Partida Rol por web

Cuestión de identidad

Y entonces desperté (personaje 3)

Cargando editor
01/09/2008, 20:31
Director

Abres los ojos. Una sensación de entumecimiento, y un cosquilleo desagradables, atraviesan tu conciencia. Has estado durmiendo, no sabes exactamente cuanto tiempo. Una luz cenital, probablemente de luces de emergencia, llena la sala con un color entre grisaceo y anaranjado. Miras a tu alrededor. Parece una habitación de hospital. Pero no hay instrumental médico, ni tampoco parece haber anaqueles. Solo una cama con sábanas que, parecen, estar limpias. Tampoco hay ventanas, ni sillas para acompañantes. Solo la cama, una cámara pegada en la pared, una especie de pantalla de ordenador apagada, y una puerta. Desde donde estás, acostado, no puedes saber si está abierta o cerrada.

Tampoco hay un espejo en la habitación. Y ese hecho sin importancia hace que tu mente se de cuenta de otro de mayor gravedad. No recuerdas como te llamas. Ni siquiera recuerdas tu cuerpo.

Sientes una repentina sensación de vértigo y ansiedad. El lugar donde estás tendido es una cama, sí, pero se te antoja dura, incómoda.

No sabes quién eres. Ni qué día es hoy. Ni cómo te llamas. Tampoco sabes qué haces aquí, ni cómo es tu cuerpo. Te sobrepones a duras penas al vértigo. Algo debes hacer. La cuestión es qué.

Cargando editor
03/09/2008, 18:42
Isabel

Y las manos van más rápido que mis pensamientos. Mientras creo continuar en parálisis, mientras me pierdo en aquella sensación de equilibrio sobre el vacío, ellas ya se están deslizando. Las yemas quieren asegurar mi materialidad; quieren verificar que existe, que existo, que no soy sólo esa pregunta que se repite en mi cabeza de modo circular. Esa misma pregunta que, en este momento, en este lugar, es la única certeza que tengo.

No tengo idea de nada... No sé nada de nada...

Pero existo. Estoy ahí. Lo sé, porque ahora puedo sentir que algo me tira hacia abajo. Ahora que estoy tocando algo sólido, que hay algo debajo de mi tacto, noto cuánto me pesa el moverme. El vértigo inicial se ha ido... Existo. No sólo estoy pensando: estoy ahí. No es un sueño: he despertado. He podido despertar y estoy conciente. Estoy viendo lo que está pasando, estoy viendo mi encierro. Pero no importan esas condiciones... Lo que importa es que estoy ahí. No es la muerte, no es el más allá. Siento el dolor en mi cuerpo y los pinchazos de los huesos inmóviles; no soy un espectro. Soy, por Dios... ¡SOY!

Quién soy... Bueno, eso puede esperar un momento. Puede esperar a que mis yemas me digan primero qué soy. Que terminen de tocarme la cara como están haciendo ahora, y que traten de vencer el entumecimiento que me postra, para seguir el recorrido por todo lo demás. Se ha transformado en una búsqueda frenética. Necesito saber qué soy, cómo soy; lo necesito. Primero eso. Primero, lo que puedo saber. Después pensaré en lo demás.

Me sentía hace sólo unos segundos con suficiente energía para saltar de este sitio y ponerme a correr. Ahora siento que no tengo fuerzas ni siquiera para levantarme. ¿Qué podría ver si me levanto? ¿Qué tendrá esa puerta? ¿Qué es esa habitación? ¿Por qué estoy yo ahí? ¿Cuánto tiempo llevo ahí dentro? ¿Estaba durmiendo, o es que me han dormido? ¿Quiénes me han mantenido así? ¿Habré estado al borde de la muerte? ¿Me habrían diagnosticado la muerte y entonces...?

Las manos se frenan. Han visto suficiente, me han dado un poco de tranquilidad... Me quedo en ese reposo, en el que no tengo idea cuánto estuve, mirando para arriba. Trato de reconocer algún techo, o algún material. Siento que los ojos me duelen y que la luz me lastima, pero no pienso cerrarlos. No puedo arriesgarme a volver. Tengo que aguantarlo. Tengo vida, estoy respirando... Quizás si cierro los ojos, me muera o algo así. No puedo cerrarlos. No, no puedo.

