Partida Rol por web

Bronco tenía claro que el descenso de aquella loma, entrañaba más peligro del que se podía adivinar a simple vista. Ya sus carencias quedaron patentes cuando en el inicio, perdió el equilibrio ante la atenta mirada de Haggar y cayó con todo su lozano peso sobre su brazo izquierdo. A cualquier otra persona, esa caída le hubiera supuesto una gran fractura, pero el cuerpo del semiorco era roblizo y estaba blindado a base de una musculatura ultraférrea. Por suerte para él, cayó sobre un risco del pedragal, y éste, detuvo su endiablada aceleración. Pero lejos de detenerlo, el druida prosiguió rodando cuesta abajo mientras chocaba con violencia y Haggar lo seguía dando saltitos como si de una cabra montesa se tratara.

Finalmente, el chamán del oso pudo agarrarse a uno setos que habían prosperado en la falda del repecho y eso le salvó la vida. Bronco descendió la última parte sin problemas, y a pesar de estar cubierto de heridas y moratones, apenas expresó dolor o preocupación.

- Jeder wenig, wie Sie wollen !!- exclamó el semiorco mirando a su compañero peludo. Haggar ante el comentario emitió un ruido parecido a una risa queda y apagada.

Luego vino el calor de la energía de Paul y el druida se detuvo para recibir tan cálido y placentero don del sacerdote.

Boris comenzó su descenso con despreocupación. - Esto me lo bajo yo con los ojos cerrados- pensó.
No llegó a dar ni el segundo paso cuando el pie con el que apoyaba todo el peso, resbaló pendiente abajo.
- ¡Me cago en...! - Soltó un bufido de sorpresa, fruto del susto, pero consiguió mantener la verticalidad. - Cuidado muchachos, esta cuesta es traicionera. Mirad bien dónde ponéis los pies.

Apenas terminó la frase, volvió a perder el equilibrio y esta vez no pudo agarrarse a nada, pues el camino estaba pelado.

A unos metros del suelo, consiguió afianzar los pies y se irguió de nuevo, bajando los últimos pasos cojeando visiblemente.

Una vez abajo, tocaba evaluar los daños: una raspadura en el muslo y un feo golpe en un brazo, pero seguía con vida. - ¡Madre! Esto sí que es una buena bajada ¿eh?.
De pronto Paul, que también había perdido pie a mitad del camino, murmuró unas palabras y gran parte del dolor y la fatiga desaparecieron.

El descenso de aquella pendiente fue pan comido para el ágil joven. Con una seguridad fruto de la confianza en sus capacidades, Jalles fue bajando rápidamente por la escarpada ladera y fue el primero en llegar al fondo del valle.

Cuando se giró para ver como les iba a sus compañeros fue testigo de varias caídas, torceduras y quebrantos. Desde aquella posición privilegiada pudo tener una visión de conjunto del descenso y la situación era hilarante. Veía brazos y piernas agitándose, caídas imposibles, gruñidos maldecidos.... Y la risa afloró de manera natural.

¡Vamos chicos, que es sólo una pequeña pendiente! ¡Jajajajajaja!

Solamente frunció el ceño cuando Paul trastabilló de manera ostensible y la caída hizo peligrar la integridad del candil. Pero el siervo de Erastil fue capaz de salvaguardar el preciado cargamento aún a costa de su propia salud.

Cuando todos estuvieron abajo se interesó por el estado de las heridas causadas por la tempestuosa bajada pero Paul les puso remedio inmediatamente mediante uno de los dones que le otorgaba su deidad.

Después de este momento inolvidable... ¿Estamos listos para continuar? La Cripta nos espera....