Partida Rol por web

- Si seria una grata sorpresa que pudieras abrir el compartimiento ... lo suficiente para olvidar preguntar como es que conoces ese tipo de habilidades. - Dijo el Avestita enarcando una ceja.

-Si lo que sabemos sobre el contenido de la estatua es cierto, prefiero mil veces un pleito legal sobre el tema de si la estatua debería contener algo o no según lo estipulado en el contrato que perder unos beneficios tan jugosos. Además, qué demonios, el noblezuelo seguro que conocía sobre el posible contenido y olvidó mencionarlo, lo que no es otra cosa que estafa en el contrato del seguro. Mi gremio sabrá entenderlo así. Pero debería evitar a los míos durante ese tiempo, de manera que se haya más complicaciones de las necesarias -como que me arrebaten la estatua, el mérito y/o me encarcelen, pensó para sí- La opción de los "rateros" (creo que había un gremio de cerrajeros, pero no me hagáis mucho caso) no me agrada en absoluto, preferiría que los ya implicados resolviéramos el tema entre nosotros -cosa que además saldrá muchísimo más barata- Y se aprecia el ofrecimiento, novicio, pero aunque la muerte es muy económica, suele traer complicaciones, complicaciones que no resultan deseables...

Daynee miró al novicio eskatónico y sonrió ligeramente.

-Por supuesto que podría intentar abrirla, ya lo he dicho antes, sería más fácil para todos que el contenido de la misma fuera más... ¿manejable?

Luego miró al avestita entrecerrando los ojos.

-Por favor, también se olvidó preguntarlo cuando abrí la puerta del compartimento donde nos habían encerrado. - Se encogió de hombros ligeramente. - Si no fuera por eso es posible que todavía estuviéramos allí arriba, en vez de aquí abajo.

Finalmente miró al magistrado.

-Señor Cestmir, su razonamiento es totalmente lógico, así que si podemos resolver el "problema" entre nosotros mejor, aunque claro está, me gustaría particiar de alguna manera en el porcentaje del beneficio que le reporte la entrega.

-Por supuesto, por supuesto, pero habría que valorar el uso de contactos, intermediarios, etc. Pese a todo estoy seguro de que quedará un margen muy jugoso para todos, incluso para los clérigos, si es que desean enriquecerse con ello, claro...

El magistrado, como buen gremial, rascaba de donde podía. Y de otras formas que a nadie menos a un profesional como él se le podrían ocurrir. ¿Qué hacía alguien como él custodiando una vil estatua? Claro, la estatua no era vulgar...

Ilias se apartó un poco del grupo, había recordado que hacia muchos días que no podía estirar las piernas en un entorno natural ... con lo que aprovechó la oportunidad para airearse un poquito mientras los demás discutían como abrir la estatua.

- Aún tienes que decidir que hacer Ilias - Se decía a si mismo. - Lo has pensado mucho tiempo.

- Ya no eres aquel que pisó con determinación el suelo de Estigma dispuesto a erradicar la simbiosis. Eres otra persona ... otro ser. - Suspiró al recordar la simbiosis, la impronta y a las pocas criaturas amorficas que lo crearon.

- El contenido de la estatua puede matarte o curar tu cuerpo ... pero sea el resultado que sea, tu yo actual morirá. -

- ¿Deseas eso? -

Su mente divagó por sus recuerdos como zángano entre los demás simbiontes. El único semblante de civilización que lo podía aceptar por lo que era y al que enojó y repudió con todo su ser. Ahora era un paria entre todas las razas, un monstruo al que nadie quería ... perseguido eternamente y obligado a ocultar su naturaleza. Deseó poder ser libre y mostrar su forma madre sin miedo, que lo comprendieran ... que alguien lo reconfortara como a un niño pequeño que habia perdido a su madre.

Un estallido de tentáculos lleno su boca de sopetón a la par que su vista se nublaba y notaba como sus huesos se movían por dentro. Se golpeo el pecho fuertemente con la mano para concentrarse en mantener su forma humana.

