Partida Rol por web

Hacía un calor tórrido y Rether boqueaba como un pez fuera del agua para no ahogarse bajo el capuchón negro de verdugo. Tendría que hablar con Lythia. Su mujer no era tonta, y las excusas y las mentiras para ocultar lo que hacía realmente cuando dejaba el ganado a cargo de Hessel se le estaban agotando.

Un redoble de tambores exaltó a los presentes, quienes empezaron a vociferar en la dirección de donde venía el carromato con el condenado. Parecía un hombre jóven, aunque con el saco de arpillera que cubría su cabeza, no podía estar seguro.

Esputos, verduras podridas y hasta piedras calleron sobre él mientras iracundas voces le recordaban las atrocidades que había cometido y lo mucho que sufriría cuando su alma ardiese en el infierno por siempre jamás. Trastablillando, subió hasta el patíbulo cogido por los brazos por los mismo soldados que lo habían maniatado. Temblaba, y una mancha creciente en sus pantalones daba buena fe que lo hacía porque estaba aterrado. Con brusquedad, le hiceron apoyar la cabeza sobre aquella madera llena de profundos tajos y oscuras manchas resecas.

Le retiraron el saco y una espesa y sucia cabellera de color claro quedó al descubierto. Los tambores cambiaron de ritmo. Era la señal. El ganadero hizo el gesto de tragar saliva, pero su garganta estaba seca. Alzó la pesada hacha sobre su cabeza y se dispuso a dejarla caer cuando el redoble diera paso al silencio. Temblaba como el muchacho que tenía frente a él y llegó el momento.

Dudó, y el reo alzó la cabeza y le miró a los ojos. ¡Era Aaron! ¡Su hijo!

-Solo Dios es juez y verdugo. Has condenado tu alma, padre. - dijo muy serio, con una voz extraña

Sudoroso y alterado, Rether se despertó en mitad de la noche. Después de tranquilizar a su mujer, estuvo un rato sentado, tratando de recuperar la compostura. Al día siguiente, decidió ir a la iglesia y confesarse. Se lo contaría todo al párroco. El sabría darle consejo y quizá liberar su conciencia del tremendo peso que soportaba últimamente. Y eso que todavía no había matado a nadie.

Esa anciana... Quizá solo hubiera jugado con él para condenar su alma. Los niños son fuertes y es más que probable que hubiera sanado igualmente sin su ayuda. O puede que solo fuese una chiflada. En ese caso, ¿qué podría hacerle si no le llevaba el ojo?.

Por lo demás, el verano estaba transcurriendo monotonamente tranquilo. El rebaño crecía y el fantasma del hambre comenzaba a caer en el olvido.

Pero en algunos momentos, Rether deseaba haber cogido otro oficio. Las largas jornadas en los pastos le dejaban mucho tiempo para pensar y sus pensamientos era negros, muy negros.

Wybbert estaba sentado delante de aquel hombre que pedía confesión. Muchos eran los que durante el año se confesaban de sus pecados, y realmente, no imaginaba cual podía ser su pecado. A la vista del padre, Rether era un hombre justo que había andado por el camino correcto desde el primer día que le conoció. Con tono de desconcierto se dirigió al cabizbajo pastor que esperaba sus bendiciones.

Rether, hijo... dime ¿Qué es lo que has hecho que vienes tan preocupado? no habrás cometido adulterio... espero

Tras intercambiar los manidos "ave María purísima" y "sin pecado concebida", sabiéndose bajo secreto de confesión, Rether comienza a revelar al Padre Wibbert aquello que le roba el sueño.

