Partida Rol por web

Danza Macabra. Sexto Episodio: Sed de Sangre

1. El Leproso

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08/01/2013, 13:46
Samuel Sánchez

La batalla ya se decantaba a nuestro favor, poco eran unos animales para tan curtidos guerreros. Dispuesto a poner fin al asunto, una nueva flecha cargué y a la velocidad del rayo una vez más disparé.

- Tiradas (3)

Notas de juego

* Le disparo a lobo 1.

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08/01/2013, 17:06
Director

La flecha de Samuel atraviesa la panzorra de uno de los lobos de lado a lado, la cabeza de la flecha asoma por el otro extremo y el lobo aulla durante unos segundos, la sangre sale a borbotones y el lobo se desploma. Los dos lobos restantes huyen, quedando sólo los tres lobos en el suelo y el que está paralizado.

 

Notas de juego

Fin del Combate. Podéis rematar al lobo (no hacen falta tiradas).

 

 

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08/01/2013, 17:14
Erramún

El hombre subido al árbol al ver cómo se van los lobos empieza a gritar

- ¡ DIOS LES DÉ LARGA VIDA SEÑORES ! ¡ MIL GRACIAS LES SEAN DADAS!

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08/01/2013, 21:03
Antón

-Baje de ahi buen hombre, esos lobos no volverán en un tiempo. No sabía que estas tierras fueran tan peligrosas que las manadas cazan a campo abierto a las personas-dijo guardando el estoque- ¿de donde sois? Mi nombre es Antón, por cierto.

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09/01/2013, 23:31
Braulio, siervo de Fedro

Cuando Braulio guió al caballo con las riendas para darse la vuelta, fue hasta donde estaba su lanza caballeresca, se bajó de la montura, y la recogió. Tras ello, y con las riendas en la mano, se acercó hasta donde estaba el hombre al que había salvado. Cualquier otro siervo hubiera ido corriendo (bueno, al menos los que Braulio estaba acostumbrado a ver en Navarra) hacia su señor, cual perro faldero, haciéndole luego algún gesto de pleitesía o vanagloríandose acerca de aquell matanza lícita y esplendorosa.

Braulio, por contra, no volvió siquiera a mirar a su señor don Fedro, y no se acercó a él hasta que lo hizo propiamente el Vizconde. ¡Cuán artura tenía el hombre de lanzas de su señor, el don loco, ejem..., el vizconde! Braulio asintió ante las muestras de respeto y gracias, asintió y se miró las armaduras, sin decir más palabra.

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09/01/2013, 23:31
Fedro Fabián de Falces

Cuando vi a Braulio acercarse a aquel desdichado, que ya no era tal, azoté al caballo suavemente para que trotara al paso hasta donde estaban hablando. Miró a su siervo sonriente, como si estuviera prendado de él casi, pues tan buena lanza había dado a uno de los lobos. Braulio le devolvió el gesto con cierto aspecto de asco, aunque sólo carraspeó.

Aún desde el caballo, el señorito y alocado Vizconde Fedro no tuvo sino palabras de tal lance, y comenzó a recordarlo casi tal y como fue, como si alguno de ellos, los participantes en la lucha, hubieran azotado a los lobos hacía siglos, y no recordaran la gesta. Y no lo hacía con mala intención, que las trovas pueden salir sigilosas e improvisadas de cualquier garganta:

Don Antón, ¡casi le matan! -mentira: Antón salió muy bien del paso, pero era por exagerar,
¿Dónde está su cobardía?
Menos mal que la su espada
que ni las cadenas atan
¡desatada parecía!

¡siento por vos su caballo! -a Aleixo, tras los lances contra su caballo-.
¡Belicoso parecía!,
Que esos lobos las espadas
¡querer comer parecían!

No dijo nada de Yejiel ni de Samuel, tampoco de Braulio, sino, que comenzó a reirse sin venir a cuento, y no le importó que el resto le mirasen. Y mientras se llevaba las manos a la boca para intentar tapar aquella insólita reacción, se bajó del caballo, tardando más de lo debido (no estaba acostumbrado a bajar), y cuando lo hizo, al estar tan "embutido" en ropas de buena calidad y caída larga, sonó una tela rajarse, pero pareció no darse cuenta. Tras casi caerse definitivamente, se acercó hasta el que habían salvado sus compañeros.


