Partida Rol por web

Steph lo había entendido, lo que vendía... era el amor. De hecho ya veía la frase latiguillo para su libro: LOS ZOPRONIANOS CONQUISTARAN NUESTRO PLANETA...
...CON FLORES Y POESIA CUÁNTICA
Sí, Steph se sacó del escote su portátil y se sentó a teclear junto a un pilar, olvidada por todos. Claro que habría una invasión, pero de seres tentaculares de cientrillones de miltrienios de años de viejunidad...que a la vista de las adolescentes parecerían idems: jóvenes descamisados de torsos hercúliamente depilados por tecnologías tántricamente incomprensibles para las mentes humanoides, su tono de piel sería ligeramente semiverdoso, a juego con unos ojazos verdes a causa de usar demasiado hectrílio en sus viajes renfespaciales. Las piernas de esos peaso especímentes espaciales serían de atletas; sus rostros impasivos, cartónicos, hirsutamente petrificados por una constante sorpresa al estar rodeados por una especie lo suficientemente estúpida como para, tras vivir ciento noventa y cinco mil años en el mismo planeta, aún no tenía la más remota idea de como salir de él.
Y sus brazos serían fuertes, anchos, robustos tentáculos verdes con líneas de ventosas que harían las delícias de las adolescentes cuando las abrazacen...
Steph ya se imaginaba la escena del baile final de curso en la que el zoproniano verde -aceptado ya por los otros estudiantes Americanos tras jurar frente a la constitución Americana que cedería toda su tecnología armamentística a la nación Americana para que llenaran de más paz y más democracia este nuetro planeta- la sacaba en el Baile de Reconciliación y la enrollaba toda como un polo twister y luego la desenrollaba lanzándola como un yoyo quedándose su ropa pegada en las ventosas y oh! cuando vió a aquel viejo del sombrero quitándose el zapato tuvo claro el título Corpúsculo: Uña nueva.

Mientras una enajenada Steph pensaba todo esto, su cuerpo realmente había raptado al anciano -aprovechando que su anciana mujer se había pasado con el vozca- y lo oprimía contra su pecho, pensativa, arrancándole uno a uno sus últimos pelos de la cabeza mientras miraba a Candace y suspiraba... Me quiere, no me quiere, me quiere...

La cara del actor de Neil O'higgins expresaba desconcierto y confusión, y no era para nada actuada. El actor en serio no sabía que estaba pasando. ¿Estaba esto en el guión?, pues no recuerdo habérmelo leído pensó mientras miraba atónito lo que se estaba desarrollando en la escena. Aparte de todo esto, quería vomitar, pero se contenía el almuerzo que rogaba salir por donde había entrado. El olor de las heces inundaba el plató y forzaba a todos a hacer muecas de repugnancia.

Lo único que no estaba siendo horrible era el beso lésbico, hasta que se volvió un desagrable threesome e hizo que los guardias y algunos camareros se suicidasen. Cuando el espectador creía que la película no podría ser más repulsiva, Dennis Archment exhibió su gigante uña digna de estar en una atracción de circo y empezó a cortarla con el cortauñas. Parecía como si quisiese talar un gran roble con un cuchillo de mantequilla.

No sabía como proceder en la escena, a partir de ahora todo sería improvisación. ¡Era hora de que sus cursos de teatro improvisado diesen frutos!

—¡Mantened el foco, chicos! ¡No dejéis que las artimañas de estos judíos extraterrestres puedan con vosotros! ¡La humanidad jamás estuvo tan cerca de liberarse de su yugo espacial y judíaco! ¡Nosotr... —se detuvo de lleno con la cara múy pálida y enferma. El almuerzo había ganado la batalla, ahora salía disparado de su boca como en la escena del Exorcista.

En un momento la fiesta se viene abajo, las puertas se abren y la gente sale corriendo en todas direcciones. Recojo la riñonera por la que se han metido las azafatas y la examino intentando buscar un agujerito por el que meterme pero no parece haberlo.

-¿Hola?- Digo sacudiéndola para ver si algo suena dentro- ¿Se puede?

Al rato me encojo de hombros y me meto la riñonera en el bolso- Una nuca sabe cuándo puede necesitar un juego de azafatas- y me sirvo un chupito.

