Partida Rol por web

El espíritu temerario de Jalles pudo con las pocas ganas que tenía de hablar... Se levantó del lugar donde había escuchado toda la conversación y se acercó... Su habitual carácter jovial estaba enterrado en toneladas de rabia y frustración por no haber podido hacer nada por los vecinos de Kassen que habían muerto. Las palabras salieron desabridas y llenas de una furia malsana....

Todo eso está muy bien pero..... ¿qué hacías en la cripta? Aún no hemos escuchado esa parte de la historia.... Y aunque te pueda sonar desconsiderado, no tengo claro que podamos confiar en ti. Bien podrías formar parte de los saqueadores que hicieron que se alzaran los no muertos, te escondiste cuando empezaron los problemas y te uniste a nosotros para salvar el pellejo.... ¿Qué otra explicación se puede encontrar a tu presencia tan dentro de la cripta?

¿No has pensado...? Claro que no... ¿No crees que si hubiese estado con los saqueadores, Ekan lo hubiese comentado? Deberías confíar más en el héroe de tu pueblo. La hechicera puso los ojos en blanco mientras, imperturbable, se hacía con otro trozo de seta. Tras darle un mordisco decidió que estaba demasiado caliente y podía esperar. Os lo he dicho ya, varías veces además. Camino sin rumbo fijo y dí con esta cueva. Llámalo destino, dí que es cosa de Desna, cree que es una casualidad... o  también puedes pensar, como haces, que soy una ladrona. Me da igual. La varisia señaló con el dedo al joven de la cadena antes de continuar. Porque en tus ojos veo que has tomado una decisión sobre lo que soy. Y te da igual que no me uniese a ese montón de huesos o que no me escaquease cuando me distéis esa opción. Espero que esa ceguera no te traiga problemas en el futuro.

Zha'kya volvió a centrarse en la comida. Hacía días qe no comía tan bien, y semanas que no lo hacía en compañía

-¡¿Queréis callar ya?!- se quejó con voz hueca el semiorco desde su rincón apartado y oscuro. Ni tan siquiera se levantó o giró para hablar con sus compañeros de grupo. Sabía que su enorme cuerpo podía ser tomado como un instrumento intimidante y que sus gestos, podían ser malinterpretados. A pesar de eso, el druida no acabó ahí lo que tenía que decir.

- ¡¿Qué más da lo que la chica hiciera allí?! ¡¡No fue su culpa lo que sucedió!! ¡¿Ni tan siquiera sé de quién fue la culpa?! ¡Pero os recomendaría que dejarais de lamentaros! Hemos cumplido dos terceras partes de nuestra peregrinación, pero todavía nos queda volver. Y el camino... El camino puede ser peligroso.- recordó Bronco con voz seria. Como siempre.

- Muchas cosas se han perdido en aquella cripta. Demasiadas. Pero quejarnos y restregarnos las cosas unos a otros, no hará que las cosas vuelvan a ser como antes. Agradeced que pudiéramos contar con la ayuda de la chica- prosiguió el druida sin pronunciar su nombre, aunque lo había escuchado como todos -Ha hecho más por mantener incólume el descanso de nuestro héroe de antaño, que algunos de nuestros vecinos- dijo refiriéndose claramente a Roldare.

- Y si no os logro convencer, iros a mataros un poco más allá. No me dejáis descansar.

Tras estas palabras, el siempre lapidario semiorco se dio la vuelta recostándose sobre su petate. Bronco era capaz de dormir toda la noche al raso sin que la humedad le afectara lo más mínimo. Aquel don era tan raro como que pronunciara un discurso tan extenso.

El cazador de Kassen sintió cierto pavor cuando Bronco habló. Aunque el semiorco druida era de sobras conocido entre los aldeanos de la zona, su imponente presencia y su carácter huraño habían dado a lugar a muchas historias sobre su procedencia y aunque fuera un miembro más de la pequeña comunidad de leñadores de Kassen, este siempre había sido visto como alguien sido distinto a los demás, incluso respecto a los pocos semiorcos más que viven en el pueblo.

