Tirada oculta
Motivo: Escrutinio +10
Tirada: 1d100
Dificultad: 30-
Resultado: 68 (Fracaso)
TAURON:
- Apenas le prestas atención al sobrecargo.
- Estás cansado y fatigado tras tantos viajes entre Tarsus y Sibellus y viceversa.
Tirada oculta
Motivo: Escrutinio + 10
Tirada: 1d100
Dificultad: 26-
Resultado: 81 (Fracaso)
Se sentía extraña dejando atrás parte de sí misma, quizá como si estuviera desgranándose en aquél viaje que horas antes había empezado al dejar la Catedral, cada movimiento que hacía tenía la sensación de que formaba parte de un sueño, alienada de sí misma por la emoción que sentía.
Emoción que desapareció con el Cielo de Bronce.
Por el Trono...
Eran más que pasajeros, parte de la propia carga del Cielo de Bronce y su tripulación no hizo gran cosa para hacerle cambiar de opinión... a excepción del sobrecargo Sebek.
La voz del sobrecargo le resultaba nasal aunque probablemente no lo fuera, pero sus palabras no eran más que purpurina que intentaban cubrir la gran hez que era el lugar. Grande sí, espacioso... carente de intimidad también y guarro como veinte letrinas mal atendidas.
No podía sentirse cómoda en ninguna parte de ese amago de camarote, si tocaba las paredes de éste podría acabar quedándose pegada hasta el fin de sus días o el fin del carguero, lo que llegara antes.
Tirada oculta
Motivo: Escrutinio +10
Tirada: 1d100
Dificultad: 27-
Resultado: 11 (Exito)
Le había pedido el tiempo estimado, no todas las variaciones posibles. El Sobrecargo se las había dado de todos modos, seguramente creyendo que de ese modo se adelantaba a sus necesidades, pero lo único que había conseguido era hacerle perder el tiempo.
- De acuerdo.- Aguardó esperando a que entendiera que no le necesitaban, que podía marcharse, pero ese hombre comprendía tan mal los silencios como las preguntas concretas.- Puede marcharse. Si necesitamos algo de lo que puede ofrecernos se lo haremos saber.- Y lo dejó marchar sin llegar a dudar ni por un instante en que no tardarían en volver a verlo aparecer meneando el rabo en busca de algo de atención y dinero.
Una vez lejos del alcance de los oídos de aquel hombre, se giró hacia sus compañeros, subordinados en aquella misión.
- ¿Alguien necesita algo de equipo para esta misión, equipo del que en la actualidad no dispone por cualquier razón?
-Yo mismo -respondió Itsua ante la pregunta de Xerxes-. Si algo he aprendido de nuestras misiones es que los estimulantes pueden proporcionar una ayuda inestimable, bien para seguir adelante, bien para sobrevivir a una muerte casi segura. Sin embargo, no he tenido la opción de adquirirlos. Si además añado la casi perentoria necesidad de granadas y pueden conseguirse, casi sería feliz -añadió con una mueca de sarcasmo.
VLADYMIR:
- Tras tantas horas de viaje, no sientes más que deseos de acostarte y dormir un poco.
HERMANA SCYTHIA:
- Intuyes que las necesidades, o deseos, a los que se refiere el Sobrecargo Sebek no son obscenas necesidades carnales o vicios, sino algo también espúreo: acceso al mercado negro, o más bien gris, de bienes contrabandeados posiblemente de origen ilícito (robados).
- Sin duda este lisonjero lleva años robando cosas de aquí y de allá. Cosas que está dispuesto a vender por un precio. Seguramente no tendrá una gran selección, pero crees probable que tenga algún arma y munición.
[ALGO ANTES]
- "¡Oh, sí, mi señor!" - El sobrecargo realiza una exageradísima reverencia ante Xerxes y se retira con una también exageradísima sonrisa profesional.
El grupo se queda a solas en el espacioso y mugriento camarote.
Una vez que aquel tipo se había marchado comenzamos a hablar de lo que importaba...
- Itsua ¿Te refieres a algo como esto? - dije, sonriente, mostrando las granadas que había comprado.- Esta verde es para provocar una buena explosión, y esta roja es por si tenemos que quemar algo - volví a guardarlas.- Creo que sería un buen momento para que nos pongas al día con los detalles de la misión ¿no crees? - dije dirigiéndome a von Braun.- Si quieres puedes enmarcar la petición dentro del "equipo del que no disponemos"...
- "Si quiere", pero no quiero- respondió sin ambages.- Me resulta imposible encuadrar esa petición dentro de “equipo del que no disponemos” porque la información no puede considerarse equipo. Se puede considerar un recurso, pero no he preguntado por recursos sino por equipo. Equipo- repitió.- De todas maneras llegaremos a ese recurso en su debido tiempo. No ahora.- Se giró hacia el resto, los que hasta entonces había guardado silencio.- ¿Nadie, además del señor Hex, necesita nada de equipo?
Parecía que salvo el Cuestor nadie se había percatado de la catadura moral del adulador que los había atendido, de los negocios que ese hombre llevaba a cabo... En una persona normal la ingenuidad era toda una virtud, pero en un acólito de la Inquisición, cuya misión era descubrir al hereje, podía ser un obstáculo. Aunque en vez de ingenuidad también podía ser que estuvieran despistados porque del Embaucador se podía decir de todo menos que fuera ingenuo.
