Partida Rol por web

Kaylee tiraba del grupo a modo de avanzadilla. Se notaba que se había deslizado por los pasillos de la gigantesca nave innumerables veces pues los conocía incluso en la semioscuridad en la que el grupo se movía en silencio. Tras ella el novicio Nicarius avanzaba a hurtadillas siempre alerta y tras el Ilias guardaba la retaguardia.

Pronto se encontraron junto al ascensor que hacía las veces de montacargas para las bodegas de carga.

—No utilizaremos el ascensor, no es seguro. La tecnología de ésta nave es notable y podrían detectarnos con el simple movimiento de cualquier aparato.

Se dirigió al lateral del montacargas y retiró una pequeña compuerta oculta tras un trozo de metal. Unas diminutas escaleras de emergencia descendían hacía los niveles inferiores. Kaylee se deslizó al interior del pequeño hueco que había dejado la compuerta de metal y comenzó a descender por las escaleras.

El conducto por el que descendían era incómodo para moverse. No ofrecía mucha movilidad y esto incomodaba un poco a los novicios. La mujer se deslizaba rápidamente y pronto terminó el tramo de escaleras. Una vez abajo deslizó otra pequeña compuerta de metal y salió al nivel inferior de las bodegas de carga.

Era el lugar donde hacía poco habían encontrado a Limper Semperius y habían sufrido la emboscada. En un rincón se encontraba la estatua tal y como la habían dejado.

Nicarius se acercó a la extraña estatua para observarla.

—Mirar han intentado forzarla —dijo señalando un lugar en la base.

En el suelo descansaba una barra de metal que quizá hiciera las veces de uña o palanca para intentar abrir la estatua sin éxito.

Kaylee se separó un poco del grupo, quizá buscando la escotilla donde atracaría la nave que había encontrado su hermano.

—Esta debe ser la escotilla de la que hablaba Pete. Venga, acerquemos hacía aquí la estatua.

Ilias mantenía el silencio pero no podía evitar lanzar maldiciones en su interior.

Su fornido cuerpo, su armadura y su lanzallamas no eran los mas propicios para pasar por estrechos lugares con escasa movilidad. Parecía que un elefante en celo estuviera bajando por los conductos de la nave.

Al llegar a su destino observó la estatua con los ojos entrecerrados.

- Aquí está la fuente de la destrucción. - Susurró una voz en su cabeza.

Se acercó a su guía y con voz baja le dijo. - Ahora tenemos que esperar que la nave llegue o hacemos alguna cosa? Este lugar debe tener cámaras por todos lados, tenemos que ir con cuidado.

Peter se movía veloz por los pasillos de la nave. Parecía que hubiera nacido en la nave pues conocía todos los recovecos de la misma a la perfección. Se movía diestro en la semioscuridad en la que se movía el grupo.

Pronto dirigió al grupo hacía el nivel 25. Había utilizado métodos alternativos a los ascensores de la nave alegando que la tecnología de la que disponían los ocupantes de la misma podría detectar el más mínimo movimiento de cualquiera de los ascensores.

El grupo se encontraba en el largo pasillo que recorrieron cuando entraron por primera vez en la inconmensurable nave. Todo lo que estaban viendo ahora les resultaba familiar. Poco tiempo después llegaron a la escotilla de anclaje de la nave que Peter había encontrado. Daynee y Ulrich confirmaron sus sospechas: se trataba del Cachorro, la nave que habían utilizado para entrar.

—¿Qué les parece? ¿No es una preciosidad? —preguntó Peter mientras se movía hacía el interior.

Instantes después levantó una mano para detener al grupo. Uno de los guardias se encontraba tendido en el suelo de la nave. Era igual, exacto, a aquellos con los que habían luchado en el pasillo y se encontraba "desactivado" en el suelo.

—¡Mierda! Parece que han encontrado la nave. ¡Rápido! Esto no me gusta nada.

