Partida Rol por web

Claudius siguió a Arcturus a regañadientes al principio y algo más tranquilo cuando Gianna informó que la duración estaba controlada.

La sala a la que llegaron, guiados por el servocráneo era impresionante. Espectacular. Lectura para una vida. Para cien vidas incluso. Un trabajo de mil vidas ordenarlo todo. El estampido de proyectiles bolter sacó a Claudius de su éxtasis. Guardó el proyectil incendiario que hasta entonces lavaba en la mano y que en tal lugar era un pecado mortal. Continuó, eso sí, empuñando con mano temblorosa la pistola.

Recompuesto, cuando se hizo con la situación se acercó a la dama tendida, mientras Nero, con lo que parecía un interrogatorio, intentaba calmarla sin demasiado éxito.

- Mi noble señora, estáis a salvo (probablemente). La pesadilla ya pasó. Permitidme decir que tenéis aquí una maravillosa colección (y yo me considero un experto) y que será un placer visitarla en mejores momentos, si tuvierais la gracia de conceder vuestro permiso y compañía.

- Perdonadme un momento - dijo mientras desabrochaba algún botón (siempre decoroso) y tomaba el pulso de la mujer. Tomó el inyector - mil perdones, de verdad, mil perdones - añadió al presionar el gatillo contra el antebrazo de la mujer. Ver aunque fuera una gota de sangre resultaría de lo más tranquilizador.

Isolda se quedó con el arma apuntanda hacia el ser metamórfico y no pudo más que acompañar las palabras de Gianna.

-Nunca es tan fácil -dijo mientras sacaba la espada de Garza, un arma que había sido apropiadamente santificada y purificada, y con ella intentó quitar la caja de las manos de ese ser, tras lo que tenía intención de decapitarlo, solo por si acaso, ya que Arcturus, el de verdad, había dicho que la cabeza era su punto débil.

-Habría que asegurarse de que no haya entrado o salido nada más -apuntó. 

La sala enseguida cobró cierto bullicio a medida que los acólitos la llenaron; algunos asegurándose de que el cadáver estaba realmente muerto, otros preocupándose por el estado de la mujer, quien comenzó a responder favorablemente a las atenciones de Claudius, tal vez por sus modales o por su actitud de médico profesional. La mujer estaba en perfecto estado de salud salvo alguna magulladura, por suerte sin mayores consecuencias, y no se trataba de una impostora, al menos no de uno de esos cadáveres disfrazados.

Era una mujer muy joven, especialmente dada su posición, que apuntaba a que debía acumular grandes conocimientos. Seguramente no superaría la treintena.

Arcturus: Pero... Eso es una carcasa vacía!

— ¡De eso nada! — respondió con cierta ofensa al tecnosacerdote, tal vez guardando aún cierto rencor a la figura que lo había atacado, aunque fuera una imitación — Entró como si tal cosa después de derribar la puerta y me arrojó contra el suelo. No dijo palabra. Pensé que iba a matarme, pero después de echarme un vistazo me inmovilizó y comenzó a arrojar el contenido de las estanterías como si estuviera buscando algo; entonces agarró esa... cosa y dejó de moverse sin más. Llevo minutos intentando liberarme. —

El examen del cadáver no reveló gran cosa, salvo que sin duda debía de estar tan muerto como sus compañeros fuera de la habitación. Aparte de haber perdido medio cráneo, al poder examinarlo de cerca los acólitos notaron que los símbolos grabados en su piel habían perdido aquella tenue luz que tenían los cadáveres cuando se movían. Lo mismo había ocurrido con los demás, aunque habían quedado tan degradados que resultaba difícil de decir, en el caso de aquél cuerpo era más evidente.

Skarmen observaba el cadáver en completo silencio. Se atrevió a mover un poco el cuerpo siempre empujándolo con la porra, buscando desde diferentes ángulos, pero se había mantenido en su decisión de no tocar la caja, y Gianna, aunque también miraba de cerca, parecía pensar lo mismo que él.

Nero: ¿Qué es esa caja, y por qué cree usted que la estaban buscando? ¿Le dijo algo durante el ataque? ¿Ha recibido algún tipo de amenaza o advertencia en referencia a esa caja o alguna otra cuestión? ¿Sabe qué son esas cosas o quién las ha enviado?

— Cállese ya. — respondió súbitamente brusca, dejando ver por primera vez aquél orgullo innato en las clases nobles más acomodadas — ¿Se cree que entiendo algo de esto? Solo sé que la caja era de mi abuelo. Ni recordaba que aún estaba ahí, y por supuesto que no se lo que son estas cosas. —

El análisis de la sangre de Eupheme solo revela una cosa que pueda llamar la atención, rastros de un potente narcótico conocido como "Polvo de la Noche", en suficiente cantidad como para asegurar que lo consume con frecuencia.

