Partida Rol por web

Un guerrero menos corpulento ya habría caído presa de aquellas heridas. Si Gorsha no estaba retorciéndose en el suelo, en un charco de su propia sangre, era sin duda por su impresionante poderío físico. Pero incluso ella tenía un límite. No podría aguantar más y lo sabía, así que cuando Duque propuso ir hacia la torre para cubrirse, la orca no le discutió. Echó a correr como pudo, pensando únicamente en llegar a la torre para atender sus heridas.

Miró alrededor, se había librado de uno de los mercenarios solo para ver que el número de ellos les superaba y que fuera del torreón no tenían nada que hacer. Skule había sido cauto, acudió con dos guerreros, una protección que le impedía ir de frente a por él. En una situación como esa cualquier decisión era arriesgada pero quedar encerrados tampoco era favorable.

- ¡Maldito cerdo, no hay ningún botín aquí para tí. Te atravesaré la garganta!

No tenía intención de cargarle a la carrera, pero podía salir por una de las entradas de la muralla expuestas, intentando dividir a los mercenarios puesto que alguno iría a buscarle y si no era así tendría vía libre para flechear al jefe desde la distancia y desde atrás. No parecía mal plan, les obligaría a dividir fuerzas.

Ordenó a Brioso que emprendiera la carrera para salir a campo abierto, evitando las armas de los mercenarios pero a la vista, para que también tuvieran que tomar sus propias decisiones.

- ¡Solo la muerte te espera!

Le insistió, había mucho de juego psicológico, ¿iba a arriesgarse a que lo rodeara?

Rápido como un gamo, Arahan cambió de posición en la escalera y soltó una nueva flecha de su arco, cobrándose una nueva víctima. Sus certeros disparos habían dado buena cuenta de aquél flanco, y varios norteños abonaban ahora la tierra con una emplumada asta saliendo de su cráneo. Y, tras reposicionarse también en el piso superior, de un nuevo disparo a la otra pierna, Ussia logró por fin derribar al atacante que más tenía a tiro, que quedó incapaz de moverse, desangrándose hasta la muerte mientras gritaba de dolor, con ambas extremidades perforadas por los virotes de la mediana.

Yriel hizo caso a Duque y trató de provocar a Skule mientras hacía girar a Brioso y se lanzaba hacia adelante contra los Buscasangres que planeaba flanquearlo. Tan veloz como iba su montura, no tuvo problema en evitar los golpes que estos le dedicaron al pasar, saltando sin esfuerzo el puñado de piedras derruidas que en su dia había formado parte del muro y saliendo de la cima a la loma de la colina, lejos de cualquier enemigo, pero también de sus aliados. Los mercenarios no eran novatos, no obstante, y algunos rápidamente dieron la vuelta para cubrir la misma abertura por la que el jinete había salido. El propio Skule, viendo lo que pretendía, ordenó a los suyos mantenerlo cubierto mientras él se adentraba en el interior del círculo, todavía lejos del combate.

Considerablemente herida, Gorsha corrió hacia el torreón para refugiarse tras la maltrecha puerta, donde Erin rápidamente acudió a socorrerla al no quedar más enemigos en su zona. Entretanto, Duque hacía frente a la marabunta de norteños que se les echaban encima de todos lados. Empleándose a fondo en la defensa, detuvo golpe tras golpe de cuantos pudo, aunque alguno que otro logró alcanzarle - ¡De poco sirven tus bravatas cuando en nada vas a regar el suelo con tu sangre! - fue cuando respondió el pelirrojo a los comentarios del lucerano, mientras miraba hacia un lado y al otro, distraido ante el silbido que había proferido.

Pero Duque no quedó solo, la entrada de una Gorsha sangrando por varios cortes fue la señala para que Thánur por fin decidiera abandonar su posición como último baluarte, saliendo al exterior blandiendo su martillo. No obstante, el arquitecto, aparte de nunca haber sido un guerrero, ya andaba viejo para aquellos trotes, y no pudo lograr mucho en su primera acometida, fácilmente esquivada por el norteño al que había intentado golpear.

