Partida Rol por web

La trasnformación fue realmente repugnante. Algo capaz de quebrar la mente más recia de la región, pero el bueno de Janos -un zagal al fin y al cabo- se alegró cuando sabía que podría partirle aquella mandíbula desencajada y prognática, a un monstruo impío y vil. 

Realmente, el muchacho sufrió mientras aquel ser mantenía la forma de una bella aldeana. Sintió pena por el miedo que pudieran llegar a despertar en su corazón, pues ellos aunque mutantes, eran personas de bien, que limpiaban las plagas que asolaban las aldeas y sus gentes.

- ¡¡Ahora probarás el filo de mi espada!! ¡¡CERDA!!- espetó nublado por el odio. - ¡¡Tú has acabado con Taller y los demás ¿no?... ¡Lo pagarás!-  Aquello suponía un desafío para ambos brujos, pero no se amilanarían ante las leyendas de criaturas como esa. 

Janos infundido por la fortaleza y la vitalidad de la juventud, extrajo raudo como una centella su argéntea hoja. Rápidamente comenzó a correr en una trayectoria semicircular hacia su derecha. Con dicha maniobra, intentaba centrar la atención de aquella maldita abominación hacia sí, dejando a su mentor libre para que la azuzara por otro flanco.

Aldous era mucho más experto con las señales que él, con lo que mientras el joven brujo apelaba a la fuerza bruta, su maestro podía comprobar si dicho ser era vulnerable al fuego del Ignis o al control mental del Axia. 

Sea como fuere, Janos propició una embestida física contra aquel ente cuyo potencial era desconocido para ambos. Cuando estaba a escasos pasos de llegar al punto diametralmente opuesto al que iniciara su carrera, lanzó con su mano diestra un tajo coronal con su espada matamonstruos...

La espada argéntea de Janos se deslizó con voracidad de carne de monstruo hacía la podrida y maltrecha figura de la Dama del mediodía con una precisión que hubiese cortado en dos mitades a cualquier criatura dando por finalizado el combate en aquel preciso instante sin embargo la hoja traspasó por completo el cuerpo de la espectro como si allí no hubiese nada sólido que cortar. El joven brujo casi trastabilló de la sorpresa, dado que toda la fuerza que había puesto en su ataque no encontró materia alguna que cortar, dejando tal impacto sin resistencia. 

La dama del mediodía no hizo amago siquiera de evitar el ataque del brujo, sinó que se balanceó lentamente de un lado a otro como si estuviera llevando a cabo una macabra danza al tiempo que movía sus garras y siseaba con su repugnante lengua. 

Aldous soltó un bufido de sorpresa cuando vio cómo la hoja de Janos traspasaba limpiamente el cuerpo del repugnante ser sin hacerle ni un rasguño.
El brujo no sabía muy bien a qué se estaban enfrentando, pero estaba claro que aquella cosa iba a darles más quebraderos de cabeza de los que esperaban...

Asiendo con fuerza su propia espada en la diestra, Evrouin distendió los dedos de la siniestra y preparó una de sus señales.
Notó el calor apenas unos instantes después. Con un grito de rabia liberó una oleada de fuego hacia tan horrorosa criatura en el ángulo adecuado para no dañar al joven brujo.

El rojizo e intenso fuego apareció en la mano del veterano brujo, una quemadura que hubiese perjudicado mucho a cualquier humanoide y a cualquiera de los monstruos que a menudo dan caza, y que, sin embargo no causó el más mínimo impacto en aquella tétrica espectro con vestido nupcial.

Janos había comprobado que la plata no servía contra aquel ser y Aldous que aquella señal mágica no había hecho efecto en el espectro, parecía que con los medios con los que ambos disponían no podían acabar con aquella monstruosidad, al menos no de esa forma. 

La dama del mediodía por su parte se abalanzó sobre Janos con sus largas garras, las mismas que debió usar para atravesar la yugular de Taller y todos los que al parecer habían sido sus víctimas. Sin embargo el joven brujo se agachó a tiempo antes de aquella veloz y mortal garra le alcanzase...

Parecía estar claro que no disponían de medios para vencer a dicha aberración - ¡¡Creo que ha llegado la hora de salir de aquí!!- exclamó advirtiendo a su sorprendido maestro. Aldous estaba tan ojiplático como el mismo Janos, pues jamás habían luchado contra una criatura que fuera inmune a todos sus tipos de ataques. 

Aunque aquello fue una sorpresa inesperada para ambos brujos, no se dejaron llevar por el temor. Quizás en ese momento no estaban preparados para combatir a dicho monstruo, pero lo estarían. Con un gesto veloz de sus dedos, convocó la señal del Quen que le permitiría blindarse de posibles ataques, mientras inició la retirada expeditivamente.

- ¡¡Vamonoooooooooos!!

