Partida Rol por web

Despiertas. Todo está iluminado. Se te aclaran los ojos y... ¿dónde diablos estoy?

Ves que estás en una ciudad formada por burbujas... ¡rodeado de agua por todos lados! Te fijas y a tu alrededor no hay nadie pese a que fuera de lo que parece ser la pared de la burbuja hay peces nadando tranquilamente. Lo último que recuerdas es que el hechizo del pegatauro te transportó a algún sitio. ¿Otro plano quizás? ¿Y dónde están Hardem, Raunix y los demás?

De pronto, entran unos seres muy extraños con forma de pez y te dicen algo que no entiendes. Estás encadenado de un pie. 

Eres lo suficientemente rápido como para disparar a uno de estos seres pero encadenado poco podrás hacer. Siguen hablando a pocos metros de ti y crees que vienen a llevarte a algún sitio. ¿Qué haces?

En cuanto Boff recuperó la consciencia y abrió los ojos, la luz le cegó durante unos instantes hasta que pudo empezar a procesar el entorno que le rodeaba. No terminaba de entender cómo había llegado allí, pero intuyó que debía de estar en otro plano, y que desgraciadamente se había separado de sus compañeros. ¿Que lugar era aquel rodeado de agua y criaturas acuáticas por todos lados, y él dentro de una especie de burbuja? No tenía ni idea, pero lo tenían encadenado.

Entonces se aproximaron unos extraños seres de los que no lograba comprender el lenguaje, y aunque su primer pensamiento fue tomar la honda que aún tenía, supo que no sería buena idea. Era preferible analizar la situación, ver para qué le requerían y que pretendían hacer con él, y quizá en otro momento, en caso que pases intenciones fuesen malas, planificar un escape de algún modo. De momento el joven mediano trataría de seguirles la corriente y entender que estaba ocurriendo, observando bien aquellos seres. 

- Hola, me llamo Boff. ¿Entendéis mi lengua? - Trató de indicarles sin hacer ningún gesto amenazante, solo un primer contacto con los desconocidos. ¿Dónde estoy?

Los seres no te comprenden. Siguen hablando y parecen reír. Son hombres-pez y estás debajo del agua y, de algún modo, viven en burbujas llenas de aire así que deben haber evolucionado y deben ser anfibios.

Uno de ellos lleva una llave colgada en el cinto. ¿Será la de tu cadena del pie?

Siempre era bueno analizar la situación y tener conocimiento del entorno que te rodea. Para Boff, estar dentro de una burbuja en el fondo del mal era bueno y malo a la vez, por un lado sabía que podía respirar sin preocupaciones mientras estuviese dentro de aquellas burbujas, pero aunque lograse liberarse de la cadena que le mantenía encadenado, tendría un problema mayor, que era ver cómo aalcanzar la superfície. No era más que un simple mediano, y nunca había sido un buen nadador, por lo que a priori, pese a que era muy hábil para robar, no estaba dispuesto a jugársela sin entender bien cuáles eran las intenciones de aquellos seres.

Si veía que sus intenciones eran hostiles, trataría de defenderse sin contemplaciones y robar aquella llave 1ue colgaba del cinto de uno de ellos, pero de momento solo se dejaría llevar, tratando de ir recabando más información que le fuese útil. ¿Dónde se encontraba? ¿Por qué no eran capaces de entender su lengua? ¿Había quizá viajado a través del tiempo a una sociedad prehistórica? Eso era lo poco que podía suponer, y tampoco es que estuviese seguro de ello.

Uno de ellos te apunta con un tridente mientras que el otro te libera la cadena de donde estabas atado. Luego también se saca su tridente y te pincha el trasero para obligarte a avanzar fuera de la celda burbuja.

Caminas por pasillos iluminados, rodeado de seres que te miran de forma extraña: ranas humanoides, pulpos del tamaño de un buey armados hasta los dientes, seres pez...

Un escalofrío recorre todo tu cuerpo.

Boff nunca se caracterizó por ser muy valiente, y siendo sincero, todo aquello le atemorizaba. Se sentía como en un sueño del que quieres despertar, pero aquello era una realidad tangible.

Aquellos dos seres se acercaron hasta su posición, y pese a que sintió alivio de verse liberado, no le gustó en absoluto cuando notó el pinchazo en el culo de halfing que era.

- ¡Ouchh! ¡Duele! Tened cuidado... No pienso huir... Comentó tratando de realizar gestos fáciles de entender, y empezando a andar escoltado por aquellos seres acuáticos. ¿Vais a llevarme frente a vuestro gran jefe? 

