Partida Rol por web

Cuando Ulrik les trajo las bebidas acompañadas de un plato con calabazas y les contó lo que sucedía en su huerto, el gesto divertido de Tume mudó y se volvió serio. Lo que les contaba el tabernero era cuando menos preocupante. Alguien estaba jugando con la naturaleza y eso era para un elfo una aberración.

–  Eso no me gusta, Ulrik. En Laderafría nos conocemos todos y a mi no me suena quien pueda estar detrás de todo esto. ¿Tienes una idea? ¿Has visto a alguien merodeando últimamente por tu huerto?

Tume decidió dejar de lado el plato con las sospechosas calabazas. Por mucho que ele viejo tabernero dijera que eran dulces, al elfo aquello le parecía antinatural y no le hacía ninguna gracia. Entonces llego Boff hasta donde se encontraban.

–  Hej, Boff. – Fue el escueto saludo. En estos momentos Tume estaba ocupado pensando en la extraña historia que les había contado Ulrik.

-Tengo 189 años. He visto de todo: magia, hechizos, conjuros arcanos... Lo que me preocupa es algo tan nimio y tan vulgar cómo hacer crecer calabazas en un campo de un pueblo remoto. ¿Por qué aquí? ¿Por qué calabazas? -al ver que el elfo las rechazaba cortesmente, Ulrik se metió otro trozo en la boca y añadió. -¿Y por qué son tan deliciosas? Parece una broma de mal gusto, como si alguien estuviese probando sus habilidades mágicas.

Ulrik reía, pero en el fondo no podía ocultar su preocupación. Los enanos y la magia nunca habían sido buenos amigos. Pasaron los minutos y mientras los jóvenes discutían sobre el misterioso tema, los últimos comensales se pusieron los abrigos y se marcharon, quedando el Refugio del Montañero casi vacío. Fue entonces cuando Ulrik acercó una silla a la mesa.

-No hay druidas en Laderafría. Al menos que se sepa. Sí los hay al otro lado del río, en el Bosque Frío. Pero desde que se firmó la paz con los orcos, nunca más se han inmiscuido en nuestros asuntos. Ellos no salen de las profundidades del Bosque y nosotros los leñadores solo cortamos los árboles de la linde del bosque.

Hizo una pausa y miró a los cuatro.

-Fumador Jhou es demasiado serio como para gastar bromas. Además, el nunca se ha iniciado en las artes mágicas. No sé... ¿alguien ha visto o ha notado algo raro durante estos últimos días?

Hola Chicos! les digo agarrando una silla y sentandome con la silla de reves apoyando las manos en el respaldo como si fuera un escudo.

Ehh tume!!...estas en otro mundo?? lo bromeo al verlo como pensativo y agrego..

No saben...hoy me pasó una cosa muy extraña, se nos perdieron dos becerros, estuvimos rastrillando toda la zona como cien  veces a plena luz y no logramos encontrarlos..

Hace un rato cuando mis compañeros se fueron, salí yo solo de nuevo...y no los encontraba, pero justo cuando estaba por regresarme...los veo.

No me lo logro explicar, no estaban cuando pasabamos, cómo aparecieron de la nada?? cómo no los ibamos a ver antes?? 

Termino de hablar y me quedo pensativo, mis ojos posados en el plato con calabaza...hasta que vuelvo en mi y me percato de lo que estaba viendo

calabaza? digo sorprendido

– Llamadme loco, pero, sin saber de quien son obra estas calabazas, yo prefiero no tocarlas. – explicó a todos sin hablar con ninguno de ellos en concreto cuando el tabernero les trajo el plato con las cucurbitáceas.

– Te voy a dar yo otro mundo, Boff. – empezó a contestar al Halfling, habiendo ganando de nuevo su buen humor. Pero no le duró mucho, pues su compañero tenía también una experiencia un tanto sorprendente –. Pero bueno, ¿qué es lo que esta sucediendo en Laderafría?

