Partida Rol por web

Tras la batalla contra los despiadados hombres del abad en la aldea de Ibarrela, la muerte de Kalev y el zahimiento de Don Antón , y Ernesto en menor grado, el grupo, tras descansar varios días en las cercanías de Ibarrela, en sendas casas de acogida y viviendo de la caridad de labriegos que no consintieron en cobrar al grupo: "a los héroes de Ibarrela", pues según contaron, la fama del grupo pese a la derrota se ha extendido no sólo por toda la comarca sino por el mismísimo Reino de Navarra, continúa el viaje hacia Santiago, el particular peregrinaje de Don Carlos de Mayoral en la búsqueda de la expiación de sus pecados veniales.

Siguiendo la costumbre de los peregrinos, Don Carlos os  exhorta a deteneros en Puente la Reina , pues es tradición detenerse a rezar en las Iglesias de Santiago y San Pedro, así como venerar la imagen de la Virgen del Chori, situada en una capilla en el Puente de La Reina.

Allí en la iglesia de Santiago, nuestros protagonistas coinciden en la Iglesia con un hombre de armas, grande pero encorvado, con mirada piadosa pero gesto adusto y amargo al cual pensáis, le debe atormentar un gran mal, pues reza con fervor a la par que cabizbajo.

Tras las oraciones y visitas de cortesía, es hora también para el ocio, como le llamaban los romanos al tiempo libre y el grupo decide ir a refrescar el gaznate y a tomar un bocado si es posible a la posada de Charlingoak en las afueras de la localidad.

Charlingoak significa perro, la posada es confortable, la comida buena y el servicio excelente. Regentan la posada un hombrecillo llamado Gorka y una especie de caballo con faldas llamada Ostatxu, de la cual dicen los del lugar que es capaz de derribar a un buey de un solo puñetazo.

El grupo tras tomar asiento, comprueba que en la posada únicamente hay un grupo de tres tipos con mala facha  que van con una chica y otra vez el caballero que vieron antes en la Iglesia de Santiago.

Igual tengo suerte XD

Roderigo entra en la Taberna y se sienta con sus compañeros. Observa como han mejorado notablemente desde el desafortunado encuentro con los bandidos de Ibarrela. Bebe y comenta sus aventuras con sus compañeros, así como se fija en el curioso grupo que hay en la taberna. Fijándose en el gran hombre que se encontraron el la Iglesia, comenta por lo bajo al grupo:

-Por Dios que nos hubiese ganado la batalla tener a un par de esos en Ibarrela.

Antón no había hablado mucho durante el viaje. El dolor le atenazaba el brazo, que llevaba debidamente vendado y prieto para no moverlo. Don Carlos le había insisitido en que regresara a Muel para recuperarse, ya que no tenía obligación de acompañarle pero Antón había decidido llegar hasta Santiago. Ahora se mostraba taciturno y serio, pensativo y preocupado ya que no solo el dolor de su brazo le atormentaba si no también la muerte de aquellos villanos a manos de los bandidos que podían haberse evitado si él mismo no les hubiera instado a defenderse. Ibarrela ya no tenía personas decentes, tan solo viles alimañas al mando, posiblemente, de un monje impuro. Las cosas podrían haber sido diferentes pero ahora renegaba de la "fama" que el creía inmerecida. No habían salvado aquel pueblo, lo habían condenado.

Antón pidió un vaso de sidra y se mantuvo en silencio sin contestar a su compañero. El primer trago lo bebió a la memoria de Kalev, ese judío que demostró tener mas agallas que muchos otros y dió su vida por nada. Después observó al hombre que habían visto en la capilla y pensó que seguramente ambos tendrían mucho en que pensar.

Recuerdas que Charlingoak lo usan para llamar a los hijos de mujer humana y Agote - criatura con apariencia humana pero maldecida hace siglos por el arcángel Samael, son de apariencia nórdica con ojos azules y pelo rubio y desde pequeños padecen la lepra- , maléficos y crueles.

La muchacha antes mencionada, de unos veinte años, es de noble linaje, a juzgar por sus porte sus maneras y su ropas. Nada que ver pues, con las tocas maneras y el sucio aspecto de los tres hombres. No hace falta ser Docto para darse cuenta de que la mujer viaja contra su voluntad con esos tipejos.

Antón le dió otro tiento vaso de sidra y miró a la muchacha. Era bien parecida en verdad, pero no tenía ganas de empezar una charla con nadie. A Antón, desde siempre la había gustado tratar con las Damas, pues era de lengua viva y gracias a su posición solía tener ventaja en las pláticas.  Se limitó a contemplarla mientras se terminaba vaso de sidra asi como a los hombres que la acompañaban. Aquellos maleantes le recordaban a los bandidos y el puño le temblaba de ira.

Aleixo dio un largo trago de su jarra y, acto seguido, el ama de la taberna se la volvió a llenar. Agua limpia... sólo eso. El vino era para las misas y los ritos y, como sangre de Cristo, no estaba en la ley de un Caballero de Santiago tomarlo como divertimento o calmante de la sed. Tampoco tenía intención de divertirse... A algunos peregrinos y a los ungidos con la sagrada Cruz del Apóstol era costumbre ofrecerles cobijo gratis. Ese era el motivo de su presencia en la taberna... o quizá los caminos del señor, en su afán por ser inescrutables, le habían dirigido allí a dirimir la cuestión con la muchacha.

