Partida Rol por web

No, no es así... Si veo el aura mágica puedo determinar la potencia y la escuela, sin saber qué es lo que la genera... Lo que estudio es el aura, no el objeto... ^^

Te viene descrito en el conjuro de Detectar Magia.

- Hacia allí arriba hay una gran fuente de magia... - Murmuró la joven y haciendo un gesto a sus dos compañeros empezó a internarse en aquel jardín. 

Miraba a su alrededor, fascinada con todo aquello que veía... Pero tenía un destino fijado, comprobar qué clase de magia era la que estaba afectando a aquel lugar...

Los dos asienten y entran tras de tí, quedándo fascinados al momento.

Cuando avanzas, lo que parecía el final de la sala resulta ser los primeros bloques de una enorme pirámide. Pero apenas puedes detener un segundo en los detalles para observar el gigantesco lugar al que has llegado. Nada más salir hay dos pasillos cbiertos cubiertos, galerías, que recorren la sala por el borde hasta más allá de la pirámide, que te impide ver la parte trasera. Justo frente a ti hay unas escaleras que bajan al jardín en sí. Aquí y allá el agua cae desde conductos situados en los tejados. En el centro esta la pirámide, de unos 10 metros de altura y a cada lado hay una fuente de la que emana agua.

Y por fin puedes ver lo que tanto te intrigaba. En lo alto de la pirámide hay un rombo de cristal del cual emana una intensa luz. Tal que apenas la puedes mirar unos segundos fijamente. Parece ser un fuerte conjuro de evocación de luz.

Realmente estás en un lugar muy cercano a un paraíso bajo el suelo.

Mientras caminaba, Zeleste iba mirando todo aquello con una expresión perpleja. Aquel jardín, la pirámide, el agua que corría desde la pirámide... Todo aquello era una maravilla. ¿Vivirá alguien aquí...? Se preguntó y miró de soslayo a sus compañeros. 

- Tenemos que continuar, pero... - Se mordió el labio, indecisa... - Quizás encontremos a la persona que haya hecho esto realidad. No tiene pinta de ser un templo abandonado, tal y como me había imaginado. Vayamos con cuidado, pero intentemos no mostrarnos hostiles... - La joven se dirigió a las escaleras y empezó a bajarlas para poder llegar al jardín. Había visto ambas galerías, pero deseaba poder internarse en aquel hermoso lugar. Quizás la entrada al templo estuviera por allí... 

Observó el rombo de cristal que coronaba la pirámide y asintió con la cabeza. Entonces se trataba de eso... Tras unos segundos de incertidumbre, finalmente empezó a internarse en aquel hermoso jardín.

Dhalia miraba todo con los ojos abiertos.

- Es realmente increíble. ¿Cómo puede vivir todo esto aquí dentro? - Se colocó a tu lado para avanzar por el jardín. Hamah iba detrás, también maravillado. Rodeada la pirámide, véis que las galerías terminan donde el patio, a la entrada de un templo. La arquitectura es detallada, con grabados de soles y escenas medio borradas o desconocidas. Unas escaleras suben al porche que precede a la entrada al templo.

- Aquí hay agua y se está bien. Quizás podríamos asegurar el lugar y descansar bien antes de entrar en el templo.

- Es la primera vez que veo algo... así... - Zeleste también miraba todo aquello con los ojos como platos... Pero una sonrisa se perfilaba en sus labios. Era tan hermoso...

Se volvió a mirar a Dhalia y asintió con un suave movimiento de cabeza. - Imagino que gracias a la magia se ha creado este paraíso. Aquel rombo de cristal está imbuido por ella, y baña todo con luz solar... - Le explicó, señalando a lo alto de la pirámide. 

- ¿Descansar...? - La joven se sorprendió por su propuesta, acababan de hacerlo... - ¿No has podido dormir bien...? - Le preguntó con un ligero tono de preocupación en su voz.

Dhalia duda unos segundos ante la pregunta.

- Es que verás... - Ve cómo Hamah la está observando y se pone firme al momento. - Nada, déjalo. Sigamos.

El lugar parece bastante tranquilo y no hay ni un alma alrededor.
 

