Partida Rol por web

Los peregrinos de la LLama eterna optaron por huir de la orilla de aquel lago y tratar de evadir así el inminente combate con aquel monstruo de cinco cabezas. Los gritos de Jalles siriveron para que todos corrieran hasta la arboleda circundante más cercana y se internaran entre los árboles. Antes de ello, pudieron ver como las cinco cabezas del monstruo se agitaban violentamente y emitían una especie de alarido de furia que retumbó en todas las cercanías, sin embargo no pareció que la criatura tuviese intenciones en internarse tras el grupo y abandonar así su hábitat.

Tras unos minutos corriendo para alejarse del lago, los jóvenes de Kassen se pararon en un pequeño claro, jadeando y excitados por la criatura que habían visto y que por poco les cuesta la vida. Ahora habían vuelto al bosque, y no tenían muy claro en que posición respecto a la ruta del mapa estaban ahora ya que toda la zona árborea era bastante similar desde que se internaron en la floresta colmillo.

Pero por lo menos, ahora parecieran seguros, de regreso a la tranquilidad del bosque, y podrian detenerse para hablar de lo ocurrido con el cadáver y la hidra, planear su siguiente paso y reponer fuerzas...

Llegaron al claro casi sin aliento. La carrera había valido la pena, habían eludido a aquella monstruosidad.
Sin embargo, se habían alejado demasiado de la ruta trazada en el mapa y les supondría un gran esfuerzo encontrar el camino de nuevo.

- ¡Madre mía! ¿Qué era aquello? No había pasado tanto miedo en mi vida... Vaya, habrá que pensar un nuevo rumbo, porque no tengo ni idea de dónde estamos. Porque a ver, si tenemos en cuenta que hemos venido de esa dirección y hemos estado corriendo unos cinco minutos... No, no sé dónde estamos. ¿Alguna idea?

Paul estaba jadeando como el resto de sus compañeros. Se habían librado de una muerte segura. Todavía eran muy poco experimentados como para enfrentarse a cualquier cosa, aunque tenía la impresión de que habían elegido bien en aquella liza, ..., una retirada a tiempo podía suponer una victoria.

- No sé lo que era Boris, pero creo que ha sido mejor no pararnos a comprobarlo. - Mencionó entre jadeos. Y acto seguido, como siguiendo el resto del comentario de Boris - Vamos a ver dónde nos encontramos, ...., aunque parezca fácil, el bosque siempre es traicionero por su similitud ...

Jalles corrió como si no hubiera un mañana. El corazón le latía desbocado aunque la razón no podía ser por el esfuerzo, el joven era un atleta en plenitud de facultades, si no más bien el terror que le invadió al ver tamaña criatura del lago.

Cuando pudo parar apoyó las manos sobre las rodillas y vomitó todo el miedo que había en sus entrañas, junto a gran parte de la comida del día. Ese peregrinaje no se parecía en nada a sus tranquilos viajes de ida y vuelta a Tian Xian. Casi pierde la vida con unos orcos ilusorios y un monstruo marino legendario le había salido al encuentro con aviesas intenciones. Demasiadas emociones.

La tranquilidad fue llegando poco a poco. Descubrió que no sabía donde estaban, así que sacó su pedazo de mapa y juntándolo con el resto volvieron a reconstruir la ruta a seguir...

Creo que estamos por aquí - dijo señalando un punto en el mapa - y creo que nuestra ruta es por aquí...

Entre todos encontrarían la manera de retomar su camino, tal era ahora su fortaleza... La cooperación.

La carrera se hizo eterna. El grupo corría sin destino, azotador por el terror propugnado por aquella criatura reptiliana de cinco cabezas y fauces. Bronco no había visto nada parecido en sus años en el bosque, ni tampoco era conocedor de sus puntos débiles, con lo que no pudo negarse a seguir el mismo camino que el resto de sus compañeros.

