Partida Rol por web

Que tengo que hacer. Uno, purificar la carne y el metal de este cuerpo cuyo espíritu máquina ha sido tan cruelmente retorcido y pervertido. Dos, advertir a la autoridad más cercana del Adeptus Mechanicus de lo ocurrido. Lo segundo puede demorarse unos días si tememos que la comunicación de lo ocurrido pueda ser perjudicial para nuestra investigación; lo primero, no. Me ocuparé personalmente, pediré acceso a la sala crematoria de la Insensatez de Haarlock.

Arcturus estaba en disposición de pedir acceso al crematorio. Los arbitradores no le pondrían ninguna pega, y el tecnosacerdote Lecto obedecería tan mansamente como había estado respondiendo a las preguntas de los acólitos, viendo como su propio cuerpo quedaba reducido a cenizas sin emitir el más leve de los sonidos ni cambiar su expresión impertérrita por un segundo.

Contactar con alguna autoridad del Adeptus Mechanicus se descubriría como un reto mucho más difícil. No solo no quedaba ningún miembro de alto nivel de la organización en Sinophia (con toda seguridad, tras el incidente de los hombres vacíos el culto a la máquina habría abandonado el planeta cubierto de vergüenza por el acto de tecnoherejía) sino que con la tormenta en auge las comunicaciones resultaban imposibles. Aquél asunto tan importante para Arcturus y su credo, tendría que esperar a un momento más propicio.

Cuando el tecnosacerdote sugirió dar descanso al (largo tiempo) muerto cuerpo de Talanis, Claudius dudó, como arqueólogo aficionado, la destrucción de material de estudio resultaba un error, sin embargo, la mirada (metálica e inanimada) del tecnoadepto pareció transmitirle una súplica, así que Claudius asintió concediendo así autorización (como si tal cosa fuera necesaria) a Arcturus para cumplir con los sagrados rituales de su religión.

Se reunió entonces con el medicus del adeptus arbites y le interrogó sobre la llegada de Talanis a la unidad (cuando, cómo por orden de quién), sus conocidos (si los había) o contactos (quizás) su trabajo y su relación con el propio medicus.

Así lo haremos Mariscal.- Le respondió Gianna agradeciendo su respuesta.- Acudiremos al distrito X. ¿Puede mientras tanto organizar la reunión con las Fuerzas de Defensa Planetaria?

Esperó la contestación de Skarmen y por si su compañero Nero tenía algo que añadir.

— Su líder es joven y le falta experiencia real, pero posee un carácter fuerte. Puedo organizar una reunión privada, aunque no obedecerá mis órdenes; me temo que una vez más debo recurrir a la autoridad del trono dorado que portan ustedes consigo para convencerlo de apoyarnos. —

Nero sopesó las palabras del Mariscal, asintiendo con decisión, pues había previsto esta situación. - En breve tendrá una misiva nuestra que portará con usted, donde daremos las órdenes oportunas para que dicho líder se reuna con nosotros. Que la presente usted en persona le dará aún un mayor peso y predispondrá mejor a dicho líder a la obediencia debida a la Santa Inquisición. - dijo, dando por hecho lo que sucedería, pero dándole también la importancia al Mariscal que merecía. 

Ante la información sobre aquel culto imperial tan silencioso, el Gremio de los afligidos, dirigidos al parecer por el Vicario Jeremias Serpantar de la iglesia de santa celestina, Nero gruñó desconfiado. Aunque eso no era nuevo, porque Nero desconfiaba casi de todo por deformación profesional, la descripción que había dado el Mariscal era cuanto menos extraña para un Culto Imperial. 

- Sí, acudiremos al Distrito X. - afirmó Nero, en acuerdo con su compañera. 

Sin más que decir, escribió la misiva y la selló con el sello inquisitorial que portaban, para luego retirarse tras entregársela al Mariscal, en camino hacia el Distrito X. 

Tampoco le había gustado la transmisión de Isolda, pero hasta que pudieran hablar con ella mejor y más claro, poco podían hacer. 

Isolda se cruzó de brazos vigilando a ese tecnosacerdote que parecía estar algo senil, si es que eso era posible en los adeptos de Marte, mientras que sus compañeros desentrañaban toda la información posible. Era algo tedioso y se avanzaba despacio, pero por suerte la sororita tenía paciencia cuando veía que se estaba haciendo algo.

-Yo hace tiempo que no me fio al completo de nadie que no conozca desde hace mucho -apuntó la sororita- tal vez avisar a Gianna y a Karajcik sería bueno; pero tampoco quiero hacerlo por los comunicadores, solo por si acaso. Cuando nos reunamos con ellos les informaremos.

