Partida Rol por web

“Seguramente los demás aspectos que representan nuestros hermanos pueden llegar a ser peligrosos, pero la guerra y la muerte llegarían a ser mas peligrosas fuera de control por la relación clara entre ambos.” Le comento no queriéndole corregirle pero señalando que al menos en la mirada de ella esos dos aspectos juntos podrían acabar con todo. “No eres el único y eso quería que lo supieras a pesar que no podremos dejárselo en claro a los demás.” Comento encogiendo los hombros mirando ateta las llamas que se formaban en él, tal vez algo reveladoras de los estados de animo de su hermano pero no por eso dejaban de atraerla en cierto modo.

Aunque su atención creció cuando le ofrecio esa muestra de aprecio. Con paciencia observo la danza de las llamas controladas por su hermano hasta la creación de esa llama fría que tan cerca habia quedado de ella. “Se ve muy interesante hermano.” Comento buscándola con su mano con algo de cuidado como si temiera que se apagara aunque en verdad no quería contaminarla para conservar el regalo de su hermano como se lo habia dado.

“Es un regalo magnifico y te lo agradezco mucho.” Dijo mirándolo fijo con los ojos rojos de ella. “Se los enseñare a mis hijos, sin dudarlo como agradecimiento por tu gesto.” Le prometio volviendo su mirada a su hermano dándole una media sonrisa. “Ahora mismo no se me ocurre como puedo agradecerte, pero imagino que deseas que tus hijos usen la magia que he otorgado al mundo por lo que podría ofrecerte amuletos o focos para que ellos descubran con una mayor facilidad en ese gran desierto que sera su hogar.”

“Ealim.” Repetía poco después de su hermana, pensando en cómo sonaba por fuera el nombre que había ofrecido su hermano. “Para mi también será el nombre del planeta, mundo o lienzo donde pronto habitaran las razas inteligentes que creemos.” Confirmo dando su apoyo al nombre que ofrecia su hermano.

“Creo que estamos cerca de algo que pondría orgulloso a nuestro padre, la creatividad empieza a fluir en mucho de nosotros. Lo que seria correcto es darle los materiales para que nuestras razas también puedan mostrar su creatividad…” entonces miro a su hermana. “Pronto hare como mi hermana y agregare plantas utiles a este mundo junto con minerales exclusivos de ciertas regiones.” Comento para ver que opinaba el resto.

Tras largo tiempo en silencio, en el cuál ni siquiera miraba fijamente a sus hermanos, Ijma pareció despertar de nuevo. Todo aquel que se fijase, podría darse cuenta de cómo su presencia mental se había desgastado suavemente en ese período, como si hubiese estado realizando un laborioso trabajo, pero, ¿qué había hecho?

Sin duda alguna, el primero en darse cuenta, antes que todos los demás, sería Kalan, aunque poco a poco todos los irían viendo. El mundo de los sueños, también relacionado con la imaginación, emanaba unos pequeños pulsos que todas las razas superiores podrían sentir, imbuyéndolas en mayor o menor medida dependiendo de nuestra forma de crearlas del sentido del Bien y el Mal. No obstante, me aseguré de dejarlo en ese campo, por el motivo de que no todo el mundo debía ser capaz de comprenderlo a la perfección con facilidad, al igual que la magia. El Bien era el camino que llevaba a mi Reino, la única vía por la que querría darle un camino distinto más allá de la muerte a uno de esos seres conscientes: un paladín del Bien que alcanzase un paraíso ultraterreno. Eran infinitas posibles decisiones en el mundo quimérico.

- Isëa, espero que no sientas que menosprecio tu mensaje astral por ésto. -digo con tranquilidad- Pero mi mensaje no es algo que, avancen lo que avancen las civilizaciones, deba estar escrito de forma clara. Siempre existe un camino correcto para mí, aunque pueda ser difícil de ver o el error pueda ser mínimo en algunos casos, confundiéndolo. Sólo aquellos cuya meditación y sabiduría está más allá del resto serán premiados con mi regalo último. -concluyo.

