Partida Rol por web

Tantas cosas y tan poco tiempo... O al menos eso era lo que parecía...

Tus pasos, o tal vez el destino, te había conducido al Puerto de Eburah. Allí esperabas encontrar fortuna o, al menos, un trabajo que te permitiera comer unos días más. Sin embargo esto no fue lo que encontraste...

Aquella extraña mujer, acompañada por tres criaturas con un aspecto nada tranquilizador, habían llegado al puerto y creado la destrucción a su paso. 

Los muertos se levantaban del suelo y caminaban entre los vivos, atacando y devorando todo lo que se encontraban.

Gracias a tus habilidades habías logrado llegar a un pequeño puerto de la ciudad. Allí la mujer hizo algo y casi os mata a todos los que allí estabais.

Casi porque de la nada surgió otra mujer...

Sus vestiduras eran diferentes y su presencia inundaba tu corazón de paz y felicidad. Te dedicó unas enigmáticas palabras y, en un instante, desapareció.

Al volver a la realidad los desconocidos habían desaparecido y los guardias al fin parecían hacer algo: preguntas. Pero viendo que aquel no era el mejor lugar os llevaron a una posada... Y allí las cosas no mejoraron demasiado...

La inquisición.

Cuando ellos llegaron nada parecía ir bien...

Por suerte para vosotros, parecía que os creían cuando dijisteis que vosotros no teníais nada que ver con el ataque o el incidente. El típico caso del lugar equivocado en el momento menos oportuno.

Además parecía que algo más estaba ocurriendo porque pronto os dejaron marchar sin problemas.

De manera que libres en la ciudad, decidiste seguir adelante.

El resto del grupo se había separado y tú preferías continuar con la búsqueda de tu hermana.

Tras algunas preguntas y pocas respuestas, tus pasos te habían llevado hasta la entrada de la ciudad, donde estabas intentando sacar algo de uno de los guardias.

- Lara... Lara... Lara...

Empieza a farfullar uno de los guardias revisando la lista que tenía en la mano.

-Varias mujeres llamada Lara han salido de la ciudad... -delante de él tiene una decena de papeles que empieza a pasar de forma nerviosa mientras mira la cola que tienes detrás-. Mira, todas ellas se dirigían a Yirath. Lo siento, pero no te podemos ayudar más.

Mira de nuevo detrás de ti y a todas las personas que esperan.

-Perdona pero tenemos que seguir.

Con la mano te indican a que avances y así salgas de la ciudad.

Había sido un camino largo, pero al fin tenía una pista solida y la única opción que tenía era aferrarme a ella. Sin perder un instante me dirijo a Yirath .

El único problema era el dinero, por ese mismo motivo me fije en los distintos grupos y caravanas que salían de la ciudad y comencé a buscar, mientras avanzaba, si alguien que viajaba en la misma dirección que yo  y necesitaba de ayuda extra durante el camino

El Puerto de Eburah solo tenía una salida por tierra y una única carretera: la que conducía a Yirath. 

De manera que todas las personas que estaba saliendo de la ciudad en aquel momento iba en la misma dirección. Tal vez después de aquel extraño ataque, la gente había preferido salir de allí lo más rápido posible.

Por eso podías ver tanto pequeñas caravanas de familias, parejas, algunos mercenarios, mercaderes y gente de todo tipo. De un rápido vistazo no pareces ver a nadie que necesite de un guerrero o de ayuda. Por ahora parece que todos están más pendientes de salir de allí que de otra cosa. 

Tal vez más adelante en el camino o en los días que hay hasta llegar a Yirath tengas más suerte. 

A sabiendas del gran camino que me cada por recorrer, con cada paso me siento un poco más cerca de la vida que perdí, de aquellos hermosos días con mi familia. Por extraño que pareciera la información del soldado me hacia soñar con una vida tranquila junto a mi hermana.

Y así, paso a paso, comencé un nuevo capítulo en esta aventura atento a todos los obstáculos que pudieran a parecer y también muy atento a nuevas oportunidades para poder conseguir algo de dinero y compañía

Con un nuevo destino en mente, comienzas a caminar siguiendo por el único camino transitado.

Dos días eran los que separaban una ciudad y otra, aprovechando el trayecto para escuchar y hacer nuevos amigos. La mayoría eran pequeñas familias o comerciantes que, tras el ataque, habían decidido probar suerte fuera del Puerto de Eburah. Algunos pretendían asentarse en Yirath, mientras que otros solo querían probar suerte un par de días antes de dirigirse a otros destinos. 

