Partida Rol por web

Cuentos de Ánimas

ESCENARIO II - LA CIUDAD DE LAS BRUMAS

Cargando editor
04/10/2019, 02:21
Director Ciprianillo

SINOPSIS:

Año 2017. Tú y otros dos compañeros de la universidad habéis salido a pasar una noche de fiesta en un velero con el pretexto de contemplar las Perseidas —o lágrimas de San Lorenzo—, una hermosa lluvia de meteoritos que puede verse una vez al año. Esta vez habéis decidido salir a alta mar para grabar mejor el espectáculo y celebrar de paso que acabáis de terminar juntos la carrera.

Notas de juego

Personajes Secundarios

Samuel, uno de tus compañeros. Aunque le ha costado lo suyo, ha logrado graduarse con todas las de la ley y piensa festejarlo por todo lo alto.

Sandra, una de tus compañeras. Ella ha sido la que os ha invitado a celebrar el fin de la carrera en el velero de su padre.

Martín, el padre de Sandra y dueño del velero Anfitrite. No parece muy convencido de vuestro plan pero se alegra tanto como vosotros de os hayáis graduado todos juntos.

Cargando editor
15/10/2019, 01:02
Director Ciprianillo
- Tiradas (1)

Motivo: Palo

Tirada: 1d4

Resultado: 1

Notas de juego

Para que podáis empezar cuando queráis hago la tirada. 

El evento correspondiente a la primera entrada (Añil) es "Corazones", o sea, un personaje secundario sufre algún percance (no mortal, en principio). Puede ir desde torcerse un tobillo hasta caerse por la borda o incluso abrirse la cabeza con un resbalón, algo que aporte tensión al ambiente.

Cargando editor
17/10/2019, 19:30
María Helena González Bas

Hoy puede ser un gran día, uno de esos en el que sientes en el pecho un fuerte impulso y dices: Guay, esto será perfecto. Y no es para menos, he logrado la proeza del siglo y fue reunir a mis amigos para hacer este pequeño viaje por el mar así podemos contemplar una hermosa lluvia de meteoritos que promete. No sé, tengo sueños tontos y uno de ellos es este reencuentro que llevaba su tiempo sin darse por miles de razones: Estudios, obligaciones y demás. 

Pero allí estoy caminando a paso tranquilo, con mi jeans negro roto en las rodillas, una camiseta rosa de Stranger Things y una chaqueta de color azul. Siempre ese estilo desenfadado, es que me sienta bien y es por sobre todas las cosas muy cómodo. Una vez llego al punto de encuentro, miro hacia un lado y al otro, buscando a los presentes mientras reviso el móvil. No vaya a ser que he flipado con la hora y es muy tarde. Sólo que no, para mi sorpresa un minuto falta para la hora pautada y la verdad, tengo nervios, alegría, emoción. ¡Puf! 

Y como la ansiedad me puede, ato mi cabello con mi propio pelo y cojo la cámara para colgarla en torno al cuello. Quiero ir retratando todo, así después se puede rememorar de la mejor forma. El asunto es que mientras acomodo la misma, escucho un estruendo y al mirar hacia donde proviene el sonido, abro los ojos de par en par cuando veo que Sandra se ha desplomado en el suelo. 

— ¡Pero tía! ¿Qué ha pasado? — pregunto mientras salgo a su rescate, al parecer traía unos sándwich en una caja de plástico. Hay alguno que otro desperdigado, que risas. — Venga, venga. Te ayudo. ¿Todo bien? — vuelvo con las preguntas, un simple raspón en la rodilla parece y las manos. 

 

~Mononoke.-

Cargando editor
25/10/2019, 16:41
María Helena González Bas

 

No ha sido nada. Le paso por la rascada de la rodilla un pañuelo de papel mojado en saliva. –Ey, tienes rota la sandalia. ¿Estás bien?

-Sí, tranquila. No se, qué idiota soy, sentí un desvanecimiento. Un mareo. Ya se me ha pasado. ¡Joder! La sandalia. Vaya lata.

Le doy un abrazo y un beso en la mejilla. Sonreímos. –Venga, nada va a estropear esta noche. ¡Me muero de ganas! ¡Al fin! –Miro a mi amiga con cierta inquietud a pesar de mi excitación por el espectáculo maravilloso que nos espera esta noche- ¿Un desvanecimiento? ¿Y eso?

-Nada. No se, chica. Se me hizo un fundido en negro. De pronto el puerto desapareció, el muelle, puf, me caí. Nada, un segundo, abrí los ojos y ya estabas aquí. Va, vamos, no le digas nada a mi padre.

Es raro.  No suena bien. En fin, se apoya en mí y al cabo de unos diez minutos alcanzamos el amarre donde nos esperan ya en el barco Samuel y Martín. Nos saludan con la mano.

