Partida Rol por web

Entre todos logramos devolver el puente al lugar que le corresponde, pero el movimiento despierta a otra de esas repugnantes montañas de carne coronadas con un solo ojo grande y feo. Si mis amigos me dejaran hacerlo, se lo cerraría para siempre de un martillazo.

conseguimos poner en su sitio el puente, pero otro ojo aparece para observarnos, me estan dando ganas de escupirle con ganas a ver si lo dejo ciego

¡Mierda! -repitió Robyn, deteniéndose en el acto.

El segundo ojo se os queda mirando pero, tras unos interminables segundos de tensión, no notáis que ocurra nada nuevo y nadie os agrede ni parece tratar de obstaculizar vuestro avance.

Primero Robyn y después todos los demás, cruzáis el puente sin impedimentos y avanzáis hacia el Mausoleo, que ya se encuentra a una distancia tal que podéis distinguir con claridad su arquitectura.

A medida que os alejáis del puente, vuestra magia comienza a funcionar de forma intermitente. Por momentos parece regresar, solo por desvanecerse un instante después.

Sin embargo, un último obstáculo parece interponerse entre vosotros y vuestro destino. Un hombre enorme obstruye vuestro camino. Su piel es azul clara y su pelo, canoso. Lleva un gargantuesco lucero del alba que balancea de manera amenazante.

―Soy Akash, guardián del Mausoleo de los Dioses ―gruñe desde la distancia, mirándoos con el ceño fruncido―. Volved por donde habéis venido o moriréis.

Tras él, podéis vislumbrar las escaleras de piedra que llevan al edificio.

Helshara tuvo una epifanía, allí, en medio del Mausoleo de los Dioses, y dio un paso adelante.

Aún con su magia, dudaba que pudiera ser rival de los guardianes. Sin ella, era poco más que una hormiga que el gigante podía pisotear. Tenía miedo. Y sin embargo supo que ser valiente no era no tener miedo, sino entender que había cosas más importantes que uno mismo.

-Moriremos de todas formas si volvemos -declaró la sacerdotisa de Pelor-. Un dios oscuro pretende robar el poder de la Gema del Olvido esta misma noche. Y al hacerlo, destruirá nuestro mundo. No pensamos morir sin presentar batalla.

Espera un momento. ¿Y si es exactamente lo que él quería? -se preguntó Robyn-. ¿Y si todo lo que buscaba era que le allanáramos el camino, de alguna forma, para que pudiera conseguir su objetivo? ¡Guardián! ¡Debes ayudarnos a impedirlo!

Si el coloso que tenéis frente a vosotros se siente impresionado o inquieto con las noticias que le traéis, no da muestra de ello. Bien al contrario, se muestra exasperantemente obstinado.

―Ni los dioses ni los mortales entran en el mausoleo sin derrotarme primero. Son pocos los humanos que han llegado hasta donde estáis vosotros y menos aún los que pueden gloriarse de haberme vencido. Yo soy el guardián y ese es mi cometido, evitar que los indignos pasen de este punto. No me está permitido entrar en el recinto sagrado que debo custodiar, ni a ninguno que no consiga doblegarme. Nadie que no me derrote podrá robar la Gema del Olvido y nadie que no me derrote podrá impedir tal robo.

El individuo que tenéis ante vosotros es un gigante de alguna clase. Una criatura humanoide de unos 5 metros y medio de altura, mucho más estilizado y apuesto que la mayor parte de los gigantes de las fábulas, incluidos los gigantes de piedra entre los que se encuentra el propio Polidoro.

Casi me siento decepcionado cuando logramos cruzar el puente sin sobresaltos. Pensaba que el tentáculo trataría de arrojarnos al fondo del foso o nos aplastaría contra el suelo. Por el momento todo está resultando demasiado sencillo como para ser divertido.

Por suerte, parece que la situación se vuelve más interesante cuando nos topamos en nuestro camino con un tozudo individuo que se niega a dejarnos pasar. Puede que nuestro interlocutor sea terco, pero eso no significa que tenga que ganarse una paliza. Yo estoy dispuesto a darle una oportunidad a casi cualquiera antes de verme en la situación de romperle todos los huesos del cuerpo. Sobretodo cuando ese "alguien" prácticamente triplica mi estatura.

-Polidoro, baile cloiche, cha toir e cron ma tha thu leigeil le Akash dhol air adhart agus chan eil fhaighinn ann ar slighe.

esto cada vez mas locado ojos malditos que nos contemplan sin parar y con probalidad que acaben con nosotros, pero que solo nos observan y no pasa nada y ahora el gran guardian  de la tumba donde los dioses van a morir se planta delante de nosotros cortandonos el paso y diciendonos lo mas claro posible que nos vayamos por donde hemos venido o moriremos.