-Mmmmm, piruletaaaaaa.

Steph se dedica a escribir y a deshojar al abuelo, el granjero rueda por el suelo, el mendigo sigue por ahí dando asco, el flacucho persigue a la guía, ¿Qué hacemos aquí?, ¿para qué habíamos venido? ¿Qué pasa?¿Donde hay que ir? ¿?¿?¿?¿?

Demasiada información, demasiados cabos sueltos. Con un fogonazo, un sonido de plomos fundidos y una pequeña columna de humo saliéndole de la cabeza Candace se queda en estado catatónico aguardando acontecimientos.

Y no te voy a hacer daño. ¡Cumple el trato! ¡¡Y gracias por el cortaúñas!!-

Está bien, si tengo tu promesa de que no me haréis daño y que me dejareis libre (ella se había memorizado su guión, si no la habían apresado allá se las vieran luego los del montaje) os llevare a donde la científica cachorra produce el compuesto o ante el director de la planta. Lo que quieras.

El director o la científica? ... EL DIRECTOR O LA CIENTIFICA?

Para ver al director pasa a la página 23 del guion. Para ver a la científica, a la 54. entona con solemnidad.

Por cierto no hay de que, es propaganda de mi tio (Efectivamente en el cortauñas hay un logotipo y un mensaje: "Mariscos Rastros, pa mejillones los nuestros")

John lo tenía claro:

- Yo quiero ver el a la científica, claro. Si produce algún compuesto, tiene que ser repugnante -en esta película, no cabía otra posibilidad, puré de guisantes, papilla de heces..., las alternativas son maravillosas-, y ya estamos acostumbrados, sobre todo yo.

También tuvo tiempo de pensar:

¿Yo no llevaba una rata en el bosillo?

En un acto de denostada inocencia Steph levanto la manita -de la cual calleron un par de grisaceos pelos- y dió su opinión Voto por ver al Director!! como si alguien fuese siquiera a recordarla.
Oh, mierda, me he descontado, a ver...me quiere no me quiere me quiere...

Era una alivió por fin no tener aquella uña mutada en mi pie. Ahora podría andar con tranquilidad y emplear todo mi potencial físico, es decir, ninguno.

-Yo estoy con el viejales extraño ese, quiero ver a la científica. Y sobre todo el compuesto extraño.- Rápidamente me acordé de que la guía tenía un cierto odio a dicha científica y debido a que parecía que estaba un poco más para allá que para acá, podría darse el caso de que se montara una película (¿montarse una película? estábamos en una película) y pensara que ya no la quiero, así que añadí -Por supuesto mi amor, a la científica esa vamos a decirla cuatro cosillas. A ver quien se cree que es para usurpar el puesto de Miss Planta Química.-

El espéctaculo de miedo y asco en Las Vegas que había provocado el beso del trío de la triple A (Animadora-Asiática-Alone) había tenido como consecuencia el suicidio de un montón de gente que nadie sabía de dónde había venido. Rodeados de cuerpos sin vida llenos de litros de sangre falsa que unos tramoyistas ya se encargaban de quitar de escena sin ningún cuidado por no salir en el objetivo, el sheriff miró alrededor acongojado.

- Virgen de los donuts fritos... -murmuró. A punto estuvo de quitarse las gafas de sol en señal de respeto por los cadáveres, cuando recordó que él jamás hacía tal cosa. Lo de las gafas, no lo del respeto; lo del respeto sí porque todavía tenía algo de corazón en esa cavidad llena de colesterol y grasuchas animales que solía llamar pecho. Douglas se quitó el sombrero de sheriff y lo sostuvo con ambas manos en, precisamente, ese pecho-. Fíjense en todo esa gente... ¿Qué desesperado y misterioso motivo podría llevar a alguien a hacer algo así? -preguntó como si no fuese consciente de que los suicidios en masa se habrían producido por la imagen de John Alone besando a dos tías buenorras lascivamente-. Algo raro y terrible está pasando en Tranquility Town...

