Partida Rol por web

En el llano hierve la ciudad, al pie de la montaña de Montjuic, que coronada por un castillo, controla la zona portuaria. Detrás queda la barrera de Collserola, montañas paralelas a la costa, que a modo de verja, protege la urbe de las manadas de lupinos que desde ella vigilan los movimientos de sus enemigos, los miembros de la estirpe que dudan en abandonar la seguridad de los edificios y aventurarse en sus boscosas laderas.

Cuando la noche cae, los verdaderos gobernantes de la ciudad se despiertan, conscientes de que en sus fronteras el peligro acecha.

El Sabbat se frota las manos, pues sabe que tarde o temprano la urbe caerá en sus manos, pero por el momento, Barcelona se erige orgullosa como último bastión de la Camarilla en España.

Los vástagos son conscientes de que el peligro no sólo está fuera de sus límites. Pueden percibir que algo mucho más poderoso que las manadas de lupinos reside en la ciudad.

Esto no parece preocupar a los anarquistas que se siguen rigiendo por las leyes que ellos mismos se imponen, tomando lo que les viene en gana. Por ello, continúan enfrentándose en luchas fratricidas a pesar de las restricciones que les impone la presencia de la Orden de Sant Jordi en la ciudad, un grupo que sólo existe con la finalidad de cazar y exterminar vástagos.

Imprudentemente, los Antiguos continúan con sus juegos de poder, atacando y fintando para dejar a sus adversarios en ridículo, impasibles ante el cúmulo de problemas que se cierne sobre ellos.

La Ciudad en equilibrio

Barcelona es una ciudad en equilibrio. Nadie se atreve a mostrarse tal cual es, puesto que sería quedar en evidencia y convertirse en una diana perfecta. Todos se reprimen, guardan sunpotencial para el momento de la verdad.  Siempre hay una fuerza opuesta de poder semejante y que puede combinarse con otras facciones, multiplicando los efectos y sus consecuencias hasta perder toda posibilidad de control.

La estirpe esta supeditada a la presencia de Jan Ibarz, pero incluso él mismo nota que no puede manifestarse en su plenitud puesto que otros poderes podrían manifestarse poniendo en peligro su propia existencia.

El Príncipe tiene en cuenta que el equilibrio entre los Antiguos es su principal baza para mantenerse en el poder. Este sentir se extiende hasta el último de los vástagos. Si algo llegase a desencadenar, aunque fuese una pequeña guerra entre ellos, la ciudad se desmoronaría como un castillo de naipes.

Cualquier rotura de la Mascarada podría poner sobre aviso a la Inquisición, y, hasta los hombres-lobo han comprobado que esta es una amenaza muy real. Es una ciudad en la que la diplomacia, las conjuras, los complots y los atentados están a la orden del día.

Todo esto hace que se respire un ambiente de tensión constante; nadie se fía ni de su propia sombra. Cada acción esconde múltiples intenciones y dilucidar un hecho es casi imposible.

La Setmana Tràgica.

Es en 1939 cuando estallan las hostilidades y el encono que se ha ido fraguando en el último siglo: es el enfrentamiento que se conocerá como la "Setmana Tràgica", real guerra civil entre vástagos.

Las dos facciones se lanzan entre sí a una lucha sin cuartel entre vástagos. Las calles se llenan de barricadas y se lucha casa por casa, aún poniendo en peligro la mascarada. En medio de la confusión, los anarquistas conducidos y organizados por Jaume Coll "el Maquis", y viendo que al Consejo, la situación se les ha ido de las manos, también se lanzan a la caza del Antiguo.

Esto conlleva que la Sociedad de Leopoldo y la Orden de Sant Jordi tomen cartas en el asunto, percibiendo indicios de lo que realmente está ocurriendo en la ciudad.

Muchos cainitas mueren a manos de sus congéneres y a manos del pueblo que, manipulados por los anarquistas y los cazadores de brujas, se lanzan a la quema de refugios de los cainitas, en especial los situados en conventos e iglesias. La imagen de ataúdes abiertos y expuestos al sol dan la vuelta al mundo.

La aparición de Javier Montoya, misterioso personaje de procedencia desconocida, es la que pone fin a la revuelta mediante la ayuda del ejército y poderes fuera del conocimiento de los cainitas del Consejo. Montoya se proclama Príncipe en menos de una semana y nadie se atreve a oponerse, sobretodo los responsables del conflicto que dejan para otra ocasión resolver sus diferencias.

El Principado.

El siglo XX es el siglo de Montoya ya que es el que ha gobernado la ciudad con mano de hierro envuelta en guante de seda, haciendo que todas las disposiciones polémicas sean tomadas por los consejeros, de manera que él siempre ha quedado limpio ante los caínitas.