Además, había algo que no me terminaba de cuajar con las lunas. Una luna había sido modificada para hacer arder la sangre y generar conflicto. En contraposición, Cassandra había sugerido una luna de paz, pero la interpretación de Aelfwen había sido una luna vital, que traería crecimiento, recuperación, vida. Pero una cosa no quitaba la otra. No era un efecto opuesto, sino simplemente algo que alargaría un conflicto eterno, a mi parecer, en éste caso. Así pues, tomé otra de las joyas que engalanaban mi cuerpo (muchas de las usadas ya se estaban regenerando, además) y soplándola suavemente dejé que mi aliento la limase hasta convertirla en algo diferente a las otras lunas, pues ésta era una esfera totalmente perfecta y que no se desgastaría ni rompería, e imbuyéndole también parte de mi esencia con eso, tras lo que la envié flotando junto a sus hermanas, uniéndose al movimiento armonioso del resto de lunas, y estando casi siempre en el polo perfectamente opuesto a la roja, con sólo leves variaciones haciendo que ninguna de las lunas chocase entre sí por muy cerca que pasasen. Esa luna brindaría los períodos de paz y desarrollo, calmaría los instintos asesinos y permitiría que las razas trabajaran y progresaran en paz.

Por último, en el mundo ya poblado de miles de especies, analicé velozmente todos los ámbitos viendo que estaban casi llenos, y simplemente, si quedaba algún ámbito sin cubrir, crearía alguna criatura sencilla que permitiese que el mundo funcionara como debía.

Cassandra siguio admirando el mundo para ver donde meteria cada uno de los complementeos que ella sentia que aun faltaban. Sin embargo algo en el ultimo agregado de uno de sus hermanos le llamo bastante la atension, hasta hacerla sonreir divertida.

"Hermano. Acaso ese reino que has creado es otra forma de guardar a los muertos revelantes que no solo se convertiran en parte de la magia que mueve el mundo?" pregunto la diosa inclinandose seductoramente para miralo a su ordenado hermano. "Seria algo interesante, pero no comprendo bien a que te refieres con el concepto del Bien que les pides para ingresar a ese lugar. Me lo explicas." le pidio con cierto tono casi burlon aunque sus ojos como siempre marcaban un gran interes ante los nuevos descubrimientos.

Tranquila hermana, pues aunque cualquier presente a mis hijos será bien recibido, no busco con mi regalo que te sientas obligada a que les otorgues dones o regalos a cambio de ello, así que no te sientas obligada- le dije -Lo he hecho porque así lo he querido, así que no te preocupes por ello- añadí

Me alegra que os guste, hermanas- les dije a Aelfwen y a Cassandra al escuchar que estaban de acuerdo con el nombre que había propuesto, aunque fue un comentario que hice de pasada puesto que mi atención estaba puesta en la última aportación que había hecho Ijma -También a mí me gustaría saberlo, hermano…- le dije, uniéndome a lo que Cassandra le había preguntado -Además, me gustaría saber más sobre esos pulsos que ahora emanan del mundo de los sueños- añadí.

En silencio, paciente; no sentía la necesidad de intervenir mientras el resto de dioses continuaban añadiendo su firma a nuestro regalo.

—Ealim… — un nombre, no era más que eso; una forma de denominar a algo. Además, la justificación de Urdamesh asentó todavía más mi decisión de no rebatir la elección, por lo que mi silencio al respecto fue definitivo, dejando que sea éste el que diera a entender mi visto bueno; y si acaso hubiese dicho algo, habría sido muy similar a la respuesta de Aelfwen: Ealim debía ser el nombre con el que nosotros denomináramos al planeta; que nuestros hijos sigan su propio camino y se refieran a la tierra que pisan de la manera que mejor consideren.

No fue hasta la intervención de Ijma cuando volví a hacer sonar mi voz, sin dejar de observar el planeta pero haciendo que tanto la mujer y el dragón que había creado y que se encontraban al lado de Ealim dirigieran su mirada hacia el dios dorado, si bien las palabras salieron de mí. —La adición de información a las estrellas es algo optativo, nunca fue mi intención lo contrario. No siento menosprecio — respondo de manera clara y tajante, haciendo un leve gesto de despreocupación.

