Partida Rol por web

The Marchen, habitación de Réamann. Dos días después del incidente en Caelfall.

Aunque Stella no siempre le llevara la comida, su agradecimiento era sincero por haberse tomado las molestias de haberlo hecho. Después haría lo mismo con los demás que hubiesen realizado tal labor, pues aunque podría darse una idea de quiénes pudiesen ser no lo daría por sentado. 

Debido a la posición que había tomado el peliblanco, daba espacio suficiente para que la chica tomase asiento si es que quería compartir el espacio con él. Mientras esperaba respuesta, Réamannn observaba la comida que le habían traído y cuando la chica tardó en hablar, volteó a verla sin decirle algo en relación a su silencio, tal vez intuyendo que si estaba así era porque le costaba expresarse o simplemente no le importaba.

-¿Segura que estás bien?-volvió a preguntar deteniendo su mirada en las mejillas. Se levantó con lentitud, esforzándose en hacerlo sin siquiera quejarse. Cuando por fin estuvo de pie, dio unos pasos sin caerse y, sin previo aviso, puso su mano sobre la frente de Stella, manteniéndose así por unos momentos hasta que suspiró y y regresó a la cama, dejándose caer para sentarse-. No tienes fiebre, bien. Y yo... -desvió su mirada a un lado, perdiendo el brillo en su mirada-. He estado mejor-a la mención de lo último, el chico volteó a verla con un semblante completamente aburrido-. ¿Segura que les hago falta?

Parpadeó, dando la sensación de verse incrédulo. 

The Marchen, habitación de Réamann. Dos días después del incidente en Caelfall.

Stella se mantuvo mirando sus manos, aún después de hablar. Se encontraba un poco nerviosa y, por sus mismos nervios, no procesó de inmediato lo que Réamann le preguntó. No hasta que lo tuvo frente a ella, para luego tocar su frente. Stella abrió los ojos y se quedó con sus labios un poco separados.

―Y-y-y-y-y-y-yo... ―aunque al final no pudo decir nada. Volvió a sellar sus labios cuando Réamann volvió a sentarse y dejó escapar aire con fuerza por la nariz. Tragó saliva y, muy nerviosa, miró a Réamann cuando este comenzó a hablar. Sus nervios bajaron un poco al ver la carencia de brillo en la mirada de Réamann; su desánimo en sí mismo. Sin embargo, cuando se volvió a mirarla de nuevo, haciendo aquella pregunta, algo de los nervios que Stella tenía, volvieron. Rápidamente le quitó la mirada y asintió―. S-sí ―empezó a jugar con sus dedos―. No sé cómo es para los demás..., pero yo siento que... q-que falta algo muy importante... ―se ruborizó un poco más al decir eso― Quiero decir... Tu rol es muy importante y... Y... Y... por eso es importante. Lo entiendes, ¿no? Por eso... debes mejorarte pronto. Sino... ¡n-no te prepararé más comida!

Media mañana. Calles de la ciudad

Desde luego, Fiorella conseguía sorprenderlo al estar tan dispuesta a ver su lado bueno. Resultaba extraño, pero no de un modo negativo sino de uno positivo al que no estaba acostumbrado en el cruel y sagaz mundo de los negocios en el cual la compasión no tenía cabida.

Aunque no pudiera estar de acuerdo con sus palabras, aunque su estado anímico fuera más bien lúgubre y la culpa le reconcomiera en más de un sentido, de algún modo aquella chica había logrado atravesar alguna de sus barreras naturales.

- Gracias por esta conversación - acabó por decir, antes de emprender la marcha, aún sin perder la expresión pensativa -. Soy de los que piensan que un favor por un favor - a pesar de sus palabras crudas, cuando le dirigió la mirada lo hizo con una sonrisa amistosa -, así que si necesitas ayuda o hablar de lo que quieras, aquí estaré.

The Marchen, habitación de Réamann. Dos días después del incidente en Caelfall.

