Partida Rol por web

Que Stella, Rin y Hogward no quisieran que él estuviera cerca de la comitiva enemiga le causaba cierta ternura que se reflejó en su gesto que se relajó en un escenario donde debía tomarse las cosas muy seriamente... pues él, de todos los presentes, podría caer con facilidad y rapidez si no se cuidaba y, en caso grave, morir. 

-Yo creo...-se calló. Abrió sus ojos dándose cuenta que estuvo a punto de hablar de más para aclarar unas cosas que había dicho Aed. Carraspeó su garganta un poco frustrado por lo mismo de su nula capacidad de hablar de dicho asunto, así que simplemente suspiró y miró al hada-. ... Es una posibilidad lo que dices de la marca, ni yo lo sé; pero sea como sea, si compartimos el mismo espacio no se cómo podré soportarlo. En estas condiciones, si se agrava, podría gritar y arruinar el plan de que se mantengan ocultos. Haré lo posible por aguantar si llegara a ese momento.

La mirada de Réamann se vio decidida. Todos los miembros de The Marchen lo habían escuchado gritar de agonía pura, de un dolor inimaginable e incluso durar así por días. ¿Cómo podría soportarlo con su cuerpo así de delicado? Lo sabría cuando llegara el momento, esperando que el plan no se viese afectado por algo que a él mismo le costaba controlar. Aún así, era algo que debían tomar todos a considerar y que supiesen qué podría suceder en un escenario no fatalista, sino realista.

-Si debo luchar, lo haré-le contestó a Aed, terminando por decir algo que no había tenido necesidad-. Parfait me dio unas pociones que me permitirán recuperar mi vitalidad completa por 20 minutos a cambio de reducir lo que me queda de vida a la mitad. Lo ideal es que si es necesario solo beba una, pues si bebo dos moriré-sabía que de todos, a Stella le dolería lo que acababa de decir. Sin embargo, aunque el ex-caballero se permitió reír, bromear e incluso relajarse, de todos los presentes él era más consciente de lo delicado de todo-. No seré imprudente, quiero vivir.

Aquella determinación no había menguado, ni cuando era evidente que se le presentó la oportunidad de vivir tranquilo los meses siguientes y él prefirió arriesgar todo por esta oportunidad. Agradeció a Elliot cuando colocó esa runa de silencio y pensó si sería adecuado ponerle una en su garganta por si debería gritar, pero como lo vio subirse al techo no sugirió tal idea.

-Alain, te la encargo-miró al castaño, siendo obvio a qué se refería. Después miró a Stella y le sonrió un poco-. Confía más en ti. Lograste liberarte, eso indica lo fuerte que eres, además que cuento contigo, y gracias a todos por esto.

Miró a cada uno de los presentes, pero cuando su mirada llegó a Rin, recordó la estadía que tuvo con ella en Caelfall... ¿Cómo estarían ellos?

Una marca mágica... Ese asunto asustaba mucho a Stella. Le daba mucho miedo que Réamann sufriese un ataque. No porque pudiese echar a perder el plan; simplemente no quería perderlo. Miró a Réamann y a Aed, sintiendo una presión en el pecho. Instintivamente se llevó las manos a este.

Le sorprendió saber que había dado en el clavo con lo de Hildyr. ¿Resurrección? ¿Eso era posible? Claro que tomando en cuenta que había cosas tan fantásticas como hadas, duendes, magia y maldiciones, cabría esperarse que algo así fuese posible... Pero escuchar que alguien podía volver sacudió su corazón. No era imposible. ¿Y eso era lo que buscaban? Si Hildyr podía volver... ¿su madre también? No. Rápidamente sacó esa idea de su cabeza. Era irreal... y egoísta.

Con lo dicho por... Karma... Stella de verdad se quedó boquiabierta. 

¡No puede ser!