Casi una decena de mercenarios yacía muerto o gravemente herido sobre la colina, pero todavía quedaba el mismo número o más en pie y con ganas de luchar hasta el final, incluyendo a Skule. Con Gorsha herida y sin ayuda, los que estaban fuera no podrían aguantar demasiado ahora que los Buscasangres se habían concentrado delante de la puerta. Nimrod vio la determinación en los ojos de Erin cuando descendió la escalinata: el carro no era una opción, no para escapar. Finalmente, el hechicero se decidió a moverse, acercándose hacia las escaleras y empezando a ascender por ellas rumbo al piso superior.

Erin dudó: si hacía caso a Nimrod, podían huir, pero... ¿a qué precio?  Si dejaban atrás a Ussia, seguramente la matasen. Y Nimrod no parecía querer abandonar la torre: estaba dispuesto a morir con tal de que su joven pupilo pudiera marcharse.

A Erin le vinieron a la mente otras imágenes.

"Matad al brujo: quemad todo lo demás".

Apretó los dientes. No iba a dejar allí a Ussia, ni a Nimrod. Aquella torre era suya: era su fortaleza, y el que quisiera comprarla tendría que hacerlo con su propia sangre.

Volvió a mirar a través de la tronera, lanzando un último ataque al primer enemigo que viese; después bajaría hasta el suelo, para esperar a sus compañeros: debía curar a quien llegara.

El lucerano había cumplido su cometido la orca estaba a cubierto, ahora debía mirar por si mismo.-¡Enano haz hueco qué voy!¡Defenderemos desde dentro, tres a uno!¡Cada paso lo pagaran con sangre!-Duque se retiraba al interior de la torre intentando que el enano le acompañase para ser un muro junto con su escudo, él y Gorsha a los lados de la puerta formarían una tenaza demoledora para cualquier buscasangre que cruzase el umbral. Ellos solo podrían cruzar de a uno y los que no lo hicieran estarían a merced de los proyectiles de sus aliados. Cual fue su sorpresa cuando vio a Erin y al elfo abajo ¿qué coño estaban haciendo allí en lugar de disparar? maldita fuera su suerte negra. Se mordió la lengua para no decir nada, no quería tensar la cuerda más de lo debido, al fin y al cabo él estaba allí como invitado por el momento.-¡Nosotros nos ocupamos de la puerta!-dijo refiriéndose a él, el enano y la orca esperando que Erin y el elfo se concentrasen en volver a disparar.

Yriel y Brioso entreteniendo a cuatro mercenarios le parecía un buen trato. Habían impedido el paso por algunas de las entradas mas todavía podía alcanzar otras y lo mejor, esos guardianes no parecían portar arcos, quizás sí hachas o dagas y fue por eso que ganó algunos metros para evitar sorpresas. Si podían alcanzarle a tiros sería mal asunto pero por ahora, el semielfo se dedicó a guardar los estoques en las vainas para poder coger su arma a distancia. Planeaba jugar un poco con Skule o los defensores, y con ello podría forzar que vinieran a buscarle. De ninguna de las maneras le podrían dar alcance a lomos de su corcel.

- No haré nada si decidís largaros, no os perseguiré. - Decía a los nuevos guardias. - Mis amigos están bien protegidos, la orca espera en la puerta donde arrancará una a una las cabezas de quienes se pongan a su alcance, deleitándose con la sangre que caerá desde vuestros cuellos. ¿Habéis visto cómo arrasaba con los vuestros? ¿Creéis que lograrán superarla mientras protege la puerta?

Tras tomar su arco trató de cargar raudo para lanzar una primera flecha, si los mercenarios se veían en una tesitura reaccionarían de modo imprudente.

Ya no quedaban enemigos por donde el pudiera disparar, por lo que el elfo se giró en redondo y apuntó con su arco a la entrada - ¡VOLVED AL INTERIOR POR LAS HOJAS DEL ÁRBOL MADRE! - para él tenía todo el sentido de internarse y buscar privarles de la mayor ventaja que los asaltantes tenían; que eran más. No entendía por que hablaban y hablaban sin parar, al enemigo no se le daba tregua ni cuartel, a muerte siempre. 

Nada más entrar a la torre, la orca se derrumbó, cayendo de rodillas al suelo mientras se agarraba la heridas del torso. Estaba en las últimas y sin tratamiento no duraría mucho.

 -¡Necesito ayuda con esto! Telas limpias, agua, licor fuerte... ¡Lo que sea para limpiarme estás heridas!