Su política tortuosa y maquiavélica le ha permitido estar siempre al margen de los revuelos políticos y delas tormentosas situaciones, tomando un papel de juez imparcial en querellas de los Antiguos del Consejo o de las hostilidades entre la Primogenitura.

Es más, ha conseguido que en la ciudad, la Camarilla nunca haya sido puesta en entredicho, ni aún en los momentos difíciles como fueron en la Guerra Civil Española (1936-1939), en la que los Lasombra y los Brujah se enfrentaron, reclutando mortales en ambos bandos y lanzándolos a uno de los conflictos precursores de la Segunda Guerra mundial.

Barcelona fue un foco de ayuda a los Brujah (movimientos anarquistas y comunistas), con el reclutamiento de milicianos que se mandaron a los diversos frentes. La ciudad estuvo en la retaguardia y, aunque bombardeada, no padeció directamente los efectos del conflicto. Tan solo en mayo de 1937, Roc "el Roig", aprovechando la situación, incitó a sus aliados a levantarse contra Jaume Coll "el Maquis", pero el enfrentamiento entre anarquístas terminó pronto y la ciudad continuó con su estatus de retaguardia.

También es en esta época cuando se producen duros combates con los lupinos de Collserola, especialmente con los radicados en el bosque que rodea el Castell de 1'Oreneta, en el límite de la ciudad. Con la confusión creada por la entrada del ejército nacional en la ciudad, los cainitas consiguen que se fusile a los propietarios del terreno sobre el que se levanta el castillo, y el título de propiedad cae en manos de Mercè de Fontrubí que ordena la inmediata destrucción del Castillo de l'Oreneta y la construcción de un ladrillar.

Los lupinos optan por retirarse hacia zonas más protegidas de los montes y bosques de Collserola, que convierten en un feudo cerrado a los vástagos, aislando en parte la ciudad.

Con el dominio Lasombra del resto de España que siguió al conflicto se propiciaron varias invasiones del territorio Camarilla, intentando infiltrar exploradores entre la corriente migratoria humana y vampírica que se instaló en Cataluña durante la década de los sesenta. Los topos fueron descubiertos uno a uno y eliminados: Lucio Minicio continua velando por su ciudad y por su propia seguridad, ya que los Lasombra se jactan de haber eliminado a todos sus antiguos.

Hacia finales de los años sesenta, los terrenos que ocupaba anteriormente el Castell de l'Oreneta son recalificados como parque público, pero las obras de acondicionamiento no terminan hasta 1975, convirtiéndose en el Parc de l'Oreneta. Es en este momento, cuando los lupinos, notando que de nuevo el túmulo es activo, vuelven a la ciudad con la intención de no volverlo a perder la expansión.

La pujante implantación de la Camarilla, en zonas hasta ahora fuera de su esfera de acción, se realiza mediante la formación de consejos locales, que creen gobernar autónomamente mientras sus directrices no afecten al gobierno central de Montoya. Todos saben que dependen del apoyo que puedan conseguir, en momentos de crisis, de Barcelona.

Pax Barcinonís

En Barcelona se ha establecido la tradición, ya desde los tiempos del hacinamiento debido a la Revolución Anarquista, de establecer duelos verbales públicos entre los vástagos que quieren dirimir sus diferencias, para evitar el debilitamiento que una lucha abierta puede producir entre sus filas.

Con Montoya, esta costumbre se ha visto reforzada, aunque los Antiguos evitan ponerse en evidencia subiendo a la tribuna, siendo Claudi Bonesvalls la excepción puesto que es un maestro en esas lides, por lo que ya ningún vástago se atreve a enfrentarse a él cara a cara, por su cinismo y agudeza. Una desafortunada actuación en este duelo verbal supone la pérdida de posición para el derrotado; lo mismo puede ocurrir para el ganador que se ceba en un enemigo que se ha dado por vencido, dando prueba de mal gusto.

BARCELONA EN LA ACTUALIDAD.

Cómo llegar a Barcelona:

Hay varios modos de acceder a la ciudad.

Javier Montoya, Príncipe de la ciudad, cuida con sus métodos que la llegada de cualquier vástago, bueno... de casi cualquier vástago, sea lo más fácil posible. Sus redes de información en cada núcleo de población mayor de cien mil personas le permiten saber la gran mayoría de vástagos que tienen la intención de visitarnos.

