Partida Rol por web

Dylan bebía rápidamente su cerveza. "Recordó" que tenía algo que hacer, pero antes de decirlo buscó un periódico por el bar para ver la noticia sobre el robo a la joyería y sobretodo donde estaba ésta localizada. En que calle. Vaya... Y no hacen nada, que es lo peor... 

 Saludé a mi invitado:

 - Saludos, Hermes, necesito preguntarte una cosa. Una figura misteriosa se ha aparecido ante mí y me a avisado de un mal que amenaza a la humanidad, me dijo que el equilibrio de poderes está cambiando y que un ser de terrible poder amenaza con llevar al mundo al caos si no se le detiene. ¿Has oído algo?.

Shauna mantenia la mayoría de su peso apoyado en el bastón de turno, dejando reposar la pierna mala. Al igual que al ave, tampoco le gustaba demasiado sentirse encerrada. No es que fuera claustrofóbica o algo por el estilo, simplemente no era una sensación agradable. Especialmente en un armatoste de metal y tecnología como lo era un ascensor. Sin embargo no podía subir 20 pisos por las escaleras tampoco. Cuanto menos, agradecía el calor del interior del edificio.

Indecisa vuelvo a mirar al extraño de reojo, ¿cómo puede ser que conozca a mis padres? Por un momento, me planteo en ir directa a mi trabajo, dejarle allí plantado y decirle que si mi familia biológica nunca se ha molestado en saber qué ha sido de mi vida, no debería hacerlo ahora cuando ya no les necesito.

Sin embargo, la curiosidad me puede en ese momento, y sin pensarmelo una vez más le doy la mano al extraño mientras asiento con la cabeza.

Complacido con la pequeña pero importantisima información recibida por la joven, le mira sonriente le le pone la mano derecha en su hombro, cosa que provoco que la misma mirase la mano con aspecto de sorpresa; en ese mismo instante utilizaba nuevamente mi poder para que esta se calmara por la pregunta y le dije -No te preocupes, es que le vi dando tumbes por aquí y realmente no se mucho de el- realizo una pausa y comento nuevamente con un ligero tono pícaro -Sabes que para mi trabajo eso no es bueno- tocándole una de las mejillas, mientras se alejaba un poco y le decía -Bueno señorita, ya es tarde y me tengo que ir, aprecio su tiempo y dedicación-

-Ya, ya, mira, no me apetece perder el tiempo, así que dime si eres tú el que me tiene que dar el polvo o es otro tío con el que tengo que hablar ¿Вы понимаете?- no se cuanta gente de este restaurante estará implicada. Conviene comprobar antes si este tipo tiene que ver o es inocente.-Ya sabes, me dijeron que viniese aquí.-digo mostrando una amplia sonrisa.-Hay que ampliar el mercado.-si es este y cuela, ya puede preparase. Si no es este, quizás lo vaya a buscar o algo, en cuyo caso estaría implicado, así que ya puede prepararse igual.

¡Esa condenada criatura se mueve con una agilidad increible en el aire, no puedo alcanzarla!

No has hecho nada a nadie todavia... pero lo haras, siempre lo haceis, sea buenas o malas vuestras acciones vuestros poderes necesitan un control.

Los de vuestra raza no deberian andar libres por ahi jugando a ser dioses. Yo pondre fin a eso..-Dijo Steven con desprecio y amargura en la voz-Te lo repito por ultima vez, detente o seras destruido. 

Me da su direccion, por favor? Es posible que me pase esta semana para ver lo que me daria por un par de cosas

rachel tenia que actuar rapido o el joyero firmalizaria la denuncia y cuando quisiera venderlas seria posible que la policia ya hubiera avisado del robo a otras joyerias

Las suelas, pesadas, dejan los pasos sobre las capas de nieve que se van asentando en la calle. Algunas de ellas caen sobre el rostro; nunca causarán daño alguno, pero los nervios siguen afinados, y resultan igual de molestas que en otros tiempos. Son un baño de realidad y de pequeñas esquirlitas de fuego (odia la nieve) mientras se dirige hacia la dirección.