Skarmen asintió a las palabras de ambos acólitos y les aseguró que cumpliría con sus peticiones. Cuando Gianna y Nero descendieron de nuevo se encontraron con Arcturus, Isolda y Claudius haciendo unas breves preguntas al oficial médico de los arbitradores respecto al pasado de Lecto Talanis. Luego descubrirían que Arcturus había mandado incinerar al adepto Biologis.

No es que el hombre tuviera mucha información sobre el tecnoadepto biologis, pero pudo responder a ciertas cosas. Al parecer Lecto no había sido tan distante ni apático a su llegada al planeta. Cuanto menos, durante sus primeros meses allí ambos habían compartido las funciones de médico y forense y de vez en cuando el tecnoadepto se prestaba a alguna conversación insulsa. Sin embargo, hacía aproximadamente medio año el tecnosacerdote se había negado a seguir compartiendo aquellas tareas, afirmando que ya había aprendido de él lo que necesitaba para realizar sus labores.

El oficial médico se acordaba porque ocurrió poco después de una tormenta antinaturalmente colosal, más violenta que la actual y que descargó potentes relámpagos como lanzas eléctricas sobre la ciudad y sobre la torre durante al menos una docena de noches seguidas, activando todas las alarmas de la fortaleza, algunas de las cuales incluso los arbitradores desconocían en esos momentos. A pesar de su aspecto curtido, el oficial médico admite que aquella calamidad le provocó pesadillas, y que es incapaz de conciliar un sueño tranquilo desde entonces.

¿Podía aquella tormenta haber sido un evento disforme? ¿Una casualidad? ¿Podría haber sido empleado por un transporte para ocultar su llegada al planeta (a fin de cuentas ellos habían hecho algo parecido) Claudius comprobaría la fecha referida por el medicus y la compararía con sus notas y el tomo de historia del planeta que tenía. ¿Era posible que hubiera alguna periodicidad en tales tormentas? Por su experiencia con la Inquisición sabía de primera mano los efectos de los rituales y su apego por fechas, ciclos y repeticiones. Si así era sería incluso posible predecir cuando sería el siguiente evento.

Interrogó al medicus sobre otros cambios en el personal, en la ciudad o en la torre (y después cotejaría con su propios datos y bibliografía).

A la vuelta de Gianna y Nero, Arcturus les dedicó un gesto dando a entender que no habían sacado nada más en claro. Mientras Claudius se ocupaba del médico, el tecnosacerdote les comentó con voz casi inaudible que su mejor pista era seguir el rastro de los cuerpos hasta esa iglesia de Santa Celestina; y pidió su opinión acerca de quién podría haber hecho aquello en plena base de los arbitradores. Les confió que temía que hubiese infiltrados, muertos o vivos, y quién sabe si no sería entre los mandos del cuerpo. Se preguntó abiertamente si Skarmen... 

Calló cuando el médico se refirió a esas alarmas en aquel evento eléctrico. No le pasó por alto la llamativa semejanza con el caso vivido en su última aventura: un suceso natural (un eclipse allí, una tormenta aquí) y un mecanismo sonoro (campanas de un reloj, señales de alarma. Habría que ver eso también...

Tras escuchar lo que el resto habían averiguado, Nero a su vez les refirió la información nueva de la que disponían. - Dado que nuestras fuerzas son tan exiguas y considerando los últimos acontecimientos, le he sugerido al Mariscal Skarmen reunir las FDP con los arbitradores, para aunar esfuerzos, personal y equipo. Ha estado de acuerdo, y nos ha informado que las FDP han quedado relegadas casi a un papel terciario, sustituidas por la seguridad privada de las casas nobles. La líder de dichas fuerzas es joven y sin mucha experiencia, y habrá que convencerla para apoyar nuestra causa, pero se hará. - 

Tras tomar una breve pausa por si sus compañeros querían incidir en algo, prosiguió - Sobre la iglesia, su líder, el Vicario Jeremías Serpantar, mantiene a su congregación excesivamente aislada del resto, en mi opinión y según la información obtenida de Skarmen. Son muy silenciosos, se mantienen aparte y se dedican a dar los oficios mortuorios a los fallecidos siempre que los familiares lo soliciten, de forma gratuita, se sostienen con las donaciones de las familias nobles, principalmente para mantener los mausoleos y lápidas del Distrito X - . 

La situación en la que el tecnosacerdote había caído en la "apatía total" o parecía haber sido aquejado de algún tipo de mal le daba dolor de cabeza, y si le daba dolor de cabeza, es que no era bueno. 

Tras las palabras de Nero Gianna añadió.- ¿Habéis podido echarle un vistazo a los cadáveres que encontraron los arbitradores en la mansión de Lady Amorita? En cuanto los vimos los enviamos a la sala de autopsias.