Tengo que pararme. Si salgo de ahí, quizás vea algo que conozca. Quizás estoy ahí porque quise... O porque vivo ahí. Quizás haya alguien ahí afuera que pueda decirme qué está pasando. Voy a hacer el esfuerzo. Sí, así... Dios, ¡cómo me duele! Qué pesado que me resulta... Es como si tuviera todo esposado a la cama. No lo estoy, ¿verdad? No sé... desde aquí no puedo verlo. Pero tengo que intentarlo.

Así, tratando de despegar la espalda de las sábanas. Así, buscando con las manos el tacto de las sábanas. Así, sí, así, ya voy a lograrlo...

Cargando editor
03/09/2008, 22:59
Director

El abismo. Reconoces eso que sientes, pero no con un recuerdo, ni siquiera con una enseñanza. Solo es un concepto. El abismo, esa sensación de estar junto a la mas absoluta nada, y mirarla. Y saber que de alguna manera todas las respuestas están allí si tienes tiempo y valor de buscarlas.

No es extraño que tengas miedo a levantarte (aunque no es exactamente miedo). El techo es metálico y grisaceo. Hospital, ¿tal vez laboratorio?. No puedes estar segura. Al palparte confirmas un hecho: eres mujer. Y otro más: respiras.

Sí, tienes razón. Tu primera idea, casi tu grito, es cierto. ERES. El dolor se torna por un momento gozoso, antes que la ignorancia de todo vuelva a producirte una sensación de vértigo.

¿Estoy esposada a la cama?. Es verdad, desde aquí no puedes verlo. Pero medio te incorporas, y nada detiene tu avance. Aunque... ahora observas tus muñecas. Hay una ligera abrasión, quizás signo de haber estado atada, o esposada. O Tal vez tan solo resto de algun esparadrapo que, por alguna razón, hubieron podido poner en tu muñeca. ¿Lo estuviste, tal vez?. ¿Atada, esposada, encadenada? ¿O es un motivo mucho mas pueril el que notas como te agota, como te atrapa el corazón, haciendo que bombee con mas fuerza?.

Te tranquilizas. Ha logrado incorporarte. El tacto de las sábanas no es delicado. Demasiado almidonado. Demasiado duro. Rasposo. Aunque no demasiado. Tal vez las sábanas de un hotel, o de un hospital en un mal momento económico.

Respiras profundamente. Estás viva. Te lo repites. Sabes que es algo importante

Cargando editor
04/09/2008, 21:49
Isabel

Y no paro de repetírmelo, mientras me consume el vértigo de no tener nada más sobre lo que pisar.

Miro a mi alrededor tratando de entender. La cama es sólida... Todo es sólido. Es rasposo. Sin darme cuenta, llevo las rodillas a mi pecho y aprieto con los brazos alrededor. El latir de mi corazón choca contra mis músculos con tal fuerza que hasta creo poder escucharlo, en el silencio de aquel abandono. Me acurruco, como puedo, cuanto puedo, sintiendo que me recorre el frío. Pero no sé si es que realmente lo hace, o es el sudor que me recorre ahora que sé que estoy ahí, que no es un sueño... Ahora que, pasada la oportunidad de pensar que nada existe, tengo que preguntarme qué es todo eso. Y qué hago ahí, cómo he llegado ahí... Por qué estoy ahí.

Mis ojos, tan cerca de mis muñecas, ven las abrasiones de nuevo. Recorro la piel del antebrazo buscando alguna pista más que me indique qué significa eso. Pero nada me dice nada. La habitación no me dice absolutamente nada. ¿Qué es todo eso? ¿Qué me ha pasado? ¿Qué hago allí? ¿Quién soy? ¿Qué hice? ¿Qué me hicieron? ¿Por qué no recuerdo nada? ¿Cuántos años tengo? ¿Alguien me estará esperando allá afuera? Qué habrá allá afuera? Me siento atrapada entre esas cuatro paredes y en mi ignorancia. En ese silencio, esa oscuridad. Siento que me asfixio en la espiral de preguntas. Me falta el aire. No puedo detenerla. Me duele. Duele mucho. Dios mío, me falta el aire, me va a explotar el pecho...