Usado con moderación produce un estado de calma y relajación absoluta y provoca una plácida duermevela en cuestión de minutos. Sin embargo solo lo usan los más desesperados porque si no se controlan las dosis con exactitud provoca fiebre aguda y sueños violentos que pueden durar días enteros. Existen notables casos de adictos graves, cuyos horribles sueños les habían vuelto incapaces de conciliar el sueño salvo recibiendo una nueva dosis, lo que realimentaba su necesidad de consumir aún más droga hasta ser incapaz de abandonar su consumo.

Al examinar de cerca la caja, cualquiera familiarizado con los sagrados dogmas del Emperador habría reconocido aquellos símbolos. Se trata de protecciones hexagrámicas, mezcladas con rezos a santos grabados en gótico clásico. Las protecciones hexagrámicas son una de las defensas más eficaces contra los poderes psíquicos y la influencia de la disformidad. Muchos guerreros santos y sororitas que habían participado en la primera línea de la guerra contra los enemigos de la humanidad han llevado cascos con esas protecciones para proteger sus mentes de la influencia del enemigo, o escudos con las mismas marcas para protegerse de ataques más directos.

La caja estaba cubierta de protecciones por toda su superficie. Si el cadáver había quedado paralizado al tocarla quería decir que la caja había debilitado aquellas fuerzas corruptas que movían su cuerpo, aunque no tanto como para acabar con la criatura por si solo. Ahora que el cuerpo estaba totalmente muerto lo único que lo mantenía inmóvil era el rigor mortis, que le había sobrevenido inmediatamente después de perder sus fuerzas.

Eres capaz de notar algo más de lo que se aprecia a simple vista en la caja. La disposición de las protecciones no está pensada para proteger el contenido de la caja de una amenaza exterior, sino al contrario, las protecciones protegen al exterior del contenido de la caja. Ha sido solo fruto de una gran casualidad (y la potencia de las protecciones) lo que han provocado que debilitase al cadáver animado al tocarla.

La caja acabó con el cadáver.- Les dijo Gianna a sus compañeros una vez identificados los símbolos que cubrían la caja.- Está cubierta de protecciones hexagrámicas una potente defensa contra la disformidad. Cuando el cadáver la tocó las protecciones se debieron activar y debilitaron la energía corrupta que activaba el cuerpo.

Muy inteligente su abuelo.-Concedió a la noble mientras se decidía coger la caja de las manos del cadaver y tratar de abrirla ahora que sabía que la protección del Emperador estaba presente en ella.

Apenas cuesta un pequeño esfuerzo arrancar la caja de las manos rígidas del cadáver, que ya ha quedado permanentemente en esa posición víctima del rigor mortis.

En manos de Gianna la caja se abrió sin mucho esfuerzo, en su interior había un simple cristal violaceo de bordes irregulares apenas más pequeño que la propia caja. De cerca, arrancaba reflejos y destellos a la luz, pero sus dentadas aristas también parecían tener un tenue brillo propio.

El fragmente de cristal simplemente está frente a los ojos de la guardia imperial cuando abre la caja. A esa distancia todas sus caras, por irregulares que parezcan, son perfectamente reflectantes. Durante unos segundos Gianna simplemente ve un trozo de su rostro desde diferentes ángulos, cansado y sucio tras el trayecto por los pasillos cubiertos de polvo de la corte mecánica, y varias copias de su propio ojo castaño devolviéndole la mirada entre parpadeos simultaneos.

Nero miró a la mujer y su entrecejo se frunció, aunque el casco no permitía verlo. - Vaya, como siempre, los nobles o hijos de nobles agradeciendo al resto que les salven el culo. ¿Por qué será que no me extraña? Maldita plaga. - pensó, cínico como siempre, mirando a la mujer mientras esta les daba su explicación. - Claro señora, claro. Tranquilícese. - espetó Nero, no muy contento pero tampoco queriendo meter cizaña. - Vaya señora del saber, que no sabe nada. Qué casualidad. - siguió pensando el arbitrador. Aquello era sospechoso, y quizá luego tendrían que interrogarla más profundamente, pero ahora tocaba asegurar el lugar, averiguar quién había atacado aquel lugar, y sobretodo, porqué. 

Cuando Gianna habló y explicó lo que explicó, Nero la miró casi boquiabierto, ciertamente sorprendido. - Coño con la guardia imperial, ¿desde cuando les enseñan sobre protecciones hexagrámicas contra la disformidad? - aquello era ciertamente algo que no se había esperado de "Gigi". 