Aún así, debido a la diferencia de otras ciudades, Montoya es bastante reacio a que los nuevos llegados se reúnan con él, ordenando antes una exhaustiva comprobación de sus antecedentes y motivaciones. Una vez sea ya concluida ésta investigación, y si el sospechoso no ha sido antes expulsado de la ciudad, el Príncipe le suele citar cerca de su Capilla privada, en el mausoleo gótico del cementerio de Monjuic, dónde tras varias galerías subterráneas, yacen los cadáveres de su mujer y su hija.

Normalmente, los neonatos y ancillae suelen anunciar su llegada a través de carta, fax, y últimamente, vía internet. Este

es un buen método para ahorrarse problemas, aunque algún anarquista incontrolado ha sido víctima de su insensatez. Los príncipes de otras ciudades, sobretodo, y algunos antiguos llegan con su consabida arrogancia, pero eso sí, siempre suelen dar a conocer su presencia en la ciudad nada más llegar. Normalmente,

cuando nuestro príncipe recibe una de estas cartas, manda otra facilitando todas las comodidades para tan arduo viaje.

Al igual que para los mortales, Barcelona en el mundo de la estirpe es muy hospitalaria si juegas de acuerdo con las reglas de Javier Montoya.

Llegar por carretera:

La forma más frecuente de llegar a Barcelona por esta vía es a través de camiones de gran tonelaje.

Otra manera de viajar por carretera es en coche, pero son inevitables las paradas. Para ello, hay algunos hoteles con recepcionistas bajo la influencia de Barcelona, que saben muy bien como ocuparse de las peticiones más extrañas.

Pero el modo más usado de llegar a Barcelona mediante carretera es a través de caravanas perfectamente equipadas con cristales negros, postigos, persianas y cortinas. De día el cainita descansa dentro de la caravana y, de noche, viaja al lado de su criado. Es mucho mejor llevar a dos sirvientes que sepan conducir, así las paradas son mínimas y el viaje es mucho másrápido y cómodo. Este modo de viaje es extremadamente sencillo.

Las autopistas más importantes para acceder a Barcelona son: la A-2, entrando por la Diagonal y la comarcal 246, entrando por la Gran Vía de Les Corts Catalanes (autovía de Castelldefels). Entrando por el lado norte y por la Meridiana nos encontramos con la A-17, que enlaza con Girona. Os recuerdo que el Sabbat está muy cerca, por lo tanto, no caigáis en la tentación de seguir adelante y llegar a la última ciudad mencionada. Partiendo de Sabadell y Terrasa, podéis acceder a la ciudad por la A-18.  Finalmente, podéis optar por la A-19 que va a dar también a la Gran Vía y a la Plaza de las Glorias.

Llegar por aire:

A las afueras de Barcelona se encuentra el aeropuerto del Prat de Llobregat, donde la Seguridad de un vástago está garantizada la mayoría de las veces, pero de esto ya hablaremos más tarde.

El modo más habitual de llegar a Barcelona por aire es a través del aeródromo de Sabadell, alquilando aviones privados y perfectamente equipados para el viaje. Tras el aterrizaje, la forma de acceder por carretera mediante la A-18 a Barcelona es muy sencilla, pues la autopista está a menos de un minuto del aeródromo.

El veintiséis de agosto de 1991 se inauguraron los túneles de Vallvidrera, con la finalidad de hacer más rápida y segura la circulación, ya que la carretera de la Rabassada es de una calidad pésima ofreciéndonos una amplia gama de curvas, sin olvidar la de lupinos que pueden encontrarse en la zona.

En vista de que el aeródromo de Sabadell era el lugar más empleado para aterrizar, algunos expertos Ventrue y Toreador unificaron una idea rápida en el transporte en vehículos de los visitantes que llegaran al aeródromo. La idea acabó en la construcción de los ya mencionados túneles de Vallvidriera, de peaje, con tres carriles reversibles según las necesidades de las operaciones salida y retorno, y, sobretodo, con cámaras de vídeo distribuidas a lo largo de los túneles que están controladas por ghouls, para asegurar el tranquilo viaje de los vástagos.

Llegar por tren.

Sí se tienen medios económicos, se puede viajar en un vagón privado y perfectamente equipado para tener un cómodo trayecto, aunque se recomienda discreción.

La empresa RENFE se ocupa de los viajes en tren en todo el territorio español. Es un punto que la Camarilla barcelonesa prefiere no tocar por el momento, ya que el Sabbat parece dominar la empresa.

Pero en Barcelona y en sus respectivas zonas de influencia, la seguridad se acrecienta y a medida que nos acercamos a la Ciudad Condal, hay mayor cantidad de empleados al servicio de la Camarilla.