Haggar corría a su lado sin prestar mucha atención a los detalles del camino que cruzaban. Finalmente, cuando se detuvieron con una respiración pesada y desacompasada, festejaron que aquel monstruo fuera lo suficientemente territorial como para no seguirlos a través de la espesura.

Ese rato fue aprovechado para poner en común el camino que nuevamente los podría en la ruta a seguir, pues después de la huida, se habían desviado bastante de travesía que debían recorrer.

El semiorco tomó como referencia algunas colinas y árboles, ayudando al resto de compañeros a situarse sobre el mapa. 

Paul se dió cuenta de que todos estaban cansados y con las sombras del miedo en sus cuerpos, e invocó los poderes de Erastil para erradicar estas vicisitudes, ..., no se podían permitir el lujo de perder tiempo o tener distracciones.

Después de darse un merecido respiro, siguieron comentando su situación, hasta que llegaron a una conclusión, con respecto a su actual posición, que les pareció acertada.

- Bien, si parece que lo tenemos claro, deberíamos de continuar, ¿no os parece?

Una vez superado el peligro del monstruo del lago, hecho que seguramente jamás olvidará el pequeño grupo de peregrinos de Kassen, estos se tranquilizaron y serenaron un poco cuando, tras la precipitada huida, el jóven clérigo de Erastil alzó sus dones divinos para disipar los miedos y el estremecimiento natural de sus compañeros, e incluso de él mismo.

Recobrando la ruta de la que se habían desviado, volvieron a internarse en la zona árborea de la Floresta Colmillo, pero con la diferencia que la nueva senda parecía aún si cabe más intransitable. Grandes árboles casi tan antiguos como el mundo mismo y retorcidos en formas extrañas ocultaban la mayor parte de la tenue luz del cielo y hundían sus raízes por toda la tierra que, a causa de las lluvías de la pasada noche, se habían convertido en una mezcla de raíz y barro intransitable por lo que el grupo caminaba con dificultades y más despacio que lo habitual para poder evitar tropezar o hundirse en hondos charcos de barro.

Las horas fueron pasando y la tenue luz que se filtraba por las altas copas de los árboles fue desapareciendo por completo sumiendo al grupo en la penumbra, por lo que tuvieron que hacer uso de conjuros de luz o de antorchas para iluminar su paso. No debía quedar demasiado para llegar a lo que parecía un gran valle rocoso según el mapa que les habían entregado los mentores,un lugar que probablemente sería más agradable que no aquella arboleda densa, oscura, humeda y fría en la que se encontraban. Sin embargo debían decidir si acamparían y pasarían la noche allí, algo que agradecerían para recuperar fuerzas y descansar, o bien continuarian viajando de noche en aras a escapar de aquel bosque oscuro y sus posibles peligros, como aprendieron tras el duro combate con los lobos.

Los peregrinos de la LLama Eterna debían decidir...

Bronco no se atrevió a preguntar ni tan siquiera, si alguno de sus compañeros sabía qué demonios era la criatura que había emergido del lago. El nerviosismo, y el pavor mostrado por alguno de los integrantes del grupo, hizo que el chamán considerara que lo mejor era olvidar el tema y ponerse manos a la obra lo antes posible. Por suerte, el bueno de Paul poseía una serie de dones capaces de apaciguar el temor de los corazones y eso facilitó que todos retomaran la marcha tras reconocer su situación en el mapa.

Tras largas horas de andadura llegaron a un frondoso bosque de ubérrima vegetación. Bronco contempló ensimismado aquella expresión de la majestuosidad de la naturaleza. Aquel angosto bosque de altos y férreos árboles, eran la visión más bella que el druida hubiera contemplado en su vida. 

- Das ist wunderbar !!- expresó en su abigarrada lengua, mientras Haggar jugueteaba dando saltos a su alrededor.

Finalmente cayó la noche y la travesía a lo largo del embarrado piso que poseía el bosque, hizo que las fuerzas menguaran. Existía la posibilidad de transitar de noche, pero en ese grupo de humanos esa opción se adivinaba harto difícil.