Sin embargo, mi mirada seguía fija sobre Ealim, consciente de que algo estaba ocurriendo en el mundo de los sueños; durante unos momentos estuve desentrañando el resultado de la nueva creación. Di un leve resoplido y volví a hablar, sabiendo ya el resultado de lo que había ocurrido —¿Estás seguro de lo que estás haciendo? — pregunto sin ánimo de mostrar ironía; la cuestión la hacía con absoluta seriedad. La mujer y el dragón siguen manteniendo su mirada en Ijma —Antes o después todos nosotros seremos conocidos por todas las criaturas inteligentes de Ealim, sean creaciones nuestras o no. Si tú eres el dios del Bien pero cierras ese concepto de tal manera que solamente pueda ser concebido como tal por aquéllos que sigan tus doctrinas, podrá desembocar en que otras criaturas que hayan fraguado una cultura distinta contemplen a tu Bien como el Mal o cualquier otro concepto, difuminando así aquello a lo que representas.

Por mi parte, si de verdad ésa es tu decisión, no tengo mayor problema mientras no afecte al libre albedrío de mis hijos, pero considero positivo que reconsideres las consecuencias de lo que pretendes hacer — termino diciendo, cerrando los ojos pero manteniendo una expresión pensativa y de concentración.

La música cesó por un instante, o al menos se volvió realmente tenue, y era algo quizás un poco extraño para los Dioses, pues la música había seguido fluctuando prácticamente a cada instante, componiendo un millar de piezas maestras mientras los Dioses charlaban, debatían, creaban, se preguntaban... Era como si todo se hubiese quedado cojo por un instante. Entonces mi voz sonó de nuevo, y aunque era bella en cierto modo, también tenía un punto indescifrable en ella. Miré a todo el círculo. En cierto modo, todos entendíamos los conceptos que nos movían a cada uno de nosotros, aunque sabía que no podía aspirar a conocer la Magia como Cassandra, el Poder como Isëa, el Tiempo como Rah'Gul... y así cada aspecto del universo que representábamos entre todos.

- Mi doctrina ha de predicar el Bien. Es lo que represento, lo que me compone, lo que soy. Pero eso no hace de los que conozcan mi doctrina seres buenos. -el modo de hablar ahora mismo semejaba un Aria triste- Todo puede ser tomado como Mal por todos, Isëa. El Conocimiento y el Poder pueden ser el mal, pues son un fruto de la ambición que puede llevar a actos horribles. El Fuego y la Lucha dañan y traen pesar y quebrantos a los seres conscientes. El Tiempo arrebata a los seres cercanos, y viene siempre cargado de necesidades, mientras que la Noche atraerá, por lo que veo, a peligrosos cazadores, y nos cegará ante su amenaza. La Magia puede crear catástrofes, la Muerte será el fin de los que amamos. Ese Amor puede tornarse otros sentimientos también, como pesar, odio, culpa... Incluso la Vida y la Luz que Aelfwen trae pueden ser considerado como el Mal por aquel que lo busque, pues la luz puede cegarnos y su calor agostarnos, y unas Vidas acaban con otras por el mero hecho de estar programadas así. El mismo Orden puede ser Malvado, pues limita y puede hacer el mundo un poco más anodino.

Dejé unos breves instantes de silencio. De esas formas que había dicho, todos los regalos y los dones que cada uno portaban se podían ver desde otro prisma, uno que podía ser mucho más negativo, y con lo que había que tener cuidado.

- Comprender el Bien es algo que estará más allá de la mayoría. El Bien no es algo relativo. Estará en las elecciones de todo aquel con capacidad de pensar. -el tono del Aria iba recobrando un atisbo de esperanza mientras entretejía la idea del Bien- El Bien se basa en la toma de las elecciones correctas para el Bien de todos, en un equilibrio que sólo contempla el finalizar con algo, como una vida ajena, cuando esa vida causará un impacto más negativo para todo el mundo que el propio impacto que supone el acto violento. El Bien está en aquel que busca el Conocimiento y el Poder para con ellos cuidar y proteger a todos. El Bien está en el Fuego, que calentará los cuerpos y alumbrará los lugares oscuros, así como en aquel que empuñe su espada para la decisión de proteger a los suyos, así como para la difícil decisión de otorgar muerte cuando el Mal que otro ha de causar lo amerite. El Bien está en el Tiempo que es un regalo para todo ser, para disfrutarlo y aprovecharlo, así como en la Noche que nos muestra el mundo desde otro prisma. El Bien está en la Magia que puede obrar maravillas y prodigios más allá del entendimiento para hacer del mundo un lugar mejor, y en la Muerte que permite que el ciclo siga y alimenta otras vidas. El Bien está en el Amor que permitirá a quienes puedan sentirlo ir más allá de sus límites, y también en el recuerdo que deja, puesto que la figura amada siempre nos guiará hasta nuestro último día. El Bien está en la Vida que permitirá a todos contemplar y disfrutar ésta maravillosa obra de principio a fin, y en la Luz que permite contemplarla y nutre a buena parte de ella. También en el Orden que trae estabilidad y progreso de forma suave, sin quebrantos.