También viajaban algunos mercenarios y aventureros. Todos ellos dispuestos a buscar un trabajo que les diera de comer un día más al menos. Por suerte para ti, todos coincidían en que, una gran ciudad como Yirath, ofrecía muchas oportunidades. En varias tabernas había carteles de trabajos, también había varias asociaciones de mercenarios y, en general, mucha gente que podría necesitar un guardaespaldas tarde o temprano. 

En general, por lo que habías escuchado, iba a haber mucho movimiento en la ciudad durante los próximos días: se estaba organizando un gran baile. 

Por lo que habías averiguado, la ciudad estaba dividida de norte a sur por un río, consiguiendo dos mitades casi perfectas. Ambas estaban unidas por infinidad de puentes y pasos, siendo el río el límite natural entre ambas partes.

Cada una de ellas parecía gobernada por una persona diferente, rumoreandose que había cierta competencia entre ellos por ver quien controlaba toda la ciudad.

Pues bien, una de esas personas había organizado una gran fiesta. Se sabía que un gran número de nobles asistirían, al igual que mucha gente notable e influyente. Todo el mundo quería asistir pero solo eran unos pocos los que disponían de invitación.

Por este motivo, tras los dos días de camino, comprobaste al llegar que la ciudad estaba en completa ebullición. Todo el mundo parecía muy ajetreado, corriendo de un lado para otro. Y es que, la fiesta, iba a ser aquella noche. 

No comprendía muy bien el motivo de tanto ajetreo, y la verdad poco me importaba. En estos momentos lo único que me interesaba era encontrar un lugar relativamente barato donde dormir, conseguir algo de información.

Por ese mismo motivo, y tras llegar a l ciudad me dispuse a buscar un lugar donde alojarme. Una vez dejara todo a buen recudo comenzaría la búsqueda.

La prioridad ahora era encontrar un lugar donde dormir, de manera que te dispusiste a buscar una buena taberna.

Y es que, en aquel lugar de la ciudad, no era complicado. Al estar al lado de una de las entradas, las posadas y tabernas florecían por todos lados. 

Pero mientras que eso no iba a ser un problema, tal vez buscar alojamiento sí lo fuera. Aquella fiesta parecía haber atraído a todo tipo de individuos a la ciudad, los cuales estaban ocupando la mayoría de las tabernas. Carteles de "completo" eran visibles en la mayoría de las puertas y otros viajeros, al igual que tú, parecían disgustados por esto.

Podríais internarte más en la ciudad. En el interior habría menos aunque, seguramente, también tendrían más espacio en ellas. O bien podrías seguir buscando por aquel lugar, debía haber una cama libre en algún sitio.

Y, mientras decides lo que hacer, escuchas algo a lo lejos:

-Comida y cama... -pero el barullo te impide seguir escuchando-; se buscan guerreros... Se les pagará con comida y cama...

Había mucha gente a tu alrededor que producía un gran barullo. De manera que no podías escuchar todo el mensaje si seguías allí. Podrías acercarte a escuchar, aunque ese tiempo no lo estarías invirtiendo en buscar alojamiento...

No había pasado mucho tiempo buscando alojamiento sin grandes resultados, cuando la suerte volvía a sonreírme, y no pensaba desaprovechar esta oportunidad.

Mientras me preguntaba cual sería la finalidad de la oferta me aproximaba a aquel hombre decidió a conseguir el trabajo y a comenzar las pesquisas sobre mi hermana. Hacía mucho tiempo que no avanzaba tanto y tenía la esperanza de volver a encontrarme con ella cara a cara.

Buenos días. Saludo mientras realizo una ligera reverencia. He escuchado la oferta de alojamiento y trabajo y estaba interesado

Al acercarte descubres que la fuente de aquellas palabras era un anciano.

Llevaba una gabardina larga, y raída por los bajos, una pipa en una mano y un bastón en la otra.

-Hola hijo -saluda al verte acercarte, echandote una mirada de arriba a abajo -. Cuanto me alegro de verte...

Con una media sonrisa, te hace una indicación con la mano para que le sigas.

-Es muy difícil encontrar jovenes dispuestos en estos días. Todos están pensando en ellos y su egoísmo. Pocos parecen interesados en ayudar a un anciano.

Con lentitud, vais avanzando.

-Como he dicho antes hijo, busco guerreros dispuestos, que sepan luchar y defenderse. Y, claro está, a cambio de comida y alojamiento -tras decir aquello se ríe-. No soy tan inocente para pensar que un joven lo haría de forma gratuita. Aunque, tal vez, al no ser una joven hermosa hayas cambiado de opinión y ya no estés interesado.