Moviendose nervioso, Roldare dió un nuevo mordisco a una de las setas que habían cocinado y permaneció en silencio. Aunque fuera de peligro, las secuelas de lo vivido en la cripta eran visibles en el pobre Roldare.

La joven alargaba su mano hacia él con intención de entregarle la escama que habían recibido.
Con un sonrisa -esta vez, sincera- Boris rechazó el ofrecimiento. - Eso ha sido un regalo, y es tuyo. Además, me costaría una vida entera encontrar a un sacerdote con semejante poder; y otra vida más para poder pagarle.
Boris se recostó en su manta y añadió: - No, no volverá. Nadie lo hace.

Cuando ya se disponía a cerrar los ojos para dormir, Jalles comenzó a increpar a Zha'kya sin motivo aparente. - ¿Qué le pasa a este ahora?
Iba a decir algo cuando Bronco dio fin a la discusión de modo tajante y el campamento quedó sumido en un tenso silencio.

La voz de Bronco medió entre la disputa que por un momento se parecía haber instaurado en el lugar de descanso. Aunque brusco, Bronco era sabio, ..., aunque sus formas y la manera de intentar parar la discusión tirase más por las líneas orcas.

- Bronco tiene razón. Estamos cansados y creo que lo mejor es que descansemos un poco para ver las cosas y pensar con un poco más de claridad. - Comentó en tono conciliador - Yo haré la primera guardia. Podéis descansar tranquilamente. - Dijo a los que todavía tenían viandas por comer.

¿Destino?¿Suerte? Mucho habría de eso para que una persona llegara hasta donde encontraron a la varisia sin sufrir las consecuencias...  Ellos casi mueren en el intento. Las intervenciones de Bronco y Paul actuaron de atenuantes y Jalles rebajó su estado de tensión... ¿cabía la posibilidad de que se estuviera equivocando? Igual sí pero la casualidad,  la suerte o el "pasaba por aquí" eran pobres argumentos para el joven Oldshield. Pero no tenía sentido continuar la discusión, más tarde o más temprano llegarían a Kassen y aquella trotamundos podría seguir su camino allá donde le llevasen sus pasos. Y a poder ser muy lejos de él...

Buenas noches, despertadme cuando me toque hacer guardia....

Y sin mirar a nadie se fue al lugar donde había dejado sus cosas y se arrebujó con su capa. Un buen descanso le vendría bien, igual le aclarase las ideas.

–Me cae bien el grandullón– dijo la hechicera señalando a Bronco con el pulgar y sonriendo. Ante el comentario de Paul, la chica inclinó la cabeza. No se sentía tensa, como Jalles y tampoco se había sentido ofendida, más allá del cansancio que le producía explicar siempre la misma historia. Como le volviese a preguntar cambiaría su versión. Contaría una que incluyese unicornios y dragones. Lo mismo así se callaba la boca el Bocazas. ¿Alguna vez has pensado lo acertados que son los motes que pones a primera vista?

–De acuerdo, Paul. Buenas noches a todos. Y Boris, piénsalo por si cambias de idea –Estirándose indolentemente, Zha'kya se levantó y caminó hasta un árbol cercano a la hoguera para apoyarse y dormir. Con un silbido llamó a Yar'kitch y se revolvió buscando una postura cómoda para dormir. No sabía en cuantas horas dividirían la guardia, pero quería dormir el mayor tiempo posible hasta que llegase la suya.

Al oír las acusaciones de Jalles y el vozarrón de Bronco, el cuervo había parado de comer gusanos atento a la conversación y sobre todo, al humor de su ama. Viendo que se encontraba bien, volvió a lo suyo hasta que esta le silbó. Se hizo un rato el remolón, bajando de ramita en ramita para poder ver más de cerca al oso runa (nunca en su vida había visto un oso como aquel) pero, en un momento dado, decidió que ya había molestado bastante al animal con el tema del panal de miel y, tras dar un graznido, voló hasta su dueña para dormir entre su capa.