Réamann parecía no entender por qué Stella se comportaba de esa manera tan nerviosa. Sin embargo, no soltó ningún comentario alusivo a ello y solo permaneció en silencio escuchando lo que la chica le decía. Sus ojos se abrieron un poco y así se mantuvo hasta que bajó la mirada y soltó un pequeño suspiro... ¿Estaba sonriendo? Sí, lo estaba, pero era una muy fina y pequeña.

-Limpiar mesas y atender a clientes lleva su complicación-comentó para luego desaparecer esa curva de sus labios y llevarse una mano  a su cabello para que sus dedos se entremezclaran con su cabellera desde su frente hasta la nuca, como si se estuviese peinando. Al menos sus hebras blancas ya tenían cierto orden sin estar tan alborotados por haber estado acostado-. Si no me preparas comida, puedo sobrevivir-levantó el pulgar y con su rostro completamente indiferente, era un comentario que podría malinterpretarse-. Pero mejor no me arriesgo. Algunas plantas en el bosque pueden confundirse con venenosas, como las bayas. No comas si son de color blanco, amarillo o verde o que tengan savia lechosa-eso lo decía sin dar tono de advertencia, como una plática normal de supervivencia.

Sin decir nada más, Réamann probó un poco de la comida que trajeron y... comenzó a comer sin parar. Llegó un momento en que se detuvo y bebió rápidamente lo que le trajeron. Comió tanto y en poco tiempo que casi se ahogaba.

-¿Comerás algo también?-preguntó luego de recuperar el aliento. 

The Marchen, habitación de Réamann. Dos días después del incidente en Caelfall.

La pequeña sonrisa de Réamann fue una victoria personal para Stella. No creía haberlo visto sonreír mucho, siquiera, ¿lo había hecho? Eso la cautivó, así como verlo pasarse la mano por el cabello. Tuvo que apartar su mirada de inmediato, su corazón se aceleró de repente. Eso duró poco.

Por un momento, Stella sintió que se enfadaría por la respuesta grosera del peliblanco. Sin embargo, quedó claramente desencajada al, inmediatamente, escuchar una breve clase sobre plantas venenosas. El rubor bajó de golpe en el rostro de Stella y, si se tratase de una caricatura, un signo de interrogación estaría plasmado en el rostro de la chica.

―Comeré pronto ―contestó Stella, notablemente mucho menos nerviosa. Ya estaba aprendiendo a lidiar con la falta de expresividad de Réamann y a leer cuando podía decir una cosa en serio y no; aunque realmente nunca podía estar del todo segura. De todas formas, eso la había ayudado a relajarse―. Todavía no tengo tanta hambre.

Y, con eso, la conversación se estancaba..., aunque no por mucho. Apenas el silencio duró unos segundos cuando Stella, sin mirar a Réamann, sacó, sin darse cuenta, a flote un tema que había estado rondando por su mente durante dos días.

―Sabes muchas cosas... En verdad pareces un caballero... ―al darse cuenta de lo que había dicho, miró a Réamann y levantó sus manos― L-lo siento. No es lo que quise decir. Es solo que lo que dijo Garlan... perdón.

The Marchen. Habitación de Parfait. Dos días después del incidente en Caelfall

Los días habían pasado calmos, tranquilos. Aunque había varios heridos, todos estaban fuera de peligro, incluso Waltz y aquella chica que Alain había traído consigo. Parfait, sin embargo, seguía descansando. Si te acercabas a Delora, te diría que estaba bien, pero que prefería seguir en su habitación, lo cual no era muy alentador dadas las circunstancias. A pesar de todo, estaba aquel sentimiento de gratitud, pero más que nada de responsabilidad. Parfait cuidaba de todos, así que no era tan descabellado preocuparse por ella, ¿no?

Tal vez algo de comer o de beber podría animarla y ayudarle a recuperarse pronto y tras haber recibido la autorización de Delora, podrías visitar a Parfait, quien se encontraba despierta.

