Partida Rol por web

Arcturus era como una corpulenta estatua tallada en piedra y forjada en metal escarlatas, impávido, salvo por un leve movimiento en el bolsillo de su túnica. Jugueteaba nerviosamente con el transmisor del detenido en la mano. El buen sentido dictaba que fuese Constantine quien llevase la voz cantante como representante local de la autoridad y anfitrión de la entrevista, por llamarlo de alguna manera. El tecnosacerdote hizo un sutil gesto a Gianna, tal vez demasiado sutil, apenas un pestañeo más largo de lo normal... La calma. La nada.

En cuanto le vio descender de aquella, nave aquel engreído no le había caído bien a Gianna , pero cuando empezó a ladrar por esa boca su idea no fue ha mejor, le mantengo la mirada con calma y sin pestañear, en cualquier otro momento habría mostrado las insignias de la Inquisición y le habría puesto en su sitio a aquel hombre, pero no quería poner en un aprieto a nuestro anfitrión y el ligero gesto de Arcturus pidiendo calma me hace frenar mi lengua, por lo menos de momento me mantengo callada dejando a Constantine responder a Xiabius...
En todo momento estoy alerta por si la cosa va mas allá y se requiere sacar las armas.

Isolda apretó la mandíbula y se puso en pie al escuchar todo el jaleo que había en ese lugar.

-Yo me encargo -dijo la sororita- no dejes al prisionero solo y si quieres cerrar la puerta, por si acaso, hazlo.

El hecho de saber que esos tal Mandato que les habían puesto un espía eran tan poderosos la hizo pensar en muchas posibilidades para rescatar o matar al prisionero antes de que hablara más de la cuenta, y no iba a dejar ninguna posibilidad de que eso ocurriera.

Isolda abandona la celda de interrogatorios, dispuesta a enterarse de lo que está ocurriendo. - ¿Aún no se ha enterado? - pregunta sorprendido el primer interrogador al que cuestiona sobre ello - Los Mandato están aquí. Xiabius Khan ha venido en persona a la base. El mariscal ha ordenado a todas las escuadras estar preparadas para cualquier eventualidad. - considerando que su respuesta era suficiente, el arbitrador abandonó a Isolda, corriendo para reunirse con sus compañeros que le sacaban varios segundos de ventaja en dirección a la superficie...

Constantine parecía profundamente perturbado por las palabras de Khan; evidentemente las acusaciones del líder de los mandato parecía muy serias, al mariscal de tercera le costó unos segundos recobrar la compostura para responderle - Creo que ha habido un malentendido. Es cierto que hemos detenido a un individuo que actuaba sospechosamente en la escena de un crimen, pero en ningún momento se ha identificado como uno de sus agentes. Además, ¿porqué iban los Mandato a estar... ? - pero Constantine no llegó a terminar de formular su pregunta. Aunque el mariscal había intentado emplear un tono conciliador, a Khan no parecía importarle semejante trato, y en seguida volvió a atacar verbalmente a Constantine, cual depredador sobre su presa.

- ¡Olvídese de malentendidos y excusas! Estoy aquí ahora y se lo estoy diciendo. Si duda de las intenciones de mi agente está dudando de mí, y por extensión, de los Mandato, los agentes de la ley planetarios, la ilustre nobleza del Quorum y el mismísimo Juez Magistrado investido por la autoridad del lord sector y los altos señores de Terra. ¡Dé la orden inmediatamente! -

Si antes parecía agitado, Constantine ahora estaba lívido de rabia y frustración. Las palabras de Khan le habían herido en su orgullo como si fuera un arbitrador novato recibiendo una reprimenda de un superior. Nunca antes los acólitos recordaban haber visto a un arbitrador de alto rango en semejante apuro frente a alguien de una organización en teoría inferior a la suya. Parecía que Constantine fuera a decir algo, pero las palabras se le quedaron en la garganta sin llegar a salir y dirigió una mirada de impotencia a los acólitos que comprendisteis inmediatamente. El agente capturado estaba bajo custodia de Isolda y Nero; Constantine se resistía a dar la orden que Khan le había solicitado para no posicionarse en contra de los acólitos, pero al mismo tiempo Khan estaba lanzando acusaciones lo suficientemente graves como para implicar que habría consecuencias severas si no liberaban a su hombre de inmediato.