Pasaron las horas charlando de esto y lo otro, aunque siempre volvían a hablar de los extraordinarios sucesos recientes. Cuando el último de los visitantes de la taberna se hubo marchado y el viejo enano se acercó a acompañarles un rato, éste volvió a tocar el tema que tanto parecía preocuparle.

–  No sé, Ulrik, no me gusta. Un druida usa su magia respetando la naturaleza. Sin alterar los ciclos de esta. No lo hace por capricho. – Tume no tenía respuesta positiva a la pregunta que les hizo después el tabernero, así que se limitó a negar con la cabeza. Últimamente había estado demasiado ocupado con sus entrenamientos y los preparativos para el viaje que les esperaba y para nada había estado atento a sucesos o personas extrañas. Pero escuchó atentamente a sus amigos. Quizás alguno de ellos si que había visto algo.

- Hola Boff, no te había visto. ¿Qué tal te ha ido el día? Aquí parece que ha ocurrido algo raro con el huerto de Hardem. saludó con una sonrisa al joven que acababa de llegar. - Yo también rechazaré el bocado, si no te importa Ulrick, sin conocer la procedencia de las calabazas no me atrevería a probarlas. No sin conocer el motivo por el que han echo esto. Entre la discusión de las calabazas Boff también les comento que algo extraño le había sucedido. - Y, ¿estas seguro de que habíais pasado por allí? No dudaba de su compañero pero con el tiempo tan malo era probable que se hubieran saltado algún detalle. 

- Becerros, calabazas. Ambos son elementos naturales pero sin saber mucho de los druidas mucho se tendría que haber descarriado uno para hacer este tipo de cosas. Empezó a divagar.

-Sin que lo veáis por vosotros mismos no podréis salir de dudas. Mañana por la mañana os esperaré allí y podréis ayudarme a resolver el misterio. Se hace tarde y los ancianos debemos ir a descansar. Todos y cada uno de vosotros, aunque granujas, sois de confianza así que dejaré que os quedéis un rato más -Ulrik se sacó la llave que llevada colgada al cuello y se la dejó al humano. -Hardem. Te quedas con la llave. Cierra cuando os vayáis y devuélvemela por la mañana. Los demás recoged el plato los cubiertos y los vasos y los dejáis encima de la barra.

El anciano enano se quitó el delantal, cerró los bidones de cerveza e hidromiel a cal y canto y comiéndose un último trozo de calabaza subió a sus aposentos. Del portazo que dio algunos de los viejos libros que descansaban sobre la lumbre cayeron al suelo.

Ahora el grupo de jóvenes estaba solo, alumbrados por el gran fuego que presidía la sala. Afuera, el viento soplaba con fuerza.

-Creo que me voy a beber todo yo, no digan nada- dije riendo mientras intentaba seguir bebiendo y terminar -yo probaría las calabazas pero viendo que nadie las quiere, no me voy a volver loco ja ja- estaba de buen humor. La historia de los becerros me parecía divertida, aunque moriría por comerme alguno.

- Allí estaremos asintió Hardem, si bien no le gustaba que estuviera ocurriendo le llenaba de alegría que el enano confiara en ellos. - Y no te preocupes dejaré bien cerrada la taberna. le dijo mientras recogía ya su vaso y su plato como le habían indicado.

Soltó una carcajada más al oír el comentario de Therk, sería gracioso ver cómo se daba cuenta de que el enano había dejado los barriles a cal y canto. Antes de volver a sentarse recogió los libros caídos colocándolos en los estantes y volvió con una gran cuestión para sus amigos.

- Es una casualidad que todo esto ocurra en nuestro último invierno aquí. Cuando llegue la primavera acabaremos saliendo todos de aquí en busca de aventuras, sin embargo es probable que nuestra primera aventura acaba de llegar directamente a nosotros, ¿No os parece? Sería un buen entrenamiento para lo que nos espera el resolver este misterio. les dijo una vez se volvió a sentar con el grupo.

Tras sentarte y hablar, te viene una idea a la cabeza. Rápidamente vuelves a la estantería y miras los libros que se habían caído. Sus títulos son: "Libro de los Planos: Tomo II" y "Breve historia de Laderafría".