- Bien. En ese caso realizaremos una lista de lo que necesitamos y sus cantidades y le encargaremos a usted, señor Tercio, compartir nuestras “necesidades” con ese…- Xerxes chasqueó la lengua paladeando lo que iba a decir y como el sabor no le convenció prefirió llamarlo por su nombre y cargo.- Sobrecargo Sebek. Teniendo en cuenta que este equipo sería para servir a la Inquisición y para mayor gloria del Imperio, podemos ignorar en esta ocasión las cuestiones morales derivadas de comprar de estraperlo. Aun así aconsejo que todos hagan mención en sus informes sobre este intercambio en caso de que finalmente se produzca. Señor Hex…- lo nombró, invitándole a que dijera qué necesitaba y en qué cantidades.
Repentinamente, la nave entera comienza a vibrar. El Cielo de Bronce acaba de abandonar la órbita de Escintilla.
Algunos conocéis ya muy bien esa vibración característica, típica de la propulsión principal de plasma cuando impulsa una nave hacia el exterior de un sistema estelar (o al menos lo suficientemente lejos de los planetas y la estrella del sistema) para poder hacer el paso a la disformidad.
El viaje a bordo del "Cielo de Bronce" se desarrolla en aparente normalidad. Me siento cansado y no tengo mucho ánimo para nada pues he tenido muchas jornadas de viaje seguido desde Tarsus a Escintilla, varias veces de ida y vuelta en menos de un mes, por lo que poca y ninguna atención le pongo al sobrecargo que nos atiende de manera sumamente lisonjera.
Luego comienzan a hablar acerca de la posibilidad de conseguir equipo para nosotros. A pesar de cuanto me gustan las armas, no creo oportuno el pedir algo más de armamento pues ya tengo un buen par de pistolas y no necesito más. Si bien mi potencia de fuego y mi efectividad en combate dudo mucho que sea como la de mis compañeros curtidos en batalla y letales efectivos, pero creo que bastará para enfrentarnos a ciertos peligros en las sombras de la herejía.
- "No creo necesitar nada de manera urgente, Von Braun."
Mis dones son más orientados hacía el trato social y la información. Además de eso, pueden contar con un compañero que no los abandonará ante ninguna dificultad y que jamás les dejará solos contra la adversidad. Miro a mis compañeros y espero que en ellos pueda encontrar la férrea determinación que yo entrego: La conozco de Itsua, de Vladymir y de Tercio. La espero de la Hermana y espero que el líder también de la talla en el peor momento.
En ese momento comenzamos a alejarnos de la órbita de Escintilla, lo que implica la desagradable sensación de viajar por la Disformidad. Reconozco esa sensación, que ya he vivido unos pares de veces, pero a la que uno nunca termina de acostumbrarse.
En lo que a naves espaciales respecta, el Cielo de Bronce no dispone de muchos lujos, pero se halla en buen estado y es lo bastante grande como para cubrir la travesía por la transitada ruta comercial en pocos días.
Por desgracia, no está preparada para transportar pasajeros: tan sólo cuenta con un camarote de paredes oxidadas atestado de incómodos catres, mobiliarios desiguales y lámparas incandescentes que a veces se apagan durante días para luego encenderse solas de nuevo.
Las comidas se toman en la cocina de la nave, donde tendréis que sentaros muy apretados entre marinos e ingenieros que os ignoran hasta el punto de haceros el vacío.
Además, no tendréis libertad para moveros por la nave y siempre deberéis tratar con un sobrecargo excesivamente lisonjero.
Y luego está el ruido, el constante entrechocar de piezas metálicas que podrían estar funcionando correctamente, o a punto de desmontarse, siempre chirriando tras placas de plastiacero. Suficiente para volver loco a cualquiera.
- La Cielo de Bronce realiza la traslación a la Disformidad.
// CAMBIO DE ESCENA: Sigue en "Inmaterium, la Disformidad".
- El carguero de línea llega al Sistema Escintila y se dirige a la órbita planetaria del planeta Capital del Sector.
// Entran en escena: Agente Rais, Cerberus, Varnias, Valerius, Nihilius.
// Proceden de: Donaris, luna de Granithor.
TRANSCURREN QUINCE DIAS.
045.811M41.
HORA LOCAL: POR LA MAÑANA.
- Sois conducidos por dos silenciosos servidores a través de los abarrotados corredores de la Estación Espacial Tarsus-1, el principal puerto orbital del planeta Escintila.
- Tras un largo recorrido y entrar a través de compuertas acorazadas que se abren sólo para vosotros a zonas cada vez más reservadas y restringidas, finalmente llegáis a una sala secreta de uso restringido para el Inquisitio Planetia de Escintila y los miembros de los Sagrados Ordos.
Arlesha se quedo expentante observando la estancia en la que se encontraban. El daño en su pecho había sido considerable y el dolor todavía estaba presente pero no era nada comparado con el estado de sus compañeros Cerberus y Valerius.