The Marchen. Habitación de Parfait. Dos días después del incidente en Caelfall

Hacía poco que Stella se había levantado. Se levantó con una clara determinación: quería hablar con Parfait. Estaba agradecida con ella y, por sobre todo, muy preocupada. 

Después de recibir el permiso de Delora, esa mañana, de forma tosca, le pidió a Annice que le permitiese preparar algo especial para Parfait, de forma que ella se encargase del desayuno de los demás. La verdad, era que Stella se sentía mal de tratar así a su compañera de cocina, pero desde que le había hecho pasar por aquello días atrás, no podía relacionarse con ella de otra forma. No quería hacerle daño. Tampoco quería que la odiara, Annice le agradaba. Sin embargo, esto era algo que no se podía descartar, dado el trato para con ella.

Luego de preparar un desayuno ligero, donde las frutas eran lo que más predominaban, hizo algo de té y lo puso junto a un vaso de agua sobre la bandeja. Asintiendo, satisfecha por su trabajo, subió por las escaleras de la taberna, un poco nerviosa.

Al estar frente a la puerta de Parfait, Stella titubeó un poco, pero al final, toco un par de veces la puerta con delicadeza.

―¿Señora... Parfait? ¿Tiene hambre? Le he traído algo.

The Marchen. Habitación de Parfait. Dos días después del incidente en Caelfall

Annice parecía no acostumbrarse del todo a ese trato que le dabas. Después de todo, la chica era bastante amable, así que aquello la golpeaba un poco. A pesar de ello, trataba de siempre ser amable. Sabías por Delora que ella estaba al tanto de la naturaleza de tu maldición, por lo que parecía tratar de tomárselo con calma, pero era natural que se encontrara contrariada por ello.

Preparaste todo y esta te dio libertad mientras se encargaba del desayuno de los demás. Subiste a su habitación, que quedaba en el segundo piso al fondo y notaste que su puerta estaba cerrada. Al escucharte, la voz de Parfait tardó solo un poco en resonar a través de esta - Hola, Stella. Gracias. Pasa - y cuando hiciste el ademán de abrir la puerta, notaste que no tenía seguro. Tal vez era la primera vez que entrabas a su habitación, pero era diferente a las demás. Era más iluminada, un poco más grande y con unos colores pastel, reflejo de la personalidad de su dueña.

Al entrar, la descubriste en cama con un libro entre sus manos. Si lo veías más de cerca, pudiste notar que se trataba de un libro de cuentos de hadas. Tal vez lo hacía por entretención, o quién sabe. Parfait cerró el libro apenas te vio y te sonrió. Se veía con mejor semblante, aunque aún parecía un poco decaída.

- Buenos días y gracias. ¿Cómo te encuentras? - y miró tu mejilla.

The Marchen. Habitación de Parfait. Dos días después del incidente en Caelfall

Un poco nerviosa, pero estando ya en el barco, haló la perilla y abrió con cuidado la puerta de Parfait. No pudo menos que maravillarse al ver lo bonito que era el cuarto. De alguna forma, aunque le pareció muy bonito, no le sorprendió; en su cabeza, Stella no creía que pudiese ser de otra forma. La habitación era muy... Parfait.

―Con permiso... ―dijo, con algo de timidez, cerrando la puerta tras de sí.

Con Parfait nunca se había sentido incómoda, fenómeno extraño. Quizá era por el aire que el hada emanaba, pero sentía como si pudiese contarle cualquier cosa a ella. En poco tiempo, la tenía en muy alta estima. Por eso se preocupó mucho al verlo que había sucedido el día del incidente.

―No debería preocuparse por alguien más cuando usted está convaleciente, señora Parfait ―suspirando, se acercó al hada y, con cuidado, puso la bandeja sobre su cama―. Esto no fue más que un pequeño rasguño ―respondió, con respecto a la cortada en su mejilla. Tenía puesta una curita. De hecho, realmente la herida había sido más profunda que un simple rasguño, pero Stella no le daba mayor importancia―, no creo que deje marca ―y le sonrió al hada, dando unos pasos hacia atrás―. Me alegra ver que usted está mejor ―suspiró―. Me preocupé mucho. Por eso me alegró que hoy la señora Delora me diese permiso de verla ―por alguna razón, con Parfait no se sentía cohibida a ser completamente sincera. En verdad sentía un gran aprecio por el hada.