Mi nueva exposición, además del concepto de Bien, mostraba el lado bueno de todas las facetas que no eran él mismo.

- De la misma manera, los actos buenos serán reconocidos como tal por todo aquel ser consciente que se esfuerce, así como podrán ser tomados por malos por aquellos que así quieran verlos. Por supuesto que traer muerte a un genocida no será algo bueno desde su punto de vista, pero al igual que cualquiera que no medite lo suficiente puede ver malos los actos buenos, podrá ver malo aquello que él guste. El Bien es una elección, y no está enfrentado con los caminos que puedan recorrer la mayoría de vuestros súbditos. Al igual que la maestría en combate, en magia, en el dominio del fuego o en ser el mejor de los amantes puede ser una de las facetas de alguna de las creaciones conscientes que conformen mi pueblo. El Bien no es algo que haya de tratar de controlar las vidas de tus creaciones ni las de ninguno, pues crear un ser perfectamente bueno es crear unos autómatas cuya adoración de nada serviría ni a mí ni a nadie.

Mi pecho pareció hincharse y deshincharse por un instante, y entonces nueva música comenzó a surgir con suavidad. Decidí entonces contestar a la otra pregunta de Cassandra.

La Magia de aquellos
que mi salvación alcancen
quedaré al instante
en tus manos de nuevo
pues es su espíritu
lo que ellos han cultivado
y mientras ellos disfruten lo ganado
la elección la podrás tomar tú
si emplear la Magia que ya no necesiten
en crear nuevas almas
o mantenerla en el mundo sin más
hasta que un nuevo uso moverla amerite.

Compuse así una nueva estrofa con música de la canción que siempre me acompañaba.

En silencio, con los ojos cerrados, concentrado. Me mantuve en la misma posición durante toda la respuesta de Ijma, e incluso unos segundos más, mientras meditaba la respuesta que debía dar.

—Todos venimos de Padre — digo finalmente, abriendo los ojos y mirando con cierta melancolía y a la vez cariño a Ealim —Y todos tenemos la misma potestad para intervenir en el mundo que nos ha legado. — Tras un suspiro, continúo —Respetaré tu decisión, pues no tengo potestad ni voluntad para lo contrario, pues además no me gustaría que mis actos, creaciones y, en definitiva, decisiones sobre Ealim no fuesen respetados por vosotros.

La mujer y el dragón que se encuentran junto a la esfera dejan de mirar a Ijma para volver la mirada al planeta, alzando brazos y garras, expeliendo parte de su energía y dejando que ésta caiga sobre Ealim en forma de gota, una gota que se disuelve en la nada y que parece no haber tenido consecuencia alguna —Sin embargo, por ese mismo motivo, decido que mis creaciones no se verán influenciadas por el significado que le das al Bien. Prefiero dotarles de la libertad de decidir ellas mismas lo que significa el bien.

Dejo pasar unos segundos mientras vuelvo a cerrar los ojos, sopesando una última decisión al respecto. —…Y a pesar de todo — vuelvo a intervenir, observando otra vez a Ealim, como si ya viera a todos mis hijos en él —por esa misma libertad les permitiré, si es que así lo desean, seguir tu camino del Bien; siempre bajo la condición de que lo hagan por pura voluntad propia — sentencio con firmeza.

Escucho la respuesta de Isëa con algo de seriedad, al principio. Me daba lástima que sus criaturas no pudiesen alcanzar éste concepto por los designios de su Dios. No obstante, después pareció rectificar y decidió dejar que pudiesen alcanzarla "solamente si era su pura voluntad". Sonreí suavemente, notando que mi mensaje en cierto modo había calado un poco en su entendimiento. Todos los seres creados, incluso los míos, que no estuviesen impermeabilizados por completo ante la idea del Bien tal como la planteaba, podrían alcanzar ésta forma superior (a mi parecer) de existencia. Y como yo mismo lo planteaba, sólo aquellos completamente libres podían dar valor y honra a la idea de bien, por eso asentí tranquilamente al Dios del Poder y el Conocimiento.