RENFE tiene varias estaciones principales en Barcelona: la de Sants, la de Francia, la de la Plaza Cataluña, la del Paseo de Grácia, Arc de Triomf y la de Sant Andreu Arenal. Normalmente los últimos trenes suelen partir hacia las once de la noche. Si vais a utilizar el tren para moveros por Barcelona, tened en cuenta que sólo pasa por las estaciones arriba mencionadas, por lo que a veces deberéis recurrir al metro, que, aunque más lento, tiene un mayor número de paradas.

Moverse por Barcelona.

Bienvenidos a la ciudad condal. Seguro que tendréis que moveros dentro de nuestra urbe. No os preocupéis, tenemos varias formas de traslado dentro de nuestra metrópoli y sus alrededores. Os recomendamos no alejaros demasiado de los límites de Barcelona, pues el Sabbat podría daros caza. Por supuesto, sed sensatos y no os acerquéis por Collserola sino queréis acabar con el pecho desgarrado por los lupinos que habitan allí. En conclusión, vuestro sentido común os debería prohibir ni siquiera pensar en visitar estas zonas.

Tráfico rodado.

Si queréis visitar Barcelona disponéis de una amplia red de autobuses y metro que no suelen ser muy aconsejables, por lo menos, de lunes a jueves, ya que todas las líneas de autobús y metro cierran a las veintitrés horas, hora muy temprana para lo que es la vida nocturna de la ciudad; los viernes y sábado, ya podéis disfrutar de estos transportes, pues sus puertas cierran a la una de la madrugada. En invierno en Barcelona suele oscurecer alrededor de las seis o siete de la tarde, y en verano sobre las nueve de la noche. Así que si queréis viajar por estos medios tenedlo en cuenta.

Pero también disponemos de autobuses nocturnos, una idea genial trasmitida por uno de los nuestros. Estos autobuses, están en funcionamiento hasta las tres y media o hasta las cinco y media de la mañana, dependiendo de la ruta del autobús.

Por el contrario, si deseáis viajar con mayor comodidad, tenéis a vuestra disposición una red de taxis, que van pintados de negro, con las puertas y el capó de amarillo, que asciende a unos cinco mil vehículos en toda el área metropolitana y que podéis utilizar durante toda la noche. A pesar de todo, a ciertas áreas de la ciudad, poco concurridas, se pueden negar a llevaros.

Aún así, si preferís moveros más a lo grande, disponéis de aproximadamente siete empresas que se encargan de alquilar sus limusinas. En total, en toda la zona metropolitana se estipula que hay entre veinte o veinticinco limusinas. Normalmente, si la visita es de cariz político, el mismo Javier Montoya suele ser generoso y corre con los gastos del alquiler.

Moverse en tren dentro de la ciudad.

Los ferrocarriles metropolitanos, conocidos como el "metro", se inauguraron en los años veinte, por la exposición

internacional. Posteriormente se han ido ampliando a ocho grandes líneas que unen los distintos barrios, con una

periodicidad de cinco minutos. Es el medio más rápido y frecuentado de la urbe ya que evita los frecuentes

embotellamientos de tráfico que caracterizan el centro urbano. A cada línea se la ha caracterizado por un color y un número.

Los Ferrocarriles Catalanes, son otra opción ya que además de unir la plaza Catalunya con Sarrià y Sant Gervasi, llevan

también hasta las poblaciones vecinas de Sabadell y Terrassa. Los que salen de la plaza de España no se te ocurra usarlos. Llevan a otros núcleos innombrables ya que son zona Sabbat. Procura no equivocarte de línea.

Línias de Metro

Funicular de Monjuïc.

El Funicular de Montjuïc es el modo más ecológico, económico y confortable de acceso a esta montaña, auténtico pulmón de Barcelona.

Desde el centro urbano y en tan sólo dos minutos te lleva equipamientos tan importantes como el Palau Sant Jordi, el Estadi Olímpic, la Universitat de l'Esport y la Fundació Miró. El precio Es el mismo que el de metro. Sirven los mismos títulos y con las mismas condiciones. El Funicular de Montjuïc está integrado en la red de metro y se enlaza con él en la estació de metro de Paral desde las líneas 2 y 3 sin volver a pagar. El acceso desde el exterior se realiza a través de las líneas de peaje de la estación de metro Paral·lel.

Zonas de la ciudad:

Barcelona, conocida también por Ciudad Condal, se halla rodeada por la sierra de Collserola, donde destaca el Tibidabo, su punto más alto (512 m.) y, junto al mar, se alza la montaña de Montjuic que vela sobre el puerto.

Esta ciudad ofrece unos variados paisajes arquitectónicos, cada uno de ellos fruto del paso de los siglos, aunque uno que la caracteriza y singulariza es la estructura en manzanas octagonales de casas, siguiendo la planificación conocida como el plan Cerdà (s.XIX). Sus rincones y sus edificios la convierten en un espléndido paraje arquitectónico, cultural y monumental.

