitarlos en solitario si no tienes el apoyo de un grupo nutrido, y no tuve esa suerte.

- Dicho esto, y a pesar de las deficiencias que pueda tener por conocer poco el lugar y a las gentes, si me apoyan me presentaré a liderarlos para dar caza a las bestias. Utilizaré los conocimientos que me han dado los kilómetros bajo mis pies y las historias que he escuchado en cada sitio donde he parado.

- Emitiré mi voto para alcalde en el último instante ya que he visto una opción, además de la mía, que me ha parecido convincente y si no cuento con los apoyos suficientes le daré mi voto a esa persona que prefiero no mentar ahora mismo. 

Serafín escuchaba atentamente las candidaturas y finalmente se decidió a hablar. – Mis más sinceros agradecimientos a aquellos que estáis teniendo el valor de ofreceros para dirigir un pueblo, que ya más que un pueblo es un cementerio. Soy mayor y aunque mis vivencias podrían  ser de ayuda, creo que esta anarquía requiere de alguien más joven y enérgico, que pueda asumir y dirigir la situación con ímpetu y también con cordura. Podréis contar conmigo, como hasta ahora, pero prefiero guardar mis energías para ponerlas al servicio de esta causa desde mis saberes alquímicos. Ando buscando la explicación a todo esto que me tiene sobrecogido y a la vez fascinado y espero poder dar con una clave que sea de ayuda - Serafín se sentía ya muy anciano para afrontar esta tarea con toda la atención merecida, y como buen hombre entregado a su profesión, seguía en el afán de poder encontrar una explicación a lo que él consideraba una transmutación de materias y almas.

Aquí me tendréis dispuesto a participar activamente en todo lo que de mi se requiera para terminar con esta amenaza, pero permítanme que si esto ha de ser el final, llegue para mi entregado a la causa que hasta ahora me ha ocupado, descifrar las leyes de la física, la química y la materia para poner esos elevados misterios al servicio de los hombres y nuestras llanas vidas.

Seguiré escuchando atentamente, pero permítanme decirles, que al contrario de lo que han señalado algunos, no considero que la juventud tenga necesariamente que ser un factor negativo para ser un buen alcalde. Lázaro, a usted he de felicitarle por su aplomo, siendo el primero en ofrecerse para este cargo. No es la primera vez que asume una tarea poco grata y hasta ahora ha demostrado hacerlo con compromiso y buen talante.

Aún no quiero apresurarme a decidir. Seguiré escuchando…

Inés escuchaba con atención todo lo que se iba diciendo. Le resultaba curioso (también valiente) cómo algunos se habían apresurado a presentar su candidatura y, más curioso aún, cómo habían recibido apoyos rápidamente... ¿Se conocerían de antes? ¿Algo secreto les uniría? Inés no estaba en disposición de confiar en nadie, al fin y al cabo acababa de conocer a esa gente. Pero desde luego que necesitaban un capitán que les guiara... En ese momento un atisbo de sonrisa se mostró en su cara iluminada como si hubiera caído en la cuenta de algo...

Una cosa está clara, se atrevió a decir con una voz más grave de lo normal (era la primera vez que hablaba desde hacía rato). Tal y como se ha dicho ya, pero no está de más repetir, al que salga elegido hay que vigilarle de cerca por el poder que tendrá (refiriéndose al poder de la vidente). Yo siento no dar mi apoyo a nadie, al menos todavía, pero a mi parecer aún es temprano para las confianzas. Se han dicho cosas sensatas, pero no demasiado como para ganarse mi voto, y no lo quiero dar a la ligera dadas las circunstancias tan difíciles en las que nos encontramos. Por ese motivo me presento yo también como alcaldesa, pues hoy por hoy sólo puedo confiar en mí misma. 

Por fin Inés podría ver cumplido uno de sus sueños, participar activamente en la defensa de una ciudad y de un pueblo, demostrando su valor y capacidad de liderazgo, aunque no fuera en las indias como siempre esperó... Por ti lo haré, amado mío, susurró en voz baja pensando en su querido Juan...

Todo aquel rato había permanecido en silencio,escuchando, y reflexionando sobre cuáles eran sus opciones. Estaba claro que aquel pueblo necesitaba un líder, pero él mismo no creía que fuera la mejor opción. Había muchos candidatos, mas no todos le parecían válidos;

Admiro tu valor, enano, y también el tuyo, niño, pero creo que es necesario alguien que "de la talla"-se empezó a reir (solo) con su ocurrencia-como algunos de los que se han presentado después. Hombres hechos y derechos.

 La idea de que una mujer fuera alcaldesa no le entusiasmaba demasiado, pero si tenía el suficiente aplomo...¿quien era él para quitarle la ilusión? Al fin y al cabo, no saldría elegida.

Aún no sé a quién votaré pues, como estratega, me queda mucho por analizar. Y os sugiero a todos que hagais lo mismo, y que no actuéis con precipitación. Dijo, mirando a Catalina a los ojos.Si nos han propuesto podría ser tal vez porque somos hombres curtidos y con experiencia. 

Los últimos tragos de aguardiente le estaban empezando a ofuscar los sentidos, y decidió que era un buen momento para estar especialmente atento a lo que propusieran los candidatos.

La noche se acerca, debemos agilizarnos. Si mis cuentas no fallan hay 6 propuestas contando la mía. Inés se alegraba de que al menos hubiera 2 mujeres entre ellas... Corregidme por favor si me equivoco con los nombres, pero creo que los que nos hemos presentado al puesto somos (dijo mirando uno a uno) Lázaro, Ramón Gutiérrez, Pedro Montes, Miguel de León, Mireille y servidora... por ir resumiendo.

Callo y espero a estar seguro que contestar a Fray Olegario, aquel servidor del señor que poco o nada tenia que ver con él o su calle. Pues que señor deja morir al padre de un chiquillo y lo cede a su hermano violento y su ramera esposa. De ese dios no quería saber nada e igual para sus servidores.

-Pues mire usted, si un infante no tiene derecho a ser alcalde, entonces igual su voto que no ira para un hombre.-Quiso decir mas, pero modero sus palabras, pues aun siendo niño sabia que no era momento ni lugar.-Y de las mujeres que dice entonces.-Pero volvió a la carga-Olvide las leyes de los mayores que ahora ya no se aplican entre nosotros veinte, más haría por pensar en cada persona por igual que preocuparse de niños y mujeres.-Ahora hablaba mirando al abadeo, pero sus palabras bien podrían ser escuchadas por el mismo pueblo al completo.

Con seis candidatos pensó que ya eran suficientes. Y con dos mujeres y un niño nada menos, le alegraba saber que en esa mañana las leyes eran bien distintas a las de hacia un día, pero a la vez le apenaba la razón final de todo aquello.