Partida Rol por web

El camino se había hecho bastante duro y largo. Los caballos se esfuerzan tirando de pesado carruaje por el camino de la montaña, con duros giros, que os ponen al borde del abismo más de una vez, viendo una caída que nisiquiera alguien que no está ya vivo resistiría.

Una vez que la montaña comienza a subir en serio, en un solo día se llega a la cumbre, ya que el paso no es la zona más alta.

Al fondo de vuestra vista, podeis ver los restos calcinados de una antigua torre de madera. Cuando os dais cuenta, las podeis ver porque hay un par de luces en la zona, un par de antorchas al fijaros.

En el silencio de la noche, os dais cuenta de que se oye como alguien está cavando, y una voz de hombre, que parece cantando un himno de batalla.

Ramírez golpea el techo del carruaje un par de veces y ordena parar.

--Creo que será mejor que los carruajes esperen aquí, ire a ver quienes son los que están cabando y que hacen.

Sin más, una vez los carruajes se detienen, se baja.

--Vosotros dos, acompañadme.-- dice a dos de los guardias del Tzmice --Pero permaneced cinco o diez metros detras de mí, y no intervengais si no os llamo.

Sin esperar réplica se zambulle en la oscuridad en dirección a las antorchas y a los "cantantes cavadores"

¿Estaran cavando para la reconstrucción, cavaran trincheras, entierran a algun compañero caido....? -- va pensando el corsario mientras comprueba el cierre de su espada.

Observo a Ramírez y los dos guardias adelantarse, sería lógico hacerle caso y no seguir con los carros.

-Que el resto de los guardias se queden aquí guardando los carros.
Nosotros deberíamos seguir hacia allí, y estar listos para apoyar en ambos lugares, los carros y las ruinas.

Hablo para los cainitas, aunque sobre todo para Lazar, que seguro está encantado de volver a ser el capitán de la guardia.

El pálido caballero abandonó su carruaje al cuidado de Wilhelm en cuanto se detuvo la comitiva, puesto que de un simple vistazo al exterior pudo determinar cuál era la causa del revuelo.

No eran los primeros en llegar a los huesos calcinados de aquella antigua fortificación.

Ramírez, de inmediato y de forma loable, se puso en marcha al encuentro de los posibles intrusos en solitario, o casi por los dos guardias que dejó un poco atrás de su posición; pero el Ladrón de Tumbas tenía tres problemas con aquel plan.

El primero era, por supuesto, que nadie se iba a creer que un Lasombra viajara en solitario por aquellas tierras, así que el que apareciera sin más compañía iba a ser como un grito de emboscada para cualquiera que estuviera allí. Eso era un mal comienzo para cualquier situación que se diera allí, fueran enemigos, aliados o una facción adicional.

El segundo era, claro, que la aparición de un grupo en el lugar donde él debía encontrarse con el grupo de su patrón hacía que la poca duda que le quedaba al respecto de la identidad de sus compañeros de viaje volviera a intensificarse.

Y el tercero era, y no por ser último era menos importante, que Ramírez era como un gato empapado en pez con una antorcha atada a la cola en un almacén de aceite; volátil y peligroso sin vigilancia.

Por todo ello, se puso a su lado, aprovechando su buena vista en la oscuridad que les envolvía, incluso si el Magister debía acentuarlas aún más. - Nadie se creería que viajais solo, señor Ramírez; es preferible mostrar suficiente mano de la jugada para que piensen que puede no haber más. Además, mi acero es de confianza si llegara a eso. - le dijo en voz baja al llegar a su altura.

--Pues siempre he viajado solo a lo largo y ancho de los 7 mares-- dijo encogiendose de hombros.

Ramírez como de costumbre se lanzaba de cabeza sin parar a reflexionar dos veces sobre la situación, evaluar las opciones o si quiera acordar un mínimo plan de acción con los demás... A estas alturas ya me había acostumbrado, pero seguía resultando exasperante. 

Yago le seguía a la zaga, quién sabe si por precaución, camaradería o desconfianza… probablemente lo último, dada su actitud molesta, desconfianza y maleducada durante el viaje.

La sensatez venía como de costumbre de Teodor a cuyas palabras asentí para acto seguido emplearme en observar los alrededores buscando peligros potenciales, dejando que Lazar hiciera un acto de presencia grandilocuente como de costumbre. ¿Dejaría que la atención el “público” se la llevara Ramírez?