- Será mejor que montemos el campamento y descansemos un poco. El día ha sido demasiado largo...- dijo el semiorco a sus compañeros. Él era el único con posibilidades de orientarse bien en la oscuridad, por eso consideraba que lo mejor era descansar y recuperar fuerzas.

Las necesitarían.

Poco a poco, Boris consiguió calmar sus nervios y apaciguar sus frenéticos latidos.
Bronco sugirió el pasar la noche en el sitio en el que se encontraban, y lo cierto es que la idea de seguir avanzando por un bosque cada vez más frondoso con poca luz no le entusiasmaba en absoluto.
- Sí, creo que sería lo mejor. El día ha sido duro y me atrevería a vaticinar que mañana no será mucho mejor.- Boris intentó lucir un amago de sonrisa, pero en su rostro cansado afloró como una horrible mueca.
- Nos merecemos un descanso. - Dijo al fin.

El grupo se puso en marcha de nuevo, cosa que agradeció Paul, ..., todo lo que fuera alejarse más de las cercanías de aquella terrible criatura, bien recibido era.

El bosque ganó frondosidad. Aunque a Bronco parecía encantarle, y así lo expresó en su particular lengua, a Paul no dejaba de inquietarle un poco. Por eso no supo si alegrarse o frustrarse, cuando la necesidad de montar el campamento picó a su puerta.

- Si no hay más remedio habrá que descansar. Nuestras necesitadas almas y cansados cuerpos lo agradecerán.

El grupo optó por pertonctar en aquella frondosa y sofocante zona del bosque, y por ello montaron un campamento improvisado donde a causa de la concentración de raíces por encima de la tierra, no tuvieron más remedio que dormir todos en un espacio muy reducido. La noche transcurrió sin problemas, y fue más silenciosa que la anterior dado que no se escuchaban ni graznidos ni aullidos de criaturas por los alrededores.

Cuando despertaron, todos sintieron el cuerpo algo dolorido a causa de la incomodidad por el poco espacio y la tierra enraízada tan irregular. Tras los primeros rayos de sol filtrandose por las altas copas de los árboles siguieron rumbo sur.

Dos horas a través de la floresta les condujo, por fin, a una zona donde la espesura árborea se diluyó y se encontraron en los límites de un valle montañoso que descendía frente a ellos hacía bastante abajo. En una de las rocas, todos pudieron observar desde lejos lo que parecía ser un gran portón de piedra tallada en la montaña. Descender allí, no obstante, requeriría de cierta habilidad y cuidado pues la ladera era bastante profunda así como inclinada.

Cuando se pudieron orientar pusieron tierra de por medio tratando de alejarse del lago y su funesto habitante. La noche cayó sobre ellos y el bosque se oscureció aún más. Tomaron la sabia decisión de pasar la noche allí antes que aventurarse en la lobreguez de la espesura con el peligro de perderse o, peor aún, de romperse alguna pierna por no ver por donde caminaban.

Montaron el campamento en un tenso silencio y pasaron la noche sin contratiempos. A la mañana siguiente continuaron su ruta hacia la Cripta de la Llama Eterna esperando no encontrar ningún peligro más, Jalles ya había tenido bastantes sobresaltos para un año.

Menudo bicharraco había en el lago... ¿eh?- no había mejor bálsamo para los terrores que un poco de humor. - Si lo pescáramos, la aldea tendría comida para un mes.... A la vuelta quizás nos pasemos por el lago.... ¡¡¡Al igual!!! Jajajajajaja

El joven trataba de quitar hierro al asunto y recobrar el espíritu festivo de aquel peregrinaje. De pronto el bosque se acabó y un valle se abrió ante ellos. A lo lejos pudieron ver una puerta esculpida en la montaña, a buen seguro que era su destino. Pero antes debían bajar por una empinada ladera. Jalles se aseguró la mochila a la espalda y comenzó a descender...