¿Quién es vos? -le dijo al tipo-.
¿y qué hacía? ¿mas qué quería?
¿Es que acaso no sabía,
que esos lobos despechados
prenderle bien pretendían?

Está vivo, señor mio,
¡Vaya huevos, madre mia!
-continuó-.
Hablé ya, pues le decía:
¿qué hacía vos, y qué quería?

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10/01/2013, 10:54
Director

Notas de juego

Aleixo, aún tienes que tirar suerte para saber si las heridas de tu caballo son permanentes  o no.

Espero a todos antes de actualizar.

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10/01/2013, 11:23
Samuel Sánchez

Desmonté y me acerqué a los restos de los animales, un necio sería si no aprovechaba lo que la naturaleza me daba. Además, el hombre aquel ya iba a ser atendido por mi señor y el tal Fedro, un tipo un tanto pomposo he de decir. Me agaché junto a los animales y traté de recuperar las flechas, sacarlas sin romperlas era todo un arte, sobre todo porque en la mayoría de los casos las flcehas se rompían con el impacto.

- Buenas pieles son estas - dije para mí mismo, mientras sacaba el cuchillo.- Algo sacaremos por los dientes, digo yo... y la carne, si se cuece bien no quedará correosa y si se le echan buenas hierbas se matará el sabor a monte...

Así que allí me puse a ver que podía sacar de aquellos animales salvajes, su precio tenían que pagar por la osadía de atacarnos.

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10/01/2013, 12:53
Aleixo d'Ocampo

El Caballero Santiaguista enfundó su espada agradeciendo en el fondo de su corazón el no haber tenido que usarla finalmente. Ni siquiera aquellas bestias movidas en verdad únicamente por sus instintos merecían la muerte aún incluso cuando ellos la brindaban por naturaleza. Acto seguido recogió del suelo la ballesta y la guardó también a sus espaldas para otras ocasiones.

En cambio el caballo... la montura del caballero se removía presa del dolor causado por una dentellada más que certera en el cuello del animal. Aleixo se aproximó a éste. El lobo que le había mordido yacía en el suelo, inerte tras el acto de Samuel, pero de la garganta del jamelgo aún manaba sangre poderosamente. No sin esfuerzo pudo agarrarle de la brida y calmarlo un poco... había que examinar y, aunque el caballero no era ningún experto en la medicina, sí había visto suficientes heridas como para diagnosticar si aquel caballo quedaba inservible o si podría seguir viaje.

Por desgracia la cosa estaba clara... de poca ayuda ya podría servirles aquella montura. El Caballero emitió un leve gemido gutural al ver la herida desgarrada a causa de los dientes afilados del lobo... acarició la cara del caballo y le retiró la brida y el bocado. Lo poco que le quedara de vida a aquel cabalo era mejor que lo viviera en libertad. Desató las cinchas y las correas y le desprendió de silla y demás. Luego golpeó con suavidad los cuartos traseros del animal y este comenzó a andar lastimosamente sin rumbo aparente.

- Tiradas (1)
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11/01/2013, 00:51
Yejiel Amzalag

Tras el combate, lo primero que hago es guardarme el talismán. Mejor que cualquiera que no lo haya podido ver no lo vea. Hecho esto, me acerco a los lobos. Puede que el cazador no sea el único que pueda aprovechar algo de las criaturas, y que algo de los lobos me pueda servir de componente para algún hechizo.

Mientras observo los lobos, no puedo evitar ver como Alexio quita las correas y cinchas del caballo. Tal vez pueda ayudar al animal. Sería una pena que una bestia así muriese a manos del resto de lobos que pululasen por el bosque, sino antes, desangrado.

Al hombre que hemos salvado, de momento no le presto atención. El resto parece muy ocupado en aturdirle con preguntas y cantos...

Notas de juego

¿Hay algo en los lobos que me pueda valer de componente?

¿Podría usar mi talismán de curar heridas graves para curar al caballo? Y aunque pudiese... ¿Merecería la pena?

