Partida Rol por web

-¿Te tienes que ir? ¿Cuando volverás? -Layla tironeó de tu manga algo angustiada tras dejar de dar vueltas por el Hall al ver que querías despedirte, parece que contaba con pasar mas tiempo contigo.

Reilla se acercó al último algo ceñuda, parecía que ella si había estado prestando atención a la conversación, y no la aprobaba del todo.

-Deberíamos ir también. Aunque sé que no necesitas que te cuiden padre, pero igual esta bien que alguien vigile tu espalda...o tus tobillos. -añadió con respecto a la diferencia de alturas.

-Su hermana mayor puede venir- dije mirando a Ángela - las llevaría conmigo si fuese una misión de rutina, pero teniendo en cuenta que son una familia que puede contar con apoyo y guardar algunas sorpresas prefiero que por esta vez no-

Les acaricie la cabeza a las dos y luego las abrace.

-Quédense con su madre, estoy seguro de que no tardaremos mucho en volver- dije mirando a Lyre y sonriéndole a fin de animarla un poco.

-Eso apesta...-dijo Reilla, inconforme.

Layla te abrazó fuerte, sin querer soltarte.

-¡Regresa pronto!

Angela se cruzó de brazos, conforme, y caminó hacia la entrada, esperándote con fría tranquilidad. No se le veía emocionada ni tampoco molesta, parecía tomarlo como una tarea a hacer simplemente.

-Cuando estés listo.

Sonreí ante la actitud de Reilla y le acaricié el cabello, despeinandola un poco.

-Estoy seguro de que te entretendrás con el abuelo y de seguro tiene personal con quien puedas entrenar-

Abracé fuerte a Layla y le di un beso en la frente.

-Lo haré, no te preocupes-

Luego me levanté y caminé hacía Ángela.

-Nací listo, podrás seguirme el paso?- pregunté antes de acomodarme los hombros preparado para usar Vértigo y dirigirme al punto de encuentro.

Angela se puso en posición de estar lista para echar a correr en respuesta. Alain sonrió un poco desde su sitio, viendo que estabas preparado para marchar.

-Quizá a mi impetuoso retoño le gustaría saber hacia donde dirigirse.

Marie no pudo ocultar una sonrisa.

-Sus tierras comienzan unos 500 kilómetros hacia el norte. La casa esta identificada con su nombre en el portal de entrada, el pierde es imposible.

-A decir verdad pensaba usar mi capacidad de Sentir para detectarlo, después de todo sabes que estamos unidos- y el pacto era nunca traicionarlo ni abandonarlo, así que debería de sentir mucho más su presencia al ir en su ayuda- pero eso soluciona un poco las cosas-

Tras terminar de escuchar comencé a correr, justo hacía el norte.

Angela salio tras de ti, no tenía la habilidad de vértigo pero lo compensaba enviando energía a sus pies, lo que hacia que estos dejaran una estela de la misma. No llegaba a tu velocidad, pero era lo suficiente para seguirte el paso sin perderte. Pasados los 30 primeros kilómetros notaste que reforzó a todas sus piernas el consumo energético, probablemente comenzando a sentir repercusiones en las mismas, y llegados los 50 su velocidad comenzó a disminuír. Estaba muy agitada y acercándose al límite de su fatiga.

Me frené de golpe y esperé a que llegara a mi lado.

Me crucé de brazos y la miré llegar, sin decir nada y con una sonrisa en los labios.

Angela se acercó y frenó también, intentando no jadear demasiado. Esto era inútil claro, contando que sentías su corazón queriendo salirse de su pecho.

-Uf...¿padre?

-Estas agotada- dije sin perder la sonrisa- caminemos...al menos veo que aún no me alcanzas en varias cosas, ya me preocuparía si fuera de otra forma-

Le acaricié la cabeza como si fuera una niña y continúe caminando, no iba a frenar si quería ser fuerte debía de estar preparada para marchas largas y agotadoras, pero al menos no tendría que esforzarse.

Angela asintió y comenzó a andar, aparentemente no le importaba seguir avanzando mientras no fuese corriendo. A un ritmo que pudiera seguir, iban a tardar bastante mas que a tu paso ordinario. En ese momento estaban pasando por una pradera de hierba, y la luz del eclipse le daba tintes plateados a la misma.

-Si estás muy cansada podría llevarte en brazos- dije mientras caminábamos, miré la hierba y pasé la mano por aquella que estaba a la altura de mis rodillas, mientras íbamos caminando.

-Espero que haya una buena batalla y no haya venido aquí solo a tratar con la lacra...-

-No quiero relentizar la marcha...puedo correr otros 50 o 60 kilómetros si me aplico. Pero no tengo el mismo control de mi cuerpo que tu, así que supongo que sería relentizar igualmente.

-Bien, seguiremos corriendo pero seré yo quien iguale tu velocidad, aunque antes ten esto- me quité el guante y afilé las uñas clavándolas en la palma para que saliera una gota de sangre, esta giro y se fue cristalizando en una esfera que bien parecía un caramelo duro de color rojo.

Se lo puse en la boca a Ángela.

-Pruebalo, hará que tus fuerzas vuelvan de inmediato, pero no te acostumbres- había condensado mi adrenalina en la cápsula de sangre, dándole algo de glucosa para que tuviera gusto dulce, la adrenalina la ayudaría a volver a estar al 100% pero también sabía que era adictiva.