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Se rió un tanto divertida ante tu reprimenda. Parece ser que le entraba en gracia lo que le decías - Es una costumbre ya bastante arraigada. Eso es todo - y sonrió.

Miró la comida y se vio complacida - Te tomaste muchas molestias. Te lo agradezco - y se dispuso a tomar lo que le correspondiera para poder seguirte escuchando. Miró la cortada y negó.

- Sé que no lo fue, pero sé que eres fuerte, así que no me preocupa eso -.

Hablaste de Delora y Parfait sonrió nuevamente - Creo que se enojaría si te escucha decirle señora. Tal vez si solo le dices Delora es mejor - rió para luego agregar -, y lamento haberte preocupado. Como te dije cuando nos conocimos, mi salud es frágil y abrir un portal requiere una gran cantidad de poder mágico. De hecho, solo unos pocos pueden alcanzar esa maestría. Waltz es uno de esos - y pareció caer en cuenta de algo -. Lo siento, no sé si él se molestará por lo que dijera, pero sé que tú puedes llegar a ser una gran bruja. Tu madre lo era - y sonrió con calidez para volver a su comida y probarla. Se nota que lo disfrutaba pues comía con mucha gana.

- ¿Cómo está Réamann? -.

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Le sonrió a Parfait por su agradecimiento. Verla bien era más que suficiente para Stella. Con respecto a la cortada... Stella se quedó en silencio. No era algo a lo que debiesen darle más vueltas, ella estaba bien. Además, lo que diría Parfait después, sorprendería y divertiría a Stella por partes iguales.

"Es imposible que la llame solo por su nombre. ¡No podría!", fue lo que Stella pensó, al escuchar a Parfait. Sin embargo, no lo manifestó. Parfait había empezado a hablar de algo importante y Stella no quiso perder detalle. Lo que no esperaba, era enterarse aquello sobre Waltz. Si él era capaz de usar magia... ¿Era entonces un... brujo? Se mostró sorprendida por tal revelación, aunque más aún por lo que Parfait había dicho sobre su madre.

―¿Yo...? ¿Mi madre? ¿Usted...? ―no podía negar que escuchar eso le hacía mucha ilusión, mucho más viniendo de ella. Al enterarse de que también podía ser, eventualmente, una bruja, Stella entró en un hándicap. No sabía si podía estar alegre por ello. Sin embargo, después de ver a Delora en acción... algo en su interior despertó. A pesar de que quería preguntar sobre su madre, Parfait preguntó por Réamann. 

―Creo que está bien. Ha estado durmiendo mucho. Las veces que he ido a su habitación, solo lo he conseguido dormido ―la chica se entristeció un poco al decir eso―. Tuve... mucho miedo por él.

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Parfait parecía divertirse al ver tus expresiones y gestos. Mucho más al ver cómo reaccionaste con lo que dijo sobre su madre. Sonrió con algo de ternura y agregó - No lo habrás olvidado, ¿verdad? Los mestizos de brujos despiertan su magia al cumplir los dieciocho años. A pesar de eso, tu maldición no te permite manifestarlos, pero es posible que empieces a experimentar cosas que no puedes explicar. Y sí, tu madre era una bruja muy buena. Se especializó en cómo ayudar a otros con su magia. Por cierto, ¿tus hermanos han manifestado algo? -.

Escuchó lo que dijiste de Réamann y su semblante cambió a uno preocupado - Ese chico... Aunque no lo culpo. Para alguien como él, es difícil la situación que vive. Pero es una fortuna que te tenga a su lado para apoyarlo - y rió.

- Sé que quieres preguntar varias cosas. ¿Qué sucede? - y sonrió comprensiva.