Se llevó las manos a la boca aunque no gritó nada. ¿Karma? ¿ESE era Karma? Imposible. ¡Y con lo bella que podía llegar a vestirse! ¡Y hasta las maquillaba, peinaba y daba consejos de belleza! ¡Qué lindo! En otras circunstancias, se le hubiese acercado y le habría dicho eso. Pero no ahí, y no en medio de todo eso. Tuvo que aclararse la garganta para que el rubor bajara, y mirarlo por un poco más hasta que volvieron a lo del plan.

Lo que más le afectó de todo fue escuchar lo de las pociones. Como Réamann esperaba, Stella bajó la mirada, entristecida. Esa mañana, al enterarse de ello, estuvo muy afectada... y aún lo estaba. Ni escucharle decir que quería vivir la sacó de ello... porque de cierta forma sentía que Réamann estaba caminando directamente hacia la muerte. Eso la aterraba. Aunque bien intentó sonreír un poco por lo que Rin dijo, y sus intenciones, así como Hogward. Saber que era obligatorio que Réamann tuviese que participar en todo eso...

No quiero ver eso.

Dicho lo dicho, y con el hechizo de Elliot conjurado, llegó la hora de moverse. Le daba igual que Phoisa la quisiera a ella también, o tener que estar en esa barra. Lo que la preocupaba era...

—¿Ah? —cuando Réamann le dijo eso y le sonrió de esa forma, Stella tuvo que llevarse una mano a la boca, sintiendo que sus ojos se humedecían— Eres... un tonto —antes de darse cuenta, el cabello de Stella le cubrió la cara por lo rápido que se movió. Rodeó la silla y abrazó con suavidad a Réamann—. Si mueres, nunca te lo perdonaré —y antes de separarse, acercó sus labios a los del peliblanco, dándole un fugaz beso antes de erguirse y retroceder con la mirada baja y los puños apretados. Y sin poder decir o hacer más sin que sus lágrimas se desbordasen, se limpió la cara con una mano y fue a ponerse en su posición.

Rin vio a Edward ¿Bromear? Con la cuerda, pero enseguida miró a Elliot cuando hizo magia - magia ninja... - concluyó con brillo en sus ojos... Pero no dijo más al escuchar de nuevo - mejor moribundo por una poción y fallar la misión que muerto por beber la segunda pensando en atrapar a Phoisa ¿Me oyes? - se puso bastante seria al decir eso antes de encaminarse a la bodega - no te arrebato la segunda porque no depende de mí, pero la mejor forma de demostrar que no quieres morir era no coger esa segunda poción.

Sabía que se estaba perdiendo información por el camino, como el hecho de que la bruja fuera también a por Stella o todas las particularidades que Réamann no era capaz de compartir. Y eso, evidentemente, sólo hacía que aumentar un nerviosismo que se relacionaba estrechamente con el hecho de no poder controlar todo. Como el saber que Réamann podría confirmar su presencia sin estar seguros de si eso funcionaba de forma bidireccional. Demasiados cabos sueltos. Demasiado peligroso.

Además, estaba el tema de las pociones que acababa de mencionar el peliblanco. Sus facciones se tensaron ante aquella posibilidad y, aunque su relación con Réamann no había sido estrecha, estuvo a punto de quitarle esas pociones. Se sintió interiormente molesto con Parfait por el sólo hecho de haberle ofrecido aquella cruel opción, pues hedía a sacrificio, uno que ni siquiera debería estar en su lista de opciones.

Seguía mirándolo ceñudo cuando se acercó a él y le pidió que cuidara de Stella, algo a lo que asintió con firmeza.

- Lo prometo. Pero tú no cometas ninguna imprudencia - respondió a su vez, obviando que todos allí la iban a cometer. Realmente, estaba odiando aquel plan, o la falta de uno.

Apartó la mirada ante el intercambio de sus dos compañeros en un gesto que pretendía darles algo de intimidad antes de mirar a Stella.

- Probablemente no verás nada desde tu posición así que si la situación se está tensando, daré un golpe con la jarra en la barra y si es momento de actuar pero con precaución, dos. ¿Vale?