Los compañeros vieron como de repente el paisaje cambiaba de modo radical. A lo lejos se divisaba lo que parecía una entrada que se internaba en la roca. Para acceder a dicha entrada, debían descender por una empinada cuesta. Boris estaba seguro de que no era desafío para él, pues desde pequeño había estado corriendo por los bosques y se tenía por un muchacho realmente ágil. Así pues, se dispuso a realizar una serie de estiramientos para relajar la musculatura: - ¿Véis? De este modo es mucho más sencillo, aunque claro, yo tengo mucha práctica en estas lides. No os desaniméis si no podéis seguir mi ritmo. Cuando se dispuso a bajar, el pie que hacía de apoyo resbaló sobre el inestable suelo y no pudo evitar trastabillar.

Al ver el repecho que debían descender Bronco decidió que era mejor quitarse su abultada armadura de pieles negras. El semiorco, a pesar de su corpulencia, no era nada torpe, y movía su pesado peso con soltura, pero descender aquel embarrado pedregal era algo que sabía que le superaba.

Una vez se quitó la armadura y el sobresalto que Boris había protagonizado en su descenso, el chamán del oso inició la bajada. Bronco llevaba bien amarrado todo su equipo y tenía cien ojos puesto en cada paso de la empinada pared

Haggar contempló a Bronco sin saber muy bien lo que éste hacía. Luego, cuando el druida comenzó el descenso con sumo cuidado y con un paso lento, el osezno lo siguió sin forzar demasiado la marcha. Haggar saltaba de un lado a otro con suma facilidad a pesar de su cien kilos de masa musculada.

Durante la primera parte del descenso, aquélla en la cual parecía que Bronco lo estaba pasando pero, el pequeño oso descendió mucho más lentamente mientras emitía una serie de rugidos que intentaban animar a su amigo semiorco.

- ¡¡Uuuuuaaaaargh!!... ¡¡Uuuuaaaargh!!

Paul contempló al resto de sus compañeros, y se preparó siguiendo sus mismos pasos. Comenzó a bajar por las mismas zonas que bajaban sus compañeros, pisando las mismas piedras que ellos. El descenso parecía que le estaba saliendo mejor de lo que esperaba, y quizá fuese eso lo que le hizo confiarse, ya que cuando estaba en la última zona del pedregal y veía su objetivo casi al lado, pisó una piedra suelta que no aguantó el peso del clérigo de Erastil, ..., y ahí comenzó su particular calvario ....

El grupo inició el descenso de la larga ladera con valentía pero con prudencia. La ilusión empezó a brillar en sus ojos cuando divisaron, al fondo del valle, una puerta de piedra enmarcada en un pequeño monte de aquella zona rocosa. No cabía duda, según el mapa estaban en el valle conocido en Nirmathas como la Garganta serpentosa, que era un valle rocoso bastante hundido en la tierra sin ningún tipo de civilización ni habitante cercano más que la que le es propia a la naturaleza. Pero más importante aún, era el lugar sagrado donde los primeros pobladores de Kassen habían enterrado a Ekat Kassen y a los suyos cuando murieron por defender el pueblo, y donde iluminaron su tumba con la llama que le da nombre.

Uno a uno, los peregrinos de la LLama Eterna fueron descendiendo por la ladera pisando con cuidado las rocas, pues aunque no era necesario que llegaran a trepar utilizando las manos los espacios que permitían descender formando un circuito de eses eran muy estrechos y debían encontrar las rocas adecuadas para no caer al abismo.

El más valiente fue Boris, quien hizo gala de tener una gran agilidad pero nada más empezar la ruta hacia el fondo del valle tropezó estrepitosamente generando un pequeño derrumbe en la ladera que, de no ser porque el arquero consiguió sujetarse con otra piedra en el último momento con unos buenos reflejos hubiera supuesto la caída por la montaña de Boris, quien siguió descendiendo durante una media hora hasta que dió otro traspiés y se resbaló cayendo por completo hasta la base de la montaña golpeandose en ella.

