Partida Rol por web

CORNAGO

Escena III

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10/09/2014, 14:39
Alaric

Tras la extraña noche y sin descansar demasiado por las preocupaciones Alaric despierta y recobra el ánimo con el buen desayuno que les ofrecen, sin embargo su rostro se vuelve a marcar por la preocupación al oir las nuevas

Per Sant Jordi i tots els sants! Don Diego aquest home no és més que un assassí, no podem confiar en ell

Un taverner, un jove guàrdia, aquest Guillem no té moral!

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10/09/2014, 15:07
Diego López de Santsoles

Tras un sueño reparador nos brindan un desayuno aun mejor, voy con el resto de los freiles y novicios a rezar para después aprovechar la mañana haciendo algo que me agrada y hace mucho no puedo hacer, leer. En la lectura está el conocimiento, el conocimiento da sabiduría y la sabiduría hace a uno más grande. O algo similar era la frase de mi abuelo que siempre repetía.

Más cuando el día avanza llegan finalmente las nuevas desde la villa, pero ahora con más rojo que lo que ya sabíamos y no tengo que fingir sorpresa al enterarme porque realmente lo estoy. Alaric no tarda en hacer leña del árbol caído y quien podría culparlo por ello, el tal Guillermo resultó ser más que un cruel, un asesino sin miramientos. Bajo la cabeza en un claro gesto de pesadumbre y malestar por los hechos ocurridos por la mano del ahora asesino. - La guardia no lo perdonará, no importa donde vaya. - Les digo a Alaric y al Fray cuando estamos solos.

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10/09/2014, 21:12
Fray Juan

Paso el día dedicado a los rezos oportunos y en el entretiempo me dedico a deambular por el huerto, cavilando en todos los problemas en los que estamos metidos. Mando también recado al abad de que me gustaría charlar con él cuando pueda, pues quisiera conocer su opinión sobre la voz fantasmal y el espía de la capilla.

Más tarde, cuando llegan al convento las noticias de lo ocurrido anoche, me reúno con Santsoles y Alaric, -Bueno, por lo menos Guillermo está de nuestro lado y es leal a Don Diego. Vos, al igual que yo, le visteis en la guerra et es soldado tan leal como brutal. En cuanto a esos dos pobres desgraciados, sólo nos queda rezar por sus almas. Sus familias, que quedan desamparadas, son otra razón más para mantener Cornago a salvo del Arzobispo.-

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10/09/2014, 23:18
Guillermo "el cruel"

Pese al cansancio, marché alegre con el Hierbas. Saber que traía oro en el regazo me tranquilizaba. Él trataba de rehuirme y de este modo, complacíame, pero pronto ambos cansamos del juego y descubrimos que necesitábamos descanso y refresco. El tiempo pasaba y no hallábamos modo alguna de parar ni para aliviar las necesidades de todo omne; y es que cada vez que trataba de bajar las calzas, Bastián aparecía apresurándome, diciendo que no había tiempo y que debíamos marchar ca'Carrillo con premura. ¿A qué tanta prisa? Yo reía lo que podía mientras falaba de mis asuntos y quehaceres cotidianos, a sabiendas de que la maniobra del de Santsoles non era de mi agrado. Entregábanos a aquellos nobles como vasallos, sin ser ellos nuestros señores. Pero nada importaba. Diríase que aquella noche me había rejuvenecido cual mozo que estuviese espigando. El curandero, empero, seguía taciturno y callado como moro acechando.

— Una noche sin dormir, reçebimos de nuestro querido Diego ¿No es así, Bastián? ¿Qué me dezís si pedimos un sitio en esta aldea donde reposar los muy gastados pies que llevamos? Podemos encomendarnos a las buenas gentes, que agua y paz no nos negarán.

Escupí al suelo, con cierta sonoridad, sacando el polvo de la lengua, mientras quitaba la sujección de Judas, l'hacha que tan buen serviço hacía.

— ¡Los Carrillo allende su muro pueden esperar! ¿Non credéys, mozo? Veamos que nos ofrecen sus vasallos. Llamad a la puerta — dije señalando una de aquelas y sonriendo con cierto ayre socarrón — Llamad.

