Partida Rol por web

Me sitúo de tal forma que sigo sujetando al inerme Jaq, pero sin que pueda ser tocada en el proceso por el resto de mis compañeros. Ahora, pasada la batalla, he vuelto a retraerme en mí misma. No me gusta el contacto con la gente, siempre me miran con temor y repulsa. Y sé que mis compañeros no tardarán en hacerlo. Erigir un muro entre la gente y yo es una costumbre que me mantiene, no sólo aislada, sino también cuerda... en la medida de lo posible.

No quiero saber quién de ellos tiene una carga láser con mi nombre.

CONSULTA DEL SASTRE:

- Aunque el lugar parece un tanto destartalado y lleno de trastos, el "Sastre" pronto se hace cargo de la situación. Os pide que pongáis a Jaq en una mesa de operaciones limpia y enseguida comienza una serie de operaciones quirúrgicas que duran varias horas.

- Una en el muñón de la pierna derecha, restaurando arterias seccionadas y deteniendo hemorragias, arreglando en lo posible el daño en los nervios.

- Otra operación en el vientre abierto, para dejarlo todo en su sitio y cerrarlo.

- Finalmente, otra intervención quirúrgico en la ruina que es el brazo despellejado y con la carne casi separada del hueso. Una operación destinada a salvarle el brazo y evitar así tener que amputarlo.

- El resto le ayudáis en lo que podéis, descansáis y montáis guardia.

- También observáis al hombre trabajar. Su pericia como quirurgo no es nada desdeñable. Esto tiene todo el aspecto de un consultorio médico clandestino, de los que cabría esperar en un territorio dominado por bandas y abandonado por las autoridades de la Colmena. Sin embargo, el Sastre tiene todo el aspecto, la conducta y las habilidades de un Adepto del Administratum perteneciente al Collegium Medicae. Es extraño e incongruente, casi tanto como lo sería encontrarse un cogitador en buen uso en mitad de un bloque de habitáculos de obreros de manufactoría.

- Han transcurrido dos horas, pero estáis todos tan cansados y vapuleados que casi no os habéis dado ni cuenta.

- El quirurgo va por mitad de la segunda operación de las tres que planea hacerle a Jaq Flair. Gradualmente, Liri ha podido dejar que sus poderes se extinguieran, aunque su uso prolongado la ha dejado mentalmente drenada y exhausta.

- Lazarus se ha quedado dormido, tendido en una camilla sin poder evitarlo. No se le puede reprochar, después de Jaq es el que se encuentra más grave.

- Sería necesario informar al Inquisidor de la situación.

Lazarus cae presa de un sueño intranquilo.

Sueña que esta en una misión con sus compañeros y todo son disparos silbando a su alrededor y el esta detrás de una caja de madera que cada vez le cubre menos y sabe que pronto tendrá que salir corriendo y que no encontrara nada donde esconderse.

La imagen se funde y pasa a ver al nuevo inquisidor mandando a sus hombres él incluido avanzar y pelear en nombre del emperador mientras manda el robot de combate hacia delante, sin hacer gran cosa mientras ellos sufren infinidad de disparos.

A su imagen viene la imagen del anterior inquisidor y la noticia de que solo el nuevo inquisidor había sobrevivido…no le sorprende con lo visto hoy…sabe que este pensamiento no es bueno…pero no puede evitarlo…es un sueño y aun no confía en el nuevo que no ha demostrado nada.

Después sueña con artefactos alienígenas que alteran la conducta y hacen multitud de cosas extrañas, ve su vida hasta ahora sirviendo siempre con fervor y dedicación para llegar a un puesto en el que antiguos compañeros tienen la misma consideración.

No sabe cuando ha empezado a pensar así, y no es bueno…posiblemente sea por la herida critica, quizás fiebre…pero no piensa muy distinto a eso.

Me he mantenido junto al médico, manteniendo a Jaq con vida. Poco a poco voy maleando las volutas de Disformidad empujándolas lejos de mi compañero, enviándolas a su lugar de origen ahora que ya no cumplen ninguna función. El esfuerzo es siempre agotador. Sin embargo, viendo a mis compañeros heridos, tomo una resolución: puedo montar guardia mientras me voy recuperando.

Se lo explico al compañero que lleva la armadura ricamente adornada; supongo que se trata de un noble. Manteniendo mi mirada lejos de su rostro me acerco y le expongo mi idea:

- Señor, no soy médico, pero veo los daños que habéis recibido. Descansad, el Iniciado Marius y yo nos haremos cargo de los turnos de guardia.

INQUISIDOR EISENGAARD, TECNOSACERDOTE CANTUS:

- Tras caminar tres manzanas hacia el Norte, encontráis el Cargo-8 perteneciente al Inquisidor aparcado ante la entrada de un oscuro callejón.

