Partida Rol por web

El grupo deja atrás las húmedas tierras cercanas al río y se interna en una zona algo más seca y llana, nada favorable a las emboscadas y por ende , a los salteadores. El pie de Roderigo mejora favorablemente ya aguanta un par de horas caminando con normalidad, con lo cual, hace el trayecto andando y montado alternando ambas posiciones.

El grupo atraviesa media docena de arboledas, extremando las precauciones en todo momento siempre, con las armas por delante como se suele decir. Tras las arboledas ya en una zona totalmente llana, divisáis un camino de tierra perfectamente surcado, el cual tomáis sin demora. Tras avanzar por el camino durante no muchas varas, llegáis un molino abandonado y al poco de dejarlo atrás cuatro hombres armados os salen al paso en el centro del camino. Visten gambesones tres de ellos, mientras que otro que se adelanta al resto, viste una coracina sobre túnica con los colores blanco y rojo.

El hombre os da el alto.

Levantando la mano para que os detengáis - Buen día tengan sus mercedes - dice observando a todos y a cada uno de vosotros -¿empieza a hacer frío verdad? no tienen pinta de ser de por aquí. Soy Javier de Ribagorza, hombre de armas de Su Excelencia el Señor de Estella. Tierras en las que nos encontramos, ¿ Puedo preguntaros quienes sóis y qué motivos os traen hasta aquí ?- pregunta con educación pero por sus gestos vislumbráis que el hombre parece algo desconcertado con vuestra presencia.

Anton se paró en secó ante aquel aviso. Aquellos hombres iban fuertemente armados pero se guardó de desenvainar el acero y respondió a aquel hombre, que por sus vestimentas parecía un soldado y no bandido. Duda que se disipó totalmente al escucharlo hablar.

-Buenos dias-dijo alzando la mano derecha, pero cuidandose de disimular el dolor que sentía con su izquierda- Mi nombre es Antón, vizconde de Muel. Estamos peregrinando en dirección a Santiago, para ver la tumba del apostol. Pretendíamos dirigirnos hacia el monasterio de Irache ahora mismo, pero tuvimos un pequeño contratiempo mas atrás y nuestro paso se ha visto demorado.

Abriendo los ojos de par en par e inconscientemente haciendo una media reverencia - Oh, ¡ disculpad! Vizconde, es la primera vez que vemos a alguien de tan alta alcurnia por aquí... ¿ Dónde queda Muel? - parece pensárselo mejor - bueno es igual, no tenéis pinta de ser Aragonés- mira al resto del grupo - no ninguno es Aragonés... ¿ Castellanos y Navarros ? , sí, seguro que castellanos y algún navarro. Nuestros reinos están aliados contra esos perros aragoneses....- hace una reverencia a Ana - señora, apuesto a que vos sois de por aquí. Sí, tenéis toda la pinta.

Se adelanta - En efecto soldado- dice con desdén -mi padre es el Señor de Narvarte, no tan poderoso como tu señor pero también noble , piadoso y fiel vasallo de nuestro Rey. Y por supuesto, enemigo de los Aragoneses.- haciendo un ademán con la mano - y ahora no nos entretengáis más, debo reunirme con mi prometido en Irache.

Como veis entre nosotros se halla un caballero de la Orden, asi pues no debéis preocuparos puesto que no somos Aragoneses-trató de disimular Antón- entonces si nos lo permitís nos gustaría continuar nuestro camino para no hacer esperar al prometido de esta damisela.

Roderigo se asusta cuando los 4 hombres les salen al paso, pero poco a poco, al oír las palabras del soldado se va calmando. No obstante, sus nervios vuelven a estar a flor de piel cuando nombra la guerra con los aragoneses. Parece que de esta han salido del paso, pero igual algún superior de estos soldados conoce de la localización de Muel, y eso puede ser un problema...

Rezando para que no los descubran, Roderigo espera a que sus compañeros se vuelvan poner en marcha.

Aleixo dio un paso adelante para referirse al hombre de armas del Señor de Estella.

- Buen día para ti también, Javier. Mi nombre es Aleixo de la noble casa de los Ocampo y regreso a Compostela desde tierras francesas ya que, como ya ha apuntado el buen vizconde, pertenezco a la Orden de Caballeros del Apóstol Santiago. Nuestro único objetivo es andar este Camino para rendir veneración al Santo y, sinceramente, aunque el paso por tierras Aragonesas ha sido duro, no traemos la guerra con nosotros. Somos simples peregrinos que la senda ha unido.