El sheriff volvió a ponerse el sombrero en su sitio. Miró y contó mentalmente a su grupo para ver que todos estaban bien (¿Qué mas daba que no hubiese habido peligro desde hacía 20 escenas? Uno nunca contaba al grupo las suficientes veces): La animadora, la china, el de los cerdos, el del sombrero y las uñas de velocirraptor, el de las teorías, el agente Jack Palizas, su secretario Charlie, los viejos amorosos, la guía gafotas, la sobrepesada y hermosa Txiki... y su prometido. No le habría importado que éste último hubiera muerto por el suicidio mal ejecutado de un guardia. Lástima.

En fin, allí, como en todas partes, él era la ley y debía hacerse el líder del grupo aunque nadie le hubiera votado para ello. Tampoco se había votado legítimamente al alcalde y ahí llevaba por lo men... ¿Qué? ¡Ah! Sí, sí, perdón: las elecciones a la alcaldía fueron totalmente legales y nunca hubo nada llamado pucherazo, claro, claro. Así que eso, que Douglas tomó el mando.

- Haremos lo que dice la china -dijo señalando a Sthepany. El espectador ignoraba si Douglas sabía cuál era el nombre de la estudiante asiática, pero él siempre se refería a ella como "la china"-. El director nos debe una explicación a todo esto. Vayamos a su oficina.

"Y además, tiene que convenceros de que esta planta química no contamina. ¡No, no me he olvidado de vosotros, malditos ecologistas antisistema!", dijo mentalmente el sheriff.

Al ver que todos sus compañeros de rodaje se habían puesto de acuerdo en ir hablar con el director de la planta química Robert decidió levantarse del suelo y seguirlos. Parecía que el sheriff se había puesto al mando. Cosa que debería haber hecho desde el principio. Tanto el sheriff como el resto tenían muy claro que el director de la planta debía saber algo sobre aquellos extraños acontecimientos que no dejaban de sucederse en Tranquility Town. Robert no estaba tan seguro. ¿Qué podía saber un simple humano de los planes de los extraterrestres judíos para gobernar la tierra? A no ser que, el director de la fábrica fuera uno de ellos.

- Está bien. Vamos a hablar con ese tipo. Pero antes quiero mirarle directamente a los ojos. Sólo así sabre si se trata de uno de ellos o no. - Robert dijo aquello con tono solemne. Como si aquellas palabras hubieran calado hondo en el corazón de los presentes.

Desde luego él tenía la verdad absoluta. Sabría nada más ver a aquel tipo si era una amenaza para la tierra o no. Quizás pudiera darle su merecido y devolverle la jugada del 87. Si tenía que dar la vida por conseguir su venganza lo haría sin dudarlo. Robert sonreía seguro de que todos estaban con él, pero la realidad es que ninguno de los presentes le había escuchado, salvo un tramollista que limpiaba con una fregona la sangre de pega derramada por los extras.

Robert caminó con seguridad hacia la guía. Avanzaría a la cabeza del grupo, puesto que ahora era el claro líder de aquellos miserables sin voluntad. Sin embargo la fregona del tramollista se cruzó en su camino zancadilleándole y haciéndole caer sobre la sangre de pega. Robert, dolorido, se revolcó por el suelo esta vez con razón mientras se agarraba la rodilla donde se había golpeado y se impregnaba de líquido rojo su ropa de granjero gruñón.

¿Yo no llevaba una rata en el bosillo?

Y aquí sigo. –dice cuando miras en el interior de tu bolsillo. El hamster come pipas mientras mira un documental sobre roedores con libidinoso interés en una tele tamaño hámster, aunque no pantalla plana sino tocha. Complementa la decoración de tu bosillo una alfombra, una lavadora tamaño hámster, y un minitendedor donde el poncho de los domingos se está secando.

