Partida Rol por web

-Como usted desee, señorita Swain.

Un par de horas más tarde aparece sobre tu cama un elegante vestido negro de cuerpo entero abierto por la espalda hasta la cintura. Te tomas tu tiempo para vestirte mientras el cuervo no para de revolotear por la habitación. Cuando se acerca la hora del evento tocan ligeramente en tu puerta.

-Señorita Swain, el coche está preparado. Cuando usted quiera podemos marcharnos.

La noche te sorprende mientras continuas con tu caminar nocturno por la ciudad. Ha vuelto a empezar a nevar, aunque sólo ligeramente. Todavía mantienes fresca en la memoria el extraño atraco del que fuiste testigo cuando escuchas sirenas de policía.

Dos coches patrulla giran la esquina a toda velocidad con las luces encendidas lanzando destellos. Parece que persiguen a alguien que se está desplazando por los tejados de los edificios dado que uno de los agentes apunta con su dedo en esa dirección. Esa era Nueva York, si se paseaba con la suficiente asiduidad por sus calles uno podía ser testigo de cualquier cosa.

Por curiosidad sigues la dirección que indicaba uno de los agentes y te parece ver una silueta que salta de un edificio a otro aprovechando la estrechez de sus callejones. Sin embargo, al fijarte mejor, ves que el supuesto delincuente es seguido por otra forma, más musculosa y que parece volar con algún tipo de alas.

-¡Vaya! ese tipo aun se tiene en pie, es duro de roer, aunque se le ve herido por el golpe-

-¡DETENTE! ¡no podras escapar criatura, rindete y no sufriras daño alguno!

Steven acciono los propulsores de la armadura y se apresuro a perseguir al metahumano en fuga.

¿Una joyería? No me había enterado de nada... Dylan estaba en un aprieto, su deber le reclamaba en el lugar de los hechos, pero no podía llamar la atención tan fuertemente diciendo que se debía ir repentinamente. En lugar de eso pidió algo de beber, la joyería ya había sido robada y la investigación podría esperar unos minutos mientras se preparaba una buena coartada. ¿Que mutante ha sido esta vez? Pregunta mientras da un par de sorbos a una cerveza, sorbos largos, con tal de agotar la bebida cuanto antes. 

Un bonito local. Tapadera, por supuesto. Para variar.

El gusano dijo que en la puerta trasera. La que da a la cocina. Muy bien, pues iré y llamaré amablemente. Activo el modo de combate mientras rodeo el restaurante, buscando la puerta trasera, para dar unos suaves golpecitos en ella para que me abran. 

Suaves los primeros. Si se portan mal tendré que arrancarla de cuajo.

Temo que hoy la nieve se machará de rojo. Como ocurre a menudo en mi país. Pero esta vez, la sangre será la marca que indica que existe una vacuna.

Mientras conversaba con la joven, la cual estaba bastante participativa en la conversación; le miraba directamente a los ojos, para que se viera como si estuviera muy interesado y en cosa de milésima de segundos aplique mi poder sobre esta.

Pronto se vio abrumada de exaltación, dejando ver, sin reservas, su admiración por mi persona, cambiando dramáticamente la situación por la que había pasado momentos antes, cuando esta me entrevistaba.

Luego de muchos alagos de la misma, le solicite ir a un espacio mas discreto; una vez allí, con mucha disimulación le solicitaba información sobre posibles clientes, entre ellos el señor Luca Belmonte y sus actuaciones mas reconocidas en estos últimos tiempos, así como las posibles pretensiones que se sabrían de boca a boca por la ciudad.

Volvió a asentir (más bien un asentimiento corporal, de la clase que los demás no notan) y dejó que se fuera mientras barajaba que esto iba a ser mucho más rápido de lo que pensaba. Bueno, ¡por un buen trabajo bien hecho! No todo iba a ser cosas malas en su vida, o cosas extrañas. Después de lo que había pasado hasta se plantearía recuperar la fé. Cristo, después de lo que había pasado estaba dispuesto a plantearse muchas más cosas; nunca se hubiera creído que algo así era posible fuera de las pelis...