"Bueno, bueno, bueno..."

Se sonríe, y busca un sitio discreto desde el que echar un par de fotos cuando se presente la mejor oportunidad. Esa clase de intimidad es la que le pagan para su trabajo. Si hubiera besos o algo más íntimo, cuando el champán corra un poco, sería ya espectacular.

Iba caminando por las calles nevadas de Nueva York, abrigado y con la capucha puesta, como de costumbre.

Me sentía cómodo paseando por aquellas calles sacadas de estampas navideñas. El invierno me gusta.

Y no precisamente por las reuniones familiares, la navidad, los regalos... Hacía mucho que dejé ese tipo de vida, y no lo echaba de menos.

Hay que ser muy imbécil para estar tan feliz y tranquilo viviendo plácidamente, con todos los peligros que acechan en esta ciudad.

En más de una ocasión he intentado ser un héroe, ayudar a los ciudadanos ¿Y cómo me lo pagan? Me buscan por alterar el orden público, me quieren meter en prisión... Al diablo con ellos. Ser un chico bueno no sirve de nada.

A partir de ahora solo me preocuparé por mi propio bienestar.

Mientras ponía en orden mis pensamientos, paseaba sin rumbo por la ciudad.

Era un día como cualquier otro de el recién comenzado enero , había acabado los estudios y antes de ir a la universidad necesitaba un parentesis en su vida , así que había estado desde el fin del verano trabajando como vendedor de coches ; aparentemente  se había descubierto recientemente lo que era un secreto a gritos , los superheroes existían , y el lo sabía mejor que nadie , él era el hijo de uno de ellos . 

El trayecto hacia su trabajo ya era monótono , pero no tenía mas remedio que coger el transporte publico y pasar algo de frío para ello puesto que necesitaba el dinero para que su vida fuera algo más cómoda , al fin y al cabo , aun nadie remuneraba los trabajos de heroe . 

El camarero tiene sobre la barra la edición de la tarde del Daily Bugle en donde se habla un poco por encima del atraco de la joyería. Indica la dirección donde tuvo el lugar del atraco y las declaraciones del joyero que decía que el delincuente "se movía jodidamente rápido, como un ciclón". Se estima que el valor de lo robado pueda ascender a 45.000 dólares.

La voz se materializó en una figura que apareció de entre las sombras del rincón de la estancia. El ser había escogido la forma de un hombre joven y atlético de cabellos rubios y cortos. Vestía de manera bastante informal. Con una sonrisa se acercó hasta donde te encontrabas.

-Algo he oído, es cierto. Sin embargo sabes que yo sólo soy un mensajero y me limitó a cumplir mi labor ¿Por qué no visitas al Oráculo, en Delfos? Ella sabrá guiarte mucho mejor que yo. Ademas, he oído que Grecia está preciosa en esta época del año...

El ascensor se abrió con un suave tintineo dejándote ver la amplitud del hall. La espaciosa sala estaba bellamente iluminada por una enorme lámpara de araña y diversos apliques disimulados en las paredes. Los invitados, una cincuentena, se movían en una elegante danza social entre las mesas de buffet donde se exponían las mejores exquisiteces. Los más cercanos se quedaron un momento en silencio al verte con el cuervo al hombro dentro del elevador, pero después de saludarte educadamente siguieron con sus conversaciones.

No eres mujer de grandes conversaciones, así que prefieres acercarte a una de las mesas a servirte un poco de champán. Sabías que de vez en cuando tenías que transigir con estos convencionalismos sociales aunque te molestaba siempre esas miradas disimuladas al pájaro. Nunca se terminaban de acostumbrar.

Una par de horas después, consideraste que ya habías cumplido lo suficiente. Estabas cansada y sólo querías irte a casa. Además la pierna te dolía hoy un poco más de lo normal. Sin embargo, cuando te dirigías al ascensor, tu cuervo te clavó un poco más fuerte las garras en el hombro.

Aquí vienen.