Un mensaje aparece abajo a la derecha con letras fluoerescentes y flotantes:

Despacho del director

Faltan 2 dias para el momento M (Aprox)

El director de la planta estaba en su humilde despacho: apenas 600 metros cuadrados con un gran escritorio, una zona tipo sofás, una zona de chimenea y sillones orejeros, un pequeño bar e incluso una zona de alfombra de falso césped para jugar al migolf. Adornaban la sala algunas tonterías baratillas encerradas en expositores de cristal (Los que sean atentos a los detalles las reconocerán de otras películas): jarrones de la disnatia ming (El secreto del emperador), estatuas griegas (Hercules contra crocosaurio), pergaminos egipcios (Una momia en la hermandad I y II)

Se enciende un puro. -Le digo, general, que ese árbol es un suceso aislado, y lo de las mutaciones en la fauna marina meras especulaciones. Que no tiene nada que ver con los compuestos químicos que devolvemos al medioambiente. Es el equilibrio natural, tomamos sustancias de la naturaleza y le devolvemos sustancias a la naturaleza. Nuestra planta es ecológica, segura y desnatada.

Mostrando un sentimiento que se parece a indignación tanto como su formación en interprtación: -Esto no será sostenible por mucho tiempo. No puede tirar toneladas de mutoaldeido prostatado (en el guion pone fosfatado, pero no vamos a rodar la misma toma dos veces) y esperar que no pase nada. ¿Es que no tiene corazón?¿Es que no tiene hijos? ¿Pero...

…niños? ¿Qué plateta les dejamos para el día de mañana?  

-Vaya, ustedes deben ser los intrusos que han hecho saltar la alarma de sapiencia- dice mirando a los ““actores”” que entran en la sala. -Y usted, guía de la visita guiada, ya sabe en caso de alarma de sapiencia,...- (El general Mc Adam saca un paraguas de Hello kitty y, aunque abrirlo bajo techo da mala suerte, lo interpone entre él y el grupo)  -...el protocolo dicta que debe morir.– Descuelga el telefono y pusa un numero. Se escucha un grito lejano. –Perdón, nunca me acuerdo de su estensión- Vuelve a pulsar unos números.

La bomba toracica, todos los miembros de la planta llevan una, cumple su misión y la guía explota. Solo quedan de ella los zapatitos humeantes y la cabeza, que sigue hablando unos segundos:

-Dennis, amor mio prométeme que no seguirás con tu vida, que me vengaras, que mataras a la científica cachorra,  y que una maqueta de esta planta química saltara por los aires. Prométeme que llevaras flores a mi tumba, orquídeas no, que me dan alergia. Y que, en mi entierro, le dirás a mi prima Mamen que esta gorda, y que la amante de su marido y de su hijo mayor era yo. Ahora apunta: Yo, guía de la visita guiada de la planta química, en pleno uso de mis facultades físicas y mentales y sin que medie coacción alguna, manifiesto mi voluntad con el deseo que se cumpla lo aquí escrito después de mi fallecimiento de la manera siguiente:

-Que mi Xbox sera enterrada conmigo.

-Que mi colección de VHS será entregada a la bibliota.

-Que helados fakeman son los mejores helados.

Mira a cámara: si les parece ridículo que una cabeza viva tanto tiempo que me dicen de lo de matrix 3, que la tia tenia una viga de acero atravesándole la caja torácica como un palillo a una oliva en un Martini.

Hablando de Martini, apunta:

-Martini.

-Una docena de huevos.

-Azucar

-Detergente para la lavadora.

-Mayonesa.

Oh me muero, se me escapa la vida entre las manos, que no tengo.  Me queda muy poco, lo justo para recitar un breve poema de Pablo Neruda:

Hay cementerios solos,

tumbas llenas de huesos sin sonido,

el corazón pasando un túnel

oscuro, oscuro, oscuro,

como un naufragio hacia adentro nos morimos,

como ahogarnos en el corazón,

como irnos cayendo desde la piel del alma.

Hay cadáveres,

hay pies de pegajosa losa fría,

hay la muerte en los huesos,

como un sonido puro,

como un ladrido de perro,

saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,

creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.

Yo veo, solo, a veces,

ataúdes a vela

zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,

con panaderos blancos como ángeles,

con niñas pensativas casadas con notarios,

ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,

el río morado,

hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,

hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.

A lo sonoro llega la muerte

como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,

llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,

llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.

Sin embargo sus pasos suenan

y su vestido suena, callado como un árbol.

Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,

pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,

de violetas acostumbradas a la tierra,

porque la cara de la muerte es verde,

y la mirada de la muerte es verde,

con la aguda humedad de una hoja de violeta

y su grave color de invierno exasperado.

Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,

lame el suelo buscando difuntos;

la muerte está en la escoba,

en la lengua de la muerte buscando muertos,

es la aguja de la muerte buscando hilo.

La muerte está en los catres:

en los colchones lentos, en las frazadas negras

vive tendida, y de repente sopla:

sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,

y hay camas navegando a un puerto

en donde está esperando, vestida de almirante.

La guia de la visita guiada, expira. Los ancianos adorables se santiguan, Charlie vomita y llora a la vez y el resto hacen sus cosas de pnjs que si me hacéis describirlos uno a uno, me cargo a un par más, que dan mucho trabajo. 

Era el momento de Robert. Había oído retumbar la voz del director en su cabeza que le decía de forma clara y concisa. Es el momento de eliminar a los extras. Robert cogió fuerzas y respiró profundo. Se crujió los nudillos e intentó hacer lo mismo con el cuello, aunque en vez de sonido el único efecto que se produjo fue que la gelatinosa masa de su papada se desplazó hacia los laterales.

Robert colocó las manos plantas con los dedos juntos y estirados y comenzó a caminar de forma intermitente como si no tuviera ni rodillas ni codos, al más puro estilo Jackie Chan a punto de iniciar el combate. O al menos eso era lo que él pensaba que los espectadores de esa película escombro verían una vez finalizado el montaje.

El granjero gruñón se acercó a la pareja de adorables ancianos y si mediar palabra les propinó, primero a la señora y luego al caballero un portentoso golpe de karate con el canto de su mano en sus blandengues cuellos de centenarios.

- ¡Son alienígenas venidos del espacio! - Gritó Robert mientras mantenía la posición de guardia. - ¡Hay que eliminarlos antes de que sea demasiado tarde! - sentenció el granjero.

-No, espera... ¿que...? ¿¿Que ocurre...?? ¿Que te ocurre cariño?- digo a la pobre guía justamente unos momentos antes de explote de repente. Su cabeza solitaria, separada del resto de su cuerpo, comienza a decir lo que seguramente sean sus últimas palabras. 

Me agacho colocándome de rodillas en frente de la pobre cabeza decapitada de aquella que debía llevarme hasta mi objetivo. Mis manos se acercan temerosas a la parlante cabeza sin llegar a tocarla (es una cabeza decapitada, que asco). Enormes lágrimas de cocodrilo comienzan a correr por mis mejillas mientras mi cara comienza a temblar por la tristeza (en esos momentos, como buen actor, recuerdo cuando mi oso con sombrero de juguete, Freddy, atacó y mató a mis padres una noche mientras estos intentaban defenderse de él y de mis otros tres juguetes). -No, cariño... no. Aún... aún puedes llevarme de visita por la planta, yo te llevo en brazos si quieres... no soy muy fuerte pero puedo contigo ahora que has aligerado tanto de peso. Ve... venga cariño... va... ¿vamos? Después haré todo lo que me has pedido, pero aún podemos ser felices.-.

En ese momento, la guía, haciendo un último esfuerzo comienza a recitar un poema. Por algún motivo que desconozco en mi cabeza no suena el poema... si no la siguiente canción (tal vez sea porque me encanta la canción y la tarareo muchas veces al día). Eso hace que recuerde los buenos momentos con la guía, cuando la conocí, cuando la enamoré, cuando me dio la herramienta para cortar mi uña... Todo eso hace que esboce una pequeña sonrisa.

Cuando termina la canción, la cabeza queda totalmente inanimada. Muerta. Comienzo a coger aire hinchando los pulmones tanto como puedo para después gritar -¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!-.

(Conozco una escena muy famosa la cual sentiría envidia de mi grito)

Me levanto del sitio, completamente enrabietado y me lanzo encima de la mesa del director de la planta y le apunto con el dedo. -¿¿Mira que has hecho?? Me debía una visita ¿¿Sabes?? Me había prometido que me llevaría a ver toda la planta química y el producto químico principal que se emplea en los compuestos. ¿¿Ahora que hago?? ¿¿¿QUE HAGO??? Me debes una visita, ¿me has oído? ¡¡ME DEBES UNA VISITA!!- le gritaba una y otra vez al director. Con un poco de suerte mi poder de convicción haría que el director entrara en razón y me diera la visita debida.