-¡Vamos, tías, moved esos bonitos culos! –grita Samuel. Algún transeúnte se gira, con cara divertida. Me fijo en varios veleros que navegan rumbo a la salida del puerto. Hay ambiente. Miro al cielo, intensamente, excitada por la perspectiva de esta noche.

Saludamos con las manos a los dos hombres, doy un saltito en la estrecha plataforma de embarque. Martín me da un abrazo de oso, es casi como un segundo padre para mí.

Martín, qué alegría! Muchas gracias por esta oportunidad.

El hombre sonríe entre su barba todavía negra – Me dejé convencer por Sandra. No se yo.

Luego me abraza Samuel. Uf. Huele a alcohol. Vaya tufo. Lo observo sorprendida - ¿Ya has empezado a darle?

-Qué va. Unas cervezas. Y algo de ron. Estoy que me salgo. Lo conseguí. Graduado con nota, ya sabes. Dame un besito, estoy por tirarte los trastos, me siento el mejor hombre del mundo y más afortunado.

Samuel se me lanza. ¿Qué le pasa? Me echo hacia atrás. Lo aparto, un poco asqueada. Esto no es normal en él. -¿Qué coño te pasa, tío? Relájate.

Sin embargo en vez de eso, mi amigo sigue empeñado en pegar su boca a la mía. Me aprieta y no me suelta, su aliento apesta, me hace daño. En sus ojos brilla un malsano reflejo de deseo, producto supongo del  puto alcohol ingerido–Hostia, que me dejes.- Tengo que empujarlo y gracias a Martín que lo agarra por los brazos y nos separa, me libro de presa.

-Eh, chico, chico, ya vale. Aléjate, que te de un poco el aire.

-Solo un morreo corto. O si no con Sandra. Oh, perdona, no dije eso. Me he pasado un poco.

-A ver, Samuel, si tengo que arrojarte por la borda. No me seas gilipollas -Martín se mosque, por supuesto.

Sandra y yo nos miramos, alucinando. Pues sí que empieza bien la noche.

 

                                                                                                                                                    ~Guli-

Cargando editor
29/10/2019, 04:24
María Helena González Bas

-Eh que tampoco para ponerse así! Solo quería celebrar como es debido - Se enfurruño cruzandose de brazos, miré a mi amiga y ambas alzamos las cejas. Samuel podía ser un idiota algunas veces pero nunca lo había visto así. Empezaba a preguntarme si había sido buena idea todo eso. -Pues te dejas de ser un idiota o te puedes ir yendo a dormir al auto - Le contestó Martín con aún menos pulgas.

Todo eso se estaba poniendo tenso y todavía ni siquiera habíamos salido del puerto. Samuel no contesto, se hayaba demasiado concentrado mascullando cosas inentendibles. -Muy bien, voy a levantar el ancla chicas, mantengan a raya al borracho - Nos indicó Martín recuperando un poco de su buen humor. Se marchó hacia la otra orilla del barco, nos miramos con Sandra, y me encogí de hombros, que le ibamos a hacer?. Esperaba que todo fuera en paz de ahora en más, pero la esperanza me duro poco porque ese fue el momento en que Samuel eligió para vomitar lo que llevaba en el estomago, en ningún mejor lugar que encima mío. -Que asco idiota! - Intenté no respirar para que el olor acre no me hiciera devolver a mi también. -Lo siento! Lo siento! - Se disculpo mi compñaero lanzando la segundo ronda estaba vez al agua.

 -Toma Helena - Se apresuro Sandra a alcanzarme uno de los buzos que guardaba como reemplazo en el barco, para cuando se mojaba la ropa. Me saqué la camisa antes de que alcanzara a mancharse nada más, y quede en malla en tanto me pasaba el buzo por encima de la cabeza y metía la tela en el agua. Afortundamente no había alcanzado el resto de mi ropa, así que la sensación de asco y mi camisa ahora empapada en agua salada eran todas las perdidas que había que lamentar. Cuando creí que estaba libre de vomito, la saque del agua y la escurrí, haciendola un bollo y metiendola en una bolsa para tirarla en un rincón del barco. Ya la lavaría llegando a casa. -Samuel como vueltas a vomitar te hago tragar el mar entero -

 

 

Shianu

Notas de juego

Gracias por el recordatorio!

Cargando editor
29/10/2019, 12:19
María Helena González Bas

Al final esto se está convirtiendo en una pesadilla, y mi rostro es el fiel representante de esto. Entre el exceso de alcohol de Samuel y sus vomitos, ya estoy superada. Pero bueno, siempre le puse buen rollo a todo y de alguna manera intentaré de que no se diga jodiendo esto un poco más. Lo bueno es que Martin está centrado, a veces me pongo a pensar que pasaría si entre los dos tenemos algo, pero es un imposible. Por regla lo ha sido. 