Como si hubiera sido el pistoletazo de salida. Las puertas del ascensor se abrieron para revelarte a un par de hombres vestidos con ropa paramilitar, armados con rifles de asalto, pistolas y la cabeza cubierta por un pasamontañas negro. Las ventanas que daban a la balconada estallaron hacia dentro cuando una decena de hombres más descendieron haciendo rappel por la azotea y entraron en la sala también. Tu cuervo se asustó y salió volando hacia la lámpara. Uno de los asaltantes del ascensor levantó el rifle con silenciador y lanzó una descarga que hizo una línea irregular de agujeros en el techo antes de que su compañero le tirara del brazo.

-¡Estate quieto, puto idiota! -el pájaro se posó sano y salvo sobre la lámpara del techo- ¡No es más que el puto cuervo!

La gente gritaba y se movían como ovejas asustadas agrupándose en el centro de la habitación. Se escuchó el sonido de vajilla al romperse cuando los asaltantes empujaban a alguien que se rezagaba demasiado. El que parecía el líder salió del ascensor junto con el tipo del gatillo fácil.

-Bloquea el ascensor -le ordenó, luego se dirigió a todos-. Señoras, caballeros, no se asusten. No hay motivo de alarma. Esto, como ya habrán podido comprobar, no es más que un atraco. Así que no se preocupen, colaboren y todo saldrá bien...

El hombre te conduce en silencio hacia un callejón apartado cubierto de nieve. Por un momento temes que todo haya sido una estratagema y el tipo no quiera más que atracarte o violarte a plena luz del día. Pero no ocurre nada de eso. En su lugar, el hombre se vuelve y te dice.

-Dalila. Hay algo muy importante que tienes que saber sobre tu nacimiento y, la verdad, no se cómo decírtelo sin que te suponga un shock -el hombre titubea sin saber cómo seguir-. Tu familia biológica es... era... No. Así no. Supongo que habrás oído las noticias que hablan sobre la aparición de estos nuevos seres... estos mutantes, y lo que puede significar para la raza humana en cuanto a evolución y desarrollo tecnológico. Pues bien, tus padres eran... eran algo similar a esos seres. Solo que mucho más poderosos... Estos seres siempre han existido a lo largo de toda la historia de la humanidad. Antiguamente se les adoraba como a dioses. Tus padres... eran de este tipo de seres... 

La mujer se calma de inmediato ante tus palabras y tu toque.

-Gracias por su atención, señor Mottes. Si hay algo más que pueda hacer por usted, no dude en pedírmelo. Ya sabe dónde encontrarme.

-¿Quién coño te ha dicho que puedes venir aquí así sin más? -te espeta el hombre sin contemplaciones-. Así no era como tenía que ir nuestro trato. Ese hijo de puta se ha ido de la lengua ¿verdad? Eres un puto federal.

El hombre se lleva la mano rápidamente al bolsillo y saca un pequeño revólver con el que te apunta el pecho.

-Adiós señor federal, es hora de cerrar la cocina -te dice antes de apretar el gatillo.

Protegido como estás por Legión, no llegas a notar ni el empuje del proyectil. La bala te agujerea la camisa antes de destrozarse contra la armadura lanzando chispas. El cocinero abre unos ojos como platos...

-Pero que cojones... -y levanta el revólver en dirección a tu cara.

-No sé qué ni quién eres ni lo que te he podido hacer. Pero creo que estás en un grave error. Yo lucho del lado de la justicia, al igual que tú. Lo siento pero no voy a entregarme.

Y extiende las alas preparándose para alejarse aún más.

-Por supuesto querida, aquí tienes -te escribe un par de direcciones en una hoja de una libreta y te la entrega-. Si vas a ver a ese viejo loco dile que vienes de mi parte. Te tratará un poco mejor.

Buscas un lugar cómodo y sacas la cámara para buscar unas buenas instantáneas. Ya has sacado un par de buenas fotografías cuando escuchas algo que viene del callejón al que da la parte trasera del restaurante. Para cualquier persona normal podría haber sonado como el petardeo de un coche. Pero tú lo reconoces como lo que verdaderamente es: un disparo.