Aunque no es una pregunta, su última frase lo parece. ¿Seguirías interesado?

Siento desilusionarle Comento de forma irónica y con una sutil sonrisa pero lo que realmente me interesa es conocer cuál sera mi cometido y poco quien page

Es entonces cuando observo detenidamente al anciano mientras me pregunto cual será nuestro destino.

El hombre sonríe ante tu comentario.

-Encima con sentido del humor.

Comenta mientras sigue avanzando.

Le habías visto en una de las calles principales de la ciudad, atestada de las personas que venían desde fuera y los que ya estaban dentro. Repleto de posadas, tabernas y gente gritando y haciendo barullo. Tal vez por eso el hombre te indicó una calle secundaria. Era bastante más estrecha pero, por el contrario, había mucha menos gente.

-El trabajo no es nada que deba preocuparte... -prosigue mientras se va apoyando en el bastón con cierta dificultad-. Seguro que te parecerá una siesta. Y es que, el señor para el que trabajo, está un poco preocupado por la seguridad. Me ha comentado en un par de ocasiones que se sentía observado. Desde luego yo le he ofrecido contratar a un acompañante... Para que vele por él. Al principio me dijo que no, que no era necesario. Pero mi Señora me insistió. Ella está igual de preocupada por él. Por eso pensé que, si aparecía ya con un candidato... No podría decir que no.

El hombre sigue avanzando por diferentes callejones, los cuales cada vez tienen menos gente. Y, en ese momento, parece que cae en algo.

-Perdoname hijo, la costumbre -dice señalando la calle-. Yo suelo atajar por calles menos transitadas, ya que el recorrido es mejor. Pero si lo prefieres, podemos volver a la calle principal y seguir por ahí.

No deberías confiarte, por muy sencillo que parezca un trabajo, es muy fácil que todo acabe torciéndose. Es en ese momento cuando pienso en mis propias experiencias y como todo se acabo derrumbando. Nunca está de más estar preparado, aunque al final no sea suficiente.

Es entonces cuando algo cae cerca nuestra y a mi nuevo acompañante no le sorprende la escena.  

Eres tu el que manda, escoge el camino que más te agrade que yo te seguiré, soy nuevo en la ciudad y todavía no me oriento bien...Por cierto, hay un gran revuelo en la ciudad debido a una fiesta, ¿Quién es el que la organiza? Y ¿Por qué tanto expectación?

-Sigamos por aquí entonces.

El hombre asiente y sigue avanzando por aquellas callejuelas.

-El revuelo es por una fiesta... -prosigue diciendo aquel anciano-. La organizan los Duques de Caitbre... Son los que mandan en este lado del río. Tienen una gran fortuna y han organizado un baile para algunos nobles y personas influyentes de la ciudad...

El hombre, poco a poco, empieza a ir un poco más despacio.

-Por eso la ciudad está así. Todos están intentando prestar sus servicios a toda esa... Gente... Adinerada... Gastar y gastar basicamente... Perdóname hijo... Ya no tengo la edad de antes... ¿Puedes prestarme tu brazo el resto del trayecto?

Y es cuando el anciano me pide ayuda cuando recuerdo las palabras que había pronunciado no hacía mucho “No deberías confiarte por muy sencillo que parezca un trabajo “. Después de todo lo que había visto, en cualquier esquina podía esperar un monstruo, ya fuera con la apariencia de un demonio o con la dulzura de un niño

No hay problema, deje que lo ayude.

Y mientras le ofrezco un brazo en el que apoyarse, mi otra mano la tengo cerca de la empuñadura de mi katana, y aprovechando la poca distancia que hay entre ambos comienzo a observar detenidamente a mi acompañante

El hombre apoya su mano sobre el tuyo, notando en seguida su peso sobre ti. Tras esto, seguís avanzando.

Por tu parte le estudias de arriba a abajo, ya que no pareces fiarte del todo de él.

Debe tener más de sesenta años, con algo de chepa. La larga gabardina que lleva sería perfecta para ocular armas y cosas así, aunque no pareces ver nada que te indique que las lleva. De echo parece desarmado. Su bastón podría esconder alguna espada o una hoja, aunque dudas que supondría un problema para ti. O finge muy bien o en realidad no tiene el físico necesario para blandir un arma y hacerte frente.

No parece que sea una amenaza para ti.

Y en ese momento das un pequeño traspies...