- ¿¡Se puede saber a que espera!? ¿Acaso no está al mando? ¿o no puede decidir sin su superior diciéndole lo que hacer? ¿¡O es solo que disfruta haciéndome perder EL TIEMPO Y LA PACIENCIA!? -

Poco a poco las palabras de aquel hombre me estaban sacando de mis casillas, y aunque Constantine aguantaba sus embestidas como podía lo tenia acorralado, con gesto y voz severa me dirijo a él,- caballero si es que lo puedo llamar así, aunque por su comportamiento lo dudo, lo primero que debe hacer es mostrar el respeto que se merece esta institución, a fin de cuentas son los encargados de que la ley de nuestro Emperador sea respetada en todos sus planetas, incluido en este, el cual si no me equivoco tambien es parte de su Imperio, corrijame si me equivoco, y en cuanto al hombre que usted dice que es uno de los suyos, en cuanto mis superiores hayan acabo con él se le comunicara si se le sera devuelto o permanecerá encerrado hasta que se crea conveniente..., espero haber sido lo suficientemente clara..., en ningún momento pierdo de vista todo el entorno y los movimientos de sus hombres, a la vez que me mantengo en alerta por si tengo que recurrir a mis armas.

Isolda asintió y se preparó para un enfrentamiento ya fuera político o un tiroteo. Una parte de ella suplicaba porque fuera lo primero ya que estaba más acostumbrada a ello y, por muy importantes que fueran, ella representaba a los sagrados Ordos y solo el Emperador y los Altos Señores de Terra estaban por encima de ella. Abrió el intercomunicador para hablar con Nero y, de paso, con todos sus compañeros.

-Los Mandato con un tal Xiabius Khan están aquí. Arcturus, Vipus, acudan a la sala de interrogatorio y atrinchérense con Karajcik y el prisionero. Gianna, ven conmigo porque saben que tú eres de mi grupo.

Odiaba con toda su alma estar al mando. Ella estaba hecha para seguir órdenes, no para tomarlas; pero ahora tenía que mostrar la fachada. Por suerte tenía toda la infamia de los Inquisidores de su parte y no tenía por qué ser amable y sociable, aunque seguramente sería una buena forma de solucionar los problemas sin disparos. Se quedó pensando un momento, Vipus parecía que tenía buena labia, tal vez sería una buena idea tenerle de su parte, pero aún no sabía por donde cojeaba.

Volvió a echar de menos a Urtzi.

-En realidad...

Arcturus habló sin darse cuenta. El habitual tono metálico tenía un deje como ausente, casi se diría que tímido. No era hábil en este tipo de interacciones humanas en las que el instinto y el carisma jugaban siempre en su contra. Mantuvo el cuerpo erguido e inmóvil, y siguió mirando a algún punto indefinido del nublado horizonte.

-En realidad -carraspeó, en un esfuerzo por aclarar la voz; sonaba con el tono neutro de costumbre, quizás incluso deliberadamente neutro-, en realidad creo que mi compañera no ha sido lo suficientemente clara. General Khan, los Sagrados Órdenes de la Inquisición han enviado a este planeta un equipo especial de adeptos con tareas de pesquisa, búsqueda y purga. La atención se centra, aunque no de manera exclusiva, en los recientes asesinatos producidos aquí.

Extrajo parsimoniosamente la carta de acreditación que poco antes le había brindado Constantine y la mostró al general de forma maquinal, mientras decía esta última frase, y la guardó con el mismo gesto rutinario mientras continuaba: -Así que, cuando mi compañera se refiere a nuestros superiores, se refiere al Gran Inquisidor Severus Vorn de Escintila, que está puntualmente informado (y particularmente interesado) de la marcha de nuestra investigación. Y cuando dice "acabar con él" se refiere a terminar el proceso de interrogatorio en marcha, dado que fue hallado en un lugar sospechoso, no se identificó como miembro de Mandato o cualquier otra organización planetaria y rehusó informar la razón de su presencia allí. Lo que nos lleva a...

Hizo una pausa, que se les hizo larga a todos los presentes, a juzgar por el espeso silencio que se esparció entre ellos. Nuevo carraspeo antes de continuar, impertérrito:

-Nos lleva a una cuestión relacionada. Señor Khan, tendrá que responder unas preguntas ante los acólitos inquisitoriales para el esclarecimiento de este caso. Me veo obligado a pedirle que nos explique, como responsable de la organización denominada Mandato, quién es ese hombre y qué hacía en el lugar en que lo encontramos; si seguía órdenes y, en tal caso, cuáles eran; y, de existir tales órdenes, quién las dio y por qué.

Si el hecho de presionar a uno de los hombres más poderosos del planeta (y quizás más iracundos, se diría) hacía mella en el espíritu de Arcturus, nadie lo diría por sus gestos o su voz. Como si realmente todo el peso de la Inquisición estuviera tras él, como un enorme martillo listo para aplastar aquel planeta sin el menor esfuerzo. En todo caso, añadió algo, que aunque fue dicho con la modulación habitual quería ser, tal vez, una puerta abierta en aquel callejón sin salida en el que se estaban metiendo...