Giana aún los tenía grabada en la mente lo que vio cuando abrieron las bolsas negras, eran parecidos a los cadáveres andantes que habían enfrentado en la corte mecánica, pero aún peor; aún conservaban la mayor parte de su apariencia humana, pero estaban retorcidos, mutados de diferentes formas: unos con las uñas alargadas como  cuchillas, otro con el rostro deformado sobre sí mismo, uno tan hinchado que la bolsa apenas podía contenerlo y otro cuya bolsa parecía derretida cerca de su cabeza, como si contuviera ácido.

Skarmen nos dijo que si queríamos hablar con el Vicario Serpantar debíamos acudir directamente al distrito X. Que no conceden citas previas ni hablan con intermediarios.

-Pero claro, se me ha olvidado! Arcturus se palmeó la frente (lo que le hizo recordar sus heridas) y bajó más aún la voz (tanto que se advertía un leve susurro magnetofónico procedente de su garganta) para explicarlo.

-​​​​​​Talanis ya estaba muerto. Era un cadáver dominado por algo o alguien, como los que asaltaron la magistratura. Murió hace cosa de seis meses, cuando empezaron los asesinatos...

Nero asintió ante la sucinta explicación de Arcturus. - Me lo temía. Esto está empezando a darme un fuerte dolor de cabeza. Alguien tiene la capacidad de matar y dominar a gente muerta. Y por lo que parece, puede controlar un número desconocido, pero lo suficientemente alto como para dar problemas al Quorum en su propio edificio. Preocupante por las implicaciones que tiene, y lo que aún desconocemos. -  

Desde luego, el arbitrador no estaba de buen humor. Aquello se les complicaba por momentos, y cada vez olía más a herejía y poderes psíquicos descontrolados. 

Isolda empezaba a estar cansada de todo esto, demasiadas cosas y suposiciones sin sacar consecuencias o pistas claras.

-El problema no es dominar a la gente muerta, sino la capacidad de estos seres para parecerse a otras personas. Eso puede hacer que cualquiera sea un enemigo. Y tampoco nos olvidemos de los dos tipos que nos encontramos cuando estuvimos hablando con los nobles. ¿Eran de otro grupo o del mismo?¿Cuantas Fuerzas están incidiendo en este mundo en este instante?. No podemos dar por supuesto nada de esto; pero sí es cierto que el único camino con algo de sentido es a esa Iglesia...

Claudius interrogó al medicus sobre otros cambios en el personal, en la ciudad o en la torre (y después cotejaría con su propios datos y bibliografía).

El oficial médico respondió a las preguntas de Claudius lo mejor que pudo, pero el resto de información de que disponía no resultó de mucha utilidad. El único dato extra que consiguió obtener de él fue acerca de aquella extraña tormenta de la que había hablado, al parecer había sido la tormenta más fiera y potente registrada en el último siglo, algo totalmente fuera de lo habitual.

Al menos parecía que tenían un destino apropiado para continuar sus pesquisas, la iglesia del Vicario Serpantar. Y la promesa de Skarmen de ponerse en contacto con la líder de las Fuerzas de Defensa planetaria en un intento de aumentar sus fuerzas disponibles en contra de los enemigos que les acechaban ocultos en las sombras.

El medicus del adeptus arbites apenas resultó de más ayuda. Algo de preveer. Aquella tormenta que describía había ocurrido hacía meses y sin duda fue la noticia fundamental durante un tiempo, posiblemente engullendo (que oportuno) cualquier otro evento o cambio sucedido poco antes o poco después. Pedir detalles había pecado de optimista.

Sin más que obtener alli de momento y preocupado por las implicaciones de poder encontrarse con otro cadáver marioneta con cualquier aspecto o cargo, extrajo los historiales e informes que les habían entregado, sus propias notas y el libro tomado de la biblioteca del Quorum, extendió todo aquello a su alrededor en una de las mesas de autopsias (hasta ese momento desocupada, limpia y desinfectada) y empezó a buscar información sobre la iglesia a la espera de que le avisaran con la llegada del transporte que sin duda encargarían en breve.

Nero asintió ante las palabras de la Hermana Isolda. - Una cosa ni descarta, ni desmerece a la otra. Tan peligroso lo uno como lo otro, desde luego. Y ambas son herejías con las que tenemos que acabar. - sentenció Nero. No hacía falta preguntar si la Hermana estaba de acuerdo o no, estaba más que seguro que así era. 

La información faltaba a raudales, al menos información concreta y veraz, y sólo había una forma de obtenerla, investigando, como siempre, y al parecer Claudius estaba dispuesto a ello y sin aminalarse ante el despliegue hecho por el noble, se puso a ello, leyendo informes, marcando palabras clave, apuntando nombres y poco a poco separando el grano de la paja. 

Con los registros históricos de Sinophia en la mano, Claudius fue al menos capaz de averiguar un par de cosas de antemano sobre los clérigos de aquella iglesia, probablemente la última de la ciudad baja. Skarmen había hablado de la iglesia con algo de suspicacia, pero la realidad registrada en los pergaminos no podía ser más distinta.