Quiso ponerle una mano en el hombro y asegurarle que todo iría bien pero no las tenía todas consigo de modo que se limitó a aventurar una sonrisa

-Ajaa- dijo Hogward cuando le echaron por tierra la oportunidad de amarrar a Reamman -Si te vas a ocupar de él entonces por mi bien- si alguien quería quitarle la responsabilidad de cuidarlo, Hogward le daba la bienvenida cálidamente. De todas formas el tipo no parecía que fuera a escucharle, al menos si pasaba cualquier cosa ya no sería culpa del peliblanco o por no haberlo intentado.

Sin tener nada más que agregar tomo rumbo hacía su posición en el plan. Tal vez podría degustar un poco del alcohol del lugar antes de que todo se descontrole.

Entendía lo que Jurien y los demás trataban de gritarle pero había preguntas que necesitaba responder y no iba a arriesgar la vida del único hermano que le quedaba. Además, sabía que quizá así obtendría las respuestas que necesitaban y si había algo importante sobre ella que no conocían iba a necesitar saberlo de cara a los eventos que se avecinaban. Se mostró segura y confiada antes de mirarles. - Todo irá bien, tenéis un deber que cumplir, no se puede sacrificar todo por mi. - Afirmó antes de girarse a Varg.

- No, os quiero a la bruja y a ti cruzando primero. Tal y como habéis venido a buscarme podéis volver a hacerlo si intento escapar. Pero no os quiero ni siquiera amenazando a mis amigos, y menos cuando ya he aceptado ir. - Afirmó rotundamente, dedicándole una mirada firme y segura. 

Las palabras de Réamann sobre no estar seguro de poder controlarse o resistir, hicieron que el tabernero se enseriara por completo, pero más allá de ser por lo dicho por el caballero, era como si estuviera pensando en algo. No dijo nada y solo meditó un poco, aunque parecía poco después debatirse en algo. Luego de que el excaballero contara lo de las pociones, el tabernero no se alteró, ni sonrió… Solo guardó un respetuoso silencio.

Karma pareció notar la reacción de Stella a las noticias sobre su identidad y aunque al principio se vio algo contrariado, le sonrió con rapidez y le guiñó un ojo para luego seguir el curso de la conversación y recibir la runa de silencio – Será fácil bloquear la salida. Ya verán – y sacudió su cabello de manera autosuficiente.

Elliot siguió trepando, seguido por Rin pues Waltz insistió en ser el último por cortesía con la chica. Y así solo quedaban los adultos en la estancia. El tabernero le sonrió a Hogward y asintió. Cuando este salió, le indicó a Stella que se fuera hacia debajo de la barra por una especie de compartimento secreto corriendo unos cuantos barriles, que para cualquier persona ordinaria habrían pesado una tonelada, pero que Aed las movía como si se tratan de barriles vacíos. Era un método sencillo de asegurarte una ruta de escape cuando mover los barriles era imposible para todos, excepto para él. Hogward se ubicó en alguna parte en la taberna y Alain en la barra como un cliente, aunque Karma le tendió la capa que llevaba minutos antes y asegurando que tenía una más para él mismo. La sacó de alguna parte de su camisa y la extendió tras sacudirla para ponérsela. Aed se quedó un segundo más con Réamann dentro de la oficina para luego salir unos minutos después.

La taberna era bastante rústica y clásica, mas se veía en buenas condiciones. Las mesas eran unas diez distribuidas por todo el lugar, aunque habían un par de ellas en las esquinas del lugar; de seguro con el fin de brindar algo de privacidad para quienes quisieran hablar de “negocios”. La barra contaba con una fila de unas ocho sillas altas y la bodega donde estaban los chicos era un lugar alto en madera justo sobre la cabeza de Aed en donde estaban dos filas de barriles generando una pared natural. De seguro los chicos podrían ver sin problemas hacia abajo por las rendijas y aunque era alto para ellos, debía ser suficiente para el fornido tabernero.