- ¿Y qué es esa piedra que necesita de esas protecciones hexagrámicas contra la disformidad? ¿Es seguro sacarla o sostenerla? ¿Cuál es su cometido? - preguntó en general, por si alguien más sabía algo "por casualidad". 

entonces agarró esa... cosa y dejó de moverse sin más. Llevo minutos intentando liberarme.

-Precisamente eso, que dejó de moverse sin más, es lo preocupante -respondió Arcturus a Lady Tassel. Tenía carácter, la mujer. Y cuando Gianna explicó la causa de la "desconexión", la noble pareció al tecnosacerdote mucho más vulnerable de lo que traslucían sus palabras.

Arcturus miró a la soldado y alzó una ceja, sorprendido. Y se quedó mirándola expectante, haciéndose eco silencioso de las preguntas de Nero.

Una vez todos habían visto el cristal violáceo que contenía la caja Gianna volvió a cerrarla.

-Esta caja quería contener algo, no proteger de algo -especificó la sororita- las protecciones están situadas al revés, para evitar que algo saliera de la caja. Era una prisión y estas protecciones es lo que ha hecho que ese ser se quede paralizado.

Al ver que Gianna abría la caja, Isolda hizo un gesto para cerrarla, pero la propia soldado se anticipó y la cerró.

-Creo que esa piedra debería de ser enviada al Inquisidor cuanto antes. Sea lo que sea lo que hace, quien desarrollara estas protecciones temía su poder -miró a la mujer de piel oscura- ¿Su abuelo era un ferviente servidor de la Eclesiarquía?¿Como llegó esta caja a sus manos?.

Claudius sintió alivio. Muchas cosas habían salido bien de pronto y todo parecía estar bien (quizás sea como dice Isolda nunca es tan fácil y todo esto es una enrevesada trampa (o quizás no)). Habían rescatado a la guardiana del saber, habían acabado con la amenaza, habían recuperado un fragmento de cristal y todos ellos seguían vivos.

- Entiendo dama Tassel que vos no conocíais la existencia de esta caja o de su contenido ¿es así?

- En cualquier caso recomendaría prudencia con respecto al cristal. Bien sabemos los peligros que lleva emplearlo (si es que alguien descubre la forma de hacer tal cosa) o incluso de contemplarlo demasiado tiempo (volverse loco, hablar con las estrellas, desconectar con la realidad y finalmente morir desmembrado).

- Dicho eso (y nadie mejor que la férrea dama Isolda para custodiar la caja) ¿sabe qué son estos seres? ¿hay algo en sus registros que hable de ellos? Supongo que es factible suponer que puede haber más de los cuatro con los que hemos acabado (dos de los cuales son estudiables, uno con algunos agujeros y quemaduras y otro cortocircuitado pero íntegro)

- Mariscal Primus Skarmen ¿tenemos información fidedigna de cuantos imitadores han podido entrar en el edificio? quizás haya más que llevaran los rostros no sólo de los acólitos inquisitoriales, si no de funcionarios, nobles, guardias o... arbites. Respecto a esto, es factible que el personal del arbites (y probablemente los hombres de Khan) hayan rodeado el edificio.

¿Su abuelo era un ferviente servidor de la Eclesiarquía? ¿Cómo llegó esta caja a sus manos?.

— No más que cualquier otro. Él ocupaba la posición de guardián de los pergaminos hasta que falleció hace un par de años, era un erudito, no un clérigo. — explicó la mujer, lo suficientemente tranquila para incorporarse y manteniéndose cerca de Claudius. — El objeto podría llevar aquí mucho más tiempo, tal vez en uno de sus documentos privados explique algo sobre la caja y su contenido. —

- Entiendo dama Tassel que vos no conocíais la existencia de esta caja o de su contenido ¿es así?

— Vi a mi abuelo con ella. Durante un tiempo la llevaba bastante encina, mas ignoraba lo que contenía. —

 ¿sabe qué son estos seres? ¿hay algo en sus registros que hable de ellos?

Aquí la mujer estuvo a punto de torcer el gesto y responder de nuevo con brusquedad, pero lo suavizó al tratarse de la persona que se había preocupado por su salud. Finalmente respondió calmada, pero con un tono un poco altivo — No sé nada sobre cadáveres polimorfos andantes. No recuerdo ningún archivo o registro que mencione nada parecido, y tenemos decenas de miles de ellos. — al fin y al cabo el Imperio rechazaba que sus ciudadanos adquiriesen conocimientos profanos, el dudoso honor de adquirir aquellos conocimientos (y el riesgo de afectar a su cordura) estaba reservado solo a unos pocos. Era perfectamente normal que la guardiana se enorgulleciera de no saber nada sobre aquél tema en particular.