Durante unos instantes cesó de hablar para comprobar la reacción del soldado a las referencias clericales. De un modo o de otro acabarían dejando atrás aquellas tierras.

- ¿Serías tan gentil de permitirnos cruzar las tierras de tu señor? Pasaremos de largo en apenas unas horas sin causar ningún perjuicio. De otro modo el rodeo es considerable. 

Uno de los soldados se acerca a Javier y le susurra algo al oído tapándose la boca con la mano para que no podáis leerle los labios. Javier asiente con la cabeza y parece dubitativo al escuchar al otro soldado.

A Roderigo no le gustaba que aquellos soldados cuchichearan así que p uso su cabeza medio de lado, y agudizó el oído. para intentar averiguar que se traían entre manos el tal Javier y sus soldados.

- Javier, no deberíamos dejarles pasar sin más. Llevémosles ante nuestro Señor y que él decida. Dejarles pasar sería un error...

Roderigo, tras agudizar el oído, se acerca a sus compañeros, en especial a Carlos y a Antón, y les dice susurrando, de manera que los soldados no se enteren:

-mis señores...están hablando de levarnos ante seu señor para que él decida si dejarnos pasar ou non, que deixarnos pasar sen máis es un error. Señor Antón, si el señor de este lugar sabe donde está Muel...pode ser un problema...

Mirando preocupado a los soldados, susurra -Esperemos a ver qué deciden, si levantamos las armas contra hombres de un Señor podemos ir a prisión o... algo peor.- se acerca más al grupo y baja el tono todavía más -pero... si no nos dejan pasar y nos llevan ante su señor, estamos perdidos. Si no nos dejan pasar habrá que abrirse paso -dice con tono decidido.

Aquello le preocupaba en demasía. Podía suponer todo un problema ya que si descubrían que Antón era de donde era no tendrían ninguna duda para encerrarle en una mazmorra. Trató de intervenir.

-Mi buen Javier no quisiéramos hacerles perder el tiempo ni nosotros retrasar el paso. Ya hemos dormido al raso y nos gustaría llegar al monasterio lo antes posible para poder tener un jergón caliente donde descansar. Ademas, como podéis observar vos mismo, la Dama de Fonsalba está deseando llegar junto a su prometido y...menudo genio tiene-le susurró con complicidad- Como veis no somos bandidos ni espías de otras tierras, solo somos peregrinos alegres de saber que estas tierras están celosamente protegidas y que podremos continuar sin ningún mal encuentro.

Asentí ante las palabras de Don Carlos, si había que luchar yo lucharía como había hecho antes, pero era mejor convencerles de que nos dejaran pasar. Pero había que pensar en algo. Bajé la voz para que sólo el grupo me escuchara.

- Mi señor, yo estoy dispuesto a lo que sea, pero es mejor evitar la confrontación que esta gente va bien armada - susurré - decidle que no tenemos tiempo que perder, que si no el padre de la dama se enfadará mucho si se entera de que los hombres del señor de Estella nos han retenido... no creo que haya otra forma de convencerlo.

El hombre tras estar pensativo unos segundos parece darse por vencido.

Se aparta del camino y hace un gesto a los otros tres soldados para que hagan lo mismo -Un Santiaguista y un grupo de castellanos que van con una moza Navarra no pueden causar ningún mal a este reino. Podéis atravesar estas tierras sin peligro- el hombre que antes le susurró hace amago de protestar a lo que Javier levanta la mano - yo respondo ante nuestro Señor. He dado una orden soldado- dice amenazante, ante lo que el otro hombre no puede más que encogerse de hombros y dejaros pasar.

- Tengan sus mercedes un pronto viaje.

Muchas gracias Javier, se alegra uno de que haya hombres como ustedes protegiendo a los peregrinos. Bien, será mejor continuar. Tengan un buen día-le dijo con una sonrisa mientras reanudad el paso, haciendo un gesto a sus compañeros para que lo siguieran.

Roderigo, tenso todo este tiempo de charla, al ver que por fin, gracias a la labia del de Muel, y para que ser modestos...el buen oído propio de Roderigo, podían pasar sin ningún peligro. Relaja sus músculos, hasta ahora más rígidos que la piedra por toda la tensión.

Desde que han andado un cacho, y lejos ya del alcance de los oídos del tal Javier y sus eficientes soldados, comenta.

-Creo que o máis sensato sería atravesar este pueblo o máis rápido posible, se os soldados del padre de la dama - dice haciendo un gesto amable "forzado" - aún nos siguen a pista e falan con ese tal Javier, o si hablan con alguien culto que sepa donde está Muel...estaríamos nunha situación moi comprometida.