Ya tras colocarme el buzo que me ofrece mi amiga, respiro un poco de aire salino y contemplo el mar pensativa. Entre Sandra que se ha descompuesto, Samuel pasado de cervezas, solo falta que Martin nos corra con un cuchillo para hacer la noche perfecta. Ja quien lo diría, parece digno de una pelicula de terror. Pensé mientras mis manos se aferran a la barandilla de la embarcación. Aún así, la fiesta sigue, toca dar alegría y porqué no, poner música. Somos adolescentes, tenemos tanto por vivir. 

- Hey, Martin. ¡Pon música! - grito desde mi lugar. 

- Vaaleee comenzamos con Tiesto. ¿Te acuerdas cuando fuimos a esa fiesta de electrónica? - pregunta Martin. 

- Pufff no la recuerdo mucho...- digo haciéndome la otra, es que me había confesado y al estar él hasta arriba de éxtasis, ni se enteró. Menos mal. 

- Bue, que tema. Hazte ver la memoria tía. - responde en broma. 

Solo alzo el pulgar y trago saliva, quiero olvidar eso. Ahora camino por el pasillo, se me torna largo a veces, infinito como suelo decir. Cojo la cámara y comienzo a filmar, por un lado a Martin que está buenísimo hoy, luego a Sandra que saluda con la manita y yo la incentivo a que diga algo. 

- Pues... Este viaje será una locura. ¡Ya lo verán! - afirma sonriendo. 

Luego busco al pesado, pero no, no lo encuentro. Sigo con la cámara muy atenta filmando cada rincón mientras camino y recuerdo a la película de la Bruja Blair. Que mal rollo eso. Intento no pensar, sigo y sigo. Hasta que de repente alguien me coge por la cintura y mis manos se mueven con cierta brusquedad, al punto de que casi se cae la cámara. 

- Perdón... Lo siento, lo siento. - susurra Samuel en mi oído y me incomoda un poco. - Ya. Primero dame distancia Sam, ya sabes... Que corra el aire. - digo en un tono serio, el chico hace caso, pero lo noto raro. No sé si es el efecto de la cámara, o yo que luego de las que hizo le tengo un poco de miedo. No sé. Ni en sueños estaré sola con él. 

- Vamos con los demás, eso. Y cuéntame un poco como han sido estos días. - saco un tema de conversación, lo que sea para sacarlo de su idea. Siento que me acecha de alguna manera y el olor a vómito corta mucho. 

~Mononoke

 

Notas de juego

No olvides firmar, Amaranto. :)

Cargando editor
10/11/2019, 11:49
María Helena González Bas

-¿Estos días? Una puta locura. De aquí para allá con los certificados, los papeles a presentar para la matrícula del curso que viene. Mi hermana preparando vacaciones insistiendo que vaya con ella en plan trotamundos…No se. Mucho lío. ¿Y tú?

Arrugo la nariz. –Sam, en serio, apestas. Vete a dar una ducha y te cambias. –Samuel se encogió de hombros, sin mucho ánimo- De acuerdo.

Se largó pasillo adelante y yo seguí filmando. Subí a cubierta, al poco lo hacen Sandra y Martin, que toma el timón. -¿Quieres pilotar, Helena? . Sí, claro, porqué no. Guardo la cámara, cojo el timón, pero , uf, siento frío de pronto, una ligera brisa se ha levantado, muy fría, igual que el aliento de una tumba profanada, a la vez que las nubes preñadas de oscuridad parecen aumentar en número y tamaño, cubriendo el manto nocturno de su presencia ominosa. Las estrellas desaparecen tragadas en la espesa negrura y tan solo nos queda la propia luz fantasmagórica del yate y alguna que otra de las embarcaciones…¿lejanas? Hace unos momentos estábamos casi rodeados de barquitos y ahora apenas se ven un par o tres a mucha distancia.

¿Qué sucede?

-¡Ostras! Qué frío y oscuridad de pronto, ¿no, papá?

-No es tan raro. El mar, la Mar, está llena de misterios. Será cosa de segundos. Así resulta más interesante esta noche.-Martín intenta darnos un soplo cálido de seguridad para calentar nuestros corazones.

Me encojo y me abrazo a mí misma. Sandra hace lo mismo, alzándose la chaqueta. Me acerco a ella, nos abrazamos para entrar en calor –Tía, estás helada -. Sandra comienza a tiritar, más de lo que considero normal en esta situación. Froto su espalda con las manos, sin embargo sus temblores van a más. –Oye, qué tienes…

Está palidísima, tan blanca como la cera, el vivo retrato de un cadáver en la morgue. Sus sacudidas aumentan, sus espasmos nerviosos me asustan, sus ojos se agrandan, enormes, me miran pero parece que lo hagan a la nada más absoluta.

De su nariz comienzan a gotear pequeñas lágrimas escarlatas.

-Sandra…¡Sandra! –se me congela la sangre en las venas y no es por el pasmoso frío circundante y tinieblas que nos rodean, sino por el terrible aspecto de mi amiga y las feroces convulsiones dominando su menudo cuerpo helado.
 

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  ~Guli