No, me explotan los ojos. La garganta. El grito me nace de lo más hondo y me destruye. Siento contracciones en el abdomen, algo que me sube además del aire. Siento que el estómago se me da vuelta, y voy a vomitar sobre mis rodillas todo lo que no siento allí adentro. Me aferro el abdomen con fuerza mientras la cabeza me cuelga, y la saliva cayendo por mis labios se mezcla con el agua de mis lágrimas. Las arcadas continúan, no puedo contenerlas. Siento que voy a vomitar todo, hasta lo que no tengo... Cesan sólo cuando no me queda ni siquiera saliva para escupir. Tengo frío. Me va a explotar el pecho. No tengo aire. Me voy a morir, aquí sentada...

No sé cuánto tiempo paso acurrucada, pero logro tranquilizarme un poco. He dejado de llorar en algún momento. Pasado aquel grito, algo en mí encontró cierta calma. Me siento aún mareada... Pero más despejada. Voy a bajarme de la cama, sí. Voy a bajarme y a caminar un poco por aquel lugar. Veré todo de cerca. Ahí, decidiré si trato de ver qué hay detrás de la puerta. Pero... ¿Podré caminar? ¿Cuánto tiempo he pasado en esa cama?

Lo sabré ahora. Vamos, no es tan difícil... Un pie abajo, el otro seguido... La luz es suficiente para explorar un poco. Tengo que estar tranquila. Si algo sucede, volveré a la cama y miraré desde ahí.

Cargando editor
08/09/2008, 02:19
Director

Aun estás demasiado turbada. Fuerzas tu mente, tratando de recuperar retazos de lo que fuiste, o de lo que pasó, pero un gran vacío ocupa toda tu memoria. Sencillamente, no hay nada.

Absolutamente nada. O al menos nada que puedas reconocer. Las arcadas, entonces, te sorprenden, y pasas varios minutos acurrucada en posición fetal, en esa habitación totalmente vacía. Desangelada. Te arde la cara, y el pecho, por el esfuerzo de tus sollozos. Las lágrimas han dejado surcos en tu cara, y tus hipidos se suceden, afortundamente cada vez con más lentitud.

Y en ese momento oyes, lejano, el golpeo de alguien, y un grito. "Hola" crees que dice.

Y la certidumbre y el miedo de no estar sola se abren paso en tu debilitada y fragmentada psique

 

- Tiradas (2)

Tirada: 1d100
Motivo: ¿?
Resultado: 82

Tirada: 1d100
Motivo: ¿?
Resultado: 3

Cargando editor
09/09/2008, 16:40
Isabel

¿Hola...? ¿Hola?

Los pies que colgaban de la cama se retraen de inmediato. Antes de que pueda darme cuenta, antes de poder procesar aquello, siento el frío de la pared contra mi cuerpo. El calor de mis muslos contra mi pecho, y el dolor de las uñas clavadas en mi piel. Un cuchillo helado me baja por la espalda desde la nuca hasta lo más bajo, haciéndome temblar de nuevo. Me siento jadear. No puedo concebirlo. Las sienes van a explotarme en cualquier momento. Es demasiado repentino. No estoy sola... Por Dios, no estoy sola. Allí, alguien está llamando. Sabe que estoy aquí adentro. Sabe que existo. Alguien más sabe que existo...

¿Y si es alguien que me conoce, a quien quise? ¿Si es alguien en quien confío, o confié, y ha venido a buscarme?

Siento una inyección de calor repentino en todas mis articulaciones, luego de aquel pensamiento. Mis ojos se elevan de nivel, observando la puerta con más atención. Quisiera poder atravesarla y saber exactamente qué hay detrás, sin tener que moverme de aquí... Las piernas se me relajan. La presión de mis brazos deja de ser tan fuerte. Quizás quien llama ha venido a buscarme, sabiendo que he despertado. Quizás yo misma le mandé a que lo hiciera... Lo áspero de las sábanas vuelve a acariciarme los pies. Antes de pensar más, estoy moviéndome para bajarme de la cama.

