Partida Rol por web

-Me parece muy buena tu propuesta. Me va a dar tiempo para hablar con mis otros dos compañeros. Nos vemos en el muelle y vemos que pasa.

Luego volvió adentro y te fuiste a lo de Moner, retomando el norte. No hubo ningún acotencimiento mayor que una nube que tapó el sol y que hizo el camino mas ameno. El hombre te recibió fuera de su casa luego que golpearas a puerta, con cierta cara de agrado, pero extrañeza:
-¡Volviste!-Te dijo- ¿Qué necesitás?

¡Buenas Moner! Disculpame que te moleste, pero esta es la última vez, lo prometo. Jajaja. -en circunstancias normales, esa frase no le hubiera causado gracia - Pero al parecer conseguí un curro que me va a venir bien. Les dije a unos tipos que los iba a guiar hacia una torre abandonada al otro lado del río. El problema es que no tengo ni idea de cómo llegar, ni nada, ya que nunca estuve en frente. Mientras hablaba, se sacó la gorra y empezó a usarla de abanico.
¿Vos sabes algo al respecto, o sabés donde puedo conseguir un mapa? ¿Tu hermano Moguer no me podrá dar una mano en ese sentido? se me ocurre que algo debe saber de las tierras de en frente..

-Sos una persona tan especial, gordo sigiloso. –Dice mientras se ríe un montón- Pasa por acá.
Entras a su casa y escuchas las voces de unas niñas, seguramente en las habitaciones de arriba. Viste todo tal cual estaba anoche, pero esta al parecer habían sido retiradas las copas.
-Esperame.
Te sentaste y dejaste tu equipo a un lado, estabas cansado de llevarlo. Vuelve un momento después, con un tintero, una pluma y un mapa geográfico que despliega sobre la mesa,. Era de la isla.
-Voy a decirte todo lo que sé, que no es mucho. –Entonces hace una gran mancha en la parte costera sudoeste de la isla.- Esta es la villa abandonada de la que te hablé. Estos son los cerros y el bosque. Acá esta la torre, según dicen los pescadores.
Te recomiendo que no vayas, no vale la pena. Es un lugar muy peligroso Veigar…-te diste cuenta de que hablaba en serio, pero, después de todo, es tu decisión. 

Qué bárbaro lo tuyo -dice como angustiado- No hay vez que no me saques de un apuro, es increíble. Se acercó al mapa y lo miró con detenimiento. Un simple vistazo al mapa y un par de comentarios respecto al lugar eran suficientes como para pensar que nadie en sus cabales que no sea ignorante de lo que hay allí se atrevería siquiera a acercarse. Había como una neblina de misterio cubriendo ese lugar. Sintió algo en su interior. ¿eran nervios? ¿quizás miedo? después de todo es un ser humano, a pesar de sus exageradas proporciones. Sentía que se le bajaba un poco la locura del faso.
No entiendo, ¿por qué es tan peligroso cruzar a la isla? ¿qué hay ahi? - ¿realmente deseaba saberlo?

-Hay miles de misterios en ese lugar. Muchísima gente a desaparecido. Es terrible.-dice mientras mueve la cabeza.- Hay muchos trasgos salvajez. Según los pescadores hay “cosas grandes que caminan”…y no dicen más que eso. Y eso es solo lo que se ve desde la costa. No tengo idea de que podrás llegar a encontrar adentro…pero bueno. –Suspira- Lo repito: es tu elección.

Muy bien. Supongo que ya es hora de irme. Debo ir al mercado para equiparme bien, parece que será muy peligroso. -enrrolla el mapa y se lo guarda en el morral- Cuando vuelva te devuelvo el mapa. Sólo espero volver. -tenía cara de preocupación, aunque intentaba disimularla. Se fue levantando y yendo hacia la puerta. Te agradezco por todo Moner, desde que llegué me ayudaste un montón. ¡cuando tenga mis riquezas te voy a recompensar! -le da un fuerte apretón de manos y abre la puerta.
¡lo bueno es que sabiendo lo peligroso que es, les voy a cobrar bastante! -fue lo último que dijo ya cuando se estaba yendo en dirección a la plaza.

Moner te saluda seriamente y notás preocupación en su mirada. Prácticamente no oíste su adiós, lo dijo tan bajo que el viento se llevó sus palabras.

