Partida Rol por web

Matarlos a todos y largarnos con el artefacto. - Musito Ilias absorto. - El Pancerator decidirá que hacer con sus almas.

Estupendo, de estar encerrados habían pasado a estar encerrados. Por lo menos esto era un camarote, una cama, una mesa, un aseo ¿funcionaría? Era probable.

Se centró en la puerta. A lo mejor había alguna manera de abrirla desde dentro.

-Novicio, primero deberíamos salir de este camarote, luego deberías rezar para que no hayan apostado en la puerta a un par de amiguitos del noble, después ir mátándoles uno a uno, teniendo en cuenta los cincuenta niveles de esta nave. Y por último encontrar la manera de conseguir que estallara, así nos ahorraríamos cargar con esa estatua con... ¿cómo era? Ah, si, el superfluido. - Asintió imperceptiblemente. - Si, un planteamiento muy sencillo. - El tono de Daynee era ligeramente irónico.

Uno a uno? Preferiría matarlos en grupo, es mas rápido. - El tono de voz de Ilias era totalmente serio y era difícil percibir si estaba bromeando o no.

Nicarius se dejó caer en la cama visiblemente abatido: 

- ¿Matar a todos? ¿Estás bromeando? No dudo que tu lanzallamas sea un buen arma pero ¿te vas a cargar tú sólo a un ejército? Me temo que estamos a su merced.

Sus ojos brillaron con odio de sus recuerdos, luego miró al Eskatonico.

- He vivido en Estigma novicio. - Hizo una pequeña pausa. - Perdí el miedo a morir luchando hace mucho. -

- Si tengo que luchar contra un ejercito. Lo haré. Y me llevaré el máximo de ellos que pueda. -

Respiró profundamente.

- Si tenéis mas sugerencias, tanto yo como el magistrado estamos escuchando. -

Daynee observó la puerta detenidamente. Era de metal pero seguramente caería si se cargara con fuerza unas cuantas veces. Una cerradura electrónica se encontraba debajo del picaporte.

Mientras el resto debatía las opciones del grupo. Pronto tenían que dar una respuesta al noble Hazat.

-No veo a nadie que tenga intención de complacer a ese noblezucho, así que habría que salir de aquí. ¿Alguien puede encargarse de abrir la puerta sin tener que derribarla? -lo que venía a ser una manera educada de pedir si había alguien con capacidades de ladrón- Si es así podemos abrir nosotros y sorprenderles. Eso supondría uno o dos segundos de ventaja que permitirían que el avestita fría a los guardianes. Luego sólo nos quedaría llegar o bien hasta la estátua o bien hasta la sala de mando. Con cualquiera de las dos en nuestro poder podremos negociar en una posición más ventajosa, aunque ellos tengan un ejército y nosotros no -si el avestita había usado un tono carente de humor, el cara-gris había hecho otro tanto, tal vez de forma más profesional, eso sí.

Nicarius se sintió avergonzado por las palabras de Illias. El avestita tenía razón: desesperándose no iban a hacer nada. Y aunque el muchacho no era un derroche de valor tampoco era un cobarde sin agallas. ¡Tenía que estar a la altura de lo que se esperaba de él! Aunque, realmente, no tenía demasiado claro que era lo que esperaba de él su superior cuando le encargó la misión. ¡Se supone que sólo debía entregar la caja! 

- Yo desde luego no se nada de cerraduras.- dijo Nicarius levantándose de la cama e intentando recobrar el aplomo. Miró al Hermano de Batalla - ¿Conoces a ese noble que nos ha amenazado? ¿Sabes cuales son sus intenciones? Quizás deberíamos ocultar esa llave de forma que nadie pueda encontrarla. ¿Es una locura sugerir que la metamos en el depósito de aceite ka del lanzallamas?

Contempló el arma que portaba Illias a su espalda. El aceite no entraba en contacto con la llama hasta que se disparaba, pero la llave podría ser lo suficientemente grande como para no salir por el tubo del lanzallamas.

Arrugó el entrecejo al examinar la puerta, no tenía que ser tan complicada, ¿no? Sólo era una cerradura electrónica.

-Yo creo que podría abrir esta puerta, pero necesito tiempo. Aunque no se si habrá alguien al otro lado esperando que lo hagamos.

Negó con la cabeza.

-Yo no quiero morir, quiero salir de aquí, no entiendo nada de lo que pasa, pero tengo algo claro, ellos nos han encerrado y si les entregamos lo que quieren, nos matarán.

La puerta se abrió y un soldado empujó al interior de la habitación al Hermano de Batalla. No dijo nada y volvió a cerrar la puerta.

Limper Semperius había sido curado de sus heridas más superficiales. No sangraba y eso era suficiente. Durante unos instantes se hizo el silencio quizá buscando la pregunta correcta, quizá buscando la mejor opción.

Nicarius fue quien rompió el silenció con su propuesta.

—No, no le conozco —contestó casi de inmediato—, pero tampoco tengo seguro que sea realmente quien dice que es. Ustedes vinieron en otra nave, ¿no es cierto? ¿Conocían a sus tripulantes? Tengo la impresión de que aquí nada es lo que parece ser. Quizá dispongan de un herético aparato tecnológico capaz de imitar la personalidad de las personas.

Rápidamente descartó la idea con un movimiento apresurado de las manos.

—¡Qué estupidez! —exclamó seguro de su error.