Pero... ¿y si es alguien que me ha encerrado, que me ha mantenido dormida? ¿Si ha venido a ver si no me he muerto?

Vuelvo a pesar como una piedra. Soy incapaz de moverme un milímetro más de mi posición. El pensamiento me devasta y me arrastra de nuevo a las náuseas. No debo responderle: si ha venido por mí para continuar con todo esto, no debe saber que estoy despierta. No debe saber que ahora estoy teniendo idea de lo que sucede a mi alrededor. No puede saberlo... No quiero volver a la cama. No quiero que me aten. Quiero saber qué estoy haciendo allí. Necesito saber qué pasa. Qué pasa, qué es eso, quién soy. Qué soy. Por qué. Cómo.

Cuándo. Quiénes. Qué.

Cuánto...

- ... hola... - trato de decir de alguna forma, pero sólo es el gesto. La voz no me responde; siento el cuello endurecido y la garganta totalmente seca. Me fuerzo por hablar. He escuchado hace unos segundos que puedo hacerlo. Tengo que volver a hacerlo.

Tomo todo el aire del que soy capaz. Inhalar tan hondo me hace toser, y sentir que voy a vomitar los pulmones. Lo retengo cuanto puedo. Lo mantengo en mi estómago con fuerza. Lo aguanto. La toz cede. Lo aguanto más. Voy a ahogarme. Me desespero, pero lo mantengo. Me asfixio. Un poco más...

- ¡Hola! - es el estallido de mi cuerpo, cuando logra respirar. En la soledad de mi encierro, suena como un alud.

Ya está. Quien sea, me debe haber escuchado. Y si es malo...

La respuesta me encontrará en posición fetal, contra la pared, envuelta en temblores y terror.

Cargando editor
10/09/2008, 07:42
Director

Desnuda, acurrucada contra la pared, sudando, aterrorizada, tus manos aferradas a tus rodillas en un intento imposible de reducir tus convulsiones.

Notas el corazón latiendo desaforadamente en tu pecho. El miedo es ahora una realidad completa y tu grito es mas un intento de sacártelo de dentro que un intento de comunicación.

Pero para tu sorpresa no es tu respuesta la única que recibe el saludo anterior. Otras tres voces resuenan afuera, muy débiles, y seguidas de golpes metálicos. Una es femenina, las otras dos masculinas. Todas preguntan por quién es. Una dice que está encerrado

- Tiradas (1)

Tirada: 1d100
Motivo: ¿?
Resultado: 45

Cargando editor
12/09/2008, 18:13
Director

Notas de juego

Abro nueva escena. Gritos de desconocidos. Puedes postear alli, pero unicamente lo que gritas, y el tono. No puedes postear allí ni tus gestos, ni tus pensamientos, ni tus acciones. Solo lo que dices y como lo dices.

Cargando editor
13/09/2008, 23:18
Isabel

Hay más... Allá hay más... O seré... ¿O seré yo que...?

Golpes metálicos me tiran más contra la pared. Una sensación helada me recorre por el frío del material contra el sudor. El aire se ha detenido en mi garganta con la sucesión de contestaciones: el pecho se me ha hecho un nudo, y en el silencio que continúa a los primeros sonidos que recuerdo haber escuchado jamás, lo siendo nítido, inmenso.

Latido.

Latido.

Latido. Latido.

¿Me lo estaré imaginando todo? ¿Serán parte de mi imaginación? ¿Es tan fuerte mi deseo? ¿Quiénes serán...?

Exhalo violentamente al ahogarme. Tengo que asegurarme. El estómago se me retuerce y mis labios mordidos no quieren separarse para volver a hablar. Mi cuerpo no quiere responder a mi necesidad de saber, sólo quiere quedarse al amparo de la única seguridad que tengo: aquella soledad, y a mí como única compañía. Mi cuerpo va en desfasaje con mis pensamientos... Mi instinto contradice mi razón.