Al contemplar los libros que había seleccionado pensó que podrían serle útiles y podría darles una buena lectura aquella noche. Los ojeo por encima rápidamente empezando por el índice buscando referencias con lo que había ocurrido. Luego antes de cerrar la taberna cogería los libros para estudiarlos con mayor profundidad.

Una racha de viento abre la puerta de par en par, apagando el fuego. Os habéis quedado a oscuras y solo aquellos que pueden ver en la oscuridad pueden ver a su alrededor. Tume ha dado un golpe a la mesa sin querer y se ha hecho un pequeño corte en la mano con el cuchillo.

Agarró el bastón que tenía apoyado en la silla con una mano y con la otra rebusco en la bolsa de componentes mágicos. Conocía el tracto las formas y los tamaños de cada uno de los conjuros que conocía por lo que no le costó dar con el material que necesitaba. Con unas palabras arcanas la luz se hizo en la punta del bastón y pudo iluminar a sus amigos.

- Es hora de que marchemos, el tiempo está empeorando y aún tenemos que volver. Ven Cecil abrígate entre mi mangas. les dijo y se levantó de la mesa para ir a recoger los dos libros que estudiaría aquella noche y que había ojeado antes. A la mañana siguiente los devolvería al viejo Ulrick. Los guardo en el interior de sus ropas para evitar que se deterioran con la humedad y esperó con la llave en la mano a que sus compañeros comenzarán a recoger.

El viejo Ulrik les conocía desde pequeños. Les había visto crecer a cada uno de ellos y confiaba en ese grupo de jóvenes tan variopinto. Así que, por mucho que al Enano a veces le diera por mostrar su lado más arisco y hosco, como había hecho esa misma noche cuando se quejo del supuesto dinero falso, realmente se fiaba de ellos. Confianza que una vez más quedo patente al dejarles las llaves de la taberna. El negocio que era su vida.

– Therk. Si te bebés toda la cerveza tu solo, no hará falta que te denunciemos nosotros. Eructaras tan alto que despertarás al viejo Ulrik a pesar de sus ronquidos y vendrá a hacer que expulses hasta la última gota. Y no será de forma amable. Ya veras. – bromeó con su amigo semiorco en respuesta a su bravuconada.

Pero el tiempo para las bromas pasó en seguida. El viento, que ganaba cada vez mas y mas fuerza en el exterior, abrió con un violento golpe de aire la puerta de la taberna y apagó la difusa luz que emitían las velas y con la que estas bañaban la habitación. Tume estaba echándose hacía adelante e iba a contestar a su amigo Hardem acerca de la posibilidad de vivir su primera aventura en Laderafría, cuando la sala se quedo en penumbras. El elfo podía ver en la oscuridad, pero necesitaba de unos instantes para acostumbrarse a un cambio repentino. Apenas un segundo. Más la inesperada oscuridad le pillo por sorpresa y se hizo un corte en la mano. Lo que le hizo lanzar un juramento.

– ¡Aua! ¡Joder! ¿Qué ha pasado?

Con la vista ya acostumbrada a las penumbras, el elfo fue hacía la puerta para hacerse una idea de la intensidad de la tormenta que parecía estar formándose y cerrar la puerta para evitar que el viento creará aún más caos en el interior de la taberna.

Hardem, ya que has lanzado tu primer hechizo. La DC para saber si realizas se hace cuando estás en batalla, no? Cuando se está tranquilo no hace falta tirar dados, no? (perdona por la pregunta, no domino mucho la magia)

Hay mucho viento y parece que los primeros copos de nieve están cayendo. Mientras luchabas por cerrar la puerta Hardem ha encendido su bastón con unas palabras mágicas y ha recogido unos libros de la biblioteca de la posada.

Tume lucha contra el viento pero consigue cerrar la puerta. Mientras, Hardem ha encendido su bastón y ha recogido unos libros de la pequeña librería de la posada. Mientras, Therk y Boff continúan sentados en la mesa, presas de la sorpresa.