-Le solicitaría que nos acompañase para proceder con estas preguntas; sus hombres pueden esperarle aquí. No es una detención, ni mucho menos, ya que no tenemos ningún tipo de indicio en su contra, sino una solicitud de ayuda por parte de la misión inquisitorial. En otras palabras, le estamos rogando que nos ayude, señor Khan.

Claudius tomó buena nota de los hallazgos e hizo dibujos de los tatuajes y las marcas en las hojas en blanco de los informes que le habían facilitado y pidió al servocráneo que registrara igualmente dichas imágenes, quizás fuera posible consultar su origen con un cogitador o con un sabio local.

Con el ajetreo de los arbitrados salió de su ensimismamiento, enderezó la espalda y se alejó de los cadáveres dando por finalizada (al menos de momento) con el estudio necrópsico. Hizo una seña al biologis para que procediera a su almacenaje y tomó el ascensor de camino a la planta superior donde debían encontrarse sus compañeros.

Lógica (INT 37) - Tirada hecha, fracaso

¿Pero para datar la muerte no sería más adecuado hacer una tirada de Medicae? - Salvo que no se trate de eso - pensó el jugador que llevaba a Claudius.

XD

La intervención de Arcturus y Gianna obliga a Khan a apartar su atención del mariscal Constantine. Si bien las palabras de Gianna no parecieron impresionarle lo más mínimo, el comentario de Arcturus sí que tuvo un leve efecto; cuanto menos, sus facciones se contrajeron en un primer atisbo de duda.

Gianna: - caballero si es que lo puedo llamar así, aunque por su comportamiento lo dudo, lo primero que debe hacer es mostrar el respeto que se merece esta institución, a fin de cuentas son los encargados de que la ley de nuestro Emperador sea respetada en todos sus planetas, incluido en este, el cual si no me equivoco tambien es parte de su Imperio, corrijame si me equivoco, y en cuanto al hombre que usted dice que es uno de los suyos, en cuanto mis superiores hayan acabo con él se le comunicara si se le sera devuelto o permanecerá encerrado hasta que se crea conveniente..., espero haber sido lo suficientemente clara...

- ¿Insinúa acaso que mi deber, o mi autoridad, para hacer cumplir la ley del Emperador es menor? - contestó Khan directamente a Gianna en tono conflictivo - Tal vez el adeptus arbites mande en la mayor parte de las estrellas, no lo pongo en duda; pero este planeta en particular ya tiene un cuerpo de agentes mejor dispuesto y mejor preparado para hacer cumplir la Lex Imperialis, y no toleraré intromisiones vengativas sobre nosotros. Y ya que habla de claridad; no se lo estoy pidiendo, les estoy ordenando que liberen a mi hombre de inmediato. -

Arcturus:  en realidad creo que mi compañera no ha sido lo suficientemente clara. General Khan, los Sagrados Órdenes de la Inquisición han enviado a este planeta un equipo especial de adeptos con tareas de pesquisa, búsqueda y purga. La atención se centra, aunque no de manera exclusiva, en los recientes asesinatos producidos aquí.

Así que, cuando mi compañera se refiere a nuestros superiores, se refiere al Gran Inquisidor Severus Vorn de Escintila...

La duda asomó un segundo en la mirada del general, pero no retrocedió un ápice, tan solo, con un tono ligeramente más educado preguntó - ¿y poseen los adeptos inquisitoriales una identificación apropiada, o debo tan solo fiarme de su palabra*? - El general observó con detenimiento los pergaminos firmados y la marca del sello inquisitorial, el tiempo suficiente como para que el silencio que os envolvió durante su examen de los documentos comenzase a resultar incómodo.

Cuando por fin devolvió los documentos, el tono del general continuaba siendo formal, pero sorprendentemente poco colaborador en comparación a lo que esperaban los acólitos - Por lo que entiendo aquí no hay ningún inquisidor, solo sus lacayos. Ustedes no son los únicos aquí que tienen trabajos e investigaciones que realizar, de modo que se lo diré solo una vez. Ese hombre actuaba bajo mis órdenes para averiguar la calaña con la que se relacionaban los arbitradores - al decir estas palabras dirigió una nada disimulada mirada de desprecio hacia Constantine.

- Sea lo que sea que quieran sacar de él pueden preguntármelo a mí directamente, de modo que no voy a tolerar ni por un segundo más que sigan tratándolo como a un prisionero. -

Arcturus: -Nos lleva a una cuestión relacionada. Señor Khan, tendrá que responder unas preguntas ante los acólitos inquisitoriales para el esclarecimiento de este caso. Me veo obligado a pedirle que nos explique, como responsable de la organización denominada Mandato, quién es ese hombre y qué hacía en el lugar en que lo encontramos; si seguía órdenes y, en tal caso, cuáles eran; y, de existir tales órdenes, quién las dio y por qué.