-No es adulterio, padre. Se trata de algo peor. No sé muy bien como explicarlo, soy un hombre sencillo, de pocas palabras y menos cultura. - tragando saliva, trata de ordenar sus ideas - Verá, cuando las las lluvias que anegaron el valle, mi hijo Hessel, el pequeño, enfermó. Parecía que las fiebres se lo iban a llevar y su madre estaba muy preocupada. Yo...no lo busqué, pero se me ofreció un remedio extraño... Estaba tan desesperado que acepté pese a que no se me dijo cual sería el pago. Ahora ya lo sé, es mi alma. Esa bruja me reclama un ojo humano que no haya sido arrancado de un difunto. Mi hijo sanó, y creo fervientemente que fue obra de nuestro Señor misericordioso, pero temí que esa mujer pudiese hacerme daño a mi o a mi familia de algún modo si no cumplía el trato. - hace una pausa, pues parece que no sabe como continuar - Me he ofrecido para trabajar como verdugo para poder conseguir ese ojo sin hacer daño a ningún inocente.

Adelantandose a una hipotética reacción escaldalizada del sacerdote, Rether se apresura a aclarar esto último.

-Pero no voy a ser capaz. Además, creo que Dios me está avisando de que no debo hacerlo.

Mientras habla, una idea viene a su mente.

-Esa mujer es el diablo. Deberíamos impedir que vuelva a intentar apartar a nadie más del buen camino. - sus palabras cargadas de veneno le resultan ajenas, pues todavía recuerda la compasión que por un momento sintió por aquella solitaria anciana.

santo dios el padre Wybert se santigua... menos mal que has venido a decírmelo para advertirte en que ¡No debes! volver a ver a esa anciana... Rether, Dios no te castigará por ejecutar a un ladrón, pero si por arrancarle un ojo, ya sea vivo o muerto... se frota la barbilla no debes volver a ella, y no te preocupes, se de buena fe, que no te pasará nada ni a ti ni a tu familia por no cumplir con aquello que le has prometido. impuso su mano sobre su cabeza y le hizo la señal de la cruz aún no he conocido pecado que hayas podido cometer hasta ahora Rether, y lo que hiciste no fue pecado alguno, pero lo que vas a hacer si temes a esa mujer si que lo es, y ahí abajo sólo hay herejes y pecadores sonrió al atemorizado pastor es una cuerda floja, lo se, pero así es como lo dictó Dios padre, y si queremos estar a su lado, le debemos obedecer.

Las palabras del sacerdote reconfortan a Rether y fortalecen la sensación de estar haciendo lo correcto al fin. Asegurándole que seguirá sus consejos, sale de la iglesia con intención de renunciar a su cargo de verdugo. Es probable que las disculpas no basten para evitar quedar mal ante el consejero del Sir Robert, pero compensará su falta esforzándose, más aun si cabe, en su verdadero oficio.

El padre se despidió de Rether y se sintió complacido por la visita de aquel hombre, realmente era un temeroso de Dios, como todo buen hombre debía ser y precavido, confesaba los pecados antes de cometerlos. Aquella actitud le complacía y no eran muchos hombres o mujeres de Scoffershire así. Se acercó a un cirio apagado y lo encendió, tras ello rezó una oración por Rether para que aquella buena fe, fuera vista por Dios allá en la tierra, como en los cielos.

-Señor...- aunque Rether no es un hombre apocado, busca con cuidado las palabras que decirle a Marius - Siento mucho defraudar a su confianza, pero me faltan redaños para el oficio de verdugo. Puede sonar a chanza, pero creía que no sería tan distinto a sacrificar una res. Aunque hice algunas labores en los calabozos limpiando y revisando las herramientas, las celdas y todo eso, creo que es justo que les devuelva lo que ya he cobrado. Por las molestias...

Esos feudados hubieran supuesto un buen empujón a la construcción de la casa, pero deposita con decisión la bolsa sobre la mesa, esperando que el gesto sea visto con buenos ojos.

Marius mira serio al hombre ¿Qué me dices? se frota la barbilla es lo mismo que matar una res Rether, no te vengas a bajo. Además, a los primeros que deberás ejecutar, seguramente sólo deberás golpearles varias veces con una barra de hierro. Es más, está en camino el verdugo de Haldenford, hecho llamar por Sir Robert para enseñarte el oficio. ahora extiende nerviosamente sus brazos y manos al aire no puedes venir ahora, diciendo que no tienes agallas, afirmaste estar a la altura de ello, es posible que Sir Robert se enoje incluso por ello. le pone las manos encima de sus hombres y mira penetrante a sus ojos piénsalo hombre, piénsalo.