La ciudad de Barcelona.

El núcleo urbano de Barcelona se compone de la ciudad antigua, el Eixample, los antiguos pueblos englobados y la zona periférica construida posteriormente.

Algunas de las zonas que ofrecen mayor atractivo son la Plaza Cataluña; el paseo por las Ramblas; adentrarse en las callejuelas preñadas de historia del barrio gótico; descubrir las hermosas playas a la luz de la luna; visitar la zona de la Sagrada Familia, en el Eixample, con las formas fantasmagóricas de gárgolas y volutas; aproximarse brevemente al modernismo barcelonés, con los palacios y edificios levantados por industriales enriquecidos por las fábricas textiles, que rivalizaban entre ellos brindando su mecenazgo a artistas y arquitectos revolucionarios que dejaron en las audaces formas su particular visión de conformar la realidad; dejarse encantar por los jardines y palacetes de Montjuic, revitalizados con las infraestructuras deportivas levantadas para las competiciones de los Juegos Olímpicos; la zona alta de la ciudad, con su placidez nocturna, sus anchas avenidas y las mansiones que los edificios modernos han ido suplantando, ganando en altura lo que han perdido en señorío; y, por último, la sierra de Collserola, el amplio espacio boscoso que rodea la ciudad con sus misterios y la horda de salvajes lupinos que en ella habitan. Algunas veces se sabe de la terrible muerte, por despedazamiento, de alguien en los montes de Collserola. Los cainitas sospechan que algo turbio se oculta tras esos asesinatos. Los lupinos cargan con las culpas pero no hay nada concreto. De confirmarse los datos, seguro que habrán serias represalias.

Las Ramblas.

Uno de los puntos más céntricos de la Ciudad Condal es la Plaza Cataluña. Por todos es conocido que la Plaza Cataluña es el centro principal de comunicaciones y que está rodeada de importantes edificios que representan a sedes bancarias o a grandes comercios y almacenes.

De ella, sale el paseo de las Ramblas que no era sino un torrente que corría al pie de las murallas medievales de la

ciudad, alrededor del s.XIII, en las que se abrían diferentes puertas como las de Santa Ana, Portaferrisa, la Boquería o Atarazanas. A través del tiempo, los muros que rodeaban la ciudad fueron derruidos mientras se urbanizaban zonas exteriores, entre ellas esta rambla.

Se construyeron, sobre todo, edificios públicos como hospitales, conventos y colegios, para acabar siendo lo que es hoy: un gran paseo, con árboles centenarios brindando su sombra y un sinfín de quioscos de prensa, puestos de floristas, de animales, terrazas donde tomar café o unas copas y, más abajo, paradas y tenderetes de vendedores ambulantes, echadoras de cartas del tarot o los numerosos artistas que improvisan su espectáculo en medio de un gentío curioso. Lo más interesante para la estirpe es que nunca, a ninguna hora, deja de haber humanos paseando por esa arteria, por lo que no es difícil acecharlos en las callejuelas que desembocan en ella.

En la parte alta del paseo podemos encontrar la Real Academia de Cièncíes i Arts, con el actual teatre Poliorama, que

ocupa algunas de sus salas desde el año 1929. La idea fue concebida, como no, por Claudi Bonesvalls, en un exitoso intento de recopilar, organizar y estructurar el mundo del arte y de las ciencias.

Jacint Forasté, un Ventrue poco conocido, amigo de los nobles de Cordelles, al conocer la noticia de la desaparición del colegio, se lo comentó a Claudi que quiso aprovechar el edificio para lo que es en la actualidad.

Cerca de las Ramblas, entrando por la Calle del Carme, se encuentra el Hospital de Santa Creu (S. XV). En él eran acogidas las personas que pretendían entrar en la ciudad, durante la edad media, ya que se hallaba extramuros. Durante el Renacimiento, los vástagos lo convirtieron en uno de los primeros Eliseos de la ciudad.

Es cerca de las Ramblas donde se ubica el mayor y más importante de los Eliseos de Barcelona: el Ateneo Barcelonés, impulsado cómo tal por Conrad Darnius al ser abandonado por los Ilustrados Catalanes durante la dictadura franquista, cerca de la calle Ferran, calle estrecha que conduce al monte Taher, centro del Barrio Gótico, donde antaño se levantara el foro romano y, siglos más tarde, donde se construyeron los palacios de la Generalitat y del Ayuntamiento, alrededor de la plaza de San Jaume.

Ya cerca del mar, cercana al paseo, se abre la Plaza Real, un ancho espacio de edificios porticados y grandes ventanales.

