Partida Rol por web

 Tranquilo Samuel, nadie va a recurrir a las armas. Nadie sacaría las armas en un lugar santo como este-guardo silencio unos segundos ya al ver la cara de incredulidad de algunos de sus compañeros se trató de explicar-nadie sacaría las armas en un lugar protegido por un ejercito, no serían tan estupidos. Ademas nadie ha dicho que debamos ser descorteses, aunque si quereis mi opinión Don Carlos, yo tampoco veo motivo para entablar conversacion con estos villanos.

Aquella actitud era infantil y peligrosa... ¿cómo que unos malhechores no harían uso de las armas en un determinado lugar por ser considerado Santo? si queda claro que no todos tienen el mismo respeto por las leyes de los hombres igual debería suceder con las divinas. Lo que para estos nobles es categórico para unos villanos no supondría ningún impedimento.

Kalev se esperaba lo peor... se había quedado allí para poder participar de todas las decisiones que le afectaban directamente pero dormiría en el carro aunque le pesase al más alto. No estaba dispuesto a amanecer degollado y saqueado por caer en el pecado de la estupidez. De cualquier modo prefirió no dar su opinión en aquella disputa.

 Roderigo trata de asimilar todo lo que va escuchando. Criminales...compartiendo el mismo cuarto en un monasterio...que tipo de criminales?

-Disculpad compañeros, como sabéis que aquellos personajes son criminales?Creo que me he perdido una buena parte de la historia en mi paseo.

 Por las cicatrices y las marcas que tienen es sus cuerpos. La falta de una oreja o de una mano, son castigos muy populares en algunos reinos para los ladrones y los contrabandistas-dijo Antón-Ademas, les he escuchado decir algo de unas mazmorras por lo que entiendo que estubieron encarcelados y no voy a arriesgar mi cuello solo para parecer cortés ante unos desconocidos-al decir esto sonrrió tratando de relajar la situación. Es verdad  que aquel no era el lugar mas apropiado para un vizconde y su comitiva, pero Antón nunca había sido enemigo de los viajes y todas aquellas adversidades le parecían solo una parte mas de la aventura.

Sorprendido de la ignorancia de Roderigo me dispuse a contestarle, quizás no fuese tan mala gente si de verdad no sabía lo que significaban aquellas mutilaciones, claro que también podía estar mintiendo.

- De donde yo vengo - dije en voz baja- los delitos de bandidaje se castigan con la pérdida de una mano y los de contrabando con una oreja... aquí no debe ser muy distinto, así que a todas luces esos vascos son unos criminales.

 Mi amo tiene razón, tienen pinta de criminales -Pienso-. De todas formas, puede que esas heridas les hayan hecho escarmentar, quizás Don Carlos tenga razón.

-Amo, -Digo dirigiéndome a Antón- puede que debiéramos hablar con aquellos hombres, pues no conocemos esta zona y no tenemos idea de lo que esta pasando. Pienso que quizá seria una opción hablar con ellos, pero siempre de forma precavida y sin dar demasiada información sobre nosotros, si vemos que las cosas se complican, siempre podemos irnos. Además, como usted mismo ha dicho "nadie sacaría las armas en un lugar protegido por un ejercito, no serían tan estupidos".

 Bien, asi sea. Pero tened cuidado con lo que les decis. No hableis de la ruta que vamos a tomar ni de lo que llevamos con nosotros, aunque no creo que hayamos pasado desapercibidos. Se cauto mi buen Ernesto.

- Ilustrísima, como siempre he dicho, vos tomáis las decisiones en el grupo. Si creéis que no es una buena idea hablar con esos ... con esos truhanes, mejor pasamos la noche aquí apiñados , montando guardia pues se les ve de los que tienen las manos muy largas y mañana nos vamos cuanto antes de aquí.- resignado - Yo sólo lo comentaba por obtener algo de información de los alrededores.

 En efecto Don Carlos, si quereis hablar con ellos soys libres de hacerlos, siempre y cuando tengais cuidado con las palabras que vuestras bocas dicen. Y, Don Carlos, no me trateis como vizconde, este es su peregrinaje. Yo solo acudí en su ayuda y entiendo que las decisiones tomadas por usted, hombre noble y sabio, son tan buenas decisiones como las mias-dijo sonrriendo.

 -¿Viene alguien a acompañarme? -Digo mirando a todos y cada uno de mis compañeros- Si planean hacer algo, probablemente se lo piensen dos veces si somos más. Además así podremos cubrirnos mejor las espaldas en cualquier caso.

 Ernesto, estamos en la misma sala. Si osaran levantarte la mano en mi presencia, les sería cortada por mi hoja. No te preocupes y no dejes que te enrreden con sus charlas. Trata de descubrir que esta ocurriendo, y será mejor que despues no le demos mas vueltas, nos espera un largo camino aun.

 Me acerco a la mesa y los saludo.

Buenas noches caballeros y buen provecho, espero no molestarles. Quería preguntarles que si eran de aquí y si podrían hablarme un poco de este área. Verán, soy Ricardo de Montalvo, un mercader nómada que va de pueblo en pueblo ganándose la vida- Dándose cuenta del error que acaba de cometer Ernesto intenta arreglarlo, ya que los mercaderes solían tener fortuna- Bueno, eso era antes, pues fui atacado por unos bandidos en el bosque y me robaron todo lo que tenía: Mi corcel, mi dinero, mi carruaje, mi cargamento... todo. Buscando cobijo y algo que llevarme a la boca, me encontré con estos señores en el camino -Digo señalando a mis compañeros de viaje-. Pararon para socorrerme y accedieron a llevarme a la posada más cercana. Poco más les puedo decir de ellos, pues más bien nada hemos hablado de camino aquí.

Kalev se limitó a quedarse con la boca abierta ante la torpe verborrea del mastuerzo de Ernesto. ¿Un mercader...? ¿De pueblo en pueblo...? ¿Pero qué demonios...? Durante unos instantes bien tentado estuvo a intervenir y tratar de socorrer al apurado falso señor de Montalvo pero en seguida se convenció a sí mismo que sería mucho más divertido ver cómo salia de aquello.

El vasco ve venir a Ernesto desde lejos y deja de hablar con sus compañeros, que hacen lo mismo y escuchan con atención toda la retaila/monserga de Ernesto.

- Encantado de conocerte Ricardo- dice con un acento muy marcado, parece que este hombre no suele hablar castellano- Somos de la Villa de Mondragón, bastante lejos de aquí. Aunque somos viajeros por naturaleza y siempre estamos yendo de aquí para allá. Vos decís que acabáis de ser robado?, ¿ Acaso venís del valle de Ibarrela? , menuda chusma. Nosotros venimos directamente de allí, está repleto de bandidos y las gentes del valle no sienten amor por los que no son de allí. Y máxime si van armados, tuvimos que salir corriendo de allí. Malditos bastardos...

Sus dos compañeros asienten y lanzan gruñidos regularmente, como para confirmar la historia.

 -No, no, para nada, vengo de un pueblo de la provincia de Huesca. ¿De Ibarrela decís? -Digo sorprendido- Nunca había oído hablar de ese lugar, per por lo que decís parece mejor mantenerse alejado de él.

- No queda lejos de aquí, pues - mira ahora con gesto serio - si podéis, evitadlo, es lo mejor. Pero si tenéis que pasar por él, id con cuidado.

-Muchas gracias, habéis sido de gran ayuda, seré precavido -Digo mientras agacho la cabeza y me retiro.