- Liri Nerva Ferris está de guardia junto a la puerta de la Consulta del Sastre cuando escucha los metálicos y retumbantes pasos de al menos una persona que porta una armadura pesada, tal vez caparazón o servoarmadura, no está segura.

- Se asoma al callejón procurando ser discreta y de inmediato llama la atención del voluminoso Cargo-8 del Inquisidor, aparcado en la esquina con la calle principal. La verdad es que llama mucho la atención. Cualquiera que lo vea puede suponer, acertadamente, que el Sastre tiene visita, o clientes.

- Liri intenta ver quién o quienes se acercan, pero entre que vienen por la calle principal y el voluminoso vehículo de ruedas bloquea en buena parte su visión, no logra ver apenas nada. Excepto confirmar que efectivamente se acerca alguien al vehículo, probablemente dos individuos.

INQUISIDOR EISENGAARD:

- No percibes nada en especial, salvo lo que es evidente.

Después de Recorrer tres calles cargado y con el inquisidor al lado, me aproximo viendo en el callejón el Cargo-8 de nuestro jefe. Hecho un vistazo alrededor, acercándome al vehículo, observando a mi espalda por si alguien nos ha seguido y luego al interior del callejón, usando el Cargo-8 como cobertura.

-Dejaré la carga dentro del vehículo y lo vigilare, señor. En esta zona no es seguro dejar algo así sin protección. Susurro a Haldane mientras me aproximo al vehículo de este.

TECNOSACERDOTE CANTUS:

- No percibes nada más allá de lo que es evidente.

- Buscaré a la Acólita Ferris y al Iniciado Marius. No hay tiempo que perder. – Informó el Inquisidor a la vez que daba el beneplácito a la sugerencia del Tecnosacerdote. Dejar a alguien vigilando el equipo y el vehículo era algo sensato.

Dicho aquello, el Inquisidor comenzó a avanzar en dirección al interior del oscuro callejón con la clara intención de buscar a sus acólitos, averiguar el destino de Jaq e impartirles nuevas órdenes.

INQUISIDOR EISENGAARD:

- Este es un territorio neutral entre bandas. Vuestra presencia aquí no puede prolongarse, pues no es un lugar seguro.

- Uno de los mercenarios de Holthane ha huido, por lo que puede alertar a otros mercenarios o incluso pandilleros. Los Caritas de Bebé seguro que estarían encantados de poder emboscaros para vengarse por la muerte de varios de los suyos (y la desaparición de uno de ellos, al que interrogasteis para conocer la existencia de Holthane y su refugio).

- Han pasado varias horas, una hora más en este lugar podría suponer un riesgo excesivo.

- Observas superficialmente al quirurgo haciendo su trabajo. Al parecer ha realizado varias operaciones consecutivas sobre Jaq Flair, operando el muñón de su pierna y su vientre abierto. Ahora está con su brazo.

- La consulta parece casi un trastero, lo que uno podría esperar en un barrio como este, pero el quirurgo tiene el aspecto de un auténtico Adepto Medicae, no de un matasanos pandillero del submundo criminal. Sin duda es una persona excepcional que se encuentra completamente fuera de lugar en un sitio así.

- El Inquisidor entra en la consulta clandestina y lo observa todo: la multitud de trastos inservibles acumulados, el desorden del lugar, pero también la limpieza de la mesa de operaciones y la pulcritud y dedicación con la que trabaja el quirugo.

- El llamado "el Sastre" va por la tercera operación quirúrgica consecutiva sobre Jaq Flair. Le ha operado el muñón de la pierna, el vientre abierto y ahora está trabajando en el brazo destrozado. Sin duda tiene todo el aspecto y profesionalidad de un auténtico Adepto Medicae, y no de un matasanos pandillero del submundo criminal. Está completamente fuera de lugar en un sitio como este.

- El Inquisidor observa a sus Acólitos, su aspecto cansado y derrotado. Zariel el Iniciado se mantiene alerta, aunque está claramente vapuleado. El Táctico Noctine está incluso más machacado. El estado del Arbitrador Enoch es grave y está dormido en un desvencijado sofá.

Caradoc había asentido a la psíquica cuando le había hablado, sin mirarle en un primer instante. Luego mientras se sentaba en uno de los asientos y trataba de descansar un poco, había pensado algo y había alzado la voz.

- Mi nombre es Caradoc Noctine, miembro de la noble Casa Castess. Oficial táctico y condecorado del del Gran Ejército del Soberano. Y tú... has hecho un gran trabajo manteniendo con vida a Jaq. A pesar de la procedencia de Jaq, este ha demostrado ser un elemento insustituible. La actuación debida al servicio del Sagrado Emperador puede borrar incluso las procedencias menos adecuadas. ¿Cual es tu nombre?

Tras estas palabras, y tras asentir a la respuesta que diera la psíquica, Caradoc ya no dijo nada hasta que llegó el inquisidor, momento en el que se puso en pie con obvia dificultad.