¡Imposible! Ninguna de las armas que esgrimían los brujos parecía surtir efecto en semejante aberración. Tenían que salir de allí y replantearse la estrategia a seguir.
Una vez más, los instintos de maestro y alumno estaban conectados más allá de las palabras verbalizadas; el joven brujo ya comenzaba a retirarse de tan desigual enfrentamiento.

Aldous reconoció los fugaces movimientos de la mano de Janos para protegerse contra los antinaturales golpes de su oponente.
Juzgando que era una idea más que apropiada, el brujo imitó los gestos del joven y notó como el aire a su alrededor crepitaba y se espesaba.

- ¡Venga Janos! ¡Salgamos de aquí!.
Evrouin comenzó a retroceder manteniendo la guardia alta y sin perder de vista a la monstruosidad que amenazaba sus vidas.

Conscientes del terrible poder de la Dama del Mediodía, como la había denominado Aldous, los dos brujos decidieron huir de allí ya que no parecían estar preparados para hacer frente a aquella mujer maldita. Ambos empezaron a correr velozmente por los campos de trigo protegidos por los escudos mágicos que habían creado a su alrededor haciendo uso de la señal de brujos denominada Quen.

La fantasmagórica enemiga les persiguió levitando sobre las cosechas que iban pisando los cazadores de monstruos y atacó con su afilada y terrible garra a Janos quién una vez más consiguió evitar ser alcanzado debido a sus increíbles reflejos. 

Los brujos siguieron corriendo con sus espadas desenvainadas buscando algún lugar dónde esconderse y desaparecer de la vista de aquella mortal doncella, sin embargo esta seguía pisandoles los talones. Aldous iba más lento debido a su vejez y su entumecido cuerpo, falto del vigor juvenil que demostraba en aquella huida Janos, por lo que fue la próxima víctima escogida por la espectro quién trató de herirl con sus garras al veterano brujo sin embargo estas golpearon directamente al invisible escudo de Quen que le protegía.

Los brujos corrían sobre aquellos campos de cosecha mientras de reojo controlaban a la abominable criatura que les perseguía. El trabajo de cazador de monstruos podía ser realmente ingrato en ocasiones, y aquella, era una de ellas. Aunque ponían todo el tesón del que eran capaces, aquel ser horripilante era tenaz en su persecución...

La Dama del Mediodía continuó su acecho a los desprevenidos brujos, los cuales no podían hacer más que correr por los sembrados para tratar de alcanzar algún lugar en el que esconderse o despistar a su perseguidora. Los papeles se habían invertido, ahora era el monstruo el que perseguía a los cazadores de monstruos.

La Dama volvió a alzar sus terribles y sobrenaturalmente alargadas garras sobre el viejo Aldous cuyo vigor ya se habría agotado de no ser por las mutaciones de su cuerpo. Desprovisto de la señal de Quen que le había protegido en el último ataque el veterano brujo vió frenado de golpe su avance cuando la mortal dama le alcanzó con un letal abrazo que envolvió el cuerpo de Aldous clavando sus afiladas garras en el pecho. Sus putrefactos dedos presionaron y se hundieron en su armadura atravesándola por completo hasta llegar a la piel, provocandole un dolor insufrible y haciéndole sangrar. La Dama del Mediodía permaneció en aquel mortal abrazo, que pareciera el que una enamorada amante realiza a un sorprendido novio. 

A continuación la espectro empezó a levitar por encima del trigo elevando con ella al brujo quién con varios aspamientos trataba de liberarse de su presa. Tras un instante en el que todo parecía perdido Aldous consiguió librarse y cayó al suelo, sin más demora continuó corriendo hacía Janos, el veterano brujo estaba gravemente herido y de los agujeros de la armadura emanaba la sangre de sus heridas.

La huida les había llevado a los límites de aquella zona fértil, y empezaron a encontrar árboles decrépitos y fango húmedo. De nuevo habían entrado en una de las zonas pantanosas tan característica de Velen. Cuando se giraron para ver a la Dama esta había desaparecido de la vista humana...

Los brujos se alejaron de la criatura al comprender que no podían hacerle frente en la situación en la que se encontraban en aquel momento.
Aldous corrió todo lo que pudo, no obstante, cuando ya se creía a salvo, sintió una punzada de lacerante dolor.
Su carrera se detuvo en seco y un grito de angustia murió en sus labios cuando fue alzado en volandas. Las terribles garras de la bestia se le hincaban en la carne provócandole un terrible sufrimiento.

Golpeando con codos y pies, logró zafarse del mortal abrazo e impactó contra el suelo con un gruñido.
Como pudo, se puso de nuevo en pie y, tratando de hacer caso omiso al tormento que suponía desplazarse con semejantes heridas, continuó la galopada para eludir a la misma muerte, que había tomado forma de cadavérica mujer.