-Ten cuidado hijo -te dice el hombre-. ¿Te encuentras bien?

Miras al anciano y ves como su rostro se duplica... Empiezas a ver doble... Tus piernas empieza a fallar... 

-No... parece que no. Tal vez te deberías sentar.

El anciano se separa de ti y, en ese momento, te caes al suelo.

Antes de poder desenfundar una de tus katanas, el hombre alza la mano en la que se ha apoyado en ti: una aguja saliendo de entre sus dedos. Pequeña y discreta.

-No deberías confiarte, ni siquiera de un anciano. Pero no te preocupes -dice con una sonrisa-. No te matará. Solo te dejará fuera de combate unos minutos... El suficiente para...

Pero en ese momento tu cabeza parece explotar y caes inconsciente.

Por alguna extraña razon habia sospechado desde un comienzo de aquella extraña situacion , pero aun asi habia caido de lleno en su trampa. Todavia era un crio y me quedaba mucho por aprender, pero antes de lamentarme debia salir de aquel entuerto.

La confianza te había jugado una mala pasada... Y ahora lo estabas sufriendo.

Cuando recuperas la consciencia un intenso dolor de cabeza te atenaza el cerebro aguijoneándote como si tuvieras una abeja ahí dentro...

Poco a poco abres los ojos y la situación no mejora: jaulas. Y tú estás en una de ellas, como un animal.

Parecía un subterráneo donde hay varias jaulas y celdas. La luz es tenue y los muros de tu cubículo no te permiten ver mucho más, aunque ahora mismo es secundario ya que, lo primero que notas, es el vacío de tus armas.

Al mirar te das cuenta de que tus Katanas no están. Ni tu mochila. Todo lo demás parece en orden, pero tus armas han desaparecido.

-Son bonitas.

Cuando miras hacia delante, al otro lado de la verja, ves al anciano. Lo que es peor, tiene tus armas en la mano. Está sentado y, por lo que parece, sobre tu mochila.

-¿De dónde eres? -pregunta mirándote mientras mantiene su pipa en la boca-. Tienen muy buena manufactura. 

Desenfunda unos centímetros una de ellas para ver su hoja.

-Y parecen muy afiladas... 

Poco a poco iba recuperando la consciencia, Pero las cosas solo hacían más que empeorar. No solo debía lidiar con un intenso dolor de cabeza, sino también con el hecho de estar encerrado. Nada mas percatarme de la situación golpeo con fuerza los barrotes e intento abrirlos (aunque supongo que sin mucho éxito)

Déjame salir, ¿qué cojones es esto? grito claramente enfadado

Pero es poco despues cuando respiro profundamente y comienzo a calmarme, esa actitud solo me pondrá es más problemas, y si el anciano se siente confiado podría dar más información de la debida.

¿Quién eres realmente y que pretendes?...ya que me has traído a esta fiesta sin preguntarme antes que menos que presentarte…”amigo”

Aquel anciano te mira y sonríe.

-Si llamas "amigo" a un hombre que te ha metido ahí dentro... 

Alza una ceja y te vuelve a mirar de arriba a abajo.

-Y la fiesta aún no ha empezado. Pero no te preocupes... -En aquel momento escuchas unos pasos acercándose-, serás el primero en disfrutarla.

El anciano se pone con dificultad en pie apoyándose en el bastón mientras se gira hacia un lado.

Y en aquel momento aparece ante tu celda una mujer.

Su melena ceniza la llevaba recogida en una coleta, siendo el único punto de color sobre una cota de cuero de combate. Llevaba dos dagas largas en la espalda, así como otras dos en las caderas y un empuñadura sobresaliendo de cada una de sus botas.

Desde luego no era una mujer indefensa.

-Aquí lo tiene -dice el anciano mientras la mujer te estudia con la mirada-. En perfecto estado, así como pidieron.

Y mientras aquellas palabras resonaban en tu mente, la mujer es la siguiente en hablar:

-Bien, veremos si ha merecido la pena -su voz era fría y dura-, o si solo llevaba esas espadas de adorno.

Si no era toda ya bastante complicada con el anciano, ahora se unía mas gente a esta extraña reunión, y tras las breves palabras de aquella misteriosa mujer toda resultaba más confuso.

¿Qué es lo que queréis de mi? Digo mientras me fijo intensamente en la misteriosa mujer que acaba de llegar  y ¿por qué me habéis traído a este lugar? Si tantas ganas teníais de conocerme, con invitarme a cenar ya era suficiente comento de forma ironica. Si me sacais de aqui todavia podemso ser amigos.