Como siempre, el enigma acompaña la sombra del ninja, de la mujer que se escabulle en la oscuridad, dejando tras de si sólo el silencio.
-No pasa nada, Adaru, hijo mío.
Abro la puerta, y asomo la cabeza.
-He tenido una pesadilla, imagino que por el nerviosismo y el cansancio. Pero ya pasó, ahora descansa, descansemos ambos. Nuestro destino está esperándonos...
Mis palabras son sugerentes para mí misma. No creo que Adaru capte nada en ellas, sin embargo sé, por lo que el emisario Escorpión me dijo en su momento, y por las visitas y la vigilancia de la ninja, que nuestro viaje es importante. Que algo me espera allí, y siento que ese algo forma parte de mi Destino, del de mi vida...
Tu hijo asiente y se marcha. Poco despues la sombra surge de nuevo y con una reverencia desaparece por la puerta sin hacer un solo ruido.
El canto de los gallos te despierta, soñolienta te preparas para salir de tus habitaciones. Se ha hecho tarde.Piensas mientras tertminas de arreglarte. Hoy Adaru no te ha desspertado antes del amanecer. Sales y recorriendo los pasillos de la posada sales al patio interior, las cosas ya estan listas y tu hijo espera acariciando su hermosa montura. Buenos dias madre, he decidido dejarte dormir un poco mas hoy para que te repusieras de la intranquilidad de la noche. Hace una leve reverencia al igual que los sirvientes que dejan por un momento sus queaceres. Todo esta listo para la partida. Saldremos cuando termines de desayunar.
Parece que el descanso me ha sentado bien, mi hijo, cada día que pasa más hombre y menos niño, ha tomado la decisión correcta una vez más.
Le sonrío con una mezcla de agradecimiento y orgullo cuando se siente obligado a darme explicaciones por no haberme despertado antes.
Todo va encajando, cada pequeño detalle se engrana en el siguiente, y me parece ver en la bonanza de todos los pasos de nuestro viaje una señal de que Las Fortunas están complacidas con nuestras decisiones, y de que con ello el Destino encomendado, sea el que sea, está poco a poco tomando forma.
Me doy prisa en desayunar, aunque tampoco excesiva, simplemente estoy de nuevo ansiosa de reemprender la marcha. ¡Estamos tan cerca ya! Tras mi maquillaje, hoy quizá algo más elaborado por causa de mi alegría al saberme cerca de los míos, mi rostro ha vuelto a lucir la tersura nacarada de los mejores días...
Si, siento los Kamis satisfechos a mi alrededor...
Os poneis en marcha bajo los suabes rayos de madre Aaterasu. El dia esta tranquilo y un leve aire refrescante agita las copas de los arboles. Os cruzais ya con numerosos viajeros, que en ambas direcciones recorren el camino. Todos se apartan a vuestro paso y puedes notar miradas curiosas, cuchicheos llegan a tus oidos movidos por el viento.Es normal, a cualquiera le llamaria la atencion una comitiva como la vuestra. El verde de los campos y el cielo azul te recuerda un poco a tu infancia, parece que apenas nada hubiera cambiado, y una creciente sensacion de estar en casa se apodera de ti. Sientes ganas de cantar algo, canciones que hacia mucho tiempo que no afloraban ni siquiera a tu mente.
Los dos dias siguientes pasan rapidamente, aunque crece la impaciencia por alcanzar ya tu destino.
Alcanzais para luego dejar atras la intrigante silueta de Shosuro no shiro, el castillo de la familia de Takezo... y de tu hijo.
El rojo tiñe el orizonte cuando arivais a un pueblo bastante graande. Los sonidos del final del dia pueblan las calles, los campesinos vuelven a sus casas y el olor de la sopa de la cena hace recordar las horas pasadas desde la comida.
Os acercais a la posada, a la puerta de la cual dos guardias estan sentados, conversando de algo que nunca llegareis a oir, ya que en el momento en que se dan cuenta se levantan y adquieren posicion marcial, saludando cuando llegais a su altura.
Yakami-sama, Ki-rin, la posada esta lista para recibirles. Kiuden bayushi nos envia para velar su ultima jornada de viaje. Reciban nuestros respetos y nuestro humilde servicio.
El corazón me late desbocado cuando veo, recortado en el límpido azul del cielo, el perfil inconfundible de Shosuro no Shiro.
Takezo...
Miles de pensamientos se abalanzan en mi mente, pero los reprimo. Sin darme cuenta, mi mano se ha posado en mi vientre que, hace dieciocho años ya, conoció el calor de su hijo, mi hijo. Nadie...
Pero la vida continúa, y no puedo dejar que mis recuerdos me atropellen, me sobrepasen. Quizá algún día, quizá pronto, quizá nunca... el destino sabe si está previsto que les vea de nuevo.
Cuando llegamos a la posada que nos cobijará la última noche antes de llegar a Kyuden Bayushi, recibo con alegría, y no demasiada sorpresa, el saludo de la guardia destacada hasta allí para escoltarnos en nuestra entrada al Palacio.
-Gracias, estamos muy honrados de ser objeto de una atención tan especial. Tenemos muchas ganas de llegar a Kyuden Bayushi, así que si nos disculpáis, cenaremos pronto y nos acostaremos temprano. Mi hijo, Adaru-san, os indicará a qué hora desea partir, pero es probable que se al amanecer...
Cenais tranquilamente y os acostais, descubris otro guardia mas dentro de la posada que os saluda y se ofrece a ayudaros en lo que pueda. Todo esta en orden y la comida deliciosa.
Adaru se dirige a ti en la cena. Disculpe madre. Quisiera preguntarle sobre el modo de actuar que deberia adquirir en la corte de su clan. Como bien sabes los unicornio tenemos ciertas costumbres que el resto de rokugan no comparte, por ello creo necesitar un leve recordatoria de aquellas lecciones que me diste cuando niño.
Miro a mi hijo con cariño. "De niño..." Ha acabado ya esa etapa...
-Hijo mío. Ya eres un hombre, a pesar de no haber realizado tu gempukku aún. Y poco me queda para enseñarte, estás más que preparado. Además gozas del regalo de las Fortunas en cuanto a tu manera de expresarte. No eres zafio, ni burdo.
No lo digo, pero pienso "como tu padre...". Aunque sé que él siente eso también, aunque probablemente desconozca que yo lo pienso.
-Tienes lo necesario para moverte con corrección, hablar según los rituales de la etiqueta. Mi único consejo es que, si dudas, calles. Nunca te precipites. Deja que lo hagan los demás. Te arrepentirás de haber callado algunas veces, pero mucho más de haber hablado.
Sonrío, esa es la máxima escorpión, en el fondo. Dejar que los errores los cometan los demás, callar y escuchar. Absorber información... y usarla después.
-Y desde luego, no actúes con temor. No muestres tus deseos. Y, si no tienes más remedio que mostrar alguna de las dos cosas, no te arrepientas luego de ello. Asume. Y alza tu cabeza, hijo.