Partida Rol por web

Lady Cottonwell entró en un estado de nerviosismo bastante evidente: ¿está insinuando que dejemos a mi Esposo atrás y nos vayamos de aquí? Comprendo su preocupación y yo misma avisé al Lord que esto era un sinsentido y que no debía hacerse, y menos dejar a medio campamento sin soldados y con la mitad de las provisiones, pero tanto como para abandonarles a su suerte y no estar aquí por si necesitan nuestra ayuda. Señor Farewell comprendo su conflicto pero no le imaginaba capaz de algo así. Sabe que no puedo irme, he de esperar aquí a que vuelva la expedición. Sus palabras trataban de contenerse, deseaba gritar a él, a su esposo, al Mundo... Le daban ganas de largarse efectivamente pero sin mirar atrás y no volver. Conocía sus obligaciones como esposa, pero en aquel momento deseaba poder darle en las narices a su querido marido por cabezota e insensato.

Era la reacción esperada, claro. No, señora Cottonwell... pero su esposo y la expedición deberían volver para mañana a primera luz; no han llevado tiendas ni forma de protegerse de la intemperie, por lo que no creo que tarden mucho en volver. Además, es claro que pueden cuidarse solos; o eso dicen. Y toman las decisiones por todos. Lo que yo le digo, señora, es que es muy probable que mis hombres nos abandonen pronto. Y mi deseo es también marcharme.  Quedarnos aquí debería ser una decisión de todos... o marcharnos.

Molly miraba a uno y otro con ojos llorosos. Podía comprender al guía, pero también a su señora, y sabía que no se marcharía de allí son Lord Cottonwell y el resto de la expedición. Pero si los porteadores y el guía las abandonaban, aunque los soldados se quedasen con ellas, no quería imaginar las cosas horribles que podrían suceder.

-Seguro que regresan pronto, Señor Farewell, y Lord Cottonwell estará de acuerdo en volver a la civilización. Sin embargo, no podemos marcharnos sin ellos, por favor, le ruego que hable con sus hombres de nuevo y les pida un poco de paciencia. Si le parece apropiado, podríamos hablar nosotras con ellos. Usted podría hacer de intérprete, y tal vez se conmuevan y acepten esperar un poco más.

Jim Farewell estaba utilizando muy buenas palabras para decirles que los iba a dejar abandonados a su suerte. Si, quizás, tuviese razón, y los porteadores iban a abandonarlos, pero su labor era mantenerse al lado de ellos, no largarse también. - ¿ Le apenaría mucho dejarnos aquí? Señor Farewell, ¿me está diciendo que sería capaz de abandonar en medio de la nada a dos damas? -En ese momento señaló con la mano a las mujeres para hacer más dramática la escena. - Creía que su labor era defendernos. Después meditó un instante y continuó: - Creo que la decisión de quedarnos o irnos es de Lady Cotonwell, pues es su marido el que está acargo de toda esta misión. Si ella decide quedarse, como parece ser su opinión, yo me quedo. Usted puede hacer lo que quiera, pero al menos, déjeme provisiones y algún rifle para que las defienda, si hay problemas, como buenamente pueda. - Lo que menos le apetecía era quedarse solo con las dos mujeres en aquellas circunstancias, pero tenía claro que no le iba a suplicar al guía que se quedase. Sería totalemente impropio.

- Yo les he expuesto los hechos, simplemente. Sus palabras no van a hacer cambiar de opinión a los porteadores, señorita, le contestó a Molly. Y mi trabajo no es defenderlos, para eso están los soldados. Mi trabajo era guiarlos en una cacería. Esto ya hace rato que no es una cacería; no se me pagó para ir detrás de nadie como perro faldero, sino para levarlos a un lugar donde haya caza, y volver. Todo lo demás, mi presencia aquí mismo, Sr Boring... es justamente por no querer abandonar a las damas. 

Observando a los porteadores nerviosos, Jim toca su fusil. No hay más armas que las que tenemos, así que mal podré dejarle algo. Se lo han llevado los demás. Su defensa serán los soldados, si llega el momento de marcharnos. Momento que he retrasado ya en demasía. Han jugado con África, y a ella no le gusta que la traten así.

Asiente con la cabeza. Si han decido quedarse para cuando el momento no pueda retrasase, que así sea. De todas formas, su marido sería más que capaz de encontrar el camino de vuelta, especialmente con Bill. Si acaso, deberíamos haber quedado en encontrarnos en un lugar seguro para todos, así ustedes estaban más a resguardo, señoras, en lugar de dejarnos aquí abandonados.