Bajo los soportales se alinean bares con terrazas. En el centro de la plaza se encuentra una fuente y el resto del espacio está decorado con farolas de seis brazos diseñadas por Gaudí y altas palmeras. Aquí se puede encontrar todo tipo de gentes, de cualquier país y procedencia. Últimamente numerosos artistas e intelectuales residen aquí, dando así una pincelada intelectual a la zona. Se rumorea que Eudald de Salisachs tiene uno de sus refugios por este lugar. A algunos Toreadores, sobretodo a Claudi Bonesvalls, podéis encontrarlos en la zona debatiendo con artistas mortales.

Junto al puerto descubrimos uno de los museos más queridos por los vástagos de Barcelona: el Museo de Cera. Es muy especial para los vástagos ya que se ha podido inmortalizar a amigos o servidores que compartieron su vida con ellos.

Las Ramblas dividen la ciudad antigua en dos sectores: por un lado, el sector comercial, donde hay los grandes centros de decisión de la urbe: Ayuntamiento, Generalitat, Arzobispado, Catedral, archivos y museos; y, por el otro, el barrio del Raval, donde se puede profundizar en el lado oscuro de la ciudad, que esconde sórdidos locales nocturnos, donde las mujeres venden su cuerpo y el dinero es la llave que abre cualquier puerta. Aquí puede encontrarse con relativa facilidad a los miembros de los Libertarios, que consideran esta zona como propia, además de celebrar en ella la mayoría de griteríos.

Al final de la Rambla se erige el monumento a Cristóbal Colón, coronado con la estatua del célebre descubridor que, según se cree popularmente, señala la ruta hacia América. En realidad es una broma Malkavian de Jordi Canals, que en Carnaval de 1890, hizo correr ese rumor, contando con la credibilidad de los visitantes, ya que calculó que un 85% de ellos caería en ese error, sin cuestionarse que en realidad, la estatua, señala hacia Africa.

Frente a la estatua de Colón, empieza la antigua zona portuaria, actualmente acondicionada con paseos, zonas comerciales y restaurantes. Gran parte del intenso tráfico de mercancías se ha trasladado hacia la nueva zona portuaria, al pie de Montjuic, denominada Zona Franca.

El casco antiguo.

El casco antiguo, con la solera que dan las piedras milenarias, es el barrio monumental, de tranquilas callejuelas, rincones apacibles y recogidas plazas que invitan al paseo.

Tradicionalmente, es la zona predilecta de los vástagos de los clanes Ventrue, Toreador y Tremere, donde suelen tener ubicados la mayoría de sus refugios, pero, últimamente en algunos de los locales de la zona, suelen ser frecuentados por los Libertarios que, traspasando las Ramblas y los alrededores de la plaza Real, se van afincando en la zona. Actualmente, no es extraño encontrarlos saliendo del "Tequila", sentados departiendo junto a humanos en la plaza Sant Felip Neri o la plaza del Rey o, sencillamente, acechando a sus victimas en las estrechas calles del barrio.

Es una buena zona para buscar el sustento diario aunque se rumorea que es por ahí, en las cercanías de la catedral, donde se reúne la secta fanática de la Orden de Sant Jordi esperando destruir a los miembros de la Estirpe, por lo que hay que extremar las precauciones y velar por la Mascarada.

Hay que distinguir varios sectores: el Barrio Gótico, centro de la zona monumental, con la Catedral y las dependencias de los centros de gobierno de Barcelona (Ayuntamiento) y Catalunya (Generalitat), con calles tranquilas ya que el tipo de edificios hace que estén muy controlados, recovecos de la ciudad donde se encuentran a sus anchas vástagos Tremere, Ventrue y Toreador, aunque algún Brujah también se infiltra en ese sector; el barrio comercial, con tiendas y comercios en bajos y pisos de la zona - suelen ser casas de tres a cinco pisos- que se extiende desde la catedral  hacia la plaza Catalunya y las Ramblas, es una zona muy vital y concurrida, más frecuentada por los Ventrue; la zona del barrio de Ribera, entre la plaza de Sant Jaume y el puerto y, sobretodo, el Raval, ya son barrios populares, de calles húmedas e inhóspitas, donde se hacinan en pisos centenarios los que disponen de pocos medios, aunque también es cierto que algunos Toreador, han restaurado algunos palacetes, recuperando parte del barrio. Es en esta zona donde sientan sus reales los Brujah, especialmente Alfons que se encuentra con sus cómplices mortales del mundo delictivo. Los demás clanes evitan estos lugares para no tener confrontaciones y rencillas que pudieran terminar ante Montoya.