- ¡Estúpido! Controla tu forma ... - Se reprendió el mismo. Tosió ante el esfuerzo de volver a tragarse sus propios órganos por la boca.

- ¿Cuanto tiempo seguirás así? ¿Te comprenderían ellos? - Ilias contempló al grupo con una mirada penetrante. - No ... nadie lo puede hacer.

Ilias se paró en seco mientras caminaba, empezó a toser y se golpeo un poco el pecho con la mano ... parece que le pasó el mal trago y se giró para volver con los demás.

Quizá respirar tan profundamente ese aire infectado de herejía no había sido tan buena idea.

- Estoy un poco confuso. ¿Nos ayudará a abrirla entonces? ¿Colaboraremos para que cada uno consiga sus objetivos?

Estaba claro que el joven acólito no tenía muy claro cuales eran las verdaderas intenciones de sus compañeros. De hecho en el único en el que confiaba era en el duro avestita, que no parecía tener dobleces en sus intenciones.

La mujer se encogió de hombros ligeramente, mientras esbozaba una ligera sonrisa.

-Está claro que todo eso habría que tenerlo en cuenta, pero lo que es seguro que si no sacamos el contenido de la estatua no tendremos nada. ¿No cree? - Recordaba perfectamente cuando Kfinn tenía las charlas de negocios, ella casi nunca participaba, pero estaba allí, y había aprendido bastante, intentó dar a su voz un tono profesional. - Todos vamos a salir ganando de esto, estoy convencida.

Calló, esperando respuesta de los novicios, pero el avestita se había alejado, para empezar a toser descontroladamente, cuando terminó el ataque de tos volvió a acercarse.

-¿Te encuentras bien? -Preguntó solícita, después de su comentario prefería estar de buenas con el fanático, sólo por el arma que llevaba.

Su mirada pasó al novicio eskatónico, que parecía que se había enterado de poco del intercambio entre ella y el magistrado.

-Puedo intentar abrirla sin que sufra daños, pero no puedo asegurar nada, no se qué me voy a encontrar, ya que no la he examinado. Pero intentaré hacerlo lo mejor posible. Y si, parece que vamos a colaborar.

Dicho lo cual se acercó a la estatua para examinarla y ver cómo podia abrirla sin que sufriera daños.

Ilias asiente a la mujer sin decir nada.

Nicarius se puso detrás de la mujer, asomando su cabeza por encima de su hombro, incapaz de resistir la curiosidad. Al darse cuenta por la mirada que le lanzaba ella de que estaba molestando retrocedió un par de pasos algo sonrojado:

- Perdón... Nunca he visto trabajar a un lad... a alguien que... a gente... ¡bueno! ¡no te molesto!

Cerró la boca sabiendo que lo mejor era dejar trabajar a los demás. ¡Se sentía tan inútil! Aquella gente parecía tenerlo todo tan claro...

-Dejemos trabajar a la "cerrajera". Los demás haríamos bien en asegurarnos que no hay sorpresas. No creo que sea conveniente que nadie salga mientras dure esta situación, a menos que sea imprescindible. Especialmente si puede llamar la atención con su mera presencia.

La mirada del magistrado se había desviado inevitablemente hacia el avestita y, ya posteriormente, hacia el joven eskatónico.

-¿Les parece que volvamos a revisar la nave por si hay alguna sorpresa de la que no somos conscientes y si echamos un vistazo al exterior desde la nave para ver si hay algún mirón poco discreto? 

-No soy una ladrona. - Su tono fue neutro mientras revisaba la cerradura de la estatua, ni siquiera se giró para interpelar al novicio. - Pero hay momentos en la vida que son necesarias ciertas... habilidades.