Sabia que no le responderían, probablemente no estarían entendiendo nada de lo que decía, pero era más por él mismo tratando de liberar la tensión, que por otra cosa. Tenía claro que se comportaría perfectamente, sin hacer nada que pudiese encargarles, pero no quería perder la oportunidad de observar y percibir todo a su alrededor, hasta el más mínimo detalle podía ser importante llegado el momento. ¿Cómo alcanzaban estos seres la superficie? ¿Tendrían ascensores? Lo que estaba claro es que parecían estar a gran profundidad, y aquello siempre resultaba preocupante.

Llegas a una pequeña burbuja con barrotes. Allí te vuelven a empujar con el tridente para que entres, cosa que haces sin rechistar. Una vez dentro los barrotes se cierran. Tu primer instinto es tocar la burbuja y ves que parece más sólida de lo que a simple vista puede parecer.

Otro ser mediopez se asoma por una de las rejillas ofreciéndote unos fardos. Cuando te acercas ves que son... ¡armas!

Una es una daga, lo otro parece una hoz extraña y lo último un látigo negro y reluciente.

-Creo que me van a meter en una pelea... -susurras mientras piensas qué hacer y tocas tu honda y tu munición. Han pasado por alto a los guardias. Ilusos.

Una vez caída al lago solo recuerdas un gran tentáculo cerrándose sobre ti y... nada. Oscuridad.

Despiertas en una sala increíble, con forma esférica y transparente llena de barrotes. Pareces estar en el fondo del lago, dentro de una burbuja. Intentas tocar la esfera pero para tu sorpresa es muy dura. De pronto se abre una de las puertas. Avanzas dispuesta a liarte a tortazos con lo que sea que te espere ahí afuera y tu sorpresa es que lo que hay allí dentro es una escalinata que avanza hasta algún lugar cientos de metros debajo tuyo.

Avanzas primero con decisión pero luego comienzas a oír un rumor que te desconcierta. ¿Hay gente chillando ahí abajo? ¿Es esto el infierno? ¡Pero si soy una paladina!

Una puerta de piedra enorme marca el final del camino. A su lado encuentras tu sierra de vapor, tu lanza y tu escudo. Algo se oye... un mecanismo de poleas comienza a mover la puerta y...

-No puede ser...

Un suelo de granito cubierto de pequeñas algas te dice que debes estar en el fondo marino. Alzas tu vista y ves que estás dentro de un foso de una decena de metros de altura. Hay mucha gente gritando, pero usando un idioma que jamás habías oído. Te fijas en que estos seres que te miran son humanoides en forma de pez. Entre las graderías ves varios takos, los seres octópodos contra los que habíais luchado. Todo indica que vas a tener que combatir contra alguien o algo.

-Esto es una prueba de fe. Lo conseguiré y Helm volverá a hablarme.

Armada, como lo había estado antes, no se imaginaba que sería parte del divertimento de los pulpitos. - Os vais a enterar, cuando pueda voy ha hacer tanto "Pulpo a Feira", que os vais a extinguir, merienda de paletos. Tras su berrinche y descargar iras personales contra aquella raza en lo más profundo de su Reino se aprestó a luchar, lanza y escudo prestas, y la motosierraespada preparada para entrar en acción cuando hiciera falta, pero sin encender. Los cartuchos tenían una vida y no deseaba desperdiciarlos en una futil batalla para luego ser necesarios: - Y cuando termine de "cocinar" tendré que preparar más cartuchos. Estaba tan segura de si misma que sabía que saldría de esta.

Imaginaba que le soltarían algún bicho de allí. Una bestia que ellos considerasen poderosa y horrenda, así que se situó en un lugar que pudiera defender. Buscó algo que le pudiera servir para parapetarse de lanzamientos, de ataques con tentáculos como el que la apresó o algo así. Tenía que combatir, y el mandato de Helm es pelear con cabeza, no una berseker suicida, que también lo contemplaba, pero como táctica necesaria, aunque había que optar por las mejores de cada momento.

Sentir como le liberaban de sus cadenas fue muy bienvenido por parte de Boff, y aunque sabía que quizá aquello era provisional, durante todo el trayecto no pudo dejar de observar impresionado aquellas criaturas acuáticas y el ambiente que le rodeaba, a decir verdad le agradaba aquel mundo. Parecía como si estuviese soñando y en un lugar de fantasía, pero sin embargo, los pinchazos recibidos le hicieron darse cuenta que aquello no tenía nada de fantasía, era completamente real. Probablemente estaba en otro plano y otro tiempo, aunque aún no lo podía saberlo con seguridad. ¿Volvería a ver a sus amigos? ¿Qué habría sido de ellos?

