Partida Rol por web

Fantástico - Pensó Maurice. Fuera, en la calle, podría visitar un poco el lugar. Incluso puede que alguno de aquellos indígenas hablara sudafricano, contándole historias que más tarde podrían interesar mucho a los ingleses. Pero no, le tocaba tener una cena de protocolo con hombres adinerados que hablarían de sus tierras y de su dinero. Eso era justo lo que no quería. Ni siquiera tenía a los dos guías para que le contaran alguna historia interesante. Quizás el anfitrión tuviese alguna. - Esto es impresionante - fue lo único que dijo más por compromiso que por convicción cuando vio la casa del Gobernador.

uau, tengo que admitir que es más grande que mi mansión mentía, su mansión era más grande, pero andar señalandolo sería muy malo, llevaba una maleta con una mano y un maletín en la otra, nada muy pesado, ropa y medicamentos, con una sonrisa fingida mira la mansión

Lady Cottonwell apareció del brazo de su esposo, luciendo un precioso vestido que realzaba mucho su belleza, pero la hacía desentonar con las calles sucias y la gente negra con la que se cruzaron. Sin embargo, al llegar a la mansión sin duda todo cambió. Allí parecía entonar perfectamente.

- ¡Oh! ¡Es preciosa! ¡De cerca parece tan elegante! ¿Verdad Querido? exclamó sorprendida al llegar a la puerta de la verja. Sin duda había visto mansiones mucho más hermosas en Londres, pero aquella tenía el encanto propio que resaltaba sobre la ciudad, lo que la hacía mucho más magnífica de lo que era en realidad.

Cuando llegaron los sirvientes negros, ella los observó algo apenada, pero trató de no decir nada. Esperó a que su esposo se moviera, pues ella no iba a iniciar ninguna acción sin su permiso. Pero no pudo evitar girar la vista para ver a Molly, que les seguía, algo aturdida por la situación, pero muy hermosa en su vestido nuevo. Lady Cottonwell sonrió.

- No pienso mirar que tipo de mierda sale del culo de los porteadores, te dejo los honores. Así que no te interesa la chica ¿eh? Entonces no pondrás reparos en que intente algo con ella...

En realidad Bill sabía de sobra que a Jim le daban igual las faldas pero no por eso dejaba de sentirse fastidiado. Era más divertido cuando le robabas la novia a un amigo. Miró hacia el bar a donde iba Costigan.

- Yo no tengo demasiadas ganas de hablar con él... los militares me ponen nervioso. Siempre se creen los mejores del lugar. ¿Sabes que una vez me ofrecieron entrar en la armada? Y dije que no porque...

Mientras iban a ver al jefe de porteadores Bill comenzó a hilar una de sus historias totalmente inventadas en las demostraba su enorme valía, don de gentes y honradez. La verdad es que de haber un cielo Jim tenía ya más que compensado el purgatorio después de aguantar a su amigo tantos años.

Cuando entráis en la mansión encontráis esperándoos a un caballero de porte militar junto a una mujer de mediana edad que debe ser su esposa

-Caballeros, soy Frederik Luggard, pasen por favor, siéntanse cómodos-

Os invita a pasar a un gran salón y según entrais un cuarteto de cuerda empieza a tocar una música suave, numerosos criados negros esperan para atender vuestras peticiones

No os cuesta mucho encontrar a Tembaki fuera de la casa comunal donde descansan los porteadores, esta fumando una hierba local que hace las veces del tabaco entre los nativos

Cuando os ve os hace un gesto para que os acerquéis y os ofrece algo de la hierba que fuma

-hola jefes, buen cielo para safari, no nubes, los leones tendran hambre, caza facil-

No consigues encontrar a los dos guias en los bares, a saber donde se habrán metido. ¿que piensas hacer a continuación?

Molly procura mantenerse un metro por detrás de su señora sin llamar demasiado la atención, cosa bastante difícil con ese precioso vestido azul que realza el brillo de sus ojos y su tez ligeramente sonrosada. Se siente impresionada por el contraste de la mansión con el entorno y, una vez dentro, por los criados negros y el hecho de que alguien pretenda servirla.

Jim asiente con aire ausente ante la historia de Bill. La ha escuchado cuanto? 4 veces ya? Probablemente. Cada vez distinta. Pero le alegra saber que su compañero no solo tiene músculos sino también imaginación.

Finalmente se acerca, se sienta al lado del jefe Tembaqui y saca de su bolsillo su propia tabaquera. Extrae uno de sus propios cigarrillos liados, y se lo extiende al africano al tiempo que toma el que le ofrecen. El intercambio justo nos hace a ambos hombres más felices, Tembaqui.

Su vista escapa al cielo. Sin nubes, infierno de mosquitos. Sonríe. Me han dicho que conoces bien el trabajo, y la zona. Tus hombres se portaron bien con las maletas. Se portarán igual de bien cuando simba les ruga en la cara?

