Partida Rol por web

 Edmund no es un gran amante, al menos eso piensas tu que tampoco es que hayas conocido a mas hombres en ese aspecto, pese a eso notas como se entusiasma al notar tu participación y la experiencia resulta mas agradable que de costumbre, aunque de nuevo el acaba demasiado pronto.

Se retira de encima tuyo y te cubre el rostro de besos y palabras dulces

-no se porque insististe tanto en tener camarotes separados, esto es un tanto incomodo querida. Aunque..- notas que esta bastante animado -lo de escabullirse furtivamente a tu camarote es casi como una aventura-

Este comentario te sorprende un poco ya que no te imaginabas que Edmund pudiese querer ninguna aventura aparte de la caza

 Aunque el barco es muy silencioso a estas horas te resulta complicado escuchar lo que pasa en la habitación de al lado desde tu cama. Después de que se cierre la puerta hay un corto momento de silencio y luego escuchas una especie de chirriar rítmico, crees que podría ser la cama, no son demasiado buenas. En un momento dado te parece escuchar la voz de la señora algo mas aguda de lo normal.

Al cabo de diez minutos vuelve a hacerse el silencio, no estas muy segura de si eso es algo normal o no, has leido alguna novela romántica de la biblioteca de Lord Cottonwell (de un estante bastante escondido) pero no entraba en muchos detalles precisamente

- Edmund, cariño, así es mucho más cómodo, ya sabes que solo tienes que venir y despertarme, de la otra manera escucharía tus ronquidos y te molestarían mis horas de lectura nocturnas, así tenemos lo bueno del matrimonio pero no lo malo. dijo besándole apasionadamente. Además, percibo algo de picardía en tus aventuras nocturnas, quizás podríamos tenerlas también en la expedición. Cabañas separadas pero una junto a la otra... sería emocionante ¿no crees? Tal vez una noche podría esperarte... le dio otro beso... de una manera algo... especial...

Sabía que no sería fácil conseguir cabañas o tiendas separadas, siempre que viajaban le gustaba estar junto a ella y tenerla más o menos controlada, y en la Selva no sería una excepción, al contrario. Pero si quería lleva a cabo su plan de escaparse, necesitaba más intimidad y más libertad.

 Edmund reacciona bastante bien a tus avances, te abraza y te besa, y aunque niega tu petición lo hace de buen humor

-no querida, igual tienes razón y seria mas excitante, pero estamos en un pais peligroso, lleno de animales salvajes y salvajes, y seguramente de aventureros frívolos y sin principios. Es demasiado peligroso que duermas en una tienda separada-

Deja de besarte aunque no suelta su abrazo y acaricia suavemente uno de tus pechos sobre el camisón, cuando vuelve a hablar su voz es seria, aunque amable

-querida, no estoy seguro de que lo comprendas, pero nos embarcamos en una aventura peligrosa, esta tierra es mas salvaje que la india. Estoy contento de que me acompañes pero no soy tan tonto para no comprender los peligros. Animales, salvajes y personas sin ninguna moral, tu eres una alma inocente y me preocupa que puedan engañarte, a ti o a Molly, que aún ha visto menos mundo que tu. Por eso quiero que me prometas que tendrás cuidado, y que vigilaras a Molly, por si acaso-

- Pero Cariño, dice acariciando su pecho, estaríamos las dos juntas en una cabaña justo al lado de la tuya, ¿qué podría pasarnos? Un grito y estarías allí enseguida. Además ¿cómo vas a tener tus reuniones con caballeros en la misma tienda donde me tengo que cambiar y dormir? No es nada decente eso tampoco, y me niego a estar con otro hombre que no seas tú. le besó de nuevo empezando por el cuello y terminando en su boca.

 Edmund va a replicar pero tus besos lo silencian

-bueno, nuestras tiendas estarían en medio del campamento, y si duermes con Molly estaríais algo mas seguras las dos juntas-

"supongo que una u otra gritaría si pasase algo, pero..."

A continuación el tono de Edmund te recuerda un poco al de un niño al que le han quitado su juguete

-pero si estas con Molly, no voy a poder "visitarte" por la noche-

- Jijiji rió tímidamente, Cariño ¿quién crees que duerme en la hamaca que tenemos al lado? dijo metiendo su mano en la entrepierna de su esposo. No te preocupes por eso, es lo normal, además siempre podemos pedirle que duerma en tu tienda las noches que vengas a la mía.

 Tu mano inflama su pasión, vuelve a besarte y acariciarte por encima del camisón

-ah, si tuviera veinte años menos- con cierta desgana aparta tu mano y alisa tu camisón, supones que se ha dado cuenta que no va a poder cumplir una segunda vez esta noche

-esta bien, dormiréis tu y Molly en una tienda junto a la mía. No se porque te dejo tantas libertades, igual si me estoy volviendo un viejo chocho-

Sale de tu cama y te da un beso en la frente -buenas noches querida, y recuerda lo que te he dicho-

Dicho esto se va

 Aunque es difícil de decir crees escuchar una conversación entre los señores, hablan en susurros aunque el señor eleva un poco la voz un par de veces, no suena enfadado, tal vez sorprendido. Poco después escuchas la puerta al irse

Por una parte Dorothy se alegró de que no hubiera una segunda vez, no era tan buen amante como para querer repetir, pero había terminado tan pronto, que al menos eso la hubiera dejado algo más satisfecha. Pero conseguir su tienda aparte ya era suficiente satisfacción por aquella noche, dormiría feliz sin duda.

- Descuida, Esposo mío, me cuidaré y vigilaré a Molly, que no haga nada inconveniente, que descanses, buenas noches. dijo dulcemente.

 Un par de horas después de la visita de tu marido te despiertas al escuchar ruido en la habitación de Molly, jurarías que has oido la voz de Edmund

 Un tiempo después (¿una hora, dos?) tocan a la puerta de tu camarote y sin esperar respuesta se asoma Lord Cottonwell

-Molly, ¿estas despierta?- te pregunta desde la puerta

Lady Cottonwell había perdido el sueño, estaba emocionada y contenta porque había conseguido lo que quería. Iba pasito a paso, pero rumbo a su meta. En parte le daba mucha pena abandonar a Edmund, aunque era mayor y no tenía la fuerza de un hombre joven, ni la emoción de un hombre más misterioso, la había tratado siempre muy bien.

Cuando le escuchó en el camarote de Molly, se sorprendió. No quería ser indiscreta, pero no entendía por qué había ido a hablar con ella a tan altas horas de la noche. Solía hacerlo para prevenirla, o pedirle cosas, pero no a esas horas tan indecentes. No pudo evitar acercarse a la pared para tratar de escuchar algo, pegó su oreja en la fría y húmeda pared que separaba sus camarotes a modo de intentar coger algo de la conversación.