Cassandra dejo hablar a su hermano para comprender mas de ese supuesto lugar donde los seres inteligentes que sigan sus normas del bien irian. Al final tras unos momentos de meditacion, dejo escapar un suspiro.

"Creo entender a donde quieres llegar y al orden que quieres realizar para que ciertos seres que se atengan a tus leyes propias ganen un lugar ese paraiso. Del cual igualmente me encargare yo de velar." comento resumiendo un poco de lo que entendia. "Me parece una forma rara de autosasfacion para ti y los seres que  crees. Una forma un tanto egoista y que en la mayoria de los caso premia el pensamiento individual o simplemente el poder mas haya de la debilidad. Son condiciones algo crueles pero tal vez es como tu dices que pensando de alguna forma se puede ver mal en todo." comento viendo de nuevo al mundo.

"¿Cual es el objetivo hermano?" pregunto curiosa.
 

-Ealim es un buen nombre, y uno de los que más gusta a todos de todas las posibilidades que podrían proponerse -dijo la voz de Rah'Gul mientras caminaba alrededor de los tronos. Hasta ese momento, nadie se había llegado a dar cuenta de que no estaba sentado, era uno de los rasgos inquietantes del ser sombrío.

-Creo que lo más importante de todo no debe ser si son dignos o no de un premio. Si hacemos eso los seres harán las cosas en base a ese premio, no en base a lo que su naturaleza indique. Debemos dejarles ser lo que quieran ser, darles la oportunidad de alcanzar un poder por medio de la magia de las estrellas, dejarlos ver hasta donde están sus límites y si son capaces de superarlos. Solo ellos pueden comprender lo que pueden llegar a ser.

Kalan contempló los cambios introducidos por Ijma y de nuevo su máscara impidió que los demás dioses pudieran ver su reacción. Se cruzó de brazos y dio un par de vueltas alrededor de Ealim, contoneándose con un desparpajo desafiante y riéndose por lo bajo con aire socarrón. Miró a cada uno de los dioses que conversaban y debatían desde sus respectivos puntos de vista pero él permaneció en silencio.

Se acercó a Ijma y se puso a su lado. Aprovechó un breve silencio para saltarle encima, cambiando de apariencia en el aire y posándose sobre su hombro con esa pequeña forma que ya había adoptado anteriormente al encaramarse por el cuerpo de su hermano ante las puertas de Ruth-Adum. Se sentó buscando la comodidad y meneó la cola con orgullo mientras observaba a sus hermanos desde esa posición elevada. Pese a que a los demás pudiera dar una impresión vulnerable y propia de los seres subyugados, él se erguía y sonreía con malicia mientras analizaba los argumentos de sus hermanos.

- Ealim es un nombre verdaderamente hermoso.- comentó cuando el tema parecía haber sido zanjado mucho antes. Se quedó encima de Ijma y se lamió la pata derecha claramente despreocupado o quizá incluso indiferente a lo que se discutía.

Ijma pudo sentir cómo el vínculo entre ambos, esa sensación cálida que había surgido en su interior desde que habían intercambiado palabras secretas por primera vez, se fortalecía y producía aún más sensaciones placenteras. La voz de Kalan llegó a Ijma a través de ese hilo invisible, de manera que ningún otro dios pudo oír nada. Aun estando literalmente al lado de su cabeza, el Dios del Amor no quiso hablarle directamente y optó seguir lamiéndose la pata mientras alababa a su hermano con silenciosas palabras.

- Me gusta mucho cómo impones tu voluntad.- le dijo entre risas discretas.- Tu Bien es hermoso y estoy seguro de que es objetivamente la mejor opción que los mortales podrían elegir.- hizo una pausa mientras echaba un vistazo alrededor de la sala.- Isëa parece demasiado inclinado a hacer las cosas a su manera sin tener en cuenta lo que representamos los demás. Para ser el Dios del Conocimiento, esta actitud se me antoja... irreflexiva.- comentó con un tono enigmático.- No entiendo por qué quiere limitar tu poder de decisión sobre uno de tus principales dominios. Ellos no comprenden qué es el Bien, al menos no en su totalidad. Yo tampoco puedo abarcar todo lo que representa el Bien, pero precisamente por ello creo que tengo que confiar en ti. Es ilógico que intenten enseñar al Dios del Bien cómo debe ordenar el Bien.