Janos corría con su larga zancada intentando poner tierra de por medio, pero su mentor no era tan rápido como él, cosa que la aberración no dudó en utilizar en su favor. Con violencia, atrapó al veterano brujo, atravesando su armadura con aquellas garras sobrenaturales.

Por suerte, Aldous mantuvo la calma y logró escabullirse en de ese letal amaranto. - ¡¡Vámonos de aquí!!- gritaba el joven aprendiz intentando que su preceptor no cayera presa del cansancio.

Tras un rato huyendo de aquellos campos de sangre, como popularmente se habían denominado tras los recientes sucesos, los brujos se adentraron en una pequeña arboleda pantanosa cercana a Percha de Cuervo. Una vez allí, sudorosos y con la adrenalina aún activa, Aldous notó como el dolor de sus heridas disminuía levemente.

Aquellas heridas hubiesen matado a cualquiera, sin embargo Aldous no era uno cualquiera, era un curtido brujo y las mutaciones que había sufrido su cuerpo le permitían que sus heridas regenerasen antes y que estás no afectasen tanto a su cuerpo, tenía un umbral del dolor y una resistencia diferente a la del resto de los mortales, algo que es de agradecer en una profesión tan peligrosa como la que practicaban.

Finalmente habían descubierto quién era aquel "Diablo" que tenía atemorizada a la población del feudo de Vserad, sin embargo debían descubrir la forma de acabar con aquella "Dama del Mediodía" como la había denominado Aldous, al fin y al cabo para eso les pagaban. 

Amparados en la espesura, los brujos pudieron respirar algo más tranquilos.
- ¿Estás bien, Janos? No te ha herido, ¿verdad?

Cuando hubo comprobado que el joven se encontraba ileso, llegó el momento de evaluar sus propias lesiones.
Apartó un poco el protector pectoral y vio los ensangrentados orificios por dónde los demacrados dedos habían incidido en su carne.

El dolor había remitido en gran parte, pero aún le costaba respirar; era más que probable que le hubiese fracturado algunas costillas.

- La hija de puta corría como el viento - quiso bromear, pero viendo el rostro de inquietud de Janos se apresuró a añadir: - No te preocupes, muchacho. Hace falta algo más para terminar con este fósil. Necesito descansar, eso es todo.

- Deberíamos volver. Nos encargaremos de tu pareja de baile en otra ocasión - le guiñó un ojo y prosiguió: - No ha salido tan mal: estamos vivos y ahora sabemos a qué nos enfrentamos. ¿Recuerdas las lecciones del viejo Ivedhur? Tenemos que aprovisionarnos de componentes. Esta batalla la ganaremos con brebajes.

El mocetón resopló cuando se detuvieron un instante para recuperar el aliento. En su rostro, se dibujaba la preocupación de saber que su amigo y mentor había recibido la peor parte de aquel siniestro encuentro. - ¡¡Puta!!- exclamó malhumorado el zagal aunque Aldous sacó a relucir el cinismo que solía emplear en situaciones críticas como aquellas.

Una vez descartado el pectoral, pudo ver que la herida era fea, pero su maestro sobreviviría a ella. Los mutágenos que poseían en su torrente sanguíneo y que se integraban en cada uno de los tejidos y órganos de su cuerpo, los hacía tremendamente duros y resistentes.

- ¡¡Tenemos que averiguar cómo dañar a ese monstruo!!- exigió claramente enfadado. Era la primera vez que se enfrentaban a una situación como aquella, y Janos se hallaba desestabilizado, perdido y ampliamente furioso.

- ¡¡Ni la espada de plata, ni la señal del igni logró dañarla!!... -proseguía mientras su preceptor hablaba sobre sintetizar brebajes para aumentar la efectividad de sus armas.

Podía ser una buena solución.

- Sí, la mayoría de nuestras armas han demostrado carecer de utilidad en esta lid. Es por eso que debemos pensar muy bien cuál será nuestro siguiente paso.
Aldous se puso de pie con un gruñido de dolor. - Te apuesto lo que te quede en el bolsillo que, cuando nos vean volver de esta guisa nos lo echarán en cara. Jajaja, que asco de gente, joder.

Los dos brujos se pusieron en marcha con un paso algo más ralentizado. Ahora, en frío, el pecho de Aldous aullaba con cada paso debido a las heridas.

Tras unos minutos en silencio, el brujo comentó: - No, el caso es que estaba bastante buena la muchacha. No me extraña que todas las víctimas cayesen en sus redes... una Dama del mediodía... manda cojones. Se dice que son el espectro enloquecido de jóvenes que sufrieron una muerte violenta poco antes de su propia boda. Suelen aparecer cerca del lugar dónde estiraron la pata y buscan venganza contra todo aquél que se cruza en su camino.

- ¿No has oído nunca a las viejas que dicen que si encuentras en el suelo un velo o una alianza no se debe recoger? Pues esa superstición tiene su orígen en las leyendas sobre esta criatura.