Partida Rol por web

Las tres chicas asienten y cuando has entrado en la bañera y las despachas, se marchan con una reverencia.

Al cabo de unos veinte minutos vuelven a aparecer las tres, tocando la puerta educadamente. Dos de ellas llevan prendas entre sus manos y la tercera se acerca a ti.

- A Lady Melisandre le agradaría invitarla a sus aposentos cuando os veáis dispuesta.

Las otras dos sirvientas dejan cada uno de los vestidos que llevaban sobre la cama con delicadeza. No hace falta verlos muy de cerca para distinguir que son ropas dignas de la realeza: uno de ellos rojo y dorado, con las costuras ribeteadas y las mangas de encaje; el otro azul con un elegante cuello plegado y lazos de seda en codos y hombros.

- También le manda un mensaje: "tome sus decisiones en función de donde quiera llegar"

La chica se voltea a ver los vestidos cuando te dice aquello, dejando bastante claro que el mensaje tiene que ver con el vestuario que se te entrega y luego espera órdenes.

- Sabias palabras. - le digo. Sin duda la mayoría de los que caminan de noche no saben apreciar lo bueno de todo lo que nos rodea.

- ¿Que hacéis aquí? - pregunto. ¿Por qué tanto secretismo?

Estaba completamente perdida en mis pensamientos cuando escucho sonar la puerta con la llegada de las sirvientas.

- Adelante. - digo, en el francés que había utilizado hasta ahora.

Cuando veo los vestidos y el mensaje, niego con la cabeza, ligeramente decepcionada. - Gracias, esperad afuera. Os llamaré ahora para ayudarme a vestirme. 

Cuando han salido de la habitación, miro los dos vestidos. Una nueva trampa, y yo sin recuperarme de las heridas. ¿Melisandre querría a una mojitada educada o una lujuriosa de escote ampliado? La decisión era difícil, pues ella llevaba un escote que mostraba carne cual ramera de prostíbulo, por mucho que se las hiciera de católica con esa cruz que enmarcaba entre sus voluminosos pechos. Estupideces una tras otra.

Agarro con delicadeza el vestido azul y palpo la tela. Probablemente fuera más delicada que la otra. El corte era más elegante y el cuello y los lazos denotaban cierta finura. Al final me decanté por ese.

Hice llamar a las sirvientas para que me ayudaran a secarme y vestirme correctamente, antes de salir para el cuarto de Melisandre.

Tras observar en silencio los intercambios verbales hago una leve reverencia a Lady Meridie agradeciendole su ofrecimiento

-veo que tenéis aquí una interesante colección de textos. Si no hay ninguna norma en contra me gustaría leer alguno de ellos-

Dicho esto me acerco a los libros y dedico un rato a estudiar sus títulos, haciendo algun comentario en voz baja, antes de seleccionar uno y acomodarme para leerlo

Mire el lugar y los que habitaban en él, sin ocultarlo, buscaba algo que llamara mi atención. La situación se tornó en palabrería y más palabrería, que me aburría hasta llevarme al hastió. Miraba a unos y otros, me sentía incómodo en aquel lugar y esa gente extraña tan pomposa, menos alguno de ellos que era simplemente un estúpido. Aricia dejo a las claras nuestras intenciones, pero yo no sabía aun de las de nuestros anfitriones.

Buenas noches soy Jäger. Sabéis que nos trae aquí, pero aún no sé qué investigáis y eso que parece que pasamos por alto al llegar. Dije de manera directa, pero no altiva, pero usando un tono firme.

Tras tener permiso me sente en una silla y apoye mis pies en una mesa. Por mi parte solo deseo una cama y algo de comer. Expuse el viaje fue duro y más tras nuestro encuentro, ahora solo deseaba un poco de reposo “¿No eramos sus invitados? Pues que hicieran lo que la educación les exigía”

Los demás parece que ya han encontrado a que dedicar su tiempo pero mis heridas recientes no me permiten dedicarme a actividades demasiado exigentes y no me veo ahora mismo leyendo los manuscritos por muy apasionantes que puedan ser  así que ..No es por despreciar vuestra compañía y vuestra amabilidad al recibirnos pero podéis entender que nunca se esta mas a gusto que en familia. Hago una reverencia a la mujer que se presenta como miembro de mi clan y me acerco a ella .Mi señora compartimos la sangre del cazador y os recitare mi linaje en un lugar algo mas discreto si me permitís   .