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13/09/2014, 21:43
Narrador

Finalmente una casita fue la elegida: tiene un pequeño huerto vallado en la parte trasera y un reducido establo que indica que su propietario debe ser descendientes de colonos. Tras llamar al portón, no tarda en aparecer un hombre afable de nombre Pere. Éste, inconsciente, no duda en dar cobijo a tan "ilustres" invitados, pues al pardo se le ve un hombre curtido y capaz y a su acompañante alguien culto e inteligente. Pere es el cabeza de familia; alto y delgado, con la barba rasurada y que camina un poco encorvado. Es algo introvertido pero afable, de pocas palabras pero hospitalario.

Su mujer, Juana, es grandota y fuerte, de anchas caderas, voz potente y pronto fácil, pero bajo esa apariencia se esconde una persona inocente que confía plenamente en su marido. Los hijos son Mateo, de 12 años, alto y bien formado, de manera que parece dos o tres años mayor; María, de 9 años, también muy madura para su edad; Rafael, de 8 años, que siempre anda detrás de su hermano; y el pequeño Tobías, de 3 años.

Los padres de ambos cónyuges no viven, pero sí sus tíos y primos, que se reparten en varias casas de alrededor, y con los que mantienen una buena relación, en especial las mujeres, que suelen ayudarse entre sí en sus tareas domésticas y en la crianza de los niños pequeños.

La cabaña de madera donde viven es algo más espaciosa de lo habitual, pero sigue siendo una choza de techo bajo y de paja. De varios ganchos en las paredes cuelgan aperos y cuerdas, y apoyado en la pared hay un tablón y unos caballetes sobre los que se coloca cuando llega la hora de comer, amén de varios banquitos de madera. En la otra pared hay dos jergones separados por una cortina, y en una esquina un montón de paja. Como se ha dicho antes, Tobías dispone de un pequeño establo donde descansa su único buey y una cabra que le proporciona leche. Tras compartir su más bien modesta cena, que es poco más que simples gachas y un caldo caliente, Pere os indica que podéis dormir en el establo.

Y así pasa la noche, tranquila, más por el cansancio que otra cosa, pues Guillermo ya andaba maquinando de las suyas queriendo hacerle a la Juana lo mismo que a la esposa del tabernero allá en Cornago. Suerte que el cansancio le pudo y pronto se lo llevó el sueño...

 


 

A la mañana siguiente, tras el desayuno y antes de partir dirección Casa Carrillo, os mezcláis un poco con los habitantes de aquel pequeño pueblito. Por lo general todos ellos piensan que los hombres de la casa Carrillo no son más que bandidos a los que la justicia debería haber ahorcado ya.

Sin embargo, entre aquellos hay un hombre, Antonio. Este, movido por vuestro aspecto de forasteros y que sabe que no tenéis ninguna relación con la aldea, os cita en un pajar extremando las precauciones y asegurándose que nadie os vea y os explica que si queréis ganaros un dinero como mercenarios, él conoce a alguien que os pagará un buen dinero.

─Si place aquesto que vos digo, gustoso vos acompañaré a Casa Carrillo et pondréos en contacto con el jornalero.

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13/09/2014, 22:06
Narrador

Mientras andáis con vuestros quehaceres y entre las repetidas e insistentes peticiones de Fray Juan para entrevistarse con el Abad (las cuales son rechazadas una y otra vez con largas), os sorprende un mensajero enviado por la señora de Luna. El mensaje es claro y conciso:

─Habéis de cumplir el plan acordado, et sin más demora et contratiempo. Por vuestro bien, espero hayades sabido dilapidar el asunto acaescido aquesta pasada noche con coherencia et diligencia. Non plasceríame haber de más problemas et espero non haber errado en haber confiado en vuesencias. Cornago depende dello.

Podéis leer entre lineas que esto no se trata de un juego y que no hay tiempo que perder entre libros, bibliotecas o charlas con el Abad. Debéis de averiguar como piensan los Carrillo tomar el castillo de Cornago, y debéis hacerlo pronto...

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15/09/2014, 16:41
Bastián "El Hierbas"

Agradeció de corazón a la familia humilde la hospitalidad que les ofrecieron et a Dios dio grácies per que el Pardo encontrarase rendido, pues no deseaba que se repitiera la historia otra mesma vez. Atendió a cada uno de la familia en caso de que tuvieran doléncia alguna et dio consejos que pudieran ajudarles antes de partir,.

Para quando acudiran al pajar et escutaron la oferta, tomó a Guillermo del braço apartándose de los oídos del embaucador et díxele.