No voy a negar que estoy tentado a hacerlo, pero si hemos llegado hasta aqui ya no hay vuelta a tras...

vamos a ver señor guardian, , o Akash no estamos aqui por gusto, le puedo asegurar que si tengo que elegir entre estar ante usted y una cerveza, eligiria la segunda pero soy mejor dicho, somos un grupo que no teme los retos y se nos ha planteado o empujado a este sin ningun tipo de opciones (digo esto mirando a Polidoro ) yo no tengo culpa que un  dios con forma de parca de nombre Azazel, se nos presente, nos de un diamante para teletransportarnos hasta aqui, un arma para acabar con el y una historia de como va a robar la gema.

Y ahora me dice que para pasar tengo, bueno tenemos que derrotarle y se que puede que tengamos una minima posibilidad de vencerle, pero lo logico es que nos pegues una paliza. siempre me han dicho que como buen enano soy cabezon, guarro y un poco bruto y que me meto de cabeza en una pelea sin pensar y pueden tener razón pero no soy tonto, si quiere matarnos o incluso jugar hagalo.......

 pero aqui esta pasando algo raro, no se si realmente ese ser tiene poder para pasar por delante de un ser tan poderoso como tu, si me he cansado de tutearte, robar la joya y nosotros somos los unicos que podemos pararle o realmente es una trampa y nos esta utlizando para entretenerte, qu te matemos y de esa manera poder conseguir la gema sin ningun tipo de oposición, pero las dos tienen una solucion sencilla......... ayudanos 

Permitenos entrar, ven con nosotros o sino puedes mandanos a alguien pero lo unico que no vamos a hacer es irnos, por que ya que estamos aqui, es tonteria volver

El coloso que tenéis ante vosotros estalla en estruendosas carcajadas.

―Hablas como un gigante pero eres un enanito ―dice, cuando logra recuperar la compostura, señalando a Polidoro―. Dos enanitos ―añade, señalando a Tognus en esta ocasión―. No me importa cómo habéis llegado aquí. Llevo tanto tiempo en este lugar y he escuchado tantas historias que me trae sin cuidado quién dice la verdad y quién trata de engañarme.

Su tono se vuelve más grave y pesaroso cuando añade a continuación:

―Aunque quisiera dejaros pasar, no podría. ¿Creéis que a mí me gusta recibir palizas de los dioses ancianos que vienen aquí a morir o tener que limpiar de mi arma los restos sanguinolentos que dejan en ella los pequeños mortales que no saben aceptar un buen consejo? Pues la verdad es que no, pero a nadie le importa. Todos tenemos aquí un papel que cumplir.

»Son las normas, ¿entendéis? Hasta los dioses deben doblegarse ante las reglas de este lugar. Y las reglas dicen que tengo que hacer cuanto pueda por evitar que nadie pase de este punto. Por lo visto lo que quiera que haya en el mausoleo debe ser lo suficientemente valioso como para que no quieran que lo coja cualquiera. Como he dicho, a mí no se me permite tampoco moverme de aquí y no sé lo que hay ahí dentro. Lo único que sé es que nunca he visto a nadie salir de allí.

-Solamente un necio sigue las normas. Las normas son el instrumento del poderoso para doblegar y someter al débil. ¿Para qué seguir las normas cuando uno tiene el poder de crearlas y que otros las sigan para servirle a él?- Martín sonríe y da unos cuantos pasos hacia el frente, quitándose la boina y poniéndola en posición oferente sosteniéndola con ambas manos sobre el pecho, cuál labriego servil cuando habla con su déspota señor.

-Mi muy apreciado Guardián, ¿por qué un ser tan digno y poderoso, tan sabio que no se le puede engañar, vive aquí en este lugar extraño y solitario, desempeñando una tarea que no le es grata? en su lugar podría estar disfrutar de la calidez de una mujer, los banquetes junto a los amigos y compañeros, paladear la gloria de conquistar mundos... Escuchar su nombre enaltecido por generaciones. ¡Ser un dios en vida! ¡Y hay tantos mundos!... ¡Los hay exóticos! ¡otros son serenos y bellos, para aquellos de gustos menos pasionales y que desean la relajación y la tranquilidad!

-Yo le podría ayudar a abandonar este trabajo. Piense en la vastedad de los mundos. Piense en las infinitas posibilidades de usted como señor de un plano... y quién dice un plano, dice varios... Además, yo podría ayudarle con las tediosas gestiones. Y seguro que mis amigos, aquí presentes, también estarían muy honrados. Polidoro conquistaría por usted y Tongus le conseguiría las mejores cervezas...