"Menudo follón"

Se encendió el cigarrillo, apagado. Tardó un poco, y se dirigió al East Village. El sueño no era un problema, ya no necesitaba el café. Excepto cuando el cerebro le decía que estaba reventado, así que, técnicamente ni así se libra uno del mañanero.

Shauna tomo un abrigo para paliar el frio exterior. Un simple chal de lana a juego con la vestimenta. No le hacía demasiada gracia una reunion de gente, en general detestaba las multitudes. Demasiado ruidosas, demasiado vacías usualmente. Una pila de personas deseando ser iguales las unas a las otras. Probablemente, la mayoría de los concurrentes iban mas por su estatuto social que por el objetivo de la gala.

Tras despedirse del ama de llaves, subió al coche dejando que el chofer emprendiera camino.

Los propulsores de la armadura te elevan hacia el cielo en pos del mutante. Pero la criatura es ágil a pesar de estar gravemente lesionada y se mantiene lejos de tu alcance.

-No entiendo por qué me atacas. No he hecho daño a nadie. Sólo intento ayudar a la gente de la mejor forma que me permiten mis poderes.

Una vez Anne se ha ido, te diriges a una habitación de tu mansión que mantienes siempre cerrada con llave para evitar que ninguna de las chicas entre ahí por error. Esa habitación es tu santuario particular. El lugar donde te entregas a tus artes mágicas sin peligro.

El mensaje críptico del visitante no te ha dado ninguna pista por donde empezar. Así que decides intentar contactar con una entidad que te ha ayudado en el pasado. En la antigua Grecia se le consideraba como el mensajero de los dioses. Concentrándote, dejas atrás tu carcasa humana sumiéndote en tu naturaleza divina para lanzar una llamada. No tarda mucho en ser contestada. Una voz se escucha en la cámara.

-Baphomet, ha pasado mucho tiempo... ¿Qué se te ofrece esta vez?

-Nadie sabe cómo se llamaba -dice otro de tus compañeros-. Lo único que saben es que se movía rápido. Bastante rápido. Imagino que mañana saldrá algo en los periódicos. Como si no tuviéramos suficientes problemas en el mundo encima hay que añadirles a esos mutantes descontrolados. 

No tarda en abrirte un tipo gordo vestido con un delantal blanco. Por unos momentos se queda sin saber qué decir antes de recuperar el habla.

-¿Sí? ¿Qué quiere? La entrada está por el otro lado...

La joven periodista cayó sin remedio en tus redes. Sus ácidas preguntas pronto perdieron filo para ir sustituidas por halagos y reconocimientos a tu trabajo. Aceptó sin reservas el acompañarte a un sitio más tranquilo.

-Tenga cuidado con Belmonte, señor Mottes. Es un mafioso. Controla una de las familias más importantes de la ciudad y por lo que he oído por ahí, está intentando meter la mano en los juzgados. Tiene a muchos policías en nómina lo que le permite evadirse de arrestos o registros siempre que quiere. Es un hombre poderoso y temible -la joven parecía verdaderamente afectada por tu interés en Luca.

Empieza a nevar débilmente de nuevo cuando encaminas tus pasos hacia tu destino al que no tardas mucho en llegar. A esas horas de la noche el restaurante continúa abierto, con su interior profusamente iluminado dejándote ver a los clientes sentados, comiendo y charlando alegremente. Reconoces rápidamente a uno de ellos. La mujer está sentada en una mesa para dos con un hombre, compartiendo una botella de vino y conversación. En uno de los momentos la mujer ríe ante un comentario de su compañero y le toca el brazo con cariño.

El viaje no fue muy largo y mientras el coche se deslizaba sobre el puente del río Hudson, una fina nevada volvió a caer desde el cielo. Sobre tu hombro, el pájaro se movía inquieto de acá para allá, un tanto incómodo en el interior del vehículo. Al llegar al hotel, el botones acudió solícito a abrirte la puerta y te condujo por las elegantes escaleras cubiertas con una alfombra roja.

-La fiesta es en el último piso, señora -te dijo echando un vistazo curioso al cuervo-. Los ascensores están por allí

Mientras el ascensor se elevaba hacia el último piso, miraste al pájaro en busca de respuestas, querías saber por qué tenías que estar allí precisamente esa misma noche.

Aguarda fue la única respuesta.