No era de utilidad al grupo estando tan machacada. Necesitaba un mínimo de asistencia médica antes de volver a salir a vender cráneos enemigos. Por suerte, mientras sus aliados pudieran defender la entrada a la torre, ella tendría unos valiosos momentos para recuperar fuerzas.

La situación en la torre era cada vez más desesperada. Nimrod no parecía que fuera a marcharse y Erin tampoco, por no mencionar que Gorsha estaba bastante herida y Duque, aunque no le tenía en tanta estima como a los demás, también se estaba jugando el pellejo por ellos cuándo podría haber elegido marcharse solo y dejarles allí.

Ussia suspiró pesadamente y se volvió a centrar. Cada virotazo que pudoera acertar, ayudaría a que más de ellos saliesen vivos. Claro que siempre hay algunos objetivos que valen más que otros... A pesar de que estaba apuntando contra los de la puerta, levantó la mirada hacia el claro, hacia el líder de todos ellos, y disparó, esperando que aquello de verdad sirviera de algo más.

Al ver llegar a Gorsha, Erin hizo acopio de todas sus fuerzas mientras pronunciaba, como en un rugido, las palabras antiguas que obligaban a la magia a manifestarse. Atravesó el espacio entre ambas con decisión, hasta imponer sus manos sobre la peor parte de las heridas de la orca.

Gorsha, guerrera del clan de los Quebrantarrocas, no iba a morir tan fácilmente. Erin no lo iba a permitir.

Al ver como el semielfo detenía su montura y sacaba su arco, los mercenarios que cubrían la abertura por la que había salido no se lo pensaron dos veces, retrocediéndo hasta quedar ocultos por el muro defensivo, asomando poco más que sus cabezas para mantener vigilado al jinete - ¡Sí! ¡Y también hemos visto como sangraba como una cerda y huía de la pelea! Si esa es vuestra mejor defensa, ¡Vais listos! - le respondieron a gritos.

Aunque se habían desecho de casi la mitad de atacantes, su situación se volvía desesperada por momentos. Aunque ahora a salvo en el torreón, con Gorsha gravemente herida, fuera no quedaba más objetivo que Duque, sobre el que los norteños se abalanzaron como una manada de lobos sobre una presa indefensa. Duque estaba lejos de ser indefenso, pero seguían siendo demasiados enemigos para él solo. A base de detener estocadas y golpes logró abrirse paso hasta la puerta del torreón, donde Thánur apartó brevemente a los Buscasangres blandiendo su martillo para darle el respiro necesario al lucerano para que volviera a entrar, antes de situarse de nuevo frente a la entrada, tapándola con su cuerpo.

Dejando un leve rastro de sangre a su paso, Duque se tambaleó hasta la pared más cercana y se apoyó en esta, dejándose resbalar hasta quedar sentado en el suelo. Las piernas apenas le respondía, fruto de varios cortes y contusiones en ellas, así como algunos por el cuerpo. Incluso si lograban salir de allí, iba a hacer falta casi un milagro para que el lucerano sobreviviese.

Salvo Yriel, ahora estaban todos en el interior del torreón. El arquitecto protegía la puerta frente a la marea de atacantes, que convergieron sobre él buscando su sangre, como decía su nombre. Aunque la destreza marcial del enano no le servía de mucho, su pesada armadura sí lograba detener cada golpe que recibía, aunque contra semejante marabunta, sería cuestión de tiempo que hasta el anciano se viera sobrepasado.

Arahan se mantenía con el arco preparado, vigilante. Era imposible poder disparar a través de lo poco que veía de la puerta y de Thánur, pero cualquiera que diera un paso en el interior se llevaría un flechazo bien dirigido. Erin, en cambio, había dejado su arma para acercarse a la malherida orca, posando ambas manos sobre ella. La joven carecía de experiencia en las lides mágicas, pero en aquél momento, lo compensó con creces a base de la fuerza que surgía de la desesperación. Canalizó su poder y, a través de él, las heridas más graves de Gorsha fueron cerrándose poco a poco, desapareciendo como si nunca se hubieran producido. Aunque no en perfecto estado, la guerrera estaba en condiciones de combatir una vez más.