Se quedó en silencio pero el vínculo seguía ardiendo con fuerza. Kalan se esforzaba para que así fuera. Se sentía a gusto y protegido sobre su brillante hermano; Ijma podía saberlo porque los sentimientos del Dios juguetón eran como un libro abierto cuando se establecía el vínculo. Las barreras entre uno y otro parecían hacerse difusas.

- Es todo tan frío.- cambió de tema repentinamente. Ijma pudo sentir la genuina tristeza de Kalan, aunque él no se dejaba dominar por ese sentimiento negativo.- Algunos de nuestros hermanos te acusan de egoísmo cuando no puedo ver en ellos un mínimo atisbo de Amor. ¿Qué somos para ellos? Quizá sólo un obstáculo.- reflexionó.- Temo que todas estas palabras amables sean sólo una fachada.

La música seguía sonando tranquilamente, llenando la estancia de dulces melodías, y trayendo con ella una vez más la respuesta del Dios del Bien. En ésta ocasión, empezando por su hermana Cassandra, por seguir uno de los posibles órdenes, quizás el más obvio: por orden de entrada de la pregunta.

[El Bien, hermana,
como único objetivo tiene
la felicidad y paz de espíritu
de traer un mejor mañana,
de permitir al que lo desee
vivir en armonía con su entorno
y llegar así al beneficio común
para todo el que le rodea
sin que eso sea
para él un quebranto.]

En éstas difíciles palabras se podía adivinar que el objetivo de éstas infinitas elecciones que Ijma había creado no era otro que mostrar el camino que conglomerase las virtudes deseables sin caer en la contrapartida de la moneda, algo sólo apto para los más sabios: ser generoso hasta el punto en el que puedes permitírtelo, no causar daño sin necesidad, sólo permitiéndotelo cuando aquel que iba a sufrir por tus actos lo mereciese auténticamente... y así infinitos casos.

Tras ésta respuesta, llegaba el turno de lo planteado por Rah'Gul.

[Hermano,
el esfuerzo requerido por éste camino
implica llevarse a un extraño destino
por una recompensa
que el ojo no muestra
con la duda de si ha de ser en vano.

De seres el mundo está lleno
que han de seguir lo que su naturaleza dicta
la respuesta que mi camino ha creado fuera de su vista,
¿crees que los dirige a dejar su progreso?
Sólo aquel que aprenda cómo hacer todo
es aquel que podrá entender lo profundo del camino
pues sólo cuando a tal capacidad lleva el destino
es cuando las elecciones más peligrosas ves.]

Lo que con ésto quería decir, en definitiva, es que ésto no les privaba de sus instintos, pero todos los animales se guiaban por los mismos. En ocasiones olvidarse de algunos de ellos sería lo que guiaría a ciertos individuos a destacar. En mi limitada vista de las eras, podía imaginar un gran mago empapándose de conocimiento, renunciando al deseo de emparejarse, comiendo solamente cuando se sentía desfallecer, y profundizando así en los conocimientos hasta donde nadie nunca había llegado.

Como ya había planteado antes: elección. Eso era lo que te permitía, si eras lo suficientemente sabio como para localizar el camino del Bien, seguirlo o no. Era lo que te permitía seguir por uno de los múltiples caminos que tu vida podía tomar, siguiendo tu criterio. Era lo que te convertía en rico o en indigente. Y era, a fin de cuentas, lo que te diferenciaba de los animales sin criterio propio. Y con respecto a mi camino, como ya había explicado, era ésto lo que era visible. La salvación quedaba oculta para los ojos mortales, y era voluntad de un Dios, de mí en éste caso, igual que si otro planteaba salvarlos por otro criterio, como Urdamesh quizás a sus mejores guerreros o Isëa a los más destacables en conocimiento y poder.

El vínculo de sentimientos que Kalan había creado transmitía decisión y seguridad por parte de Ijma. La decisión de crear ese sentido del Bien era algo que no parecía del agrado de muchos, pero era su deber mostrar el Bien a todos, y perdonarlos si dudaban al respecto, pues quizás no podían entender la profundidad del regalo. Se sentían amenazados por la idea única, pero, ¿qué clase de anarquía se generaría si todo el mundo se sintiese autorizado para generar su concepto de Bien sin estar errado? Auténticos monstruos podían crearse por esa idea de Bien. Sería como permitirles controlar lo que era el Amor, destruyendo lo que en sí mismo significaba. Sería como permitirles controlar el Tiempo, en cuyo caso las voluntades de todos tratarían de alterar la línea hacia el destino que los beneficiara, generando en apenas nada de tiempo un embrollo tal con las líneas del destino que el propio Rah'Gul perdería la cabeza.