Pero, finalmente, el terror a volver al sueño indeterminado vence a todos los demás terrores.

- ¿Hola?

¿De dónde vienen los sonidos? ¿A través de las paredes? ¿Del otro lado de las puertas? ¿Una de las voces dijo que estaba encerrada? Entonces, quizás no me lo esté imaginando... Quizás de verdad haya otros como yo, que se han despertado así, y que están encerrados... ¿Eso quiere decir que mi puerta no está abierta? Si eso es así, eso querrá decir... querrá decir que no es mi imaginación. Que aquellos sí existen, aunque sea el que lo dijo. Aunque sea...

¿Cómo estarán? ¿También tendrán... marcas?

- ... ¿están bien?

Sin darme cuenta, estoy gritando. Pero el tono me tiembla, y no es por el frío de la pared. Tengo miedo. No quiero saber si es mi imaginación o no. Tampoco quiero saber si aquellos que me hablan, en realidad, me quieren hacer daño, o son los que pudieron haberme encerrado... No, sí lo quiero saber. La cabeza me explota, el pecho me mata. Nada puede ser peor que esta ignorancia. Nada.

Lorgo estirarme un poco, apenas. Al menos, he dejado de sentir náuseas. Hay otros como yo, no soy la única. Si no soy la única, al menos tengo compañía. Y en compañía, quizás haya alguna esperanza... Quizás podamos ver algo claro en todo esto. Quizás alguien tenga idea de qué está pasando. Quizás...

- ¿Qué es esto?

Miro a la puerta. Necesito confirmar que está cerrada. En un impulso, me he bajado de la cama. Al instante, caigo de rodillas sin poder evitarlo. No puedo caminar; no me responden las piernas. Las náuseas vuelven y de cara al suelo, trato de contener las lágrimas. Estoy así los segundos suficientes antes de entender que no es una imposibilidad: es el sueño. Mis articulaciones están dormidas aún. Si lo intento despacio, muy despacio, podré hacerlo.

Y cuando pueda, iré directamente a la puerta. Aunque tenga que arrastrarme.

Cargando editor
14/09/2008, 22:24
Director

Sabes, de repente, algo que la mayoría nunca conoce. Y es que todo lo que los seres humanos hacemos, lo hacemos por comparación. Sabemos que una voz es mas dulce que otra, o mas fuerte. Que el suelo está frío, o caliente. Que el tacto es rugoso o suave.

Todos esos conceptos respoden a la comparación con otras sensaciones, con otras vivencias, que quedan almacenadas en nuestra mente, y a las que acudimos para poder explicar, para poder justificar, nuestros sentimientos y sensaciones.

Pero no es así en tu caso. Quien quiera que se llevó tus recuerdos, si es que eso es lo que ocurrió, se llevó también todas las sensaciones. Sin ningún tipo de asidero, de comparación, solo con los conocimientos puros semánticos de las palabras, tratas de poner orden a la multitud de sensaciones que experimentas.

Todo es turbación, pero al preguntarte, vas logrando inventar, (¿descubrir?), algunas cosas. Las voces van del otro lado de las puertas, lejanas. Tal vez también del otro lado de las paredes, si es que estas son muy gruesas, o insonorizadas. Hay voces sí, masculinas, y al menos otra femenina.

Caes de rodillas tan pronto te levantas de la cama. Tus músculos simplemente no te soportan. El miedo a preguntarte qué significa eso (¿cuanto tiempo has estado alli?) no evita que la pregunta se forme en tu cabeza. Nausea. Y el sabor salado de las lágrimas. No te paras, sin embargo, vas avanzando, a gatas, hasta la puerta metálica. Tardas en llegar, pero lo haces. Los sonidos y las voces son más nítidas aun.

Cargando editor
14/09/2008, 22:48
Isabel

Notas de juego

Pongo esto por si estás justo presente y me lo puedes responder, porque de esto depende lo que ponga a continuación.

Una vez que llega a la puerta, ella trata de abrirla. Colgándose del picaporte, tanteando para buscar aberturas... lo que haya. Cuando sepa el resultado de esa acción, podré seguir. Gracias!