Tras la primera noche en aquel improvisado campamento donde las diferencias entre la exótica Zha'kya y del aguerrido Jalles se habían hecho notar, el grupo emprendió la marcha de regreso a casa atravesando la Floresta Colmillo, ahora con una mochila llena de experiencias y vivencias que ninguno de los presentes había podido imaginar. Bronco, cuyo sentido de la orientación en la espesura era mayor lideraba la marcha seguido por Boris, quien tras la pérdida de su padre se mantenía alerta con su arco corto en las manos prácticamente durante todo el viaje, como si algún nuevo peligro fuera a acecharles de regreso. Zha'kya había hecho buenas migas con la joven Dimira, quien al parecer mostraba gran interés por las artes arcanas y se entretenía con los trucos que la varisia realizaba para amenizar el viaje.

Paul viajaba con el enorme honor de portar el candil encendido con la Llama Eterna, la sagrada reliquia de su pueblo. Aunque no lo dijera, sentía una gran presión al ser el portador de tal carga ya que su torpeza era bien conocida, y no quería ni llegar a pensar que pasaría si tropezaba con alguna raíz de árbol y caía encima del artefacto, acabando así con la recompensa que tanto dolor había costado conseguir. Roldare apenas hablaba con nadie y parecía susurrar para sí frases ininteligibles, estaba claro que los horrores en la cripta le habian causado un gran trauma, y que cuando llegasen a Kassen deberían encomendarlo a que fuera enviado a un sanatorio en vistas a que recuperase su lucidez mental.... si esto era posible.

Haggar y Yar'kitch se movían mucho más libres que sus amos, aquel bosque les ofrecía la oportunidad de disfrutar de la naturaleza que la civilización les privaba. Por su parte, Jalles viajaba en la retaguardia del grupo, cerrando la marcha de los peregrinos, ondeando su cadena de manera pensativa. De tanto en tanto tomaba el cráneo de Asar que llevaba colgando del cinto y lo observaba.... su maestro hubiese estado orgulloso de aquel trofeo. Al mismo tiempo se preguntaba si él mismo sería capaz de convertirse en un guerrero tan cruel, hasta el punto de traicionar a sus compañeros por codicia y ambición, tal y como le había pasado a Asar.

Los tres días de viaje fueron pasando, y pocos fueron los peligros a los que tuvieron que hacer frente, el mayor de todos era el frío, cada vez más elevado. El invierno había llegado y pronto caerían las primeras nieves sobre Nirmathas... Al tercer día llegaron hasta la frontera de la Floresta Colmillo desde donde divisaron el pueblo de casas de madera de Kassen a pocos kilómetros de allí.

Por fin habían alcanzado el hogar ¿Cuál sería el recibimiento? ¿Estarían sus vecinos y familiares enterados de la tragedia acontecida en la cripta? 

Zha'kya dejó de hacer flotar la bellota con la que se había estado divirtiendo, y que a ratos, el cuervo trataba de cazar. Aunque era incapaz de explicar a Dilmira como lo hacía o donde lo había aprendido, se divertía mostrando algunas de sus pequeñas habilidades...y aquello había evitado que se centrase en gastar pequeñas bromas a Jalles. La desconfianza del joven divertía a la inconsciente chica más que preocuparla u ofenderla. Su ánimo, como era natural en ella, no decacaía. 

La pequeña aldea era ahora visible, lo que significaba que pronto podría descansar en un buen jergón. Pasar una noche durmiendo del tirón con un techo sobre su cabeza, un baño que no fuese de agua helada... esos pequeños placeres que, desde que se separó de la familia, no se daba. Sabía que los nirmathianos eran desconfiados por naturaleza; en alguna ocasión la caravana no había recibido permiso para entrar en los pueblos y habían tenido que quedarse a las afueras, pero también sabía que estaba en compañía de "Los Heroes de la Ciudad" y que eso disminuiría la desconfianza de los aldeanos. Feliz de haber llegado, la chica hacía cálculos de el dinero que llevaba encima y las cosas que debía comprar para seguir el viaje. No había previsto la llegada de los fríos inviernos y estaba claro que no podía seguir su camino con una ligera capa una manta de lana. Necesitaba prepararse.

Como de costumbre, los muros impedían a los habitantes disfrutar de las hermosas vistas.

¡Parece un bonito lugar! comento en voz baja sin dirigirse a nadie en particular.