Así, todos estaban en posición. Aed le entregó a Hogward un enorme vaso de hidromiel, cosecha especial suya, al igual que a Alain y a Karma. Karma se había ubicado en una de las mesas de las esquinas al lado opuesto de donde se suponía que Phoisa siempre se sentaba a reclutar seguidores y con la capa cubriendo su rostro, degustaba la bebida sin decir una palabra. No pasó mucho tiempo antes de que llegaran algunos clientes, todos con apariencia de mercenarios y bandidos… Buscando lo que parecían encargos o contratos nuevos. Pedían ronda tras ronda de lo que fuera más fuerte y aunque todos parecían dispuestos a vender su alma por monedas, ninguno parecía dispuesto siquiera a lanzar una mala mirada a Aed.

Justo a la misma hora de siempre, entró una hermosa mujer rubia con un vestido blanco sencillo que la hacía verse muy joven… Además de ese rostro inocente y delicado, su piel pálida y sonrisa jovial… Parecía ser ella, aunque estaba acompañada solo por un hombre que cubría su rostro con una capa de color negro y cuyos mechones de cabello relucían de un verde oscuro. Su rostro era el de un hombre apuesto y juvenil, aunque en sus ojos había cierta frialdad que lo hacía intimidante. Poco a poco, algunos hombres se reunían alrededor de ella: unos guiados por la lujuria, otros por la curiosidad, pero eran ahuyentados por el hombre que la acompañaba para luego dirigirse hacia una de esas mesas. Algunos más, con pintas más limpias que los primeros, parecían empezar a conversar con ella.

Justo antes de salir, Aed te hizo una señal para que lo siguieras y de la pared donde momento antes se había escabullido Stella, notaste que te señaló una piedra que quitó con bastante facilidad. Detrás de esta, había una mirilla escondida que te permitiría poder ver lo que pasaba en casi toda la taberna. Luego, te indició que lo siguieras a un segundo punto en la habitación: en este te mostró una segunda mirilla que te permitiría ver justo el punto donde él mencionó que Phoisa se sentaba siempre. Te dijo en voz baja.

- Si sientes algo al verla, dímelo por la otra mirilla. Esa da justo hacia la barra y podré escucharte solo yo - y así se marchó con una sonrisa.

Pasó el tiempo y cuando viste que Phoisa entró, tu corazón se arrugó, pero fue soportable. ¿Acaso aquel lugar te protegía o algo así?

Jurien seguía gritando y Garlan trataba de cortar tan rápido como podía el mobiliario para cruzar. De hecho, parecía que si ganabas tiempo podrían alcanzarte, pero... tal vez eso solo habría pasado en una realidad alterna donde no hubieras decidido mostrarte desafiante. La sonrisa lupina del hombre se afiló y sus ojos brillaron - Esperaba que dijeras eso - y es que su bastón nunca dejó tu pecho. Con rapidez, su bastón actuó y generó una onda de choque instantánea al momento de golpear contra tu cuerpo, haciendo que no solo sintieras que tu corazón se detenía por un momento, sino que te empujaba hacia atrás con fuerza y te hacía chocar con las sillas y mesas que podrías encontrarte en el camino.

El dolor fue tal que sentiste cómo tu consciencia se iba desvaneciendo poco a poco por el dolor y el impacto. Apenas y pudiste ver que Varg se acercaba hacia ti con paso lento mientras luchabas por no desmayarte y viste que la bruja que estaba detrás de Varg disparó, aunque tus oídos empezaban a distorsionar su percepción, por lo cual solo oíste un sordo ¡Boom! Era como estar debajo del agua y tus párpados se hacían pesados. ¿Cuánto tiempo más aguantarías?

- Por eso detesto a las princesas. Malcriadas y arrogantes que creen que todos les sirven. Ya v... - y ya no pudiste seguir escuchándole. Caíste en la oscuridad de la inconsciencia con la incertidumbre de a dónde te llevarían y qué sucedería con Jurien y Garlan. ¿Fueron asesinados acaso?

No hubo más que oscuridad. Ni siquiera tuvo tiempo para pensar, se quedo inconsciente y la oscuridad se ciñó sobre ella. Solo quería que pasasen primero para asegurarse de que no le hacían daño a los demás una vez ella hubiese cruzado, pero al final solo había conseguido fracasar, otra vez.