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15/01/2013, 16:47
Director

Mientras Samuel remataba al lobo paralizado y lo despellejaba - le llevaría horas despellejar a todos ellos - Yejiel se acuclilló junto al lobo y tomó varias hebras de uno de los mechones más claros de la piel del animal. Satisfecho volvió a guardar el componente entre sus pertenencias.

A la par que el Santiaguista despedía a su caballo, el Navarro hacía versos y Don Antón hablaba con el hombre que descendía lentamente del árbol.

Notas de juego

Yejiel guárdate pelo de lobo por si aca.

 

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15/01/2013, 16:51
Erramún

Se acercó a dónde estaba el de Muel y todos le mirásteis con curiosidad, vísteis ya más cerca que el hombre llevaba ropajos espantosos y medio desechos, como DESECHA ESTABA SU CARA ¡ ERA UN JODIDO LEPROSO!

¡Un maldito de Dios! Alguien que había servido al demonio, o alguien que había hecho tal afrenta al Altísimo que éste le había mandado una horrible maldición por sus actos. Deshacerse como la nieve al sol...

- Me llamo Erramún buenos señores, antaño era juglar antes de ser maldito por nuestro Señor. Maldito por ser un horrible pecador... y ahora me derrito y atraigo a los sabuesos de Satán.

Notas de juego

Tirada de Memoria menos  Yejiel, Fedro y Braulio

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15/01/2013, 20:21
Antón

Antón dio un paso hacia atrás al verle tratando de ocultar la mueca de su rostro. Sabía que aquella enfermedad era terrible y no se le ocurriría tocar a ese hombre.

Me temo que nuestro caballero pudiese hablar no podría hacer nada por vos. ¿Que hicisteis para padecer este mal? ¿De donde venís?-insistió en su pregunta, importante, sobretodo por la posibilidad de que al lugar donde se dirigieran sufriera una epidemia como aquella. Entonces tendrían que dar un rodeo y el hidalgo no parecía estar en condiciones.

- Tiradas (1)
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16/01/2013, 11:23
Samuel Sánchez

Menos mal que andaba lejos de aquel tipejo ¡Un leproso, ni más ni menos! Había que alejarse de ellos, no sabía si aquello era o no una maldición de Dios pero lo que estaba claro es que dónde había un leproso no tardaban en aparecer más.

- ¡Tapáos la boca, mi señor! - le advertí a Don Antón, que hablaba con el leproso de manera imprudente.- Dicen que la lepra se pega, como las chinches y los piojos.

- Tiradas (1)
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16/01/2013, 13:18
Aleixo d'Ocampo

Aleixo se mostró impasible. En Europa, gracias a sus viajes, había visto cómo algunas órdenes religiosas cuidaban de comunidades enteras de leprosos que se arremolinaban en grupos reducidos ajenos al resto de congéneres. Honestamente le parecía una enfermedad impía y repugnante pero al menos no sentía miedo de estar contagiado. Si Dios castigase con pústulas a los pecadores todos ellos estarían cubiertos de llagas de pies a cabeza.

Notas de juego

Con el cacho de penalizador que tengo en Memoria ni tiro (si te parece). Pero por trasfondo creo que el post puede estar justificado. Y además como es mudo y no dice nada a nadie todo transcurre en sus pensamientos. XD

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16/01/2013, 17:34
Don Carlos de Mayoral

Acercándose al leproso, a Don Carlos no le parecía que el hombre fuera contagioso o quizás fuese que el Hidalgo al ver la muerte tan próxima debido a su extraña enfermedad no temía verse contagiado por el mal de los pecadores

- ¿Erramún decís? ¡ Juglar! No sóis vos querido de Doña Ana de Fonsalba por casualidad ¡ Qué me aspen si me equivoco!

Si no yerro fuísteis atacado por los soldados del padre de Doña Ana que... bueno eso es otra historia.

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16/01/2013, 17:37
Erramún

Asiente despacio, al hacerlo podéis ver como varios trozos de carne se bambolean

- Así es mi buen Señor... tal fue la paliza que me dieron que me dejaron desfigurado de por vida mas mi verdadero castigo fue este mal que me aqueja desde poco después que consume por dentro y afuera. Al ser mimado por los hombres del padre de mi amada prefería alejarme de sus tierras y su vista, de su alcance para así no hacer más mal a la pobre muchacha, convencido de que me olvidaría pronto. Pero decidme... ¿ Cómo sabéis de mí? Conocéis acaso a mi amada Ana.