Bronco continuaba liderando al grupo. De todos ellos, él era el más acostumbrado a transitar por zonas boscosas, pues no en vano, la casa en la que creció estaba a las afueras de Kassen, en los claros donde su familia de leñadores trabajaban. La marcha se hizo dura y pesada, pero había que apresurarse, pues poco a poco se abrían las puertas del invierno en la región de Nirmathas. El semiorco estaba acostumbrado a soportar temperaturas extremas. Quizás su linaje salvaje y brutal se lo permitiera, pero sus compañeros de grupo... No se podía decir lo mismo de ellos.

A pocas millas de distancia de la aldea, toparon con un tronco medio caído que barraba el camino de los peregrinos. La frondosidad circundante hacía imposible atravesar lateralmente el impedimento. El grupo se detuvo. Todos estaban cansados y hastiados y aquella circunstancia tenía pinta de tener un arreglo bastante molesto... rodear el lugar y perder media jornada más de viaje. 

Bronco se había equivocado conduciendo al grupo. Él era el responsable de aquel error. Cuando ya se disponían a dar media vuelta, el semiorco se acercó hasta el tronco y colocando su espalda contra su borde inferior, lo alzó irguiendo su musculado y tremendo cuerpo como si de una columna se tratara. Aquel titánico esfuerzo era la última prueba de que si estaban allí, es porque cada uno había hecho lo correcto en su momento.

- ¡¡Vamos chicos!! ¡¡No aguantaré mucho más tiempo!!- dijo el mestizo mirando a cada uno de sus compañeros - ¡¡Vamos!! ¡¡Mañana nevará!! ¡Daros prisa si no queréis congelaros!- instó a sus compañeros. 

A lo lejos, por fin podían divisar el pueblo. Lo habían logrado, debían sentirse orgullosos. No obstante, Boris albergaba sentimientos encontrados: por un lado, deseaba dar conclusión a este episodio de su vida; por otra parte, sabía a lo que debía enfrentarse, tendrían que dar muchas explicaciones y volver a abrir todas las heridas.

Pero de nada servía postergar lo inevitable, de modo que el grupo continuó su camino. Ya estaban llegando cuando se encontraron con un enorme tronco que les cerraba el paso. los compañeros se disponían a dar un rodeo por la espesura cuando Bronco cargó el pesado leño en sus espaldas y lo levantó del suelo para que los demás pasaran.
Estaba claro que ni la mismísima naturaleza lograría retrasar el reencuentro con los vecinos de la villa...

Con la calma del camino, el grupo se adentró finalmente hasta el interior de la aldea de Kassen, al tiempo que unos débiles copos de nieve empezaban a caer desde el grísaceo cielo, signo inequívoco de la llegada del invierno. Tras aquella experiencia todo parecía tan diferente... como si aquella aldea que había sido el nido de la niñez de los peregrinos hubiese perdido ya su carácter cándido y ahora reflejara las durezas de la vida adulta.

El grupo fue avanzando poco a poco y en silencio, como si de una procesión se tratara, en cuya cabecera avanzaba el clérigo Smallholder sosteniendo con un brazo en alto el candil de la LLama Eterna para goce y disfrute de los aldeanos que poco a poco iban dejando sus menesteres y saliendo de sus casas con rostros alegres y orgullosos para sumarse a la procesión que debiera llegar hasta el centro del pueblo, donde los peregrinos debían colocar la Llama Eterna en el pedestal habilitado con el fin de que arda en el corazón de Kassen durante todo el invierno, como símbolo de su comunidad. 

La procesión de aldeanos se había formado de forma espontánea y natural llenando las anchas calles entre las casas de madera y todos avanzaron como una marea imparable siguiendo al grupo de héroes de la LLama Eterna. En cuanto alcanzaron la plaza circular, el gentío fue inundando todos los espacios posibles formando un circulo en cuyo medio, junt a un pedestal de piedra, se hallaron los peregrinos de la llama eterna, la varisia, el oso y el cuervo. De forma súbita e inesperada, todos los aldeanos empezaron a alzar un canto que con una melodía suave y melódica puso los pelos de punta a cada uno de los integrantes del grupo. 