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No lo había olvidado. Desde ese entonces, no había podido hacerlo. No era algo que pudiese salir fácilmente de su cabeza, suponiendo lo importante que era para la chica. Después de todo, ese era el legado de su madre. Sin embargo, no sabía de ese lado de su madre, ni tampoco que hubiese conocido a Parfait. Su madre... Stella se llevó ambas manos al pecho, sintiendo algo de melancolía al pensar en ella. Nunca la había conocido y, a pesar de eso, antes le solían decir que se parecía mucho a ella. Quería saber muchas más cosas sobre su madre.

―No sabría decirlo con certeza ―respondió a la pregunta de Parfait, sobre sus hermanos―. Si lo hicieron, nunca me lo dijeron, así como nunca me dijeron sobre mi madre.

Lo que había dicho Parfait sobre Réamann la avergonzó un poco. Ella lo apoyaba..., pero no era la única que lo hacía, ¿no? Al final, no decidió ahondar en ese tema. Quizá viendo la curiosidad que mostraba Stella, Parfait se ofreció a saciarla. 

―Sí, hay... una. Señora Parfait, usted... conoció a mi madre, ¿no es así? ―estaba algo triste, pero no dejó de mirar en ningún momento a Parfait― ¿Podría contarme un poco más sobre ella?

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Stella se encontraba algo sentimental, al parecer - Bueno, es posible que tus hermanos sí haya visto algo, pero no le hayan prestado demasiada atención. Por ejemplo, ¿te viste afectada por la magia de los tambores? - y esperó tu respuesta, aunque ya parecía conocerla con antelación.

Aunque se sorprendió por la pregunta sobre tu madre, no se extrañó y sonrió. Asintió con la cabeza y prosiguió - Verás, Eloise era una joven bruja que soñaba con tener su propia clínica. Era una fiel seguidora de Hyldir antes de... Bueno, antes de que perdiera la cabeza - y miró el libro que había estado leyendo.

- Ella era carismática y gentil, así que era inevitable que tu padre se enamorara de ella. De hecho, contaba con muchos pretendientes. Muchos fingían enfermarse para verla - y rió -. Pero cuando la cacería empezó, vio la necesidad de esconderse al haber rechazado las acciones de Hyldir. Tu padre conocía su naturaleza, pero tal vez nunca se los compartió a sus hijos para protegerla y protegerlos. Aunque realmente tienes mucho de ella - sonrió.

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¿Era posible eso? De Conall, se lo esperaba, pero de su hermano mayor... 

―Ahora que lo dice... ―Stella rememoró por un momento su llegada a Caelfall. Los tambores sonaban y Alain y Fiorella estaban atrapados en medio de... La pelinegra se ruborizó inevitablemente al recordar lo que había visto― No. En verdad... no ―repitió, entendiendo qué era lo que quería decir Parfait con "cosas que no puedes explicar". Aunque rápidamente dejó de pensar en eso, Parfait le empezó a contar más sobre su madre.

Escuchó el breve relato en el que estaba inmerso el sueño de su madre y la forma en que ella y su padre se habían conocido. Que Parfait también le dijese que tenía mucho de ella, la hizo sentir, de alguna forma, feliz. Al mismo tiempo, también sentía algo de tristeza, pero no ganas de llorar. Nunca conoció a su madre, así que no podría extrañarla realmente, solo anhelar saber más del ser que le había dado a luz.

―Mi madre ayudaba a la gente... ―se dijo, para sí misma, intentando hacerse una imagen de Eloise. Intentó visualizarla, una linda chica de cabello negro... No, aún no era suficiente; ni siquiera podía imaginarse cómo era su rostro― Le agradezco, Señora Parfait, por haberse molestado en responder a mi pregunta. Creo que... me alegra saber un poco más sobre quién era mi madre.

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Al ver cómo te sonrosabas, Parfait lucía preocupada - ¿Estás bien, Stella? - y tocó tu rostro como acto reflejo -. Bueno, al menos no es fiebre. No queremos otro enfermo por aquí - rió.