-Sé que ante su magnificencia no somos más que hormigas. Pero ante el resto de los seres vivos somos rivales terribles y peligrosos. Ya tendría sus subornidados. ¡Qué mejor comienzo para su glorioso imperio-planar! ¡Su imperio!

-No obstante, tenemos una pega. Un pequeño asunto sin resolver... -Martín hace un gesto encogiéndose de hombros, pero continúa con sus gesto servil, e incluso hinca la rodilla al suelo, con un ligero gesto de dolor, con algo de dificultad tanto por su artritis y por su sobrepeso- ¡No habrá mundo que conquistar si no detenemos a Azazel!- miro al titán con ojos de súplica, con ojos vidriosos y cargándose de lágrimas.

-Además, ante cada problema hay oportunidades. Y ésta sin duda es la suya... Puede aprovechar la oportunidad, y es que se le recordará a vuestra merced como aquel que detuvo a Azazel. Sin duda será recompensado por los dioses... por el resto de los dioses quiero decir, pues su señoría podría ser una deidad más dada la magnitud de tal hazaña. ¡Salvar a toda la existencia! ¡En sus manos está salvar a los dioses y a la creación misma!

-Déjenos ayudarle a lograr tal hazaña, aunque nosotros, personajes menores, no aparezcamos en los anales de la historia... ni en los registros de los dioses. ¡Permítanos, vuestra magnificencia, disfrutar de su gloria eterna!

El coloso parece sinceramente interesado en la propuesta de Martín cuando responde:

―A diferencia de vosotros, hombrecillo, yo no sé por qué me mantienen aquí prisionero contra mi voluntad. El Que Tiene Muchos Nombres, el dios que es enemigo de mi gente, me trajo hace incontables eones y me condenó a custodiar el mausoleo. Aquellos que vienen en busca de la Muerte de los Dioses primero deben medir conmigo sus fuerzas. Sin excepción.

»Ese Ojo maldito nos vigila a todos. Si me niego a luchar, expulsa de aquí a los visitantes y me aniquila solo para hacerme revivir más tarde. Realmente odio que me manten pero, como he dicho, hasta los dioses deben doblegarse ante las reglas de este lugar.

»¿Y tú dices, hombrecillo, que puedes liberarme? ―pregunta, con una nota de esperanza en su voz―. Hazlo, mándame lejos, a donde sea. No quiero ser un dios ni gobernar mi propio plano. Solo quiero abandonar para siempre este lugar en el que ni siquiera se me concede por mucho tiempo el descanso de la muerte que todos vienen a recibir aquí.

»Ayúdame a escapar y podréis seguir adelante sin tener que preocuparos por mí. Engáñame y te dejaré para el final, te haré mirar mientras acabo con tus amigos, te desollaré y después esperaré pacientemente mientras te desangras lentamente ante mis ojos.

El individuo que tenéis ante vosotros es un gigante de alguna clase. Una criatura humanoide de unos 5 metros y medio de altura, mucho más estilizado y apuesto que la mayor parte de los gigantes de las fábulas, incluidos los gigantes de piedra entre los que se encuentra el propio Polidoro.

No me gusta la manera en la que nuestro adversario me ridiculiza y lo cierto es que no siento mucha pena por él, sobretodo sabiendo que aunque le propinemos una paliza no va a morirse del todo.

-Vamos, Martín -apremio a mi parlanchín compañero-. Si puedes quitárnoslo de en medio hazlo ya y si no, no perdamos más tiempo y obliguémosle por la fuerza a apartarse de nuestro camino. Esta conversación se está alargando demasiado y mi martillo se aburre.

-Guardián, para que funcione mi magia necesito de su colaboración y del silencio de todos los presentes. Han de seguir mis instrucciones de forma precisa y rigurosa. Polidoro, ¡Residen más soluciones en el poder de la magia que en el peso de tu martillo! Poderoso guardián, sólo tenemos una oportunidad, la magia es aquí muy poderosa y errática, y dado su tamaño, exige aún mayor dificultad.-Martín mira con gesto serio a sus compañeros y posa sus ojos sobre su saco de componentes de conjuros. Tras ello mira al guardián- Sólo así podré cumplir con su deseo, romper el ciclo y que vuestra señoría salga de este plano. Para ello ha de concentrarse y pensar en el lugar donde quiera hallarse. En aquel lugar que añora desde lo más profundo de su ser... En el plano, en el país, en el paraje donde habite su familia... Descríbamelo con detalle, concéntrese en los detalles, en las voces, en los gestos... En los rostros de sus allegados. Póngase cómodo, siéntese y medite conmigo. Descríbame sus recuerdos. Yo le enviaré allí.

Martín avanza lentamente hacia el gigante.