- Mariscal Primus Skarmen ¿tenemos información fidedigna de cuantos imitadores han podido entrar en el edificio? quizás haya más que llevaran los rostros no sólo de los acólitos inquisitoriales, si no de funcionarios, nobles, guardias o... arbites. Respecto a esto, es factible que el personal del arbites (y probablemente los hombres de Khan) hayan rodeado el edificio.

El mariscal había observado con tanta curiosidad como los demás cuando Gianna explicó la función que cumplía la caja y había mostrado el cristal, pero finalmente lo sacaron de su introspección las órdenes de Claudius — Si asumimos que adoptaron el aspecto de voses los acólitos inquisitoriales para eludir los últimos controles de seguridad más severos, es posible que ya hayamos acabado con todos. — Los propios acólitos habían acabado con 3 cadáveres, Gianna había encontrado a Skarmen junto a otro cuerpo en llamas, y allí mismo se encontraba el quinto. — Creo que ya lo han descubierto, pero llevan encima algún tipo de dispositivo incendiario, aquí he encontrado el detonador, aún así manejen el cuerpo con cuidado. — añadió, cediendo al anciano un simple dispositivo de corto alcance con un solo botón de gatillo.

— Interrogaré personalmente al personal de la entrada para asegurarme de que el número de infiltrados es el correcto, para supervisar que activen la energía suplementaria de la corte y enviaré un mensaje al cuartel general de los Arbites. Con todo, los infiltrados tuvieron bastante tiempo a su disposición antes de que descubriésemos su presencia, y los cabezas de las familias del Quorum ya se encontraban aquí, deberíamos reunir a todos en la sala del consejo, confirmar cómo se encuentran y lo que ocurrió mientras estábamos retenidos en la puerta principal. — Skarmen se incorporó entre un súbito achaque de tos, esperando la aprobación de los acólitos para actuar y dirigiendo una vez más su mirada hacia la caja, seguramente pensando cómo encajaba aquél objeto en todo aquello.

Un cristal. Arcturus no se dio cuenta al principio. Un fragmento como los que...

Se acercó lentamente a una librería y se apoyó, bajando lentamente hasta quedar sentado. Apoyó la cabeza con mucho cuidado en la pared, cerrando los ojos. Escuchaba lo que los demás iban diciendo con cierto retardo desincronizado. Eso le mareaba.

Se quedó un rato quieto, sin intervenir.

Cuando Skarmen terminó de hablar, sin embargo, asintió profundamente, el hombre sabía lo que hacía.

Y abrió los ojos. Pidió a Claudius que le acercara los textos que traía la guardiana, pero pronto los apartó a un lado y terminó por levantarse pesadamente para echar un vistazo al cuerpo junto al erudito.

Gianna vio su rostro cien veces reflejado en cada una de las múltiples caras del cristal violáceo antes de cerrar la caja. En un primer momento su cerebro no unió cabos, pero cuando escuchó a Claudius mencionar los peligrosos de contemplarlo demasiado tiempo un click hizo en su cabeza.

- Esto es una parte del espejo, cualquiera que lo posea está en peligro.- Explicó tanto a sus compañeros como a la noble que les acompañaba. - Esas cosas lo buscan, cualquiera que lo tenga en su poder está en peligro de muerte, como ya ha quedado demostrado. Lo bueno es que mientras lo tengamos nosotros no lo tienen ellos. 

La antigua guardia imperial entregó la caja a Isolda pues, al igual que Vipus, era a quien consideraba más válida para custodiarla.

La sororita tendió la mano para guardar la caja con ella. Sería la depositaria de fuera lo que fuera eso y solo esperaba que el hecho de haber abierto la caja no hubiera roto ningún sello o protección de fuera lo que fuera que hacía ese cristal. 

Ver a Arcturus así chocaba a Isolda, ya que lo había visto herido y agotado, pero nunca abatido. Por eso se acercó a él cuando le tendieron los papeles y empezó a estudiarlos con conciencia, intentando ver alguna cosa que pudiera ser interesante para lo que querían.

-Tranquilo, Arcturus -apoyó su mano en el hombro del tecnosacerdote- yo se lo que es estar al otro lado, si seguimos aquí es porque nuestra labor no ha terminado. El Emperador Protege, recuérdalo siempre -intentaba animarlo, recordando que ella había visto una luz dorada cuando estuvo a punto de morir y eso la trajo de vuelta. El Emperador la quería con vida.

-Tal ves sería buena idea ver a las personas que habíamos venido a ver -apuntó Isolda, pero en realidad no se fiaba de nadie ahora mismo. ¿Y si Skarmen les estaba tendiendo una trampa?. La paranoia de la sororita estaba empezando a dispararse tras verse a sí misma en el interior de esa sala.