No podía ser de otra manera, el Cachorro. Cuando llegaron al nivel 25 casi estaba segura. Estar delante de la compuerta lo confirmaba. Miró a ambos lados antes de entrar y ver la figura que señalaba Peter con sus palabras.

-Habrá que sacarlo de aquí, por si acaso se vuelve a... ¿activar?- susurró mientras apoyaba su mano derecha en el puño de su estoque.

-Magnífico, ya estamos aquí otra vez. -dijo el caragris sin sentimiento- Ayúdame a sacar al cadáver -añadió haciendo una seña a su nuevo acompañante- Y tú harías bien de comprobar los sistemas, puede que no tengamos mucho tiempo... -dijo refiriéndose a la chica.

Sarcástico, desagradable, pero con las ideas claras. Eficiente. Esa era una idea que evocaba con frecuencia el señor Cestmir.

Entre los dos novicios y Kaylee movieron la estatua hacia una posición cercana a la escotilla en la que muy pronto se anclaría la nave que Peter Fillion había encontrado.

Las palabras del Avestita hicieron reflexionar un instante a la mujer que definitivamente se encogió de hombros. Miraba hacía cada rincón de la inmensa bodega de carga, escrutando cada esquina.

—Supongo que nos toca esperar —dijo definitivamente—. Es cierto que este lugar debe de estar plagado de cámaras y es más que probable que ahora estén vigilando nuestros movimientos pero, ¿que otra cosa podemos hacer?

Los sistemas de la nave funcionaban correctamente, al menos así le parecía a Daynee. No había tenido demasiado contacto con los paneles de mandos de muchas naves pero al menos sabía que el Cachorro no refería ninguna alerta destacable.

Peter y Ulrich sacaron al cuerpo inerte del guardia de la nave y registraron la misma. No era muy grande así que rápidamente concluyeron que no había ninguno más de esos guardias que hacía tiempo Nicarius había tildado de "golems"

—Vamos, tenemos que poner en marcha la nave inmediatamente. El tiempo juega en nuestra contra.

Peter se puso a los mandos de la nave y pronto los motores de la misma comenzaron la ignición. Lentamente completó el proceso de desacoplamiento de la escotilla y comenzó a moverse. Desde el interior de la nave podía observarse el gigante del que habían salido. Ya desde el interior se dejaba notar su magnificencia pero desde las ventanas del Cachorro se sentían exactamente como lo que revelaba en nombre de la nave en la que viajaban; como cachorros de una inconmensurable madre que surcaba el cielo.

El Cachorro rodeo rápidamente la nave y fue a colocarse en la parte posterior de la misma, cerca de la panza.

—Ahí está la escotilla, rápido pónganse en posición.

Pronto desde dentro los novicios escucharlos los motores de la nave que se anclaba fuera. Kaylee esperó la orden de su hermano para hacer un gesto al novicio Avestita para que la ayudara a abrir la escotilla.

Una vez la abrieron pudieron ver la nave que les esperaba anclada en la escotilla de mantenimiento. Se trataba del Cachorro, la nave que utilizaron para entrar.

—Rápido, cuanto antes carguemos antes nos largamos —dijo Peter dejándose caer al interior de la bodega de carga y situándose junto a la estatua. 

Entre los dos novicios y Peter colocaron la estatua en posición para cargarla a la nave que esperaba con los motores en marcha. La maldita estatua pesaba más de lo que habían podido imaginar pero pronto la tuvieron en posición y en ese mismo instante un disparo láser impactó sobre la estatua.

En la parte superior de la escalera que descendía hacia el nivel de la bodega de carga donde de encontraban había aparecido uno de esos guardias de los que tuvieron que zafarse la primera vez.

—¡Alto! —gritó una voz desde la parte superior.

Se trataba del capitán Moss que bajaba la escalera raudo para impedir la huida.