Las dudas le atormentaban hasta que al fin llegaron a una nueva burbuja, y lo que ocurrió en ella le pareció sumamente extraño. ¿Por qué le daban armas? ¿Pretendían que luchase? Por suerte no le habían quitado su honda y munición, con la cual si era completamente letal, pero si lo forzaban a luchar en cuerpo a cuerpo podría estar en serios problemas. ¿De qué se trataría? ¿Luchar contra el enemigo de los seres acuáticos para ganarse su confianza? ¿Se trataría de alguna especie de espectáculo de entretenimiento para el Gran Jefe? ¿Puede que quisiesen adiestrarlo y comprobar sus aptitudes para alguna futura batalla?

Fuese como fuese, tomó la daga, aquella especie de Arak y el látigo, y aguardó a los acontecimientos que estaban por venir. Fuese lo que fuese, esperaba poder descubrir alguna forma de comunicarse con aquellos seres, Boff no deseaba la violencia sin razón de ser, amaba la vida y las criaturas de toda índole, siempre y cuando no quisiesen merendárselo.

Obtienes un khopesh y un látigo negro. Algo te dice que éste es algo más que un simple trozo de cuerda aunque sin ayuda ni la pertinente erudición eres incapaz de saber nada más. Igual en combate puedes descubrir qué esconde.

Un suelo de granito cubierto de pequeñas algas te dice que debes estar en el fondo marino. Alzas tu vista y ves que estás dentro de un foso de una decena de metros de altura. Hay mucha gente gritando, pero usando un idioma que jamás habías oído. Te fijas en que estos seres que te miran son humanoides en forma de pez. Entre las graderías ves varios takos, los seres octópodos contra los que habíais luchado. Todo indica que vas a tener que combatir contra alguien o algo.

Y allí, al otro lado de la arena estaba ella. ¡Inovaz! ¡Al fin una cara conocida!

El público comienza a gritar en un idioma que no entendéis. De pronto, oís un rugido que os hiela la sangre. Poco a poco veis como el agua va inundando la arena hasta llegaros a los tobillos. Sea lo que sea contra lo que vayáis a luchar necesita de agua.

Otra compuerta se abre dejando a la vista a uno de los seres más extraños que jamás habíais visto. Medio hombre, medio delfín, esa cosa era abucheada por el público como si fuera un ser despreciable, algo que no debería existir.

Tras él, aparecieron dos seres escamosos más. Hombres lagarto deducísteis. Aún fueron más abucheados. Parecían muy asustados y solo llevaban una pequeña jabalina para defenderse. En cambio, el hombre delfin iba desnudo, sin nada con que protegerse. "Sea lo que sea lo ofrecen como sacrificio" -pensó Inovaz.

Y finalmente, cuando el agua os comenzaba a subir por encima del pie, se abrió la cuarta compuerta y de dentro un rugido emergió. ¡Un gato marino!

El agua iba subiendo y todo parecía indicar que si el combate se alargaba las cosas se pondrían muy feas para la humana y el mediano.

- Boff, Bofff. Intentaba llamarle, para que se acercase. Seguro que combatir juntos era más adecuado que hacerle frente a los enemigos por separado o aisladamente. Además, él era más pequeño, discreto ... y seguro que rápido y ella había procurado encontrar un lugar que defender y defenderse ... Boff, Boff, vente.

El ruido fue ensordecedor una vez la compuerta se abrió y Boff accedió a lo que parecía una especie de coliseo. Las gradas estaban repletas de aquellos seres acuáticos que gritaban en una lengua completamente desconocida, pero todo parecía indicar que debía combatir si quería sobrevivir. Los adversarios parecían temibles y el agua iba subiendo de nivel poco a poco, lo que suponía un grave problema. La parte buena era que allí estaba su compañera, la paladín, Inovaz.

- ¡Por Yondala! ¡Pero si es Inovaz! ¿Sabes que sitio es este? - preguntó Boff visiblemente preocupado por la precaria situación, aunque se alegró de ver a su amiga pese a las circunstancias. Hecho. Voy para allá. Creo que deberíamos buscar un lugar elevado y centrarnos en el gato marino, ahora que tiene serías dificultades para moverse con poca agua. Estoy convencido que si sube el nivel, acabará con todos de inmediato.

Entonces empezó a desplazarse con sigilo, buscando la cobertura de las pocas rocas, para acercarse poco a poco hasta Inovaz. Con suerte, aquellos seres a los que se iban a enfrentar empezarían a pelear entre ellos, y eso a decir verdad, les convenía mucho. Era importante pasar desapercibidos y buscar la unión como equipo cuando quedasen pocos oponentes.