El jefe de los porteadores permanece en silencio, aunque se le nota mas nervioso que de costumbre, mira alternativamente a Jim y a los europeos y abre y cierra los puños

-tu y Bill contratais a Tembaqui y sus hombres, pero Lord ingles es el que paga. Son buenos hombres, pero algunos dudan, algunos se podrían marchar como dice Jim, aunque yo intento no lo hagan-

- Tranquilo Sr. Boring, dijo la señora algo más calmada, respiró profundamente varias veces. No estoy de acuerdo en que mi decisión sea la del grupo, ya somos todos mayorcitos para poder tomar nuestras propias decisiones. No cargue en mí su responsabilidad. dijo tajante, debía haber aprendido de su marido sin darse cuenta. Comprendo su situación Sr. Farewell, y debe comprender la mía, aunque lo entiendo, es un hombre, los hombres son libres aquí y en Inglaterra, pueden decidir y tomar sus propias decisiones teniendo en cuenta sus principios, sus intereses o simplemente porque sí. Yo soy una mujer Sr. Farewell, una mujer casada, y no tengo ese privilegio, me debo a mi esposo, a mi hogar y... a mi padre dijo terminando en un susurro pero perfectamente audible. Aunque estuviera de acuerdo con usted, y lo estoy, no puedo hacer más que esperar a mi esposo tal y como me indicó antes de marcharse. Sin embargo, le ruego me informe de lo que se habló en la reunión que no estuve presente, ya que no sé qué instrucciones le dieron a usted.

Boring miró contrariado a Lady Cottonwell. La expedición estaba a cargo de su marido y él no estaba allí. Para Maurice ahora ella tomaba las decisiones, aunque era verdad que solo era una mujer. No obstante aquellas palabras le habían dolido, solo trataba de apoyarla y ella lo había despreciado como a un perro. Solo pudo agachar la mirada y esperar que Farewell contestase a la mujer. Ojalá la convenciera para marcharse de aquel maldito lugar.

- Nadie me dio ninguna instrucción. Quedarse aquí, solamente. 

Con una inclinación de cabeza, Jim observa a Tembaqui y a los demás. Como quieran. Les he expuesto la situación. No creo que realmente seamos libres, señora; pero tampoco soy un perro al que se le compra por "haberlo contratado de guía". Solo quiero que tenga en claro que mi misión, guiarlos en una cacería, concluye aquí. Y por lo tanto nada me ata a observar, u obedecer, las órdenes que su marido derrocha sobre los demás. Solo le pido que lo piense; si tiene alguna influencia en su marido seguramente podrá atemperar su comportamiento y hacer que razone en lo mejor para todos... lo cual no creo que sea seguir arriesgando el pellejo o dejar a su mujer sola en el medio de la nada.

- Ahora, si me disculpan, me retiraré a descansar. La herida, dice como disculpándose, mientras se señala el pecho.

- Sr. Farewell, entonces si no he entendido mal, mañana al alba se marcha con los porteadores, haya venido o no la expedición que salió hoy. ¿Es así? dijo antes de que se marchara. Lady Cottonwell estaba seria y preocupada, necesitaba meditarlo detenidamente.

Cuando remarcó su herida señalándola, Lady Cottonwell comentó: Por supuesto, descanse, pero por favor, conteste a mi pregunta. Y mañana al alba tendrá mi respuesta definitiva.

Jim giró la cabeza con pesar hacia la señora. Cuando la decisión no pueda retrasarse, se repitió. Me iré, sí.

La conversación termina de una forma agria y tensa y cada cual se va por su lado. Aunque no hay mucho donde irse sin arriesgarse fuera del perímetro protector del campamento

Jim entró en la tienda. Agotado mentalmente, se tendió en la manta, sus ojos temblaron mientras una ola de cansancio barría su consciencia...

Molly permaneció junto a su señora, con el corazón dividido. Se debía a ella, así que la acompañaría si no le decía que prefería estar sola. Pero pensaba en Jim, en lo duro de sus decisiones, y se preocupaba por el estado de sus heridas.

En un primer momento Lady Cottonwell se retira a su tienda junto a Molly, una vez allí trata de pensar con claridad y descansar... iba a ser un día muy largo.