Lo que mi creación puede causar
Isëa lo desconoce
y esa duda sobre el destino
de la propia obra a la que contribuye
le trae pesar y lo ciega.

El bien para nadie
se muestra claramente
salvo para los recovecos de mi mente
que para eso fue creada.

Así hablé a Kalan, pues dentro del Bien también estaba en entender que ni siquiera los Dioses estaban exentos de dudas ni aceptaban las cuestiones tan particulares con facilidad. Igual que para Aelfwen era el Bien crear la vida, para Cassandra lo era quitarla, generando así un ciclo. Cassandra podía ser malvada si quitase la vida sin criterio, sólo por capricho, y no limitándose a las condiciones de cada uno, pero por suerte parecía pensar con frialdad en su peligroso dominio.

El peligro que resaltas
es algo que presente está a mis ojos
y tal como dije
el Bien ha de ser tanto pacífico
cuando el mundo en equilibrio esté
como violento puede ser
cuando la ambición de alguien amenace
aquello que mis manos construyan.

Si algo entiendo el amor
y hacia tu obra tendrás ese sentimiento
prepararlos para esos momentos
ha de ser lo mejor.

La actitud de Ijma era moderada en éste sentido: raro sería que él tirase la primera piedra.

Por fin el lienzo tenía un nombre, "Ealim". Un mundo bello, lleno de vida, esplendor e ideas. Mas en la euforia que producía la creación en las divinidades, un desagradable recuerdo volvió a sus mentes.

El hambre de esencia divina se hacía más acuciante cuanto más creaban, y con el mundo lleno de vida era momento de que tomar su alimento, de tomar parte de esa esencia que habían usado. Pero para ello aun hacía falta un paso más.

La esencia divina que los había creado clamaba por reconocimiento, por veneración y adoración de aquellos entes vivos. Y por ello aun precisaban de un raza maestra, seres que fueran conscientes de su propia existencia y de su creador. Vuestras mentes se llenan con esa idea, percatándose de la necesidad imperiosa que supone.

El mundo había madurado y estaba listo para su siguiente paso, solo a la espera de que los primeros mortales racionales se alzaran y miraran mas allá de la realidad, hacia sus propios creadores.

El mundo se encontraba rebosante de vida a causa de nuestras creaciones, Ealim, pues mis hermanos habían aceptado el nombre que propuse, vibraba con la vida que habíamos creado, bullía con lon la infinidad de seres, animales y plantas que habíamos forjado, todos influenciados en mayor o menor medida por las particularidades con las que habíamos dotado a Ealim. Era una vida intensa y cambiante que llegaba a cualquier punto del mundo, una energía que lo llenaba todo… pero a pesar de ello, algo faltaba. A pesar de todo aquello, notaba que algo fallaba. Era el hambre.

No sé vosotros hermanos, pero para mí… hay algo que falla- les dije a los demás -Como si a Ealim le faltase algo- añadí.

El hambre que había sentido por primera vez hacía eones, el impulso que me había llevado a adentrarme en el infinito universo hasta llegar a Ruth-Adum. Un hambre que, a pesar de haber podido aparcar a un rincón de mi mente mientras moldeábamos tanto Ealim como el espacio que lo rodeaba, y dábamos vida a los seres que lo poblarían, ahora volvía más acuciante que antes. Debía hacer algo para poder calmar esa hambre, y creía saber lo que era ese algo. Tal vez de forma inconsciente, ya había surgido dicho concepto en las conversaciones que habíamos tenido mientras creábamos todo aquello… ahora solo hacía falta llevarlo a cabo.

Seres que puedan saciar el hambre que siento- murmuré -Que puedan llevar el fuego no solo en su cuerpo, sino en su espíritu... que puedan comprender el auténtico sentido de la lucha, de la batalla... que puedan decidir por si mismos el camino que seguirán... seres que…- continué, mientras mi mirada recorría toda la superficie de Ealim. Empecé a alzar mi mano, listo para iniciar mi última creación cuando me detuve a medio camino. Aquello era demasiado importante, era distinto a mis otras creaciones, y por tanto, debía ponerle una atención especial… y para ello, había un mejor sitio que Ruth-Adum. Con un destello de llamas, mi forma cambió, volviéndose puro fuego que adoptó la forma de un ave, forma con la cual me alcé para dirigirme a mi destino… para dirigirme a Ealim.