Nimrod dedicó una mirada al suceso, sonriendo por lo bajo, mientras seguía subiendo las escaleras con algo de esfuerzo, sujetándose la túnica por delante para no pisarsela en algún escalón. No tardaría en llegar arriba, donde ya se encontraba Ussia, con su ballesta lista de nuevo. Asomándose lo justo, pasando desapercibida debido a su estatura, su virote voló certero.

Skule dejó escapar un alarido de dolor cuando sintió como algo atravesaba su cota de mallas y le perforaba el brazo. Insuficiente para incapacitarlo gracias a su protección, pero sin duda un aviso - ¡Maldita sea! ¿Es que se os han encogido las pelotas o qué? ¡Acabad con ellos de una vez! ¡La recompensa nos espera! - gritó, espoleando a los suyos, que se abalanzaron sobre la base de la torre, buscando cubrirse de nuevos disparos.

El lucerano entró dando traspiés en la torre apoyándose pesadamente contra el muro, las piernas a penas no le tenían en pie y el profuso reguero de sangre que salía por debajo de su coraza daba a entender sin duda alguna la gravedad de su estado. Respiraba pesadamente mirando al frente, como si ya no estuviera allí el tiempo empezaba a dilatarse para él y los gritos de Skule eran como un ligero retumbar distorsionado en la lejanía. Se dejó caer apoyado con el muro, sus piernas habían dicho basta, castigadas por dos profundos tajos uno muy profundo que le recorría de la espinilla hasta casi la rodilla izquierda y en la pierna contraía un envés del gemelo hasta el glúteo que solo se había detenido por el mal ángulo de entrada. Si aquel corte no hubiera chocado con la pernera Duque ya estaría muerto.

Sonrió la muchacho que apenas conocía y le sacó la lengua a modo de carantoña, cogió su medallón y lo besó, nunca pensó que fuera allí, ni en aquel modo, ni en aquel momento. Nunca creo que viviría este momento sin Max a su lado, pero así le habían tocado las cartas en aquella partida. Fue un milagro que reuniera el valor para levantarse y apoyar su mano en el hombro del enano intentado invitarle a retroceder, debían ceder terreno y que los atacantes entrasen pero solo de uno en uno. Miró a Erin viéndola cuidar de los suyos, aquello le trajo buenos recuerdos.-Cuida de Max.-fueron sus escuetas palabras mientras intentaba cerrar filas junto a la entrada.

Los mercenarios se apelotonaban en la puerta amenazando con arrollar a sus compañeros. Sabía que Thánur se enfrentaba a demasiados, temía por su vida ahora, por la de todos ellos. Escuchó las palabras acerca de una recompensa, ¿quién de sus enemigos había actuado con tanta rapidez? ¿tan pronto pusieron precio a sus cabezas? No podía creer la velocidad con la que les habían puesto en graves apuros.

- Escondeos, sigo teniendo dónde disparar. - Musitaba sin esperar que los norteños le llegaran a escuchar.

Thánur, Gorsha, Montalbo y él atacando desde la distancia, tendría que bastar para minar a todos esos locos, sobre todo si una de sus flechas llegaba hasta la espalda de Skule. Tensó el arco, dejó volar una flecha con la puntería justa, no tan precisa como hubiera querido.

- ¡Solo la muerte os espera, vuestra carne alimentará a los lobos!

Era lo que merecían esos carroñeros, un final indigno. Yriel notó el deseo de acabar con esa hiena que les lideraba, como cuando quiso vengar a Gwyl, igual ahora una poderosa y oscura emoción le embargaba.

—Ya te daré yo recompensa, Skule, rata miserable... — se dijo Erin.

Si conseguía salir de aquella, y pillaba a ese malnacido, se juró que haría que unas raíces se le clavaran en los ojos y le salieran por la boca.

Afortunadamente, había logrado curar a Gorsha lo bastante como para no temer por su vida. No se le pasó por alto la reacción de Nimrod: ¿disfrutaba el viejo mago viendo cómo Erin le daba la razón con sus actos? ¿Significaba aquello que la joven había elegido ya un camino?  Tendría que meditarlo... en otro momento, pues la situación era desesperante; los enemigos se acumulaban a las puertas, y Duque se había arrastrado, moribundo, hasta el interior de la torre. Erin se apresuró a curarle.

—Quién me iba a decir que terminaríamos ayudándonos, este idiota y yo...