Nirmathianos fuimos, somos y seremos

por nuestra comunidad recordaremos

los sucesos que hace tanto ocurrieron

para honrar a Ekat Kassen por la gloria de Erastil

y nunca derramar sangre de nuevo

¡Prosperidad a Kassen!

En el extremo norte de la plaza el gran edificio de madera decorado con los estandartes de Kassen y de Nirmathas se alzaba imponente, el ayuntamiento, cuyas grandes puertas de madera crujieron al abrirse después de que el canto colectivo diera fin. A través de ellas apareció un personaje oriundo y de rostro afable vestido con una especie de túnica de invierno rojiza y austera. Los peregrinos lo reconocieron como Jonark Uptal, alcalde de Kassen. Junto a él dos alabarderos con tabardos verdes de Kassen y el recio capitán de la guardia local, Gregor Wisslo, quien había sido el mentor de Jalles Oldshield antes de su partida.

Bajo aquellos primeros copos de nieve de invierno todos parecían estar entusiasmados con el regreso de los peregrinos de la LLama Eterna, y a juzgar por el ceremonioso recibimiento ninguno parecía estar al tanto de los horrores acontecidos en la cripta...

El alcalde bajó los escalones de piedra del Ayuntamiento con los brazos abiertos y rostro jovial, para dar la bienvenida a los peregrinos de la Llama Eterna.

- ¡Bienvenidos jóvenes héroes de Kassen! - exclamó con una voz fuerte y robusta para que todos los aldeanos pudieran escuchar. - Habéis completado vuestro peregrinaje y demostrado ser auténticos miembros de nuestra comunidad... felicidades a todos vosotros.... - empezó a decir mirando a cada uno de los peregrinos.

- ¡¡¡¡NOS HABÉIS TRAÍDO LA LLAMA ETERNA!!!! - gritó con una exclamación que fue seguida de un ensordecedor ruido de aplausos. Tras la ovación, el alcalde extendió un brazo señalando el pedestal de piedra en cuya base había una muesca octagonal donde podrían insertar aquel candil, reliquia del pueblo, con la llama mágica prendida.

Por primera vez, Zha'kya pareció sentirse algo incómoda. No disfrutaba con las multitudes, por muy útiles y necesarias que le resultasen en ocasiones. Pero ser recibida junto con el resto de los muchachos le resultaba extremadamente violento. Ella no era una Peregrina, y ahí estaba escuchando los vítores de aquellos aldeanos que ni siquiera eran conscientes de la que había estado a punto de venírseles encima.

Justo cuando apareció el hombre que parecía el alcalde de la ciudad (siempre eran muy característicos) la varisia se escurrió y se entremezcló con la multitud, como una espectadora más.  Los chicos tenían muchas cosas que explicar. Aquella no era su guerra…pero aún así, permaneció a la vista del grupo. Que no quisiese ser objeto de atenciones no significaba que fuese a dejarlos tirados… Aunque poco había que decir al respecto. Ella solo había sido una observadora casual que poco había tenido que ver en el combate. Si hacía falta, daría fe de lo ocurrido pero su palabra tendría poco peso en aquel pueblo. La joven valoró por unos momentos la opción de desaparecer entre la multitud y alejarse del pueblo, pero la realidad es que aquello era un suicidio: necesitaba comprar avituallamiento para seguir el camino… Además...quería ver como acababa todo. Desde su puesto hizo un gesto que pretendía ser de ánimo hacia a los Héroes de la Ciudad, y haciendo uso de sus poderes les susurró quedamente desde la distancia.

–Ánimo chicos. Aguantad un poco más...Será duro pero...los habéis salvado

Era consciente de que poco más podía hacer, pero también sabía que, en ocasiones, unas pocas palabras eran necesarias para dar fuerzas.
 

Por fin llegaron a Kassen, a pesar de todo lo acontecido la Llama Eterna volvía de nuevo a arder en la aldea que el héroe homónimo fundó.

Jalles caminaba cabizbajo, con los hombros hundidos. Portaba una mochila llena de malas nuevas que habrían de dar a las buenas gentes de la aldea. Para ensombrecer aún más su ánimo se formó una comitiva espontánea de vecinos que querían acompañar a los peregrinos tras su vuelta de la cripta... No sabían lo que se avecinaba, muchas de aquellas personas serían parientes o amigos de los que habían ido a "preparar" su peregrinaje y ahora estaban muertos.