Estar debajo de la barra no era cómodo. Le daba un poco de claustrofobia. Además, sus nervios no ayudaban demasiado. ¿Qué pasaría si cometía un error? ¿Podría controlarse cuando viese a Phoisa? Réamann estaba en la oficina. En otras circunstancias, eso la habría tranquilizado. Pero no en ese momento. Con esas pociones en su poder, haría cualquier locura. Stella lo sabía muy bien.

Desde la pequeña rendija que tenía para ver, observó a sus compañeros con un poco de ansiedad. Aunque no podía verlos a todos muy bien; realmente solo podía ver con total claridad la mesa donde Phoisa se sentaría, así como aquella en la que Karma estaba.

¿Y si tengo que atacar? No he llegado a esa lección aún con la señora Delora, pero leí un poco sobre eso. Solo tengo que imaginar la bolita de otra forma y...

Pero en ese momento, Phoisa apareció.

¡Es ella! 

Las manos de Stella se hicieron puños. Ese joven que la acompañaba... ¿Y esa era la verdadera apariencia de Phoisa? Empezó a recordar muchas cosas que Réamann le había contado, y algo empezó a crecer dentro del pecho de la chica. La ocasión del baile, todo lo que les había hecho. Si la hacían desaparecer allí mismo, ella ya no los iba a molestar más.

Maldita bruja vieja.

Cegada por el odio, las manos de Stella se hicieron hacia el frente en el pequeño espacio. No le importó que Phoisa estuviese rodeada de gente más o menos inocentes. El odio que comenzaba a sentir Stella era algo incontrolable, algo que nunca había sentido. Un círculo mágico azul oscuro empezó a aparecer frente a sus manos.

Te voy a...

Pero había algo con lo que no contaba: nunca había siquiera intentado hacer un hechizo así, y no controlaba su poder suficiente para eso. El resultado fue predecible: el poder se acumuló en sus manos, sí. Sin embargo, de inmediato, estalló. Un estruendo se escuchó debajo de la barra. El hechizo le había estallado a Stella en la cara.

Para sus compañeros no era difícil saber que era ella la que estaba debajo de la barra. Y aunque eso por sí mismo no levantó sospechas, pero sí mucha atención, lo que sí iba a hacerlo era un agudo quejido de Stella. Sin embargo, al mismo tiempo que Stella soltó ese quejido, Karma puso el vaso de cristal ya vacío con mucha fuerza en la mesa, tosiendo de forma estruendosa inmediatamente después y cubriendo la voz de Stella.

El beso de Stella le había tomado por sorpresa y le dio ánimos a Réamann de afrontar lo que podría suceder en una misión donde las probabilidades de tener éxito no eran tan buenas. Además, aunque externamente no pareció verse afectado por los comentarios de Rin, la actitud de Alain y el desinterés de Hogward, el peliblanco sí se abatió levemente porque no lo comprendían y añadiendo para sí mismo la insatisfacción de lo que ocurrió con Parifait y Delora, o más bien de lo que no ocurrió; pero era consciente que en realidad nadie lo haría por más que hubiese otra maldición similar porque nadie era él, no había otro Réamann Lockheart que fuese maldecido por aquella bruja en particular y los sucesos venideros a tal evento, y de igual manera la hada y la bruja ya le habían ayudado lo suficiente. No se puso mal ni tampoco reclamó y no fue por tratar de estar tranquilo, sino porque su forma de ver la vida fue moldeado por bailar bastante con la muerte.

Vio cómo sus compañeros se fueron y él se quedó en la oficina, aunque se vio que, antes de cerrar la puerta, él se levantó para ir al sitio donde se había escabullido Stella sin seguirla, pues debía mantenerse a resguardo. Así, comenzó la travesía solitaria del ex-caballero. ¿Cómo podría saber lo que sucedía si es que él se quedó en la oficina? Parecía ser que solo era algo entre Aed y Réamann, lo cual era comprensible para preservar su escondite y que así Phoisa no le descubriera.

