Partida Rol por web

De locos... Una noche de locos...

Habías llegado al Puerto de Eburah como a cualquier otra ciudad... Y de pronto se desató el caos, la sangre y los zombis.

Después de tu presunta muerte y la ayuda de aquella enigmática mujer, pensaste que lo mejor era salir corriendo en lugar de dejarse interrogar por un grupo de guardias. De manera que empezaste a correr alejándote de un par de guardias que te seguían, hasta que los perdiste de vista.

Una vez sola, en las oscuras calles de la ciudad devastada por los cadáveres, decidiste que aquella no era ciudad para ti, de manera que te encaminas a la salida norte y, con discreccion, sales de la ciudad. Aunque, en verdad, no te resulta muy difícil ya que no hay guardias custodiando la salida.

De manera que, tras varias horas de caminata, dejas atrás la ciudad y encuentras refugio en una pequeña posada del camino. Allí logras pasar la noche y descansar sin sobresaltos...

Hasta que amanece.

El sol brilla, el cielo está despejado y un nuevo día se abre ante ti.

Me desperezo en la cama y me levanto de un salto. Aprovecho para estirar las alas, que no sé como todavía no se me han caído de tan acalambradas que las tengo. Solo me haría falta un buen baño, pero los sucios de esta posada parece que no conocen lo que es el jabón.

Tengo que salir rápido también, a saber si han salido de la ciudad a buscarme, aunque no creo que le hayan puesto tanto empeño a la cosa, espero...

Me termino de vestir y bajo las escaleras. -Viejo, sirven desayuno? Qué hay de interesante? -Le pregunto al posadero a la vez que me ruge el estómago.

La posada, como esperabas, no era demasiado lujosa... Apenas una cama en un cuartucho y un escaso ventanal por donde entraba la luz del día... De todas formas, lo suficiente para descansar y estirar un poco las alas.

Cuando bajas, puedes ver a varias personas sentadas, disfrutando del desayuno de buena mañana y preparándose para un nuevo día. Por su aspecto, dices que son viajeros de paso hacia el Puerto de Eburah o bien camino hacia el norte.

- Buenos días. - Saluda el posadero cuando te acercas. - Espero que hayas podido descansar.

El hombre parece bastante agradable.

- De desayunar tenemos algo de pan... Gachas... Vino especiado... Leche de oveja... O si prefiere algo más fuerte tenemos guiso. 

Después de esto te mira.

- ¿Le apetece algo en concreto?

Tras esto se fija en tu pregunta.

- ¿A qué se refiere con interesante?

Bostezo y me acerco al mostrador, donde me siento apoyando los codos en la superficie. -Me refiero a algo que no sea pan, gachas o leche. -Lo miro a los ojos con cara de cansada. -El guiso me parece bien, ya que creo que no comeré de nuevo hasta entrada la noche.

Sin mirar por encima del hombro percibo el ki de la gente de la posada, en caso de que pueda haber alguna amenaza. Parecen ser viajeros, sí, pero nunca se sabe, los mercenarios y los cazarrecompensas son viajeros también.

- Pues un guiso marchando. - Dice el hombre con una media sonrisa. - ¿Y de beber la puedo ofrecer algo?

Mientras estás charlando con él, te concentras en ver la energía de los allí presentes.

Un "vistazo" rápido te deja claro que ninguno de los presentes es un guerrero, ni luchador, ni tienen ningún tipo de formación o adiestramiento. No parece que ninguno de ellos te pueda suponer un problema.

-Sí, agua. -Respondo de manera escueta.

Genial, por ahora puedo estar tranquila, pero esto no sirve, necesito un lugar donde pueda establecerme sin llamar la atención... no, necesito primero encontrar alguna forma de trabajo, o tendré problemas pronto.

-Em... -ME aclaro la garganta y me dirijo al posadero otra vez. -Esto... me dirijo a Yrath, aunque eso puede resultar algo obvio ya que solo hay un camino. -Bajo la mirada al plato de guiso. -Me gustaría saber de qué manera se puede conseguir dinero allí. Vengo desde el sur y no conozco el principado, es mi primera vez visitándolo.

El hombre asiente.

- Tendrá su comida en un momento.

Ves como el hombre se mueve detrás de la barra, desapareciendo un momento en lo que crees la cocina. Y así, tras unos pocos minutos, aparece con un plato de guiso y una jarra con agua... Por suerte, la posada está cerca del río, de manera que el agua parece bastante clara.*

- ¿No prefiere mejor una cerveza? - Pregunta. -En cuanto a Yirath... Ni idea... Está a un par de días de camino de aquí, así que las noticias sobre trabajo no suelen llegar... Aunque, siendo una ciudad grande, supongo que habrá formas y formas de encontrar trabajo.