Los villanos solían ser cobardes y la gallardía de un noble les imponía respeto y decoro... quizá símplemente hablándoles se darían a bien liberar a la muchacha cautiva y abandonar los lares por temor a más represalias. Si, por contra, se ponían farrucos... habría que echar mano de los filos yq ue fuera lo que Dios quisiera.

Cando Aleixo hubo acabado con la segunda jarra de agua fresca, se levantó pesadamente y se dirigió a la mesa dónde los maleantes aguardaban.

- Buenos días vuesas mercedes... - dijo Aleixo con gesto adusto mientras se desabrochaba la capa y dejaba ver la naturaleza de la librea y la malla que portaba. - Llevo un rato preguntándome el motivo por el cual esta doncella lucha y se revuelve. Para mí que no es compañera voluntaria lo cual... digamos que no es cristiano, ¿verdad? ¿A que no vamos a contradecir las enseñanzas de nuestro señor? Estoy seguro que tenéis cosas que hacer ahora mismo justo en otro lugar. La dejaréis marchar...

Apoyó un manaza en el pomo de la espada y miró con gesto interrogativo a los villanos. Lentamente comenzó a dar media vuelta y le dijo a la muchacha... - Venid conmigo... aquí estaréis a salvo.

Empieza a chillar - ¡ Por favor mi Señor, Socorredme  estos hombres me han raptado!

Uno de los tres hombres se levanta, da una bofetada a la dama y grita al caballero - ¡ No metáis las narices en esto ! pues esta mujer está loca.

Antón dejo el vaso, ya vacío, en la mesa y se levantó junto al caballero. Por culpa del rápido movimiento los músculos del brazo le volvieron a recordar que no sería usado. 

-Loca o no, no he visto jamás a un hombre de bien abofetear a una dama como lo hacéis vos -le dijo con desprecio- dejad a esa mujer tranquila, ¿de que la acusáis?¿que mal os ha hecho?

Aleixo quedó sorprendido por la reacción de todos los clientes de la taberna. Por un lado el mequetrefe se digna a golpear a la mujer sin reparo ninguno y por otro lado... ¡demonios! Parece que el cruzado no es el único que había reparado en aquella injusta situación. Un tipo... un tullido con porte de noble levanta la voz para reprender a los malhechores.

Aleixo se giró al noble que vociferaba requiriendo respuestas y con un leve gesto de la mano... un gesto calmado, le indicó que la cosa no llegaría a ser como para sulfurarse. Acto seguido se giró de nuevo a los tres mequetrefes.

- A ver si es que no me he expresado bien. La dama se viene conmigo... - repitió con voz gélida y los ojos clavados en los de los contrincantes. - Si tenéis en estima vuestras vidas os iréis y aquí acabará todo. Y si no... afuera hay espacio suficiente para despedazaros y echaros a los cerdos.

Sin apartar la mirada del tipo que le había hablado tendió la mano a la moza esperando que esta la tomara y pudiesen salir dea allí por su propio pié.

A duras penas pude sentarme en la silla de la taberna. La herida de lanza me había dejado huella, y cada vez que flexionaba mi estómago, me dolía horrores. Al fin lo conseguí, no sin poder reprimir una mueca de dolor en mi cara.

El viaje había sido tranquilo, aunque entrar en una localidad cuyo nombre significaba "perro" no me hacia mucha gracia, para mí eso era señal de mal augurio, y que el mastín de Don Carlos siguiese acompañándonos no ayudaba.

-Ojalá ese maldito perro hubiese muerto en la batalla -Pienso para mí, aunque me arrepiento enseguida, odiaba los perros, pero no tanto como para matarlos-. Además, esta condenada localidad con ese nombre... Se que voy a tener problemas...

Como si de una respuesta a mis pensamientos se tratase, un hombre se levanta hacia una mesa en la que varios individuos están reteniendo a una dama. El hombre intenta socorrer a la mujer y cuando ella le pide auxilio, un sinvergüenza de los que estaban con ella le espeta un bofetón en la cara.

En ese instante, Don Antón, furioso, se levanta para ayudar al misterioso varón y reprimir a aquellos impresentables.

-¡Maravilloso! -pienso-. Acabamos de conseguir salir de la batalla de Ibarrela y ya estamos metidos en otro berenjenal, parece que tenemos un imán para los problemas...

Aunque no me levanto, pongo una mano en la empuñadura de mi cuchillo, preparado para lo que pueda suceder, aunque rezando para no tener que llegar a utilizarla.

Roderigo se mladijo, estaba el tan tranquilo, recuperándose de las heridas de Ibarrela, disfrutando de un rato de descanso, bebiendo bebida de calidad...cosa que hacía años que no llevaba a cabo y de repente, el bravucón de Don Antón, tuvo la necesidad de defender a una señorita que ni les va ni les viene de un grupo de harapientos.

Un caballero se había ofrecido a rescatarla, pero el de Muel quería protagonismo...Roderigo se llevó la mano al cuchillo, por si las moscas, mientras por su cabeza rondaba la frase "no salimos de una y ya estamos metidos en otra"

Los tres hombres se ponen en pie y echan mano de sus espadas, parece que los hombres no se amilanan y están dispuestos a pelear en el interior de la taberna.

- Sóis vos el que no tenéis en estima vuestro pellejo.

Desenvaino + iniciativa.

Amos a liarla...

Acciones de combate:

Parar el primer ataque / atacar al primer atacante. 

El primero de los hombres ataca fallando el primer ataque pero no así el segundo.