- Así que todo lleno de magia, ¿eh? El sitio perfecto, vamos...

Comenta Hamah de forma socarrona. Luego te mira y dice, sonriendo.

- Pero sin ofender. Esto es muy bonito, si, pero los sitios bonitos siempre tienen cosas malas...

Zeleste enarcó una ceja al seguir la mirada de Dhalia. Sabía que le ocurría algo, pero la presencia de Hamah hacía que se mordiera la lengua y prefiriera callar. 

Espero encontrar pronto una salida... O estos dos acabarán mal... Bueno, tampoco tan mal, al menos ahora parecen tolerarse un poquito...

La joven suspiró y miró a Hamah.

- La magia puede conseguir cosas muy hermosas. No es sólo para hacer el mal... - Una suave sonrisa se perfiló en sus labios. - Y no todos los sitios bonitos tienen cosas malas... - Zeleste recordó la posada donde había crecido. El cariño que le habían mostrado todos allí y sintió que empezaba a ponerse triste. Pestañeó un par de veces, alejando aquellos pensamientos, y continuó caminando, acercándose a la entrada del templo. Pero de repente se detuvo y miró de nuevo a sus compañeros...

- Creo que sí, que deberíamos comprobar que estemos preparados antes de entrar en ese sitio. Yo... Debería... - ¿Cómo explicarles que tenía que concentrarse para poder recuperar la energía que había gastado el día anterior? - Meditar... - Esa era una buena palabra para describirlo... - Antes de entrar allí... -

- ¿Meditar? - Pregunta Hamah alzando una ceja. - ¿Y eso? Bueno... vale, si las dos os necesitáis parar, pues nada.

El joven se sienta en uno de los gigantescos escalones de la pirámide y suelta un bufido. - Pero sigo diciendo que a mi este sitio me da mal rollo.

Simba se acerca a la entrada del templo, parece atento a algo. Sientes curiosidad en él. Pero tras husmear un poco por las escaleras se da la vuelta y va a hacia ti pidiendo caricias.

Dhalia suspira y se echa al suelo.

Zeleste se puso de rodillas, sentándose sobre sus propios pies y cerró los ojos. Sentía a Simba muy cerca y en su fuero interno agradecía la compañía del animal.

Tras unos quince minutos de concentración, la joven sentía fluir en su interior la corriente de magia. Abrió de nuevo los ojos y una sonrisa se perfiló en sus suaves labios.

- Ya estoy preparada... - Murmuró mientras se incorporaba y miraba a Hamah a los ojos. 

- ¿Ya? - Preguntan sorprendidos Hamah y Dhalia a la vez. Dhalia hace un esfuerzo por volver a levantarse y se acerca a ti, con una sonrisa triste.

- Perdona, pero no tendrás otra de esas pociones, ¿verdad? O algún conjuro de curación...

Zeleste miró a Dhalia con ternura y asintió con un suave movimiento de cabeza.

- Perdona, no me había dado cuenta de que estabas tan herida... - Le dijo mientras buscaba en la mochila que llevaba al hombro. No tardó en sacar una poción y se la entregó con una sonrisa. - Ten, tómatela... No dispongo de magia curativa, tan sólo tengo alguna poción que recuperamos del carro caído... - 

Dhalia coge la poción y mueve los labios en un "gracias". De un par de tragos se bebe todo el recipiente y suelta un buen suspiro.

- Ays, mucho mejor. - Dice mientras se palmea la coraza en la zona del estómago. - Que pena que por aquí no haya ropa limpia, me encantaría poder cambiarme de camisa.

Mete el bote vacío en tu mochila y te da un abrazo.

- Gracias, guapa. Eres muy maja. - Hamah observa la escena con los brazos cruzados. - Ya podemos continuar.

La reacción de Dhalia sorprendió a Zeleste. Se sonrojó ligeramente y musitó un... De..nada... Mientras volvía a colgarse la mochila del hombro. 

Miró de soslayo a Hamah. Parecía muy serio... Sí, sé que ella no es del todo de fiar, pero no tenemos opción... Le sonrió, fue una fugaz sonrisa que desapareció rápidamente de sus labios, y volvió a encaminarse hacia la pirámide.