Mientras tanto Daynee jugueteaba con la puerta segura de poder abrirla.

—No se que piensan hacer con nosotros pero lo que es seguro es que yo no voy a entregarles la llave. Antes me veré muerto que entregarles la llave. Si ustedes piensan hacerlo... en fin, ya saben lo que tienen que hacer.

La cerradura chasqueó. La pestaña que la mantenía cerrada se había liberado y Daynee pudo girar un cuarto el pomo liberado. Limper giró la cabeza hacia la mujer.

—Antes de salir de aquí. ¿Cómo piensan escapar? Esta nave es muy grande pero no tenemos un transporte para evacuarla... con la estatua. ¿Están seguros de que esa es nuestra mejor opción?

No había pasado más de media hora desde que les encerraran en esa habitación y ya tenían la posiblidad de abandonarla pero, ¿en qué condiciones? Por una parte el supuesto Hazat les había propuesto la libertad a cambio de su colaboración. Con la puerta abierta ahora podían salir de nuevo a la aventura y buscar una salida por la nave.

¿Por qué le interesaría tanto el fluido al Hazat? ¿Y al Hermano de Batalla? ¿Cuál era la opción del grupo?

-Siempre he preferido ser yo quien marque mi destino y no las decisiones de otros. Además, los nobles, por definición, mienten. Nunca tienen tantos hombres, ni tantas riquezas, ni tantos privilegios, ni tanto poder como dicen tener. Nunca. Créanme, soy magistrado -y con esta frase tan políticamente incorrecta el cara-gris hizo una seña con la mano para que el inquisidor procediera a inaugurar la marcha hacia el exterior.

- ¿Tenemos alguna otra opción?- le pregunto al Hermano de Batalla - Mientras estemos aquí estamos totalmente a merced de ese Hazat. Al menos si vamos a otro lugar tendremos la ventaja de que no estaremos bajo su control.

¿Había guardias en el pasillo vigilando? Nicarius estaba impaciente por ponerse en movimiento para demostrar que no tenía miedo. Lo que no tenía demasiado claro es si quería demostrárselo a los demás o a él mismo.

Visto la situación y las intenciones del magistrado, Ilias se acercó a la puerta y después de escuchar levemente por si escuchaba algún ruido la abrió con el lanzallamas en sus manos y listos para socarrar al mismísimo Pancreator.

Al ver la situación, Daynee sacó su estoque del petate y sonrió.

-Yo lo tengo claro, no quiero quedarme aquí encerrada.

La puerta se abrió lentamente. A lo lejos, vigiando el pasillo, podía verse a una pareja de los hombres que acompañaban al noble Hazat en la primera entrevista con el grupo. Al otro lado del pasillo, cubriendo la otra entrada al mismo, se encontraba otra pareja de guardias.

El pasillo era ancho, podían caber dos personas juntas sin molestarse demasiado. Ambas direcciones estaban vigiladas por los guardias.

El hermano de batalla intentó detener la decidida acción del Avestita pero éste ya se encontraba en mitad del pasillo cuando el siervo del Pancreator se decidió a pararle. La presencia de Ilias en mitad del pasillo no tardó en alertar a la primera pareja de guardias.

—¡Escapan! —gritó uno de ellos preparando el arma mientras corre hacia el grupo.

Ilias miró fijamente a la pareja de guardias que tenía frente a él y volvió la cabeza para mirar a los otros dos. Antes no había caído en la cuenta y no podría asegurar que lo que estaba viendo fuera así en la anterior ocasión pero los cuatro hombres tenían un parecido asombroso. Podría decirse que fueran gemelos o incluso clónicos.

El aspecto de los guardias no le daba mucha confianza pero ... por el momento sus objetivos era silenciarlos rápidamente con su fuego purificador. Luego ya tendría tiempo de pensar en su parecido.

El factor sorpresa se había perdido antes de empezar. Ahora ya no había mucho más que hacer que intentar salir de allí por piernas. Esperando que lo del avestita no fuera únicamente una bravata y que realmente pudiera ayudarles a salir de una pieza de aquel fregado Nicarius alzó su arma dispuesto a llevarse por delante a uno de los guardias que se encontraban al lado contrario por el que se iba el noble. Después de todo tendría más sentido huir por donde había dos oponentes que por donde les esperaban tres.

El magistrado empuñó su pistola, se apretó contra la pared del pasadizo y se acuclilló, adoptando una postura que le facilitaba el, al menos, hacer disparos de cobertura sin volarle las piernas a sus compañeros (a menos que se arrimaran mucho a su pared) a pesar de encontrarse en segunda línea de fuego. Ciertamente ofrecía poco blanco y tal vez sus disparos ayudaran a poner a los guardias en fuga. ¿Habría recibido algún adiestramiento marcial el cara-gris?

Dejó que los que llevaban armas a distancia la precedieran. Miró al monje herido, seguro que necesitaría alguna ayuda. ¿Era su problema? Definitivamente no. Pero no podía dejarlo ahí.

-Vamos a salir. ¿Va a venir con nosotros o se va a quedar aquí?

Asomó la cabeza por la puerta, después de que salieran el resto, para examinar las posibilidades que tenían. Sabía que estaban en en nivel 25. La mejor opción era llegar al puente. Pero primero tenían que librarse de esos guardias. Se mantuvo protegiéndose con el quicio de la puerta mientras el resto disparaban.