Jalles, por su parte, logró descender la ladera con mucha facilidad ya que logró encontrar las piedras correctas por las que caminar y moverse con la suficiente destreza como para no sufrir el mismo destino que su compañero.

El siguiente fue Bronco, quien tuvo serias dificultades debido a su gran tamaño y mientras descendía la rocosa ladera se golpeó el brazo con una piedra bastante afilada que le produció una herida en su musculado brazo. Cuando ya quedaba poco para alcanzar la base de aquella rocosa colina un pie presionó demasiado la roca y precipitó la caída del semiorco hasta el suelo golpeandose duramente. Haggar, por su parte, supó vencer bien la dificultad de aquella peligrosa escalada saltando de roca en roca, guiado por su instinto animal y de supervivencia.

Pero la peor parte se la llevó el portador del candil de la LLama Eterna, quien siendo el último había logrado esquivar la mayoría de los peligros de la ladera y descender casi intacto hasta su base, pero en el último momento pisó una piedra suelta justo a escasos metros por encima de una gran roca en el suelo y cayó de bruces sobre la misma golpeando duramente su cuerpo y rodando sobre ella hasta caer hacia el suelo. El ruido de peso muerto heló la sangre de todos los presentes no sólo por el propio Paul,sinó también porque todos sabían que llevaba el candil de la LLama Eterna en su cinto, la reliquía más preciada de Kassen, que durante generaciones habían llevado los jóvenes en la misma misión que ahora realizaban ellos y que por lo que sabían había permanecido intacto desde que se forjó.

Cuando el magullado clérigo de Erastil trató de levantarse todos pudieron ver que el candil no se había desprendido de su cinto y respiraron hondo al dar cuenta que seguía intacto gracias a un milagro del Viejo Tuerto, ya que el cuerpo de Paul había conseguido amortiguar el golpe al candil y que este no llegase a la piedra. De no haberse terciado la suerte en aquella fatal caída de Paul ahora la reliquía de Kassen estaría hecha pedazos y el grupo no hubiese tenido más remedio que regresar a su pueblo con la vergüenza en sus rostros....

Paul se confió en demasía de la "travesía" por la empedregada pendiente, y lo pagó caro ...., cuando ya se veía en el fondo del peculiar valle, incluso permitiéndose el lujo de ponerse a la altura de alguno de sus compañeros que habían iniciado el descenso antes que él, pisó en una piedra suelta y la calvarie para él comenzó....

La piedra se deplomó arrastrando a Paul con él. Paul comenzó a rebotar contra las piedras que quedaban hasta abajo, y en uno de esos rebotes, el destino quiso que se alzara momentáneamente del suelo. En esos instantes, que parecieron relentizarse, Paul vió claramente el candil asido a su cinto, ..., comenzaba a estar sucio y con algún arañazo, ..., con destreza felina, dándose cuenta de lo importante de la situación, lo cogió para situárselo cerca del cuerpo y protegerlo en la medida de lo posible. Justo en ese instante, Paul volvió a aterrizar con su espalda contra una roca. El dolor fue casi insoportable, pero por alguna conciencia superior, apretó los dientes y continuó protegiendo el candil contra su cuerpo.

Paul terminó de caer, no sin antes repasar cada una de las rocas que faltaba hasta llegar abajo, recibiendo golpes en casi todas las partes de su cuerpo, pero milagrosamente no en la cabeza. Después de unos instantes en el suelo consigió levantarse, no sin gran dificultad, ayudado por uno de sus compañeros. Lo primero que hizo fue comprobar que el candil no había sufrido graves daños, aunque alguna reprimenda se llevarían por los rasguños que había presentes en este. Posteriormente pudo observar que varios de ellos habían sufrido percances en la complicada bajada, y que los dones de su señor se hacían necesarios, con lo que, todavía con dolor, recurrió a dichos dones ...