No era la verdad, naturalmente, pero no quería dar más detalles de los necesarios. No podía confiar en ellos. No podía confiar en nadie. Pero si salía de esta, si ayudaba a esta gente, quizás podría conseguir el dinero para empezar de cero. Si, tenía que pensar que podía hacerlo.

Dejó de escuchar la conversación que se desarrollaba a su espalda, intentando recordar las lecciones de Kfinn, buscó en su petate para dar con las pequeñas herramientas necesarias, no había querido deshacerse de ellas, por haber sido suyas.

Trabajó con cuidado, no quería romperla, sin prisa, las prisas solían ser malas, en su mente revoloteaban los consejos que durante años había escuchado. Hubo un momento que tuvo que parar, todavía dolía, pero no iba a llorar, todavía no, respiró hondo y siguió trabajando en la cerradura.

La cerradura se abrió al instante. No hizo falta demasiado trabajo de Daynee para que el pasador se deslizara a un lado y se abriera el compartimento inferior de la estatua. No había sido demasiado difícil y eso hizo sospechar al grupo. Quizá confiaban demasiado en el engaño o quizá el interior no era tan importante.

En el compartimento inferior había un pequeño cajón que Daynee deslizó hacía atrás. Incrustado en la superficie acolchada que forraba el cajón por dentro se encontraba un delgado tubo de cristal con una sustancia amarillenta en su interior. En uno de los lados un tapón cerraba a presión el tubo.

Nicarius se esperaba algo mucho más espectacular que aquel frasco pero... ¿acaso las cosas más maravillosas no son las más sencillas? Reprimió el deseo de adelantarse a coger el objeto que debía entregar al sacerdote mientras observaba las reacciones de los demás.

- ¿Un frasco de meados? - Dijo el Avestita incrédulo.

- Vaya por un momento imagine alguna sustancia mercuria o especial que maravillara solo con su aspecto. - Suspiró como mas tranquilo. - ¿Bueno, quien lo va a guardar?

Nicarius se adelantó:

- Debo llevárselo a su destinatario legítimo.- dijo sin demasiada convicción tendiendo la mano.

-¿Y cómo nos recompensará su destinatario legítimo, novicio? ¿Con unas palmaditas en la espalda? -aseveró el magistrado con voz potente y llena de sarcasmo- Te puedo garantizar que esa no es mi idea de beneficio...

Desde su elevada estatura al tono y pasando por su lenguaje corporal estaban exclamando todas al unísono que no iba a permitir que el "frasco de meados" dejara de reportarle su justo beneficio. Un beneficio que de buen seguro, en la mente del magistrado, ya debía tener un uso e interés bancario.

Ilias se acercó por detrás al Eskatonico.

Su ancho torso y gruesos músculos casi empequeñecían al otro novicio y su postura casi amenazante dejaban claro que no dejaría que nadie intimidara al indeciso hombre que pedía sostener el frasco. - ¿Salvar tu alma no es suficiente beneficio? - sus palabras sonaron mas a amenaza que a pregunta.

La estatua se había abierto sin problemas y aunque la mujer había esperado algo pequeño en su interior, no podía imaginar que fuera tan pequeño. ¿Por qué tanta parafernalia para algo así? No podía entenderlo. Pero ahí estaba el recipiente, facilmente ocultable en cualquier sitio.

Mientras el resto casi discutían por quien lo llevaría o qué beneficios les reportaría observó con curiosidad el interior del frasco. Había sido demasiaod fácil para ser lo que decían que era. Algo no le olía bien.

-Esto no me gusta, demasiado fácil. - Dijo mientras seguía observando el interior de la estatua. - ¿Cómo podemos estar seguros que no es una trampa? ¿O que este es el líquido? - Sin esperar respuesta miró fijamente el vial y donde estaba sujeto. - No se si sería buena idea sacarlo sin comprobar que no tenga alguna trampa oculta, podéis discutir sobre recompensas, sean las que sean, pero si eso nos mata, ni vosotros iréis a vuestro paraiso ni nosotros podremos disfrutar del dinero.