Pasado el tiempo, en cuando entró aquella hermosa joven rubia escoltada, Aed atendía a un cliente que le estaba pidiendo una bebida fuerte mientras limpiaba un tarro de cristal usando un paño para el interior del recipiente y sin verla, por menos de un segundo dejó de limpiar para después retomar aquél acto limpio que pareció concordar con que el cliente le hablaba a alguien de al lado retándolo a beber. Posiblemente el tabernero se interrumpió por esa subida de tono, pero de todas maneras sus ojos buscaron a Hogward y asintió a la par que ese mismo borracho terminaba de pedir algo. Aquella mujer y su acompañante fueron los únicos que habían entrado. ¿Esa era la señal?

Detrás de las paredes y sin que pudiese ser visto, Réamann tenía una mano sobre su pecho mientras tenía su ceño fruncido debido a que él reconoció que se trataba de Phoisa. En cuanto la vio, le avisó a Aed a través de una mirilla donde podía ver casi toda la taberna y para evitar empeorar su dolor, se limitó a decirle al enorme hada...

-Me duele...-y con eso fue el indicativo para el tabernero. 

Afortunadamente, el dolor no lo imposibilitaría y le proporcionaba un gran alivio, pero aún así continuó observando por si necesitaban su ayuda. No reconoció a su acompañante y no sabía si sentirse aliviado o preocupado, pues esperaba a ver a alguien más. De todas maneras preparó una bomba de parálisis y una somnífera, pues una de humo no ayudaría en un espacio cerrado y estaba dispuesto a salir para auxiliar arrojando eso; por otro lado, dejó dos de las pociones que le dio Parfait guardadas al lado de la trampilla por donde se fue Stella y se quedó él con una, esperando no necesitarla a la vez que su espada estaba guardada en su funda.

De súbito, escuchó el estruendo y reconoció que el sonido provino de donde debería estar Stella. La preocupación invadió su pecho temiendo más por la chica que el resultado de su plan. Rápidamente y, sin pensarlo debidamente, sacó una bomba que pensó era de parálisis y la lanzó a la mirilla que usaba para observar y comunicarse con Aed; pero... ésta se golpeó con la pared y salió liberada una gran pantalla de humo que invadió el cuarto en su totalidad.

Por otro lado, el hada enserió su mirada y se preparó por si debía lanzarse al combate aunque era casi seguro que eso pasaría, centrándose en los más peligrosos y presumiblemente al guardia de Phoisa sabiendo que tal vez ésta se alertaría por lo que pasó con Stella; pero entonces se pudo ver que comenzó a salir humo proveniente de las ranuras de la entrada de la oficina y la puerta se abrió de golpe para que se viese cómo salía una gran cantidad de nube negra que recorría la estancia y alguien cayendo de rodillas en el umbral tosiendo profusamente mientras tenía una mano en su pecho.

Hogaward recibió la bebida que le dio Aed dando un asentimiento de cabeza a modo de agradecimiento. Para empezar dio un buen trago a su bebida. Estaba nervioso, movía un pie de arriba abajo de manera acelerada, sin poder ocultar su ansiedad. No quería estar aquí, no quería encontrarse con Phoisa y mucho menos acercarse a ella.-Aaah ¿Qué hacer? ¿Qué hacer?- pensaba mientras veía las puertas de la taberna. Una parte de él quería salir del lugar, huir y olvidarse de todo este asunto. ¿Por que tenía que arriesgarse a que lo volvieran a maldecir o algo peor por el capricho de una bruja? Sin embargo, otra parte de él lo obligaba a mantenerse pegado a su silla sin poder levantarse y solo observar a la entrada ¿Por que no podía irse? Esa pregunta fastidiaba a Hogward desde lo mas profundo de su ser. Saber que irse era la mejor decisión para su seguridad, pero por alguna razón no poder hacerlo, lo sacaba de sus casillas. 