Tembaqui acepta el cigarrillo de Jim y lo empieza a fumar

-muchos mosquitos en esta eéoca, tal vez incluso mosca tse-tse, eso es mas peligroso que Simba, hombres duermen y no despiertan. Hace falta medicina pronto, ¿tenéis buena medicina?-

Da una nueva calada lenta y expulsando una nube de humo delante de el. Igual no lo habíais pensado pero es la época de la mosca tse-tse, un tratamiento con quinina pronto la cura, pero si no se detecta a tiempo podría acabar con la mitad de la expedición en dias

-No preocupar por Simba, mis hombres conocen, varios han participado en otros safaris, no asustarse si simba lejos y blancos tienen rifles. Si Simba viene y blancos no aciertan con rifles los hombres correran. Hombres no son tontos-

Tras no encontrar a los guías me encontraba ofuscado y lo ultimo que me apetecía era hablar con el comandante sobre la seguridad del viaje. Decidí ir a la guarnición, cenar y acostarme temprano para a primera hora empezar a hablar con el comandante. Estaba furioso por que todos parecían darme de lado cuando yo había sido requerido para el trabajo, los guías, el lord y su comitiva y el comandante de la guarnición parecían empeñados en entorpecer mi misión y la mayoría estaban también empeñados en tratar a los salvajes como iguales.

Cuando se hacen las presentaciones y le dicen a Luggard que de hecho Molly es la doncella se queda bastante sorprendido, pero se rehace y no añade nada al respecto

Tras media hora de conversación intranscendente, un mayordomo blanco con librea y evidentemente mas cargo que los sirvientes negros entra en la sala y dice algo a Luggard al oido

-caballeros, señoritas, me informan que la cena ya esta servida- os informa mientras el mayordomo abre la puerta al comedor, no demasiado grande para lo que conocéis algunos en inglaterra, o francia, pero de bastante buen gusto y con una mesa bien provista

Herbert espera a que se sienten los comensales mas distinguidos y luego decide sentarse en el otro extremo de la mesa con un gesto solemne.

- Mis agradecimientos por esta hospitalidad - dice asintiendo la cabeza en dirección a Sir Frederik. Al sentarse Herbert mira un poco a los demás esperando no haber faltado ningún punto en la etiqueta inglesa. No llevaba muchos años codeándose con la élite londinense y no conocía todos los detalles de comportamiento en estas situaciones.

Esperemos que la cena no sea tan aburrida como creo - pensó Maurice mientras se sentaba al lado de Miss Luggard. Eligió ese sitio por dos razones: una era para estar cerca de los anfitriones, los cuales podrían tener alguna historia de interés para el periódico y otra para estar lo bastante lejos de Doyle. Sabía que tendría que aguantarlo pero le ponía enfermo hablar con él. - Encantado de conocerles señores Luggard. - dijo con un ligero gesto con la cabeza en señal de referencia.

mierda, solo mehan dejado un lugar, espero que no me juzguen muy mal toma asiento frente a molly, es mejor que sentarse a su lado, es muy mal visto, y más que tengo familia, disculpen dice con una suave voz, como de mayordomo me sentaré aquí

Lady Cottonwell intercambió saludos con los anfitriones y aprovechó para presentar a Molly. Después habló amistosamente con Miss Luggard, a quien descubrió sobervia y envidiosa, por lo que agradeció que Molly estuviera junto a ella.

Al no haber más invitados no pudo apartarde de la anfitriona de la casa para charlar con su primo, al que no había visto en el hotel, ya que estaría mal visto que las dos únicas damas se alejaran en sus conversaciones.

Cuando avisaron para la cena, aguardó a que su esposo le cediera la entrada y le apartara la silla donde debía sentarse.

Dorothy sonrió cuando uno de los sirvientes hizo lo mismo para Molly, quien se sorprendió mucho. Al menos estaban siendo amable con ella, le alegraba, no era precisamente una cena muy agradable. Aquella señora no hacía más que quejarse de los nobles y su vida en Inglaterra, tratando de justificar su vida en África como mucho más productiva y emocionante, cuando se notaba que estaba hastiada de la gente de color y del intenso y agotador calor que hacía incluso a estas horas de la tarde.

Deberemos revisar si tenemos quinina para todos, si es que son un pelotón, piensa Jim mientras juega con el cigarrito entre los dedos.

- Tú tranquilo Tembaqui, tenemos todo lo necesario. No somos nuevos a la sabana tampoco. Y sabemos apreciar los esfuerzos de los buenos hombres, como tú y los tuyos, en estas expediciones.

Sin más se levanta al ver que está todo en orden. En un gesto inusual para un blanco, extiende su callosa mano al negro para que se la estreche. Si alguien molesta en cualquier momento, si un blanco dice algo que no te guste, o pretende ordenarte algo inapropiado, nos buscas inmediatamente a mi amigo Bill, señala al hombretón, o a mí. Entendido?