-¡Fuego de cobertura! Si dejan caer la estatua no habrá manera de sacarla de aquí. ¡Que agache la cabeza el mamón ese! -dijo el caragris con decisión mientras desenfundaba su pistola y se aplicaba el cuento a sí mismo. Eso sí, dispaba por encima de la estatua aprovechando su alta estatura, utilizando la estatua como cobertura y atento a los movimientos de los "porteadore" para no interrumpirlos.

Ilias apretó los dientes y siguió llevando la estatua hacia la nave para poder escapar de allí como antes mejor.

De reojo observaba a los recién llegados con cierto resquemor.

La estatua casi estaba dentro del Cachorro, quedaba poco, y podrían salir de allí. Pero no, justo en ese momento escuchó la voz de Moss dándoles el alto. Si, claro, como que iban a hacerlo.

-¡Rápido!

La lástima era que no disponía de ningún arma para dispararle. Así que hizo lo único que podía hacer, ayudar a meter la estatua.

Nicarius siguió empujando la estatua para intentar finalizar la carga antes de que volvieran a capturarlos. Esperaba que el fuego de cobertura les permitiera meter dentro la estatua antes de que aquel renegado del capitán Moss lograra alcanzarlos.

Limper Semperius se acercó al novicio Nicarius y le entrego una hoja de papel doblada.

—Estoy seguro de que harás lo correcto —dijo mientras corría hacia el centro de la bodega de carga.

—No esperéis por mí —gritó una vez más.

Tras las palabras del hermano de batalla un fogonazo de luz inundó la sala. La luz era tan intensa que no podían ver más allá de un par de metros. Rápidos, azuzados por Peter Fillion terminaron de cargar la estatua en el Cachorro y este emprendió el vuelo.

Pronto se encontraban alejándose del gigantesco monstruo que les había mantenido encerrados mucho tiempo... o poco. Realmente no sabrían calcula el tiempo que habían estado ahí dentro, probablemente menos de un día pero el tiempo pasaba muy despacio ahí adentro.

Nicarius descansaba con la espalda apoyada en uno de los costados de la nave. Entre sus dedos sujetaba el papel todavía doblado que Semperius le había entregado.

Ilias contempló el espacio detrás de si, donde ese enorme crucero se volvía mas pequeño a medida que se alejaban.

¿Y si da media vuelta? Espero que no sea muy rápido. - Pensó para si mismo.

Finalmente se giró a los demás y comentó.

¿Estáis todos bien? ¿Ningún herido?

- Yo... Yo estoy bien...- masculló Nicarius intentando tomar conciencia de que Limper se había sacrificado por ellos.

Todavía tardó un rato en darse cuenta de que seguía manteniendo el papel entre sus manos. Lo desdobló con curiosidad: ¿qué era lo que había dicho el Hermano? ¿Qué él haría lo correcto? ¡Pero si no sabía que hacer!

Magnífico, un fanático menos... -pensó para sí el gremial- sacrificado por el bien de otros, estupendo, ¿qué sigue?

-Deberíamos trazar un rumbo y cruzar los dedos, los que crean esas cosas, para que la nave no nos persiga o sea más lenta que la nuestra.

La mirada del magistrado, finalizadas sus palabras, se dirigió hacia el novicio. Le intrigaba la nota, no lo que pudiera decir. Tal vez curiosidad morbosa. Los eclesiásticos siempre tendían a una teatralidad excepcional y Semperius había sido epítome de ello.

Cuando la estatua estuvo dentro y se cerró la compuerta lo primero que hizo Daynee fue acercarse a una de las ventanas para comprobar que era cierto que habían abandonado la inmensa nave. Efectivamente, se alejaban, pero no sabía si reaccionarían y les seguirían, o si tendría armamento apra que su huída terminara justamente allí.

No rezó, no creía en esas cosas. Ni siquiera cruzó los dedos. La suerte era algo en lo que tampoco creía.

-Estoy bien. - Respondió al avestita, o a todos, en un tono bastante bajo.