- Es lo que estoy intentando explicar... argh,

El chico menea la cabeza contrariado, no por lo que has dicho, sino por su incapacidad de expresarse mejor con las palabras. De hecho ya has notado que hace un esfuerzo para hablar italiano y aún así comete algunos errores gramaticales.

Finalmente se encoge de hombros y te dice:

- Ahora estamos libres de parloteos interminables. Usemos bien esa libertad.

El chico se da la vuelta y empieza a correr, salta del camino y se lanza a la carrera montaña abajo a toda velocidad.

La chica que tienes en frente cuando te diriges a ellas en su idioma natal sonríe por una fracción de segundo al escuchar a una desconocida entonar aquel idioma con un impecable acento. 

Sin demora se ponen a tus órdenes y te envuelven con el vestido. Dedican un buen rato a repasar los pliegues y retocar sus lazos hasta ajustarlo a la perfección a tu silueta. Te peinan y después sacan unos magníficos zapatos negros a juego con el vestido y te los colocan delicadamente, es una pena que la falda los cubra por completo y a penas logren verse cuando estás de pié. De todos modos el resultado es espectacular. Te alcanzan un espejo de mano bastante grande que había en uno de los cajones para que puedas comprobar que te queda como un guante.

Las habitaciones de Melisandre son muy lujosas para su entorno, adornadas con ricos terciopelos de Borgoña y magníficos muebles parecidos a los que había en tu cámara, sin embargo esta esta es dos o tres veces más grande y además de lámparas y espejos, hay un pequeño salón con sofá y butacas a un lado.

Cuando la mujer te ve entrar se lleva las manos al pecho y entorna una expresión de júbilo incontenible.

- ¡Lo sabía, lo sabía! que elección más esplendida, sois incluso más bella de lo que había imaginado.

Melisandre te coge de la mano y te observa de arriba abajo boquiabierta

- Esperad, ya se que falta.

Levantando un dedo se dirige hacia un tocador y saca de uno de los cajones, un exquisito collar de incalculable valor confeccionado con perlas y topacios.* Sin preguntarte te rodea el cuello con el y lo cierra por detrás, luego te acompaña de la mano hacia el espejo largo y viéndote a su lado en el espejo no puede contener un suspiro de satisfacción.

- Dejad que os lo regale, sois una obra de arte. No veía a alguien que le quedara tan bien un vestido desde el ultimo Fourlane de primavera en Versalles. Aunque los modistas parisinos están a otro nivel y aún así no tenemos nada que envidiarles ¿Verdad?

La mujer te habla en un formal italiano con voz aterciopelada, a pesar de la primera impresión de mujer tímida y retraída sus dotes sociales se despliegan ante ti como la persona más acogedora que hayas conocido en semanas.

Giani se siente a un lado de la robusta mesa

- Por supuesto.

Maese Frazier con su servicial sonrisa invita con un gesto al chico a explorar los diversos tomos y manuscritos que hay apilados sobre la mesa al lado de la que se sienta.

- Si os atrae la lectura deberíais ir a hablar con Mendel. Estará encantado de enseñaros la biblioteca.

Los libros que hay sobre la mesa son en gran parte tratados comerciales y volúmenes enciclopédicos sobre la historia de distintos países europeos. Maese Frazier se muestra satisfecho que te hayas sentado cerca suyo.

- En tu habitación encontrarás lo que deseas, Jäger.

Mastica las palabras con cierto hastío aunque no parece nada personal, sino más bien su forma habitual de comportarse.