Cargando editor
14/09/2008, 22:51
Director

Te aferras a la puerta, y agarras el picaporte con esfuerzo. Tiras de él. No se mueve un ápice. Miras por aperturas. Ninguna. Te das cuenta también que carece (al menos desde este lado) de cerradura alguna

Cargando editor
15/09/2008, 00:45
Isabel

Suelto el picaporte al instante. Lo observo, con su sombra proyectada sobre mis ojos. No abre. Estoy encerrada. Entonces, es cierto lo que dice una de las voces... Entonces, hay más como yo. La búsqueda frenética de una apertura, de una cerradura o de algo que permita abrir aquella puerta es en vano. La puerta es lisa. No me permite confundirme al respecto. La han cerrado desde afuera. Yo no me encerré allí. El salir o no... No depende de mí. Quizás entonces ni mi despertar dependió de mí. No lo pude haber elegido. Estoy confinada. Estas cuatro paredes son mis límites. No existe mi voluntad. No importa lo que quiera. Y este vacío tampoco es mío... Yo no fui. Esto no es mío.

Entonces, ¿quién? ¿Quién es? ¿Quiénes son?

¿Por qué lo hacen? ¿Cuál es el motivo por el cual pudieron haberme encerrado sin posibilidad de salir?

¿Por qué a ellos? ¿Habrá muchos más? ¿Es el mismo motivo?

¿Por qué a mí?

Me escucho gritar desgarradoramente. Las manos, que habían estado recorriendo torpemente la puerta, se crispan y arañan el material. Termino apoyando la frente contra superficie, llevando mis muslos de nuevo contra mi abdomen y las rodillas contra mi mentón. Estoy encerrada. Estoy oyendo voces. Ellas describen la misma situación en la que estoy. Todos están encerrados. Nadie recuerda qué ha sucedido. ¿Será verdad? ¿Seré yo? Es que... ¿nunca me habré despertado? ¿Es que volví a dormirme?

¿Puede ser posible?

Me araño la pierna con fuerza. La certeza de la herida me persuaden de lo contrario. No... Esto se siente distinto. No es lo que sentí al caerme al suelo. No es como me sentía cuando empecé a ver la habitación. Tiene que ser algo distinto. Sí, esto debe estar ahí. Quizás ellos sí no están ahí... Quizás... Pero no lo sé. No sé nada. No puedo estar segura de ello. Sólo sé algunas cosas seguras...

Estoy viva. Soy mujer. Acabo de despertar. No recuerdo nada: absolutamente nada. Estoy en un lugar que está cerrado, y no por adentro. Hago sonidos que puedo escuchar. Escucho sonidos que se parecen a los míos... Y que sé qué significan. Dentro de mí, sé qué son. Y parece que aquellos que los hacen pueden entender los míos. Los otros sonidos llegan más bajos de los que escucho los míos.

Me llevo las manos a la cabeza. Mis dedos tantean lo que encuentran. Vuelven a tantear todo mi cuerpo, asegurándose de que todo sigue allí. A gatas me separo un poco de la puerta y la observo. Presto atención por si algo más me llega. Nada. Echo una mirada completa a la habitación, de nuevo. Nada. Las voces las entiendo: pero de todo lo que veo, no entiendo nada. No hay nada en mí que me diga algo sobre lo que estoy mirando.

Quiero saber que aquello que escucho, tal como lo que siento en la pierna, está ahí.

- Es que... ¿ustedes me entienden? ¿En verdad están ahí? ¿Qué ven a su alrededor?

Cargando editor
15/09/2008, 05:51
Isabel

Notas de juego

Uff. Lamento molestarte de nuevo, pero me ha surgido una duda grosera. ¿Cómo piensas manejar el conocimiento que los personajes tienen del tiempo? ¿Como un conocimiento a priori, o algo que es aprendido?