Su cabeza era un caos de pensamientos y opiniones, por lo que tomó otro gran tragode hidromiel para tratar de apagar su cerebro inquieto y puede que un poco de su racionalidad. Sin embargo, cuando iba en medió de este, un deslumbrante mujer rubia entro al lugar. Su belleza atrajo la mirada de muchos presentes. La mujer, junto con su acompañante, se vieron pronto rodeados por un gran numero de hombres que buscaban entablar conversación...y puede que algo más. No obstante, fueron ahuyentados rápidamente por el acompañante de la mujer. -Tiene que esa ¿no? Osea no me jodas ¿Qué clase de ciego tienes que ser para no darte cuenta de que es alguien importante?- se dijo Hogawrd mientras trataba de escudriñar la apariencia de la recién llegada para conectarla con la imagen que habían descrito sus compañero. -Por favor que no se ella, por favor que no lo sea-  aún así el peliblanco rezaba para que fuese cualquier otra persona tratando de ganar mas tiempo, mas tiempo de vida tal vez.

El corazón se le subió a la garganta cuando Aed le miró, sin lugar a dudas la persona que todo el mundo buscaba era ella. Phoisa, una bruja, una bruja muy poderosa que podía matarlo con facilidad si se lo proponía.  Ya no había tiempo, era ella y ahora él tenia que actuar. -No quiero.... NO QUIEROOOOO- gritaba en su mente el joven mientras se preparaba para levantarse. Se maldijo a si mismo por lo que estaba a punto de hacer -¿¡Por que la idiotez es tan contagiosa!?- se preguntó a si mismo mientras se levantaba de su asiento.

Ahora ¿Cómo acercarse? No podía aproximarse así como así, tenía que trazar un plan y....¿O tal vez no? Tal vez el alcohol ya le estaba afectando, pero si de todas maneras se iba a meter a la boca del lobo ¿Por que no hacerlo con estilo? Terminandose de un trago lo que le quedaba de bebida y cogiendo otra vaso de la barra sin importarle de quien era, empezó a caminar hacia el grupo de los recién llegados con una sonrisa confiada. O lo que pensaba que era una.

Las piernas le temblaban con cada paso que daba, sin embargo, lo disimuló con el andar de alguien algo pasado de alcohol. -Heey ¿Qué hay compañeros?- saludó cuando llego junto al grupito sin dar tiempo de que se quejaran o votaran del lugar-Oí que estaban buscando personas para alguna clase de trabajo- sus manos se estremecían haciendo que el contenido de su vaso se tambalease casi salpicando alrededor. Para evitar que se notara, Hogawrd puso con algo de fuerza su vaso sobre la mesa del grupo, como diciendo "Aquí me voy a quedar". -Si es así me gustaría participar con gusto- dijo viendo a la mujer -¿Q..que clase de ayuda necesita una mujer tan hermosa como usted?- preguntó con una sonrisa -ALGUIEN MATEMEEEEEEE- gritaba en su interior cuando no podía evitar tartarmudear. -Creo que podrí..- estaba por seguir cuando un estruendo se escucho en la barra. Aun sonriendo Hogawrd casi sentir un sudor frio recorriendole la sien. Cuando volteó a ver casi se podía escuchar un sonido de metal oxidado de su cuello al rotar. Lo peor que podía haber ocurrido, lo peor de lo peor, lo peor de lo peor de lo peor. Un estruendo de lo mas alertador había ocurrido en la barra y de la oficina había empezado a salir humo mientras una silueta la mar de conocida se podía apreciar saliendo de esta agarrandose el pecho de dolor

-¡Maldicion Reamman solo tenias que hacer una cosa UNA SOLA COSA Y ERA QUEDARTE QUIETECITOOOOOOO!!!- Hogward grito mentalmente en pánico tratando de pensar en que hacer. Aún no había dado la señal pero si Phoisa veía a Reamman se tendrían que despedir del factor sorpresa. -¿Qué hago, qué hago, qué hago, qué hago?- el cerebro de Hogward trabajó a mil por hora en esos pequeños segundos de sorpresa -AAAAAAH AL DEMONIO CON TODO- sin saber que mas hacer, el peliblanco fingió retroceder y tropezar por sorpresa a la explosión. -¡Wooaah!- exclamó con voz alta, esperando que no sea exagerada, mientras que, tropezando lo mas grácilmente que pudo, cayó, empujando el hombro de la mujer rubia y dejando caer por "accidente" algo junto a los acompañantes, una bomba de paralizadora. Rápidamente trató de levantase alejandose un poco del grupito rezando por que los demás hayan captado la señal.