Parecio salir de un largo transe cuando volvio a hablar en esa gran sala dominio de todos los dioses. "Geminis..." expreso con una palabra el nombre aquella raza, mientras en su trono a ambas cabezas en la parte superior se les iluminaban los ojos con un rojo intenso. "Saben cual es su mision, aprendan de lo que se muestra ante ustedes y recuerden que siempre estare junto a ustedes." murmuro hacia Ealim haciendo que su voz seductora llegue a cada uno de sus hijos recien formados y que poco a poco buscaban su primer refugio.

"Tal vez nos falten cosas, pero espero que nuestros hijos hagan lo falta." comento seguido a las palabras de su hermano encandecente, aunque sin hacer referencia a lo mismo que él.

Me mantuve en relativo silencio, contemplando cómo mis hermanos bien entraban en trance o bien directamente disminuían su forma, que no su presencia, a algo infinitesimal para descender al mundo que habíamos creado, viajando sin temor entre los poderosos predadores que habíamos creado. A fin de cuenta, en éste momento incluso los seres más poderosos que se habían creado, aún con nuestras formas comenzando a debilitarse, no tenían apenas una fracción de nuestro poder.

En cualquier caso, era momento de creación, y eso detuvo la música por un instante. Se hizo un silencio, pero no pesado y extraño como el anterior, cuando varios hermanos disputaron la idea del Bien que había implantado, sino un leve espacio implantado en la canción, mientras se notaba cómo Ijma reunía poder. Entonces, el universo pareció estremecerse un momento y un aura dorada comenzó a acudir a Ruth-Adum desde las estrellas y galaxias que poblaban el nuevo universo. Ijma estaba extrayendo un tipo de energía especial, y el poder que crecía dentro de él no era para otra cosa que para contener dicha energía. Era un espectáculo bello y extraño, porque el Dios parecía estar esparciéndose a toda la galaxia y retomando luego esas partes de sí en sus manos. Había algo en el movimiento de los astros que variaba, pero ni siquiera los entrenados ojos de los Dioses podían ver con exactitud cómo lo que aumentaba y disminuía de manera que sólo lo percibían en su ser era el Orden del universo, el concepto que Ijma representaba. Probablemente incluso los Dioses de la lucha y de la vida, aún en el mundo mortal, expandiesen sus sentidos para vigilar al llamado Dios del Bien, puesto que la forma que él había elegido de crear a los suyos no se parecía en nada a ninguna de las que se habían visto.

Finalmente, todo el aura que creía se reunió en forma de una esfera deslumbrante de color dorado brillante, con una energía a la que poco faltaba para rivalizar a la de un Dios. Eso hacía que al mismo tiempo, si algún hermano hubiese deseado la traición, hubiese sido el momento perfecto para golpear a Ijma, pero el estallido primigenio que surgiría del cruce de ambos poderes era imprevisible. Lentamente, pequeñas figuras comenzaron a surgir dentro de la esfera. La concentración y cansancio de Ijma eran patentes.

Ijma mantuvo su posición, con una mano a cada lado de la esfera, y poco a poco consiguió hacer que sólo las esbeltas figuras que estaban en su interior quedaran, quizás un ciento de ellas, rodeadas de una aúrea energía pura. El dios llevó una mano a sus labios y tosió con violencia, haciendo una pausa en la música. En su mano quedó una sustancia de todos los colores y ninguno: la sangre de un Dios. Pensando que eso era una señal, miró las implicaciones de lo que había imaginado, y supuso que condenaba a su raza a nunca ser numerosa, y a sí mismo a depender en gran medida de su raza como su raza de él, pero creyó que eso era lo que el universo le estaba indicando.

Con una gota más de su poder, alzó su sangre y la dividió entre tantas partes como las figuras que se habían creado, introduciéndola en el aura que aún los rodeaba y haciendo que ésta se tornase de un color tan irreal e indescriptible como esa sangre. Sin más hice un movimiento que hizo a la energía aún en formación caer a la tierra, reunida, cerca de la zona que tenía planeada para ellas.

El mundo era ahora para ellas...