-No, la cerveza me cae mal. -Le respondo y le doy un trago al agua. -Además no me quita la sed.

Es poca la información de este viejo... y está bien, tiene razón, todavía estamos lejos. Pero me ha dado una idea.

Me doy vuelta y con la boca llena de comida pregunto en voz alta, sin dirigirme a nadie en particular. -Alguien viaja a Yirath? -Trago. -A alguien le interesa un poco de protección? -Con suerte me ahorro el caminar, si alguno de estos va con vehículo. -No se hacen idea de lo repletos de bandidos que están los caminos. -Trato de sonar lo más convincente posible. -Uno se descuida y antes de darse cuenta ya está con la garganta rajada y la carreta siendo vaciada.
-Y lo único que pido a cambio es el transporte, vaya pues. -Pongo una sonrisa, aunque noto que me tiembla la ceja. No estoy acostumbrada a hablar así en público, y ya me está empezando a dar corte, con todas esas caras raras mirándome.

Una vez servida la comida y la bebida, giras para preguntar a los presentes.

Sobre si algunos se van a dirigir a Yirath, algunos de los presentes asienten... Pero al hablar sobre los bandidos, ves que los rostros de los presenten cambian... 

- ¿Ban... Bandidos? - Pregunta una pareja con un niño. - ¿Hay tantos como dice de verdad? 

Parece que están bastante asustados. Mientras que el resto de gente del lugar también parecen alterados.

Ah.. eh... -S-sí, muchos. -Cruzo los brazos y asiento con la cabeza. -Incontables cantidades. Desde la última eclosión de bandidos su número ha incrementado. -No tengo ni idea de lo que digo, no me esperaba que reaccionaran tan crédulos así de primeras, ahora no sé qué agregar.

-Así que.. bueno, ee.. -Mecachoooo! Y ahora qué les digo? Parece que los espanté... -N-no se preocupen, es algo normal. Usualmente la gente contrata servicios para lidiar con la peste. -Me pongo la mano en el pecho. -Ahí es donde entro yo, por un módico precio -Ahora me parece mejor idea cobrarles, si van a ser tantos los que viajan. -les brindaré protección.

Tanto la familia como el resto de personas te miran.

- ¿Incontables cantidades? - Pregunta el padre. - ¿Tan... Tantos?

Todos se miran y parecen contentos cuando dices que te encargas a eso.

- ¡Genial! Es una estupenda idea. Y dinos, ¿cuántos sois? - Pregunta acercándose a ti. - No tenemos mucho dinero... Pero supongo que suficiente para pagaros a ti y a tus compañeros... La vida de nuestra familia no tiene precio...

A él se unen un par más de personas.

- Nosotros también vamos a la ciudad... ¿Cuánto cobráis tú y tus compañeros? 

-...Voy sola.- Me está entrando el pánico. Si son todos estos no creo que pueda cubrirlos a todos. -Ee... es que recién inicio la empresa, verán. -Mantengo una expresión seria y relajada. -Aún no consigo socios.

-No cobro caro, eh? Solo cinco platas por cada día de viaje. -Supongo que accederán si les cobro exageradamente barato, si me paso aunque sea un poco quizás rechacen la oferta y me perderé del transporte, aunque no tengo ni la más remota idea de lo que cobraría un guardaespaldas por día de contrato.

En cuanto dices que estás sola, sus caras cambian.

- ¿Estás sola? - Pregunta uno de los hombres. - Entonces... - Varios de ellos se miran. - Creo que buscaremos a un grupo de mercenarios más numeroso... Si son tantos como dices, tu sola no podrás con todos ellos...

Parece que todos asienten. 

- Lo sentimos querida... - Dice una de las mujeres. - No es que dudemos de... - Te das cuenta que miran tus ropas rotas. - De tu capacidad. Pero creemos que buscaremos un grupo más numeroso...

-Ya veo... -Agacho la cabeza. Llevo una mano a mi arma de manera inconsciente. -Al menos puedo viajar con alguno de ustedes? -Pregunto rezando para que al menos un grupo de ellos viaje en carreta. Y para que me lleven con ellos también, por supuesto.

Ves como las diferentes personas se ponen a hablar sobre contraatar a un grupo de mercenarios o guardaespaldas para que les lleven a Yirath, mientras tú sigues intentando ir con ellos.

- Supongo que podríamos hacerte sitio en la carreta... - Dice la madre de los niños mientras el marido habla con los demás. - Aunque... No sé lo que tardaremos en partir... Si quieren contratar a un grupo de guardaespaldas... Tal vez tengamos que esperar un par de días antes de partir de nuevo... Si no te importa esperar esos días, no tenemos problemas en llevarte a la ciudad.