Para Alain, tantas cosas habían podido salir mal desde el principio. Tantas que escapaban a su control, tantas que fallaban de falta de premeditación u elaboración, de información cogida por los pelos y de una visión superficial de algo que tenía más profundidad que la sima más profunda de los océanos. Tantas cosas... y, sin embargo, no había contado con que todos los peros y problemas provendrían de sus compañeros, que serían ellos los que ahogarían con cubos de aguas las tenues ascuas de su salvación.

Ya empezando por la actuación de Hogward, que le parecía terriblemente forzada, empezó a sospechar de lo mucho que se iban a torcer sus planes. Intercambió una mirada con Aed, la suya con cierta resignación en el rostro mientras le daba un sorbo a su jarra. De todos modos, aquello aún era salvable. Si Phoisa decidía actuar contra el peliblanco por esa mala actuación, tendrían su detonante.

Lo que no esperaba era la explosión que sobrevino después y el quejido claramente proveniente de Stella que hizo que sus cejas se alzaran en expresión incrédula mientras sus ojos buscaban de nuevo los del tabernero, que parecía de lejos mucho más tranquilo que él. Además, la forma en que Karma había salvado la situación también le parecía sobreactuada y, por tanto, sospechosa.

Si la desesperación había empezado a adueñarse de él en aquel instante tan sólo fue a peor cuando empezó a salir humo de la oficina, logrando que parpadeara hasta tres veces con total irritación mientras se preguntaba cómo tres personas podían decidir por propia voluntad enviar al traste un plan del cual dependían vidas. Porque si luego alguien moría y le venían llorando diciendo que había sido por su culpa, diría que efectivamente, así había sido.

Y ya para terminar, Hogward había decidido dar por terminara aquella situación insalvable tropezando y echando una bomba paralizante hacia el lugar. Hizo chirriar los dientes con total frustración antes de dejar la jarra sobre la mesa con fuerza, levantándose del taburete que ocupaba para ponerse en pie en el acto.

No pudo ver demasiado lo que sucedía. De algún modo, todo estaba lleno de humo y cargado por el sonido de gritos y pies corriendo por el lugar. Algo estaban haciendo Rin, Elliot y Walter que parecían estarse encargando de generar aún más caos en el lugar. Además, Aed había salido de su lugar tras la barra para ir en busca de Réamann, imponiendo su mole al maldito.

Lo que si vio, entre medio del humo, fue a aquel supuesto caballero dirigirse hacia el lugar que ocultaba a Stella, como si de algún modo hubiera podido deducir su presencia en aquel lugar. Casi parecía que supiera exactamente dónde estaba. Se lanzó hacia él y antes de que tuviera tiempo de llegar, vio como la espada se hundía en el respiradero donde, sabía, la joven había estado observando todo.

El corazón se le paró por un instante mientras la ira se desvanecía de su interior, quedándose bloqueado al ver la escena del caballero extrayendo la espada del lugar. Una espada limpia, sin sangre. Y, como si aquella fuera la señal, algo se desató en su interior y se lanzó sobre él, espada en mano.

Aquella no fue una pelea justa. El hombre debía ser un espadachín de los más diestros pero él cogió toda su frustración y la dirigió en aquel certero y traicionero estoque por la espalda que le atravesó de abajo arriba, desde los riñones, con un espeluznante sonido húmedo.

Pero si lo que había reinado hasta entonces era el caos, la muerte de aquel hombre desató los subsiguientes horrores.