Arrastró los pies hasta la plaza donde se inició la ceremonia de bienvenida a los peregrinos de la Llama Eterna. Alzó la cabeza un instante para ver llegar al alcalde que les vino a saludar con una sonrisa en el rostro... Poco había de durar su jovialidad.... Jalles se aproximó a él y con una voz apenas audible se dispuso a poner fin a la fiesta.

Señor, traemos malas noticias de la cripta de la Llama Eterna.... Muy malas noticias... Cuando llegamos aquello era un infierno de muerte y maldad... Unos bandidos saqueadores de tumbas en su afán y codicia lograron despertar del sueño eterno a Asar... convertido en un formidable no-muerto... El enemigo ancestral de nuestro héroe y fundador de Kassen acabó con los bandidos de manera brutal..... - hizo una parada para tomar aire pues llegaba lo peor de la historia. - y también acabó con los aldeanos que habían ido a preparar nuestra llegada.... Únicamente han sobrevivido Roldare y Dilmira, así como una vagabunda que pasaba por allí y que nos ayudó a vencer a Asar y a todos los monstruos que allí se levantaron... Ha sido horrible mi señor, no es tiempo de celebración.... Yo...yo...

Las palabras se marcharon y llegaron los sentimientos. Mucho dolor y rabia acumulados lucharon por salir del alma del aprendiz de herrero, las lágrimas fluyeron a raudales mientras se derrumbada de rodillas sobre la tarima ceremonial. Cuanto hubiera dado por haber llegado a tiempo....

Paul, que por un momento, aunque sin signos de alegría en su semblante, se había olvidado de lo ocurrido en la cripta tras el recibimiento del pueblo, volvió a la realidad cuando el alcalde hizo acto de presencia. Estaba intentando encontrar las palabras necesarias para comunicar la mala nueva, cuando Jalles se le adelantó y resumió lo acontecido de forma rápida.

Unos nublos y nefastos pensamientos, aderezados con un sentimiento de congoja ante la "autoinculpa" de que le había fallado a su comunidad, desembocó en lágrimas y la vergüenza de agachar la cabeza, al no ser capaz de mirar a los ojos de su alcalde, ni de los aldeanos, ante la comunicación de la pérdida.

Los compañeros llegaron al pueblo, y los vecinos los recibieron con vítores y cánticos. La escena era terriblemente patética; los jóvenes, portadores de noticias de muerte y con la pena enquistada en el alma, avanzaban entre la multitud que aplaudía a sus héroes.

- Idiotas...¿no os habéis enterado de que os falta gente?

Mediante codazos, lograron llegar hasta la plaza y se vieron totalmente rodeados por las masas.
Zha'kya logró escurrirse entre el populacho con la intención de pasar inadvertida. ¡Qué no hubiese dado Boris por cambiarle el pellejo...!
De pronto, del edificio del ayuntamiento, surgió el rollizo alcalde - El que faltaba... eramos pocos y...
El muchacho estaba de muy mal humor. Por un lado, la pérdida aún era reciente para él; por el otro, sentía compasión por la gente del pueblo, que estaban a punto de recibir un jarro de agua helada que muy seguramente les iba a dejar sin ningún deseo de seguir festejando...

Cuando Jalles se acercó hasta el alcalde para comunicarle las malas nuevas, mientras que el resto del coro de aldeanos seguía charlando y vitoreando alegremente, el rostro del alcalde fue palideciendo por instantes por las macabras notícias que el guerrero de la cadena le comunicaba. Finalmente, el guerrero no pudo más y cayó de rodillas movido por la rabia y el dolor, con lágrimas en las mejillas, hecho que no pasó inadvertido para los ciudadanos congregados que sorprendidos empezaron a callar y enmudecer a la expectativa de que la extraña reacción del guerrero, de quien no habían oído las malas nuevas y no entendían que podía suceder. 

El alcalde, pálido como la luna misma, se disponía a decir articular alguna palabra cuando un grito rompió el incómodo silencio que de pronto se había adueñado de la plaza.....