Ramirez y Yago avanzan junto a un par de los soldados hacia la llama y las voces y golpes que se oyen a lo lejos, cerca de lo que parece el emplazamiento, mientras Markus, Lazar y Teodor se quedan atrás, a la espera por si algo podía emboscarlos en la oscuridad...

Comienzas a observar con tus sentidos aumentados, pero nada te llama la atención.

A medida que avanzais os queda más claro que lo que hay es una antorcha que ilumina la parte inferior de la cueva. Al llegar veis que hay una figura, un hombre de pelo rubio largo, que va vestido con una armadura bastante pesada y un tabardo manchado de sangre. 

Veis que está apartando unas piedras con un palo de madera, ya que estas, están bloqueando unas escaleras que conducen a la parte inferior de la torre.

El acercaros un poco más, parece que el hombre se pertaca de vuestra presencia y se gira hacia vosotros.

Al ver a los hombres que se acercan a mi, dejo el palo en el suelo, ya que los estaba esperando desde hacia tiempo. Agito la mano para llamarles la atención completamente.

Benditos sean los que vienen en la gloria al lugar de las revelaciones!

Bienvenidos hermanos, soy Anatole, buscador de lo perdido que volverá de nuevo a las manos de los agentes escogidos por Dios. Vuestra llegada es la señal que he estado esperando mucho tiempo. el cmapo está en barbecho, aguardando a los que buscan la semilla de la sabiduría enterrada en sus lugares ocultos. Debemos apresurarnos, pues está proximo el tiempo en que todos necesitaremos palabras de consejo. Juntos pondremos las señales en el camino de la salvación.

De lejos oyes:

Benditos sean los que vienen en la gloria al lugar de las revelaciones!

Bienvenidos hermanos, soy Anatole, buscador de lo perdido que volverá de nuevo a las manos de los agentes escogidos por Dios. Vuestra llegada es la señal que he estado esperando mucho tiempo. el cmapo está en barbecho, aguardando a los que buscan la semilla de la sabiduría enterrada en sus lugares ocultos. Debemos apresurarnos, pues está proximo el tiempo en que todos necesitaremos palabras de consejo. Juntos pondremos las señales en el camino de la salvación.

--¡Hermano!-- exclama el pirata a la vez que alza los brazos y avanza alegre hacia el desconocido para darle un abrazo.
--Puedes llamarme Ramirez, y no saben cuanto me alegra ver aun espíritu afín en este estercolero ¿como va la búsqueda, en que puedo ayudarte?

Recibo de buen agrado el abrazo del hombre que se dice llamar Ramirez y paso mis manos a su espalda, respondiendolo.

En nada hermano! Yo soy el que ha sido conducido hasta aquí para ayudarles.

De pronto miro hacia las sombras con una sonrisa.

Cuando veo que los desconocidos se acercan a Anatole, este los reconoce y parecen tener buenas intenciones, salgo de las sombras y me acerco hasta su posición, algo desconfiada aún.

¿Y vos sois? ¿Que os trae por esta zona?

Con una sonrisa al ver a Lucita unirse vuelvo a dirigirme a los hombres de mis visiones.

Nosotros hemos seguido mis visiones hasta este lugar, esperando a los elegidos de Dios, para desenterrar unos antiguos manuscritos que son muy importantes!

Pero... en mi visión erais cinco personas, no solo dos.

Vas oyendo de fondo.

Ramirez: --¡Hermano!
--Puedes llamarme Ramirez, y no saben cuanto me alegra ver aun espíritu afín en este estercolero ¿como va la búsqueda, en que puedo ayudarte?

Hombre:  En nada hermano! Yo soy el que ha sido conducido hasta aquí para ayudarles.

Mujer:  ¿Y vos sois? ¿Que os trae por esta zona?

Hombre: 

Nosotros hemos seguido mis visiones hasta este lugar, esperando a los elegidos de Dios, para desenterrar unos antiguos manuscritos que son muy importantes!

Pero... en mi visión erais cinco personas, no solo dos.

 

Ramirez realiza una sobria reverencia ante la dama aunque sin perder una mordaz sonrisa y sencillamente dice --Mi señora-- dejando tiempo a que el caballero reaccione