- ¿Has oído Alejandro? Tienen hambre ¡Deberíamos celebrar una Vaulderie!

Alejandro le dedica una heladora mirada de reojo y veis como se carga de paciencia para responder.

- Todo a su debido tiempo.- luego vuelve a centrarse en Jäger - Sígueme.

tras decir esto el hombre sale del salón principal.

- Esta bien. Demos un paseo.

La mujer se acerca a una de las puertas y espera que User la abra para adentrarse juntos hacia las profundidades del lugar.

Sali tras el tipo que me dijo que le siguiera.

Aquello no me gustaba ni el tono de alguno de ellos, ni su aspecto ni nada en general. Uno de los emperifollados me dijo que le siguiera, por lo visto me esperaba lo que deseaba. Pero se suponía que debía corresponder a la supuesta amabilidad de los anfitriones. Baje las piernas al suelo de golpe, me incorpore y seguí al tipo.

Te sigo. Dije sin más dando un metro aproximadamente al tipo “Si intentas algo me pasare la del protocolo y educación por cierto lugar y te arrancare la cabeza" Seguía tenso aun, no sabía si el resto estaría igual o confiarían algo en esa gente. ¿Qué investigáis? Volví a preguntar, no olvidaba que al menos yo no sabía que investigaban “O ¿A eso me lleva?” No lo había dejado claro, si es así que lo aclarara. Mire de reojo la sala “Estamos haciendo mal nos dividen” Era la primera táctica para atacar un grupo dividirlo. La bestia en mí se movía, compartiendo mi desconfianza.

Cuando Melisandre empieza con su retahíla de piropos, muestro una sonrisa satisfecha. Mi mirada suspicaz estudia sus reacciones. Demasiado viva. Demasiado entusiasta. ¿Sería su punto débil tan obvio? No, seguro que escondía algo, aunque verla boquiabierta de esa forma me hacía dudar de su capacidad para mentir.

Cuando viene a colocarme el collar, me dejo hacer. He permanecido todo el tiempo callada, como la muñeca que parece que busca. Ya sabía que era atractiva, no tenía que venir ella a decírmelo, pero me gustaba la forma en que parecía que quería mimarme. Sólo esperaba que no tuviera siquiera la intención de poseerme.

- ¿Versalles, eh? - digo, respondiendo en francés, pese al idioma en que ella me hablaba. Podía ser descortés quizás, pero hablar en un idioma foráneo para las dos era más incómodo que hablar en su idioma natal. Espero que no lo tomara por descortesía. - Hace siglos que no visito Francia realmente, desconozco las tendencias o los trabajos de la gente de allí. Llevo varias décadas sin ponerme un vestido así de caro y bonito. - digo, sonriendo agradecida, mientras admiro los cortes del vestido, los puños, los lazos, el entretejido...

- Pero no, supongo que no hay nada que envidiar. Tenemos belleza en esta habitación como para eclipsar el Sol de París, ¿no es así? - digo, con una sonrisa pícara. - Muchas gracias por los cuidados y el vestido, lady Melisandre. Estoy en deuda con vos.

Me inclino levemente, levantando ligeramente la falda del vestido al tiempo que doblo ligeramente la rodilla. Una muestra de cortesía, sin caer en la sumisión.

- Me presentaré apropiadamente, pues lo de antes no me ha parecido del todo correcto. Mi nombre es Aricia Mytros, antigua heredera del linaje Mytros en Grecia. Chiquilla de Leopoldo Valdemar, del clan de los Lasombra. Y, le pese a quien le pese, Asesina de la Dama Fanchon. - digo, con una sonrisa ya más amplia en la boca, suspicaz y pícara. - Pues los logros y títulos de cada uno deben ser públicos para que sean reconocidos. Es un placer, Lady Melisandre.

Estudio sus expresiones y reacciones a medida que hablo, esperando ver algún gesto de aceptación y complacencia ante los modales y las presentaciones, para luego estudiar atentamente como reacciona al evento de la Dama Fanchon.