Le solicitaría que nos acompañase para proceder con estas preguntas; sus hombres pueden esperarle aquí. No es una detención, ni mucho menos, ya que no tenemos ningún tipo de indicio en su contra, sino una solicitud de ayuda por parte de la misión inquisitorial. En otras palabras, le estamos rogando que nos ayude, señor Khan.

- ¿Acompañarles como, sólo y en actitud de prisionero rodeado de enemigos? - hizo un gesto para abarcar el patio de entrada, repleto de arbitradores - Respetuosamente me niego. Tengo una capital y un planeta que defender del crimen y la incompetencia. Díganle a si quieren a su Inquisidor que obedeceré esa orden cuando me lo solicite en persona**; hasta entonces, mi tiempo es muy valioso y debo emplearlo en asuntos de mayor trascendencia. Si quieren hacerme cualquier pregunta pueden hacerla aquí y ahora, o venir a nuestro cuartel, donde estaré encantado de responderles.

Mientras tanto, he venido a recuperar a mi hombre y pienso llevármelo de aquí ahora mismo, tanto si quieren entregárnoslo, como si no. -

Antes siquiera de que Isolda activase su comunicador, se escuchó el crujido de otra comunicación de entrada. Nadie se dijo su nombre ni el motivo de la comunicación, pero de fondo se escuchaba el sonido de voces entrecruzadas, como una conversación. Por supuesto, el microcomunicador estaba pensado solo para transmitir la voz de su usuario, y el resto de voces que llegaban a través de él sonaban débiles, casi inaudibles.

Isolda llegó a reconocer las voces de Gianna y Arcturus, aunque solo entendía las palabras de Gianna, debía de ser ella la que había activado su dispositivo:

Gianna: - caballero si es que lo puedo llamar así, aunque por su comportamiento lo dudo, lo primero que debe hacer es mostrar el respeto que se merece esta institución, a fin de cuentas son los encargados de que la ley de nuestro Emperador sea respetada en todos sus planetas, incluido en este, el cual si no me equivoco tambien es parte de su Imperio, corrijame si me equivoco, y en cuanto al hombre que usted dice que es uno de los suyos, en cuanto mis superiores hayan acabo con él se le comunicara si se le sera devuelto o permanecerá encerrado hasta que se crea conveniente..., espero haber sido lo suficientemente clara...,

Aparte de los acólitos había al menos otras dos voces entrecruzadas; era imposible entender las palabras exactas, pero al menos comprendíais que una de ellas de vez en cuando hablaba a gritos.

Al poco tiempo, Isolda interrumpió la comunicación con su propio mensaje:

-Los Mandato con un tal Xiabius Khan están aquí. Arcturus, Vipus, acudan a la sala de interrogatorio y atrinchérense con Karajcik y el prisionero. Gianna, ven conmigo porque saben que tú eres de mi grupo.

En mitad de vuestra conversación con Khan, se abre una segunda línea del comunicador por la que suena la voz de Isolda:

-Los Mandato con un tal Xiabius Khan están aquí. Arcturus, Vipus, acudan a la sala de interrogatorio y atrinchérense con Karajcik y el prisionero. Gianna, ven conmigo porque saben que tú eres de mi grupo.

-Los Mandato con un tal Xiabius Khan están aquí. Arcturus, Vipus, acudan a la sala de interrogatorio y atrinchérense con Karajcik y el prisionero. Gianna, ven conmigo porque saben que tú eres de mi grupo.

El mensaje de Isolda llegó claro a Claudius por el intercomunicador que llevaba metido en la oreja.

La idea de atrincherarse no le hacía especial gracia y menos en compañía de un prisionero o en una sala de interrogatorio. No es que él no gustara de hablar con la gente, en ocasiones gente que no tenía otra opción que hablar con él, pero después de haber pasado por su propia ración de interrogatorios en el Tricorne no tenía intención de volver a una sala así en un tiempo, menos aún bajo asedio y en compañía de alguien como Karajcik que no dudaba alardear abiertamente de sus habilidades como torturador, quien sabe que podía hacer un tipo así si llegaba a aburrirse.

La idea de que alguien sitiara una fortaleza del arbites resultaba descabellada (claro estaba, fuera de una revuelta a gran escala o una sedición planetaria, en tales casos estarían igualmente muertos, a pesar de cualquier atrincheramiento). Le atraía mucho más la idea de conocer al tal Khan, probablemente un noble o un adinerado comerciante (con su ejercito privado) o al menos echarle un ojo.

Tomada una decisión se encaminó hacia la zona de la entrada del edificio sin prisa, donde suponía se encontraría Isolda y quizás Gianna. Al menos de momento, observaría la situación a distancia, se quitó el sombrero y se rascó la cabeza antes de volver a colocárselo recolocando el casco de caparzón que ocultaba en su interior.