Cargando editor
15/09/2008, 12:44
Director

Notas de juego

Perdona pero.... no se exactamente a lo que te refieres :D

Cargando editor
15/09/2008, 18:09
Isabel

Notas de juego

Oh. Perdona XD

Me refiero a esto: si piensas que la noción de 'tiempo' viene innata en el hombre, previa a cualquier conocimiento que adquiere [uno ya nace ubicado en el tiempo, sabiendo de su transcurso, y demás] o si harás que el tiempo sea una noción que el hombre aprende, construida a nivel social o de comunidad, que por tanto requiere socialización [aprendizaje, y por tanto recuerdos]. Lo pregunto porque, de ser lo primero, por datos fácticos [longitud del pelo o el vello] el personaje podría llegar a darse cuenta cuánto ha pasado allí dentro; pero de ser lo segundo, ninguno de esos signos le daría ninguna información, pues no podría asociarla con nada.

Cargando editor
15/09/2008, 18:15
Director

Notas de juego

Comprendo XD

Veamos. La mayoría de los conceptos humanos (tiempo, amor, odio, experiencia, lenguaje... los mantienes). Mirando la longitud del pelo tendrás efectivamente idea de cuanto tiempo ha pasado. No sabes el año en el que estás, pero sí recuerdos de un mundo "moderno". Pero dichos recuerdos son difusos. Y cuando tratas de concretar fechas, caras, momentos, conocimientos específicos... hay un vacío en tu cabeza

Cargando editor
15/09/2008, 18:24
Isabel

Notas de juego

Vale XD Es que la gran discusión filosófica sobre conceptos tiempo-espacio se coló en mi cabeza frente a esta situación.

Seguiré con esto entonces, luego de ver lo que gritan.

Cargando editor
18/09/2008, 19:54
Isabel

La información dividida no me da ninguna seguridad. Nada. No todos responden... A no todos les ha pasado lo mismo. Pero... al menos hay una más. Hay otra, allí, quien está igual que yo. Sin nada, con marcas, encerrada sin saber... Sin entender... ¿Cuánto llevarán...? ¿Cuánto llevaré...?

Deslizo los dedos por el cabello. Repentinamente, entiendo que el largo me va decir parte de lo que quiero saber. Me concentro en eso, sólo en eso, sin prestarme a escuchar nada más. Eso me va a dar alguna seguridad, sí. Al menos, una. Al menos, algo aproximado...

Y mientras tanto...

Con los ojos, busco lo que aquella voz dice que tiene sobre el lecho. Yo no lo he visto. Trato de divisar algo bajo aquella luz, que no me deja ver como me gustaría. Se supone que ya he mirado por esta habitación, y que no he visto nada más. No sé si se me pudo haber pasado algo así. Aunque, si, es cierto... Siempre estuve de espaldas al lugar donde debió estar la cosa... Si es que está allá, efectivamente allí, estaré bastante convencida. No puedo escuchar algo que no sé: lo único que sé, es justamente, que no sé nada.

Notas de juego

Por si no me expliqué del todo ahí arriba, ella se toca el pelo tratando de asociar el largo con el paso de un determinado tiempo. Si ese largo no le sugiere nada, tocará por todo su cuerpo buscando más vello que evaluar. Y hace exploración visual de la habitación, de nuevo, con mucha más atención, buscando la caja sobre la cama de la que le hablaron.

Cargando editor
19/09/2008, 10:09
Director

Tu pelo está largo. Y sucio, y enmarañado. Hace tiempo que no es cortado, eso desde luego. Pero desgraciadamente no tienes nada con qué compararlo. No sabes como llevabas el pelo antes de estar aquí, y tampoco sabes cómo te crecía antes... pero supones que al menos hace dos o tres meses que nadie lo corta, que nadie lo cuida debidamente. Si tuvieras algo en lo que basarte, algo que poner como contrapartida, sería todo mucho más fácil, eso seguro.

Tus ojos enfocan encima de la cama, de la cabecera de la cama. En efecto: hay algo allí. No es propiamente un cajón, ni un armario. No tiene pomo, ni cerradura. Y pasaría perfectamente desapercibido si no fuera por la pequeña rendija, la pequeña línea negra, que te permite adivinar que hay algo ahí. Algo escondido.