Tras la puerta, unos escalones os llevan hacia un gran patio interior rodeado por galerías arqueadas. Es el claustro del monasterio, en cuyo centro ajardinado se encuentra un limpio pozo de piedra. Los pasos de tu anfitrión resuenan en el absoluto silencio del lugar.

- La naturaleza de la estirpe de Caín. Nuestra naturaleza.

el hombre camina lento y con paso firme, sin mirarte y con su severo rostro impasible.

- ¿De dónde vienes, Jäger?

Tu compañero no parece vigilar mucho detrás suyo y asume que podrás seguir su ritmo. Corre a toda velocidad campo a través como si hubiera recorrido aquel mismo tramo cientos de veces antes y no se detiene hasta que llega  a lo más profundo del bosque, donde hace un alto para absorver grandes bocanadas de los olores que le rodean.

En torno vuestro reverberan los sonidos nocturnos de los animales. Haakon se sienta bajo un árbol cercano y con un movimiento de cabeza te invita a sentarte junto a él.

- ¿Ves? Seguimos siendo hombres después de todo. Ha cambiado nuestro ser físico. Semos más rápidos, más fuertes, duros... pero una vez fuimos humanos.

Te señala el pecho con un dedo

- Tu espíritu no ha cambiado y sigue siendo. El cuerpo lo ha hecho, y aún así ha sido un cambio natural. Igual que yo.

Entonces el chico se da cuenta que está hablando mucho y te pregunta:

- ¿Qué piensas tu?

El lugar era tranquilo, demasiado el pozo limpio podía valer para arrojar un cuerpo. No podía evitar pensar que aquella calma pronto se convertiría en sangre y gritos, mi experiencia con otros de la Estirpe no es que fueran de gran ayuda, para calmarme. Aparte veníamos de un duro enfrentamiento y aún conservaba cierta tensión.

Mire al tipo “¿Qué pretende?” Me pregunte cuando dijo su frase y cuestión respecto a mis orígenes, a lo mejor era educación, aunque podría ser simplemente querer recabar información.

Vengo de Roma, con mis compañeros. Dije secamente ¿Respecto a eso que investigáis? ¿Podríais ser más preciso? No me gustaba como sonaba, realmente no me gustaba nada de eso que venía en los libros, normalmente escrito por mentes agiles pero muchas pérfidas. Lo único que comprendía y aceptaba es que el filo de un hacha podía ser el elemento más diplomático de esta Tierra.

- Joder, un Gangrel Filósofo. - pienso. Jamás pensé ver algo así.

Me quedo pensativo un rato. En verdad no sé que carajos decir.

- Supongo que una parte de nosotros sigue siendo humana.

- Ah... nuestros vecinos de la península itálica. Os compadezco pues no podríais tener un gobierno más volátil ¿FernandoII tiene ahora el dominio de la toscana, no es así? es un claro ejemplo de lo que está ocurriendo en tu país: Los governantes están más ocupados con los esplendores cortesanos y en sus intereses familiares que de recuperar la perdida grandeza del Estado florentino. 

Asiente ante tus sencillas palabras

- Y debe seguir siéndo así. Si, los vampiros se alimentan de los humanos ¿acaso no hacemos lo mismo que el ganado? - menea la cabeza - La presa es distinta. El resultado: lo mismo.

Te vuelve a mirar curioso

- ¿Qué haces tu con las presas?

O estaba riéndose de mí, o bien me había tomado por alguien al que le importara algo la política y lo que hiciera la gente con poder, era un cazador, criado como tal sin apenas nada, por lo que hagan los reyes, condes y esas gentes siempre me dío igual. Asentí a sus palabras sin comprenderlas muy bien.

Supongo que será eso. A mí me realmente me preocupa más mi existencia, que cada uno cuide lo suyo. Eso de lo que habláis seguro que le interesa más a Aricia que a quien le estáis hablando. Sentencie. Ahora ¿Me diréis dónde puedo descansar y encontrar mi alimento? Pregunte algo hastiado.