-Guillermo, este omne puede que esté ofreciendo los mesmos servicios que nos propusieran hace dos noches en aquela taberna. Acude a aquesta si desedes, et déxame a mi obrar como curandero en la porta de los Carillo, por si pudiáramos tener más oportunidades, en caso de poco éxito encontrar, buscarvos faré. -Negó con pesadez- Que bien sabedes que este ambiente no es mi estilo, Guillermo.

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15/09/2014, 23:01
Diego López de Santsoles

La carta demuestra que ya hemos descansado lo suficiente del duro viaje hasta Cornago y ahora debemos ocuparnos de este asunto que tanto acucia a la viuda de Luna. Aparto a Alaric y al Fray a un lugar más reservado. - Señores Alaric y Juan, femos descansado suficiente y es primordial que pongamos distancia entre este lugar y questo objetivo. - Busco la afirmación por parte de ambos con respecto a mi parecer para proseguir con lo que quiero plantearles. - No creo que haya entrada oculta aquí que no conozca la señora, quizás deberíamos hablar con don Pedro más eso podría levantar sospechas. - De vez en cuando miro para un lado y luego otro buscando gente que esté andando por donde no debe. - Quizás podríamos tentar a los saqueadores de Carillo con una carreta que viaja tarde por la noche, unos comerciantes que han demorado su llegada a Cornago, dejamos uno con vida y si es el líder mejor para poder obtener informacion. Usaremos la misma carreta, la llenares con cajas con piedras y otras cosas para que parezca cargada y así tentarlos. Fray juan, usted será el carrero porque armas no sabrá usar supongo. -

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16/09/2014, 21:33
Fray Juan

-Suponeis bien, mi señor Santsoles, las armas no son lo mío …- asiento, manteniendo el tono clandestino de la conversación - … empero será mas sencillo que pase por un indefenso carrero. Conel vueso permiso veré de que los hermanos frailes nos empresten un carro et unas bestias de tiro.-

La idea de salir de Cornago no me desagrada. La posibilidad de que haya traidores en la villa, incluso en el convento, me parece cada vez menos descabellada. Al fin y al cabo nosotros mismos tratábamos de introducir nuestros propios espias entre el enemigo.

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17/09/2014, 23:10
Guillermo "el cruel"

El descanso acogió mis huesos, en abrazo suave y delicado cual moza de taberna. Precisaba de una noche como aquela donde el corpus rendido y el alma descansada por fin se hallaban en plena noche. Y me se olvidaron pensamientos de pecado o alborozo hasta que bien despuntada el alba despertome mi buen amigo Bastián.

El gallo ya había cantado y el docto se despedía de la familia que nos había dado resguardo, como tal menester suyo era pues teníamos otra condición. Fue el curandero generoso en demasía pues miró sin pedir pecunio alguno a las mozas y chiquillos, mientras yo satisfacía mi fame de maitines. Sonreí oscuro sobre el cuenco de vino pues mi mente iba y venía sobre el cómo las manos delicadas del Hierbas tocaban aquellos jóvenes.

Fuimos a dialogar con Antonio, omine de Carrillo al parecer, que pretendía le siguiésemos. Pero la sierpe que guardaba dentro mi compañero, habló llenándome la testa de otros planes. Me mandaba por ende, facer e dir a servilles a estos en solitario, para después xuntarnos dentro. Le miré tratando de encontrar la tercera pata del gato, con cara de extrañeza, pero al no intuir maldad alguna me reí, poniéndole la diestra en el hombro y apretando lo que daban de sí las fuerzas:

— ¡Ay, Bastián! ¡Sodes débil! — dije riendo — Id a pregonad a Ca'Carrillo, Antonio, que Guillermo, al que llaman el Cruel, servirá a esos señores con grande diligencia e sea así que los caminos de este hombre — añadí refiriéndome al curandero — et el mío se separan por ahora. Dadme un caballo, Antonio, pues hidalgo que se precie non pode entrar por puerta de señor alguno a pie, y os seguiré.

Solté al curandero entre sonrisas y puse cara de mal fario al débil Antonio. No tenía toda la víspera.

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18/09/2014, 11:09
Narrador

Notas de juego

Guillermo, vas con tu viejo jamelgo. Te lo has traido de Cornago.

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18/09/2014, 11:16
Narrador

Notas de juego

Continuamos en la Escena IV.