Cuando llegaste a la plaza, comenzaste a caminar entre los varios puestos que había. Te cruzaste con un herbolario que tenía quizás veinte hierbas diferentes en frascos, sobre la alfombra que había tendido en el piso. Los puestos de comida y frutas abundaban, mientras que no encontrabas ninguno con armas. Te llevó quizás quince minutos, pero la suerte que uno corre al buscar algo en algún espacio es que seguramente esté en el extremo más lejano de donde uno comenzó a buscar y esta no iba a ser la excepción. En el último rincón de la plaza encontraste a un joven haraposo que vendía armas usadas. Estaba sentado sobre sus rodillas y parecía que había llorado. Sus ojos estaban rojos y un poco hinchados. Comenzaste a ver sus productos, que a pesar de notarse algún defecto o cachadura que su anterior dueño le haya causado parecían en bastante buen estado. Cuando notó tu presencia él te habló:

-Levante y mire las que quiera señor.

Miraste la mesa:
 

Buenos días buen hombre. ¿cuánto vale este escudo? -le preguntó mientras lo levantaba, probaba su peso y le daba golpecitos a la madera. ¿5 monedas? -las sacó sin apuro, se las entregó al joven y se colgó el escudo a la espalda. Gracias.

Una vez estubo listo se dirigió hacia el puerto.

Contento y silbando atravesaste la plaza, rumbo al viejo puerto de Auro.

Personas pasaban a tu alrededor y los sonidos te envolvían como un mar, pero apenas lo notabas. Tus pensamientos te mantenían preso y más aún cuando la maconia alteraba tu sentir. ¿Será tan peligroso como cuentan? ¿Serán cuentos de marineros locos? ¿Y si me cuesta la vida? ¿Y si me vuelvo rico? Cuando un sonido te interrumpió. Era una gaviota. El aire más frío del puerto te quitaba un poco el calor, el equipo estaba pesado ahora.

Había una gran torre de como cuatro o cinco pisos contra la costa, probablemente funcionaba para vigilancia, o controles de pesca...o no se te ocurrió qué. A su alrededor había cuatro o cinco casitas, probablemente de pescadores. Miraste aquí y allá, pero no viste a nadie, así que decidiste acercarte a la costa y te sentaste en ella. Tus pies no llegaban al agua porque estaba varios metros abajo. Había un par de botes que habían echado redes al río y del otro lado la gran isla (la cual era diminuta desde ahí) que tanto invadía tu cabeza. Calculaste que en el transcurso de una mañana, una tarde o una noche podrían llegar ahí. De nuevo los pensamientos se movían al ritmo del mambo en tu mente, pero una voz te interrumpió:
-Buen día, Veigar.- Al voltear viste a Gólgor que te había hablado. Ahora tenía dos trenzas en la cabeza, que te causaban mucha gracia. Miraste detrás y allí efectivamente estaban Terran y Boren.- ¿Qué noticias tenés de lo nuestro? Vinimos a escucharte.

Sumido en mis pensamientos miraba las olas que producía el viento frío, y como éstas hacían mover un poco a los botes más pequeños. Sea como sea, va a ser interesante. Espero que estos tipos sepan defenderse, porque es posible que surja la necesidad.
Recordó que tenía medio faso en el morral. Estaba apunto de sacarlo, pero como había mucho viento decidió esperar a estar en un lugar donde no se le complique tanto. A todo esto, una voz interrumpió su momento.
Volteó y vió a los tres tipos. Sonrió cuando vió las trenzas de Gólgor.
Buenas. Soy Veigar Vind -y le estrechó la mano a Boren, con quién nunca había estado hasta el momento- Bueno, llegó el momento de dejar unas cosas en claro.
Miró a los tres sujetos con una mirada fuerte y les dijo -Supongo que tienen un motivo muy importante para ir hasta la torre de la isla, ¿no?
¿saben el peligro que supone cruzar a esa isla? necesito saber si en caso de necesidad, saben cómo defenderse. -intentaba parecer lo más seguro de sí mismo posible, aunque realmente tenía miedo de cruzar a la isla.
Esperó un momento a que respondan.
También quiero que sepan que mis servicios también incluyen el combate, y dado que es un lugar muy peligroso al cual vamos a ir, voy a tener que cobrarles bastante, digamos, unas 60 monedas de oro.

Cuando hablas del combate Gólgor se hecha a reir, mientras Terran te miraba y Boren escuchaba atento, desde las sombras de su capucha.

-¿Realmente preguntas eso en serio hermanito?-Mira a los demás y continúa- No tengas dudas Veigar. Si no estuvieramos seguros de nosotros mismos no cruzaríamos a la isla y...también tenemos motivos  como para arriesgarnos. Escuchame bien ahora...podemos ofrecerte una suma de dinero superior a la que nos planteas-Hace un movimiento con la mano- pero desde ya que será una vez que regresemos. ¿Necesitás algo especial antes de partir? Quizás podríamos discutirlo y proporcionártelo.