-  Mi señor... lamento informaros de que no logramos localizar y eliminar al último de nuestros atacantes. Aquí todo está controlado. Creo que el médico es... extraordinario. Indigno de estar en un lugar como este, la verdad. Entre él y la psíquico han salvado la vida de Jaq. ¿Cuales son vuestras instrucciones? ¿quereis que alguno de nosotros vayamos y limpiemos y recojamos el lugar de todo elemento inadecuado?

La figura en servoarmadura observó fijamente a todos los presentes, evaluando el estado del equipo. No le sorprendió que todos estuvieran allí. Sin hacer ningún gesto de agrado o disgusto dirigió sus palabras al llamado “Sastre”. Su voz, camuflada y distorsionada electrónicamente por el casco de su armadura, no emitió ningún tono que identificara su estado de ánimo.

- Nos vamos todos. Deprisa. – Dijo sin más. Acto seguido se refirió al resto de sus Acólitos. – Recojan su equipo y ayuden a cargar a Jaq en el Cargo-08. – Prescindió del título de Acólito en presencia de aquel quirurgo.

- Haremos una breve parada para acabar de limpiar el almacén y regresaremos a la base. El quirurgo se viene con nosotros. – No dio lugar a discusión u opciones. Había hablado y esperaba que sus dictados se cumplieran con efectividad. – Se encargará del herido por el camino. -

Posó su mirada en el hombre que trabajaba sin descanso cosiendo sobre el cuerpo de Jaq. – Éste no es lugar para alguien como usted. Mantenga a Jaq con vida y le ofreceré algo mejor. –

Dicho aquello y sin esperar más, el Inquisidor se dio media vuelta y salió en dirección al vehículo donde le esperaba el Tecnosacerdote. Pronto estarían de regreso en el almacén para recoger todo lo que pudieran y destruir el resto. No podían perder ni un segundo.

El noble asintió a las palabras del inquisidor y recogió su escaso equipo. Luego se acercó a donde estaba el quirurgo con Jaq para ayudar a transportar a este último.

Cita:

Me sorprende la pregunta directa de mi compañero. Por norma general la gente tiende a no querer saber de mí. Excepción de mis superiores. Los psíquicos somos temidos y, en consecuencia, se establecen muros invisibles. No obstante, en deferencia a la educación con que me aborda, respondo con total sencillez:

- Mi nombre el Liri Nerva Ferris. Normalmente suelen llamarme Ferris.

No digo nada más. Mi deber ahora es vigilar. Estamos en territorio desconocido y hostil. Saco mi pistola láser y me siento de tal forma que el más mínimo movimiento al otro lado de la puerta me alerte. No ha pasado mucho tiempo cuando oigo pasos acercándose. Abro ligeramente la puerta y escucho. Parecen pasos metálicos. ¿Servoarmadura o algún sirviente mecánico? Cualquiera de las dos opciones, en caso de elemento hostil, serían francamente inoportunas... no, serían desastrosas.

Salgo cuidadosamente mientras hago señas a mis compañeros para que permanezcan dentro. Pistola láser en mano observo el callejón. El coche destaca en medio de esta mugre y, si bien no me permite ver quién se mueve al otro lado, también me proporciona cobertura. Me pego a la pared en la sombra y espero con la paciencia de un predador a tener línea de tiro.

Cita:

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Dejo salir el aire que he retenido inconscientemente al reconocer las voces de mis compañeros, en especial la del Inquisidor Haldane. En estos momentos, representa la seguridad, como figura investida por la Gracia del Emperador. Doy un paso despegándome de la sombra y lo saludo discretamente, señalando la puerta de la consulta. Después hago una seña al tecnosacerdote que ha quedado de guardia junto al vehículo. Sigo en silencio al Inquisidor al interior.

Tras escuchar sus órdenes, doy unos pasos hasta ponerme a su altura. Con cierto nerviosismo en la voz por lo que voy a decir y mirando al suelo, me dirijo a mi superior:

- Permitidme un apunte: creo que seríais el más adecuado para mover a nuestro compañero al vehículo-digo señalando al Arbitrador-. El resto apenas se sostienen a sí mismos y yo sola no podré moverlo.

El iniciado había permanecido despierto, y casi en silencio. Sólo casi, por que con un ritmo pausado y sosegado, iba susurrando una tras otra una retahíla de oraciones y plegarias al Emperador, quizás orando por la vida de Jaq, o quizás simplemente por pura fe y costumbre, algo que no sería tan extraño en un miembro del Ministorum, aunque fuera un simple iniciado.

Cuando el inquisidor llegó, asintió quedamente a sus órdenes y avanzó hacia el hombre llamado Sastre, agotado y herido, pero aún en pie.

-Ayudaré a cargar el cuerpo... La fe es mejor sustento que la débil existencia terrenal, y da más fuerza-dijo, al escuchar la petición de la psíquica-usted, señor, debe acompañarnos.