-FLASHBACK-

Director de la película: -Aquí tenéis estos dados. Acordaos de guardarlos con mucho cuidado ya que estos os servirán para que cuando se tengan que hacer determinadas pruebas determinar si habéis tenido éxito o no. Es una manera de hacer la película más divertida. Si perdéis los dados entonces acabaréis directamente a merced de lo que yo decida que ocurra-. 

-FIN FLASHBACK-

"Los dados, cierto, puedo usarlos para intentar convencer al director de que continúe de alguna forma con la visita. Este es el momento de usarlos." Comencé a buscar los dados por todos mis bolsillos pero no los encontraba... "Maldita sea, los he debido perder en la carrera antes de entrar a la central." Eso era un serio problema... ¿que podía hacer?

Rebuscando mi mano topó con mi teléfono móvil. Bingo. Me reincorporé de la mesa y me alejé a una esquina de la habitación -Disculpad un segundo.-. Marqué el número de teléfono que Ellos me habían dado en caso de emergencia. En el primer todo una voz tenebrosa me habló. -Ho... Hola. Si... si, todo va perfecto. Ningún problema en absoluto, pueden confiar en mi. Necesitaba... necesitaba un pequeño favor, muy pequeño. Me habían dicho que me ofrecerían determinadas ayudas... Si, si, se que son ustedes los que deciden que ayuda darme... Pero esta es muy sencilla... es un simple dado... ¿Podrían mandarme un dado? Espero que no haya... problemas... ¿no? Es im... importante...-. Sabía que me la estaba jugando mucho, ya que en principio no era yo el que pedía el objeto... pero debía arriesgarme... aunque el precio fuera alto.

El teletransporte tuvo el efecto secundario de despejar a Steph como un cubo de agua helada. Rehecha del efecto Love del beso de Candace se observó en medio de un despacho.
Y entonces vió al hombre del sombrero sentado, agachado junto a una... Osti que asco!!
Fué un impulso inconcente, primitivo y

Tras un chut a las cincuenta yardas digno de la superbol, Steph se dió demasiado tarde de qué había hecho y hacia donde lo había hecho: el balón pelón volaba hacia el granjero que bailaba el robocó con los ancianos.

Cuando dejan de llover trocitos de guía asomo el morro por detrás de todos.  

-¡Hola papi!- Saludo alegremente al reconocer a mi padre protegiéndose tras el paraguas.

-Papi hay bichos asesinos en el agua- Le digo mientras me acerco a él esquivando gente y cabezas voladoras- Han matado a la francesa de intercambio, no es que la muy europuta no se lo mereciera pero es que también han matado a Josh y a cuatro o cinco extras.

-Y tú tienes la culpa- Digo mientras con un movimiento exagerado giro el brazo para señalar hacia el director con tan mala suerte que al hacerlo le meto el dedo en el ojo.

-Uy- Digo al notar humedad en el dedo índice- Tú disimula, son exigencias del guión.

La película no podía ser más trepidante. Pasaban cientos de cosas simultáneamente, era tan movida que a veces costaba seguir el hilo, o encontrarlo siquiera. Hasta el productor judío salto de la silla gritando “noooooo”. Estaba a punto de ocurrir un desastre, alguien iba a meterse con la familia. Alabada sea la diosa divisa y su profeta el dólar, eran una productora americana, no podían meterse con la familia tradicional ni con Jesucristo. –Noooo- volvió  a gritar mientras abría la puerta del despacho de Tempora,S.A. la ett donde estaba haciendo una entrevista de trabajo que podría significar abandonar el mundo del cine escombro y entrar en la infinitamente mejor remunerada hostelería.

-Noooo- volvió a gritar mientras corría por el pasillo

-Noooo-  añadió mientras pulsaba el botón del ascensor. -No! No! No!- Añadió presionando el botón más veces como si eso le fuera a hacer llegar más rápido

-Noooo- volvió a gritar, cayendo de rodillas, cuando al salir a la calle, se acordó que estaba a mil kilómetros del plato.