¡Me da gusto que tengas tanta seguridad de tu capacidad de supervivencia! eso me pone más tranquilo. Probablemente todos los acá presentes tenemos experiencia en defender nuestras vidas. Eso es algo muy bueno. -dice con una sonrisa de alivio.
Con respecto a la paga, por mí está bien, mientras me paguen, no tengo problema de que sea ahora, después o como prefieran. También le agradó escuchar que quizás podrían proporcionarle algo que necesite, porque necesitaba un par de cosas que él no podía pagar ahora mismo.
Me alegro que me lo propongas. Me vendría bastante bien tener otra arma como ésta -dice señalando el machete - o similar que sea bastante ligera, para poder atacar más ofensivamente en caso de necesidad. Y además, por supuesto, algo para poder comer durante el viaje. -concluyó y se quedó mirando a los tres sujetos.

Después de eso, estoy listo para salir cuando ustedes quieran. Si no es hoy, voy a tener que buscar algún lugar donde alojarme porque ya no tengo más dinero.

-Genial entonces. No va a haber problema por el arma que solicitas. Mañana mismo, antes de partir, la vas a tener.
Esta noche te podés quedar en la misma posada, con nosotros -dice seriamente-. Pienso que deberías trazar alguna posible ruta a seguir y comentarnosla. Debemos evaluar los posibles peligros y cuan preparados estamos para enfrentarlos. Pero lo podemos hacer esta noche, antes de dormir.
Ahora mismo yo tengo que irme. ¿Me acompañan? -Dice mirando al resto-

-Yo voy a invitarle una birra a Veigar. Si voy a viajar con él, quiero conocerlo. -Dice con una leve sonrisa- Andá vos con Boren y nos encontramos más tarde en la taberna o en la posada.
¿Vamos Veigar? -Te hace una seña con la mano-

Cuando dijo que podría quedarse en la posada con ellos le causó un poco de gracia, ya que se imaginó que se lo decía en doble sentido a causa de la hierba que había consumido, pero le pareció que la situación no lo ameritaba demasiado. Acto seguido vió las trenzas de Gólgor y casi se rió, pero intentó rescatarse y logró que solo fuera una sonrisa que duró medio segundo.
Me parece bien. Gracias. -dijo por lo del arma- Esta noche charlamos un poco sobre la ruta que tomaremos. Como vió que no había demasiado más que agregar de momento, y Terran le ofreció a los otros para irse, se retiró con un corto ¡Nos vemos! y se quedó un rato rondando sólo por el puerto, fumando el medio faso que le quedaba y dos por tres mirando a ver si no encontraba a Moguer, el hermano de Moner. Se le ocurrió que quizás sabría algo al respecto.

Las olas son geniales cuando hubo porro antes. Nadie sabe que pensabas mientras te colgabas en el agua. El sol bajaba lentamente y la tarde caía. Decidiste caminar un rato, por lo que seguiste la costa. Cuando quisiste mirar, el tiempo había pasado rápidamente y quedaba solamente una hora de sol quizás. ¿La aprobechas para algo?

Necesitaba saber qué ruta podría tomar para llegar rapidamente a la torre. Buscó a un par de lugareños en el puerto con la intención de buscar un poco de información.

Pudiste recabar dichos muy informativos, otros contradictorios, otros confusos y también impresinantes:
Un par de vagos en el puerto te dijeron que podías llegar por agua, pero debían tener cuidados con los pulpos gigantes que estaban varias leguas al este, pero no eran muy creibles, parecían estar borrachos. Una vieja que vendía manzanas te dijo que el bosque estaba lleno de flores gigantes y hermosas muchachas, pero que pasar los cerros era difícil aunque valía mucho la pena. También te dijo que ir por agua era muy buen plan, pero que el río ahí estaba lleno de remolinos y piedras. Otros pescadores te volaron la cabeza con que alla había tipos con piel de piedra que habían inventado los trasgos. Pero te pereció que te partió la oreja. Le preguntaste a un joven, pero solamente te dijo que el sabía que era un lugar peligroso, nada más. El último comentario te lo hizo un tipo, y te dijo que era igual de peligroso ir por agua que por tierra y que pulpos gigantes violetas vivían en el bosque y que había hombres de piel de piedra acuáticos en la costa de la isla, lo que dificultaba ir por agua. Pero que gustoso te daba más información por un par de monedas.

Te fuiste para la posada nomás, cuando el sol caía. En las mesas de la recepción no había nadie más que Gólgor, inconsciente con la cabeza apoyada en la mesa y como nueve vasos de birra sin una gota.