 Se acercó con timidez al guerrero, para imponer sus manos sobre las heridas que les parecieron más serias; pero ella misma notó cómo, en esta ocasión, sus poderes no habían tenido tanto efecto como con la guerrera orca. Maldijo entre dientes, pero algo era mejor que nada; y, mientras tuviera fuerzas, seguiría intentando curar a sus compañeros.

La magia de Erin había funcionado, sin embargo no como ella esperada. Duque había malogrado su hechizo al cogerla por la muñeca con fuerza para atraerla hasta él para susurrarle algo al oído.-No quieres saber el precio que llegarás a pagar por eso muchacha. Coge al niño sube a la torre y marchaos sin mirar atrás.-la mirada de Duque estaba ida, casi a punto de estallar en cándidas lagrimas. La tierna sonrisa del lucerano le devolvió un ápice de humanidad al guerrero, uno que su devastado corazón no pudo soportar. El mercenario gruñó al incorporarse apretando los dientes, haciendo un sobre esfuerzo por tenerse en pie, volvió la vista una única vez, no estaba viendo a Erin, estaba viendo su pasado y no iba a permitir que aquello volviera a suceder.-No mires atrás.-fue la extraña despedida de aquel hombre antes de volver a colocarse en guardia. Aunque las piernas le temblasen Duque parecía decidido a matar o morir.

El mercenario estaba tan débil que apenas pudo susurrarle algo a Erin mientras se sujetaba a ella para incorporarse. Se colocó a un costado de la puerta con más pena que gloria y buscó la mirada del elfo, haciéndole un gesto para que disparase por encima del enano en dirección a la puerta; bien seguro que no le constaría encontrar blanco. Dio un buen trago a su odre, enjuagándose la boca antes de escupir con fuerza la sangrienta mezcla en el cara del primer buscasangres que se atreviera a cruzar, dándole así ocasión a Gorsha de asestarle un golpe mortal en cuento se distrajera.

Trataría de que el enano diera dos pasos atrás para defender la puerta desde dentro entre los tres, dejando a los adversarios entrar solo de uno en uno, a merced de sus filos y las flechas de Arahan.

La entrada se llenó de esos indeseables. Pocas opciones estaban teniendo ya, y lo veía difícil poder sobrevivir todos de una pieza con la ingente cantidad de atacantes que se agolpaban en la entrada - ¡MUERTE! - gritó el elfo tras salir a la carrera buscando un punto desde el que pudiera ser útil. Un rápido vistazo le encontró el lugar idóneo, que era junto a la mediana que también disparaba a esos norteños - ¡Hazme un hueco! - le pidió conforme se acercaba a gran velocidad, dando grandes zancadas. 

No sabía qué era lo que Erin había hecho exactamente con sus heridas, pero había pasado de estar hecha polvo a sentirse lo bastante bien como para hendir unos cuantos cráneos más. Agarrando su hacha, Gorsha se levantó y fue a la puerta de entrada a la torre.

 -¡¿QUIERES VER QUÉ MÁS SANGRA, PERRO?! ¡VENID A MORIR, GUSANOS!

Blandiendo su arma, Gorsha empezó a atacar a los enemigos que se les acercaban, cubriendo la posición que Duque había dejado. No pensaba dejarles entrar, ¡no mientras le quedara un soplo de vida!

La mediana casi miró con sorpresa cómo aquel virote había llegado a alcanzar a Skule. No se esperaba poder darle desde tanta distancia, pero no era una victoria que pudiera celebrar en ese momento. Cada vez hay más... Miró un instante cómo Erin se disponía a curar de los más heridos, algo más aliviada de que no fueran a perder a nadie... Todavía.

- Arahan, si lo necesitas te cambio el sitio. - dijo al ver cómo el elfo empezaba a disparar difícilmente por la puerta, mientras cargaba otro virote. Habiendo una recompensa de por medio, no dudaba en que muchos seguirían luchando hasta la muerte si hacía falta, viéndoles tan desesperados - Aunque me gustaría dejarles sin tantas ganas de luchar antes...

Viendo que la mayoría de ellos estaban ocultos por la torre, apuntó lo mejor que pudo contra uno de los soldados del montón que se encontraba en la entrada, intentando quitarles enemigos de en medio.