Aparentemente, se trataba de un credo de mendicantes y sus ritos de enterramiento imitaban el entierro submarino de la propia Teresa Sinos milenios atrás. Si en la actualidad actuaban en aislamiento y se les miraba con recelo era en gran parte por la pobreza de la ciudad en general y sus propias circunstancias. Tras siglos de empobrecimiento y miserias, los ciudadanos de a pie de Sinophia habían llegado a ponerse en contra de aquellos clérigos por los abundantes fondos que sabían que la nobleza ponía a su disposición para cuidar de sus tumbas y mausoleos, a pesar de que (como quedaba patente en los registros) los mendicantes fieles a sus votos no habían abusado de ese dinero ni lo habían malgastado egoistamente.

Fuera como fuese, tras decenas de años de mala fama inmerecida, los clérigos se habían aislado cada vez más en el interior de su iglesia, relegando de la mayor parte de sus deberes públicos salvo los ritos de enterramiento. Los registros señalaban que con el paso de los años el señalamiento iba a peor y los feligreses insatisfechos habían comenzado a acusarlos de corruptos (económicamente hablando) y herejes, pero también hacían incapié en que no había ninguna evidencia de que aquello fuese ni remotamente cierto.

Aquella lectura no consumió demasiado tiempo y pronto llegó el anuncio de que había un vehículo ligero disponible para los acólitos. De nuevo, los llevaría la piloto Brismira, y esta vez les acompañaría el Mariscal Constantine que parecía realmente emocionado y orgulloso de sí mismo. No había más escuadras disponibles, ya que todas estaban dispersas por la ciudad, pero Skarmen había considerado oportuno que al menos les acompañase su segundo al mando como miembro de peso de los arbitradores.

Tras las palabras de Nero Gianna añadió.- ¿Habéis podido echarle un vistazo a los cadáveres que encontraron los arbitradores en la mansión de Lady Amorita? En cuanto los vimos los enviamos a la sala de autopsias.

La pregunta de Gianna fue tomada con un poco de sorpresa por los tres que habían permanecido interrogando y examinando al cadáver de Lecto Talanis. Al parecer sí que habían bajado los cuerpos, pero lo habían hecho directamente al depósito (una sala anexa del subterraneo), no a a sala de autopsias, y los arbitradores habían pasado por alto informar a los acólitos de aquello, aparentemente para "no molestarlos mientras estaban ocupados".

Aún podrían echarlos un vistazo, pero sería un proceso largo y el transporte les esperaba...

Las sensaciones recibidas por Nero entre lo expresado por Skarmen y lo averiguado entre las notas, libros y demás manuscritos era casi contradictoria, pero Nero recordaba bien las clases de investigación y pensamiento lateral, así como lógica e hipótesis, y cualquier dato podía ser falso, una tapadera. 

Al parecer, la razón oficial de la reclusión de los eclesiásticos era la mala fama que la gente les había puesto, pero, ¿sería la realidad? Sólo había una forma de resolver aquella cuestión. 

- Deberíamos movernos. Dos cosas Mariscal, ¿me explica porqué sus hombres no han informado a mis compañeros tal cual se les había ordenado? Esperamos que no vuelva a suceder. Ahora no tenemos tiempo que perder, pero espero personalmente que los cuerpos estén intactos y a nuestra entera disposición a la vuelta. - 

Volvían a estar en camino. Mientras recorrían la ciudad la soldado miraba las calles a través de los cristales del transporte, preguntándose cuanto tardaría el próximo ataque en producirse. Sabía que alguien allí fuera no iba a detenerse en su búsqueda de los cristales y ahora que tenían dos de los trozos se habían convertido en un objetivo.

¿Ha hablado alguna vez con el Vicario Serpantar o algún miembro de su congregación?- Le pregunto al Mariscal Constantine aprovechando que les acompañaba.

-Quizás el señor Vipus quiera encargarse de revisar esos cuerpos ahora -intervino Arcturus, comentando lo que Nero acababa de decir. -Podríamos hacer dos grupos. Puedo intentar ayudarle.

Tal vez los cadáveres no revelarán nada, pero el tecnosacerdote parecía remiso a dejar cualquier fleco suelto, igual que Gianna. En realidad, comentó, convendría interrogar a los arbitradores que hallaron los cuerpos, incluso volver a visitar la mansión, ahora también lugar del crimen. Controlar todas las piezas del tablero era en verdad una tarea abrumadora, algo que a lo peor no eran capaces de conseguir. Arcturus tenía cada vez más presente la sensación de que se les escapaba algo importante, y que el tiempo corría y corría...

Miró a Isolda, como esperando que zanjara la cuestión.