Asintió ante lo que decías de Eloise y respetó tus cavilaciones. No sentía autoridad de interrumpirte cuando parecías tan absorta en ti misma. En cambio, siguió comiendo con gusto para darte tiempo. En el momento en que le agradeciste, dijo - Me alegra poder ser de ayuda. Imagino que debe ser difícil que te hablen de ella sin haberla conocido, pero de seguro su cariño quedó aquí - y señaló tu frente -, y aquí - y señaló tu pecho donde debería estar el corazón -. Ese tipo de marcas son imborrables, y lo que eres es una prueba de su existencia. Es bueno saber que tu maldición no te ha quitado eso. No todos tienen esa suerte - su mirada se tornó algo melancólica.

Pareció recordar algo y te dijo emocionada - Tal vez Delora pueda entrenarte cuando recuperes tu magia. ¿Qué dices? -.

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Stella se embarazó un poco de que Parfait le hubiese tocado el rostro, pero no era algo que le desagradase. Negó con la cabeza a la pelirosa, sonriéndole un poco.

Con sus siguientes palabras, Stella se quedó un poco pensativa. Se miró la mano que tenía sobre el pecho después de que Parfait dijese eso. ¿Era así, en verdad? Ciertamente era difícil escuchar hablar de alguien que no habías conocido, saber que te pareces a ella, sin siquiera haberla visto una vez. Era una prueba de su existencia, pero... No, no se atrevió a decir algo más al respecto.

―¿La señora Delora...? ―lo último dicho por Parfait, la había distraído de sus otros pensamientos. ¿Ser entrenada por ella? Los ojos de Stella brillaron un poco, tanto como su sonrisa― ¿Lo dice en serio, señora Parfait? ¡Me encantaría! ¡La señora Delora y usted son tan geniales! ¡Me gustaría ser tan genial como ustedes, y ayudar a la gente! ―oh, lo había dicho.

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Parfait parecía notar que estabas meditando, así que una vez más no intervino. Solo te miró con una sonrisa y respetó ese espacio que estabas teniendo contigo misma.

Asintió al escucharte mencionar a Delora. Rió - No es nada, aunque ser la portadora del cristal Lucis tiene sus ventajas -.

Apenas expresaste aquel deseo, fuera de forma consciente o no, Parfait sonrió enternecida - Eso estaría bien. Estamos en tiempos difíciles, pero de seguro podrás cumplir tu sueño algún día - no era secreto para nadie que las brujas simpatizantes de Hyldir estaban actuando.

- Y sé que Delora estará encantada de enseñarte. No lo dice mucho, pero se preocupa mucho por todos -.

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Era verdad, Parfait era la portadora del cristal Lucis. Ella no sabía lo que era..., ¡pero probablemente eso era lo que la hacía más genial! Aunque sin eso, Stella estaba segura de que Parfait seguiría siendo genial.

―¡Muchas gracias, señora Parfait! ―estaba muy agradecida por saber que algún día podría ser entrenada por Delora. ¡Eso le daban muchas más ganas de deshacer su maldición! Ahora no le quedaban muchas más dudas; su admiración por esas dos chicas había subido mucho más― ¡Perdóneme por molestarla con estas cosas! ―aunque se estaba disculpando, no podía dejar de sonreír, muy emocionada― Me retiraré para que pueda comer tranquila ―le hizo una pequeña reverencia―. ¡Gracias!

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- No debes disculparte. Antes disculpa las molestias - aunque reía divertida de verte tan feliz.

Entonces, te retiraste y miró su bandeja, a la cual le faltaba la mitad del contenido - Es cierto, lo había olvidado. Pero gracias a ti por tomarte tantas molestias - sonrió.

Con ello cerraste la puerta y te marchaste. Aquella ilusión por la expectativa era bonita. Aunque había algo curioso... Tu madre era seguidora de Hyldir. ¿Sería por eso que la maldición había recaído sobre ti?