Un lugar de especial interés es la calle Montcada, donde además del Museo Picasso se encuentra el palacio gótico de Claudi Bonesvalls, centro de las fiestas más renombradas de la ciudad, a parte de la Casa Batlló, del arquitecto Gaudó, en pleno Paseo de Grácia, y regentado también por el mismo inquilino.

L'Eixample.

Con este nombre se denomina a la extensa urbanización que se llevó a cabo al derruir las murallas, en 1864, y ocupar todo el llano, contactando con los pueblos exteriores a la ciudad hasta ese momento (Sants, les Corts, Sarrià, Gràcia y Sant Andreu). En esta parte, hay una urbanización uniforme, con manzanas de casas bien trazadas que dejan un amplio espacio interior ocupado por parques y jardines, garajes, talleres o zonas de equipamiento; de aceras y calzadas anchas – cinco carriles en la mayoría de calles, aunque las hay más amplias-.

Las aceras están orilladas por árboles, normalmente plataneros, que brindan su sombra al paseante y por los altos faroles que disipan las sombras nocturnas. Esta zona es la que escogieron los burgueses de Barcelona para levantar edificios más acordes con sus deseos de modernidad. Las casas suelen tener largos halcones con balaustradas de piedra o de forja. La altura de las fachadas de las casas son de seis a ocho pisos, aunque modernamente, algunos edificios han sido subtituídos por otros más modernos que alcanzan alturas muy superiores.

A pesar de todo, los suelos sedimentarios del llano no favorecen los altos edificios y rascacielos, de los que en la

ciudad hay muy pocos. Es en esta zona donde suelen buscar su refugio algunos vástagos de los clanes Ventrue, Toreador y Malkavian, aún demasiado ligados a su vida mortal, puesto que el ambiente que hallan a su despertar crepuscular - aunque ahora acelerado por la actividad frenética propia de una gran ciudad-, aún les recuerda su anterior existencia. Barcelona es una ciudad que no duerme nunca, ya que aunque pueda disminuir su ritmo, siempre hay gente por la calle, coches circulando y locales para acoger esta muchedumbre noctámbula.

La Sagrada Familia, templo empezado a levantarse a finales del siglo XIX, es un edificio de especial significación para los vástagos de la ciudad, ya que en su cripta se reúne la Capilla Tremere, velando la intimidad y misterio de sus conciliábulos las ominosas gárgolas, además de servir cómo Elíseo para la inauguración de los Cónclaves o momentos importantes, tras el oficio de una Misa de Medianoche.

La zona en el que el Eixample toca al mar, el barrio del Poblenou, es un feudo de Roc el Roig y su Hermandad Oscura, que desde las cloacas dirige a su reconstituida banda, y lanza ataques contra los Libertarios de Jaume Coll, siempre y cuando los encuentre solos, ya que aún no ha llegado el momento de dar a conocer su poder. Suelen reunirse en los alrededores de la Sala Celeste, un local donde suelen actuar grupos musicales.

Un punto a comentar es la reciente construcción del Museo del Alcantarillado, sito en el Eixample, promovido por el clan Toreador que ha aprovechado la debilidad del clan Nosferatu al desaparecer su Primogénito, para perpetrar su intromisión y descubrir parte del complejo subterráneo que los Nosferatu llaman casa.

Los pueblos agregados

Los antiguos pueblos del llano de Barcelona, ya sumergidos por una metrópolis creciente, aún guardan un cierto carácter particular, con una vida de barrio organizada alrededor de su centro: la plaza mayor con la iglesia y el ayuntamiento, que recuerda otras épocas y le dan un aire de gran pueblo. Las callejas son más estrechas que en l‘Eixample, con un trazado irregular y exiguas aceras. Las casas son bajas -dos o tres pisos- en las partes más conservadas, pero en otras, ya han sido substituidas por edificios modernos, más altos y despersonalizados.

Los vástagos suelen evitar estos barrios, donde la gente se conoce y es más difícil pasar desapercibido. Las preguntas, que el paso del tiempo convierte en inevitables, hacen que sean zonas en las que la Estirpe evite residir, reservándolas a zonas de caza y poco más.

En el barrio de Horta se halla el Laberinto, parque de una antigua residencia noble, que contenía un laberinto vegetal, de cipreses, que hoy en día se conserva. Este lugar parece ejercer un atractivo particular a algunos miembros del clan Malkavian, que suelen deambular durante horas, sin que nadie entienda que encuentran de especial en este sitio.

La periferia.