-Señor, no quisiera contradecirle, pero creo que hay cosas para las que se vale o no se vale. Ya he tomado una decisión. Puedo, si me lo permite, buscar a quien se haga cargo del puesto y aprenda del hombre de Haldenford. - dice devolviéndole la mirada y tratando de mostrarse resuelto. - Han sido tiempos difíciles y la necesidad hace que, a veces, uno haga cosas que no haría normalmente. Yo soy ganadero. Es lo único que sé hacer. Creo que seré mucho más útil a Sir Robert dedicando todos mis esfuerzos para que a nadie le falte algo que llevarse a la boca y enseñando a mi hijo el oficio.

Marius escuchó al ganadero Lo hablaré con Sir Robert, estaba muy ilusionado, con usted, disfrutó mucho viendo entrenar a su hijo. ahora sólo apoyó una mano en el hombro de Rether y lo acompañó caminando a la puerta. Plantearé todos aquellos pros y contras que has mencionado, y trataré de convencer a Sir Robert, personalmente no me gusta la idea de tener un verdugo molesto y disgustado con su labor. Pero no tengo la decisión en mis manos. Unos soldados te notificarán las palabras de Sir Robert. Ahora ve a ocuparte de tu familia y tu rebaño. devolvió su mano derecha a la barba por cierto, he oído el cacareo de tu gallo, es inmejorable, tiene un canto vigoroso y agradable. Una buena adquisición, si señor. Me encantan los gallos ¿sabes? Algún día debería acercarme para ver dicho ejemplar.

-Claro, cuando quiera. - dice antes de retirarse para seguir con sus quehaceres.

Una visita de los soldados...Ha sonado mal.

Rether caminó hasta llegar a su casa. Al llegar, ya había pasado mediodía de largo. Notaba las tripas quejarse antes de llegar al campamento. Su mujer, Lythia, le esperaba en la puerta.

La cara de Lythia era una mezcla de ansiedad y felicidad, Creí que sólo ibas a la iglesia y volvías, ¿porqué has tardado tanto? he estado esperándote toda la mañana, ¿dónde has ido? fui a buscarte pero no estabas allí, Strobur, el cazador me dijo haberte visto yendo al castillo ¿fuiste a ver la casa? luego le hizo pasar, se sentó con él en la mesa come le sirvió un plato ya oigo tus tripas, Hessel y yo hemos comido ya, ahora está jugando fuera vigilando las ovejas, le encantan los animales, será tan buen ganadero como tú. volvió a sonreír.

Tengo que decirte algo no pudo contener la risa, de su ojo izquierdo saltó una lágrima que recorrió toda su cara, dejando una recta y húmeda raya. estoy embarazada mi amor

-Pues sí, estuve en el castillo. - dice entre bocado y bocado - Por lo del dinero prestado para formar un nuevo rebaño. Nada importante, con los animales y la leche que llevo al castillo se está devolviendo solo.

Efectivamente, Rether está hambriento y rebaña con pasión el plato antes de hincarle el diente al trozo de queso tierno con miel que hace las veces de postre.

-Hessel, Hessel... Es un buen muchacho y estoy orgulloso de él. Será...- se interrumpe cuando ve a su mujer llorando de felicidad y asiste embobado a su revelación.

Dejando caer cuchillo y queso en la mesa, se abalanza sobre ella y la levanta en brazos con sus ásperas manos.

-¡Dios Bendito! ¡Es estupendo! - exclama mientras gira con Lythia en volandas por la casa y le cubre el rostro de efusivos y cariñosos besos - ¡Hessel sanó y ahora el Señor nos da otro hijo! Somos muy afortunados. ¡Ya verás la sorpresa que se lleva el tozudo de Aaron cuando vuelva de Tierra Santa hecho un hombretón!

Es justo lo que necesita para quitarse de la cabeza las preocupaciones y no sentirse tan sola. Esto debe de ser un premio por haber obrado bien, no puede ser otra cosa. - piensa emocionado cuando su boca calla.