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16/01/2013, 21:32
Antón

¡Dios santo!-dijo el noble santiguandose al momento. ¿Cómo no había caído? Fue a decir algo pero decidió mantenerse callado y negar levemente con la cabeza pues no sabía si debería hablar de aquello...después del trágico desenlace que sufrió la mujer. 

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16/01/2013, 23:11
Fedro Fabián de Falces

Al comprobar el estado de su piel y su enfermedad, el Vizconde Fabio se llevó las manos a la boca, como aquel que ve un terror o una incredulidad, y como si de una doncella temerosa se tratara, corrió tras su hombre de armas, se agachó tras él y elevó su cabeza un poco sobre sus hombros, observando a aquel encapuchado tras los hombros de Braulio.

Cierren la boca al zancudo, -señalando indiscretamente al leproso-.
Que calle ya, ¡por mi madre! -decíale a Braulio al oído-.
de algún odre pellejudo,
habrá bebido el compadre
-referido al tal Errabúm, al ver su piel-.


De algún odre de algún tuerto,
de algún muerto, ¡algún fiambre!
ponzoñoso el tal sin duda,
¿No habéis visto la su carne?

Clávale un hierro, mi Braulio,
hazlo presto, ¡con acierto!
vaya rostro cual injerto,
que cubierto el... ¡¡PLASSSSSSS!!!

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16/01/2013, 23:12
Braulio, siervo de Fedro

Antes de que dejara acabar, sonó un tremendo golpe. Braulio, "ni harto ni perezoso", le soltó un tortazo al repelente del Vizconde de Falces (que de Vizconde los méritos los tenía bien perdidos), y, acto seguido, le agarró de la pechera, arrugando sus bonitas cenefas de sus buenas ropas. El Vizconde, lejos de sorprenderse o enfadarse al ver cómo un subordinado "se le subía a las barbas", se calló, y sus trovas quedaron en su pensamiento; al tiempo, su cara era de sorpresa y terror, y Braulio acercó su nariz a la nariz de Fedro. Las arqueadas cejas del hombre de armas mostraban un severo enfado y repelencia hacia su superior.

¡Eh tu, pasmado!, ¡PLAS! ¡PLAS! -dijo Braulio dándole dos tortas más a contramano y  haciendo de padre frente a un hijo rebelde y despreocupado-. ¡¡Has venido a ver al Santo para redimir tus faltas, tus cópulas "doncellescas" constantes y tu vivaraz y vil lengua retorcida...!! ¿¡ME OYES, ESTÚPIDO!? ¡Ahora no estás en Navarra! ¡Si no hubiera sido por mí ya habrías muerto, y ni la Santa de tu madre -no era ningún eufemismo o tipo de insulto, la señora madre de Fabio era una señora gentil y notable- te hubiera reconocido si hubieras escapado de aquellos dos tipos! ¡Mientras estés conmigo y vayamos a Compostela no toleraré ninguna estupidez más! ¡Si no, anda y vuelve con tu Señora Madre, y cuéntale qué palabras empleas! -le trataba ya de tu-, y no hará sino reprocharme porqué no te di yo mismo una buena tunda... ¡Sosiéga tu pericia o acabarás muerto! -dijo soltándolo con un severo empujón que lo lanzó hacia atrás casi cayéndose-.

Tras la reprimenda, Fedro no hizo sino perder muchos "puntos" en cuanto al respeto de Vizconde para con todos, y se encaramó al caballo subiéndose con presteza y mirando a Braulio ya con otros ojos: como alguien con quien no es menester jugar ni ordenar, por muy siervo que fuera. Se sentía como un chiquillo reprimido y a sabiendas que hacía las cosas mal. Ahora Fedro miraba la escena desde la altura de los lomos, sin dejar de mirar a Erramún.

Lo siento, Don Carlos... -dijo disculpándose por tal numerito-. Braulio Carraspeó, y dejó que se siguiera la conversación. ¿Puedo preguntar quien es la tal señora Ana que a tantos preocupa?