La fuerte inmigración, sobretodo en los años sesenta, facilitó una construcción anárquica, en barrios suburbanas sin planificación, ni servicios imprescindibles. Se construyeron enormes bloques-nichos, donde se almacenaba la mano de obra barata, necesaria para el desarrollo industrial y comercial de la urbe. Son estas colmenas humanas la gran reserva de alimento, donde la movilidad de residencia, el continuo flujo de gentes de todas partes y las tensiones sociales brindan una cobertura a la mascarada sin igual. Es el nuevo feudo de los Brujahs, consentido por los demás clanes, a pesar de la oposición de los Nosferatu, ya que así se crea un feroz colchón, al que van a topar los intentos de invasión del espacio urbano por parte de los enemigos que permanentemente velan desde fuera de la urbe, esperando un signo de debilidad para intentar rendirla.

La excepción periférica la constituyen los barrios del pie de Collserola, desde la Zona Universitaria hasta Sant Gervasi, pasando por Pedralbes, zona residencial de Monjuic, las Tres Torres y la Bonanova. Son los barrios altos con torres, mansiones, jardines y edificios de alto nivel. En ese lugar, la distancia entre las edificaciones, los jardines y las altas tapias, junto con las medidas de seguridad, velan por la intimidad y la tranquilidad de sus habitantes. La zona es ideal para los que quieren vivir su no-vida sin intromisiones, a pesar del riesgo que conlleva la vecindad de la montaña. Los acaudalados Ventrue, los Toreador afamados y algún Malkavian con suerte se han instalado ahí, pero, su habitante más emblemático, encerrado en su caserón, cautivo de su propia cautela, es Jan Ibarz, el Brujah vencido una vez a las puertas de cuando Barcelona sólo era una ciudadela del llano, y ahora, de nuevo activo en su torre, desde donde observa y vigila la febril actividad que se desarrolla a sus pies.

Montjuic y el Parc de la Ciutadella

En la montaña que se alza sobre el puerto se erigió un castillo para velar el tráfico naval y, sobretodo, las inquietudes revolucionarias de la urbe. Del otro lado de la ciudad, y también junto a la orilla del mar, se levantó una ciudadela, la Ciutadella, con el mismo fin. En el s.XIX, con la pérdida de función militar de la ciudad, se derriban las murallas y la Ciutadella. En el lugar donde se ubicaba la fortaleza se realiza la Exposición Internacional de 1888, de la que quedan

algunos edificios integrados hoy en el gran parque denominado Parc de la Ciutadella. En su interior también está instalado el Parque Zoológico, el Umbraculo, el Invernadero y museos (Geología, Zoología,...). Por todo ello, es la zona de la ciudad en la que los Gangrel se encuentran a sus anchas, y se reúnen para narrar historias y ganar prestigio entre el clan. Bien es cierto que la mayoría de los vástagos de este clan o abandonan la ciudad por una periferia con menor presión urbanística pero de enorme peligro, o se deleitan en los grandes parques urbanos, bien protegidos, de Montjuic y de la Ciutadella. Así pues, esta parte de la ciudad representa la retaguardia de los que plantan cara a los lupinos de Collserola y a las bandas de Sabbat, sedientas de sangre.

En la falda de Montjuic los Toreador han sentado sus reales. Museos de arte, teatros, palacios de congresos, ferias y exposiciones se suceden continuamente, lo que parece no perturbar a la supuesta cábala de magos que se oculta en las antiguas canteras. Son estos últimos los que mantienen a raya a los Tremere (excepto Javier Montoya) que rehuyen la vecindad de la montaña, ya que saben, o al menos intuyen, lo que en ella se esconde. Esto es fuente de discusiones en la Capilla, donde se escuchan las primeras voces que apuntan que los Toreador pueden tener un trato especial con los magos, a costa de ellos. La encargada de enterarse que hay de cierto en todo ello ha sido Alicia de Avellaneda, enviada por Guerson Misrhaji.

LA DANZA MACABRA: POLÍTICA EN BARCELONA:

Pocas ciudades tienen una situación tan difícil como Barcelona.

Sitiada por el Sabbat y los lupinos, los jóvenes vástagos que la habitan tienen poco que perder y mucho que ganar.

Barcelona es una ciudad donde la política es intrincada y tortuosa, pero el único medio de sobrevivir y prosperar. Las acciones directas y nada sutiles que quizás en otro lugar tendrían éxito, están irremediablemente condenadas al fracaso.

La urbe se ha convertido por tanto en un gran tablero de ajedrez, donde los antiguos mueven sus peones para conseguir un mayor estatus a costa de sus adversarios. Aquí la posición ofrece innumerables ventajas y es por ella por lo que se enfrentan vástago contra vástago, primogénito contra consejero y éste contra el Príncipe.

Tan sólo son dejadas estas disputas cuando la amenaza del Sabbat o de los Lupinos se cierne en el horizonte.