Algo era algo al menos.

Ir en carreta significaba esperar un par de días, o el tiempo que tarden en encontrar un grupo que les proteja, a parte de los dos días más de viaje hasta Yirath. 

Por otro lado, podrías ir tu sola. Sabes que la ciudad está siguiendo el río... Gracias a tus alas y a tus habilidades, podrías ir volando siguiendo el cauce y llegarías a la ciudad en un día. Aunque tendrías que volar alto para que nadie pudiera verte.

-Tsk... olvídenlo. -Luego de comer le dejo las monedas en el mostrador al posadero y me largo. Tendré que recurrir al plan B, aunque sea muy arriesgado y tonto, pero no tengo ganas de caminar.

Me alejo de la posada, pero no por el camino, sino en direción a la pradera, y camino unas cuantas cuadras. Luego de asegurarme por medio de la detección de ki de que nadie me sigue me quito el abrigo, lo doblo cuidadosamente y lo meto en el saco. Tal vez sea hora de comprar otro nuevo, lo pensaré cuando llegue a Yirath.

Me desperezo y estiro las alas, de un salto me elevo en el cielo, veinte, cincuenta, unos cien metros, tal vez un poco más, cosa de que me confundan con algún pájaro grande en el peor de los casos. Será fácil orientarme desde esta altura también.

Luego de recorrer una larga distancia me paro a descansar, descendiendo lejos del camino, pero regreso a él a pie y ando hasta que se oculte el sol buscando otra posada donde quedarme para continuar el viaje al día siguiente. Esto va mal, me estoy quedando sin dinero.

Parecía que el plan de ir protegiendo una carreta no iba a salir bien, así que apuestas por el siguiente plan: ir volando. 

De manera que cuando tomas las precauciones oportunas, alzas el vuelo y empiezas a avanzar por el aire sin problemas. Incluso, cuando cae el sol, decides bajar a una posada a descansar... Y aunque no es nada del otro mundo, al menos puedes dormir en un lugar techado...

Así la mañana siguiente amanece sin incidentes.

Y así, al salir de la posada, puedes ver en la distancia la ciudad de Yirath. 

A pesar de la distancia puedes ver a la perfección como el río parte la ciudad por la mitad, de norte a sur, dejando ambas mitades al este y al oeste. 

Ambas mitades conectadas por decenas y decenas de puentes, mientras que el río que corta la ciudad esta poblado por diferentes embarcaciones. 

Genial. Ahora a aprender de los errores. Si algo explota, no ir.

Pensaba en esperar a la noche, pero si lo hago probablemente los comercios estén cerrados, así que inspiro profundamente, y exhalo.
Acto seguido avanzo por el camino que condune a la ciudad desde la zona sur. Espero encontrar alguna peletería, pero no dudo que haya, es un lugar grande. Con suerte hasta pueda encontrar algún precio favorable... Y conseguir trabajo, por todos los cielos, trabajo, necesito dinero pronto o me encontraré mendigando. Aunque puede que no sea tan mala idea... no, todavía no puedo caer tan bajo.

En la puerta sur que da acceso a la ciudad, ves a un par de guardias vigilando.

No parecen que estén preguntando a la gente ni nada de eso. Parece más bien que, simplemente, controlan el flujo de gente. Sin embargo, cuando llegas hasta ellos, puedes notar a la perfección como te miran de arriba a abajo... Desde luego tus ropas no ayudan demasiado.

Pero logras entrar.

Una vez dentro de la ciudad, tu objetivo es, primero, encontrar algo de ropa, y luego encontrar trabajo.

Por lo que puedes notar, el mercado está un poco más hacia el norte, en lo que sería el centro de aquella peculiar ciudad. Y es que, cuando llegas allí, te encuentras con un mercado que nunca antes habías visto.

Separado por el río, puedes ver decenas y decenas de tiendas en cada mitad de la ciudad. Pero, a parte, también puedes ver como allí, los puentes, son algo más anchos y, sobre algunos de ellos, también ves algunas tiendas. Mucho más pequeñas... Y sospechosas... Pero al menos son tiendas. 

Aaah.... lo estoy haciendo otra veeez... Estoy entrando a otra ciudad repleta de gente, pero no tengo más remedio! Tengo que conseguir ropa nueva!

Tras andar un breve trecho en el mercado mirando las tiendas decido no esperar mucho más y le pregunto a uno que se ve que trabaja con cueros. -Eh... disculpe. -Llamo su atención. -Cuánto por una como esta? -Señalo lo que queda de lo que llevo puesto. -Pero que esté en mejor estado, por supuesto.

Ojeo a mis costados, esperando no estar llamando mucho la atención, ya me están empezando a entrar los nervios.