Partida Rol por web

- Xerxes parece titubear un segundo, pero entonces se saca del bolsillo un fajo de impresos con el membrete del Adeptus Administratum, debidamente rellenados, sellados, rubricados y formalizados.

- Ante eso el burócrata que trabaja para el vicecónsul abre y cierra la boca varias veces antes de saludar formalmente, desearos una feliz estancia en Iocanthos y retirarse con los papeles.

Cuando todo el equipo ya ha sido descargado, y habéis hecho lo posible por limpiar vuestros vómitos de vuestras ropas y armaduras, un diminuto servidor querubín muy baqueteado revolotea hacia vosotros con una radiante sonrisa en un agrietado y sucio rostro angelical.

Parece un niño sostenido en el aire por un par de alas deslustradas, con perlas en lugar de ojos.

Sin articular palabra le entrega a Xerxes von Braun un pergamino adornado con un sello reconocible como el código del séquito personal del Inquisidor Globus Varaak.

Itsua observaba, tal y como correspondía hacer en su situación. Frente a sus compañeros, la ausencia de vómitos en sus ropajes casi resultaba ofensiva, algo que evidentemente no le afectaba. No obstante, tras el mordaz y flagelante comentario del Munitorum al oficial portuario, su cabeza se ladeó un tanto ante el incomprensible comportamiento del mismo al verle extraer una serie de documentos que, dócilmente, entregaba.

¿Qué había ocurrido? ¿A qué se debía aquella sucesión de incomprensibles actos? Xerxes Von Braun, tras marcar su territorio con una orina ácida y pestilente, había reculado con el rabo entre las piernas sin que por parte del burócrata hubiera habido manifestación alguna en un sentido u otro.

Vio alejarse a aquel hombre, para luego mirar al Cuestor. En cualquier momento ingeriría alguna de sus eternas e inagotables pastillas. Un leve encogimiento de hombros fue cuanto medió antes de que un servidor querubín se acercara a su posición para entregar a Xerxes un pergamino. Tan solo confiaba en que aquel hombre que era ahora su líder proporcionara la información pertinente de forma directa sin necesidad de tenérselo que preguntar.

"Y la función sigue su curso... En fin, el Emperador no para de probarnos, aunque creo que a veces debería dejar de tentar mi paciencia..."

Lo cierto es que el espectáculo cada vez estaba siendo más propio de una comedia. Ellos, cubiertos de los "accidentes" de la entrada en el planeta, dirigidos por alguien que creía conveniente ser hostil con la administración local y sus representantes. Ahora llegaba un mensaje. Tras esperar a que el Cuestor leyera aquello, Vladymir decidió intervenir. Si tenía que sacarle la información a cuentagotas, lo haría, pero no estaba bien avanzar a ciegas. 

-¿Qué dice el mensaje?

- ¡Ja! ¡Viva la alta tecnología! - exclamé no sin cierta ironía al ver a aquel bichito volador.- Ya podía haberse pasado por Acreage... todo habría sido más sencillo - dije esta vez entre dientes.

Y de nuevo el líder del grupo hacía gala del supuesto poder que le otorgaba su cargo, desde luego parecía que nunca llegaría aquel momento que sería justo el indicado para revelarnos exactamente la información necesaria que... en fin, eso... No sería yo quién preguntase por la información que consideraba que debíamos tener, pero me alegró que Vladimyr si que lo hiciera.

"Creí que nadie iba a hacerlo, maldita sea" - pensé.

Ni el mismo Xerxes entendía los procesos mentales que le habían llevado a actuar de una manera tan… peculiar. Aunque claro, había que tener en cuenta que su mente era extremadamente compleja. Ordenada, sí, pero llena de archivadores, recovecos y laberínticos pasillos iluminados por cegadoras luces blancas que no dejaban espacio alguno a las sombras. Tan compleja era su mente que nadie –y ahí se incluía él a pesar de que normalmente evitaba formar parte de reuniones tan multitudinarias- podía entenderla.

En cualquier caso lo que más extrañaba al Cuestor era que no hubiera recordado antes que había preparado esos papeles de antemano, pero siempre podía echarle la culpa a los vómitos. De todos modos poco importaba ya.

- No lo sé, señor Ostrogov. Para saberlo primero tengo que leerlo.

Y sin perder más el tiempo –bueno, solo lo justo-, carraspeó para que los curiosos compañeros de misión que le agobiaban le dejaran un poco de espacio y miró a uno y otro lado asegurándose de que nadie le espiaba, bien agazapado en las sombras o fingiendo que descargaba las cajas del transporte que hasta allí les había llevado, antes de abrir el pergamino y comenzar a leerlo.

El pergamino contiene instrucciones de seguir al querubín hasta Aristarchus "que aguarda con impaciencia el placer de conocerles."

- Nada- dijo un segundo después de desentrañar los intrincados secretos del pergamino que tan expectantes les había mantenido.- Solo instrucciones de seguir al querubín para reunirnos con Aristarchus.

No sabía cómo dirigirse a aquella extraña criatura para que comenzara a ejercer de guía, si probar con un arre o con algo más humano como un…

- Adelante.

- El espaciopuerto está situado sobre una planicie al pie de la cumbre en la que se ha construido Puerto Amargura. Se trata de una amplia zona de terreno compactado y calcinado, con plataformas rectangulares de rocormigón dispuestas a intervalos regulares y potentes abrazaderas de atraque.

Todo el recinto está rodeado por una imponente verja que impide el paso de criaturas salvajes.

Hay transportes alineados a lo largo de la cara septentrional de la verja, respostando combustible del depósito principal para cuando llegue el momento de llenas los depósitos de las naves que aterricen.

Varios bípodes industriales caminan pesadamente por la zona, descargando los ansiados suministros o acarreando palés de barriles llenos del valioso polen de fuego fantasma.

El aire huele a metal quemado y a productos químicos, y la tierra abrasada emite una calina que se extiende por todo el espaciopuerto, aun cuando no hay elevadores ni lanzaderas en él.

El querubín se pone en marcha, revoloteando-flotando delante vuestro. El servidor vuela justo por encima de las cabezas del gentío, esquivando hábilmente los vehículos sin percatarse de que a vosotros os cuesta seguirle el ritmo.

De vez en cuando se gira, se da cuenta de que os habéis quedado atrás, os hace señas y luego sale disparado una vez más.

Por lo que véis en el trayecto, Puerto Amargura es un lugar superpoblado, destartalado y anárquico. Los edificios son un batiburrillo desigual y sobredimensionado de planchas de metal prefabricadas, ladrillos de arcilla cubiertos de escayola resquebrajada y bloques de piedra cociéndose al sol.

Todo lo que hay aquí es monótono y polvoriento, hace mucho calor y apesta a metal quemado. Los mugrientos lugareños están endurecidos por las penurias, y visten lo que parecen retales sacados de un vertedero: monos parcheados, pañuelos en las cabezas y abrigos cubiertos de un polvo marrón grisáceo.

De día las calles principales son un mar de obreros polvorientos, y todo el que trate de transitar por ellas se verá expuesto a los empujones de la gente, al alboroto de un centenar de dialectos distintos y al peculiar aroma acerado de las flores de fuego fantasma que impregna el aire, entremezclado con el sudor y la hediondez de una inmensa muchedumbre hacinada en un único espacio.

- Tirada de Perspicacia +0.

TAURON FAITH:

- Tus compañeros parecen no haberse percatado, pero tú te fijas en unos individuos vestidos con la indumentaria local que os observan inmóviles desde una distancia prudencial.

Todos tienen llamas pintadas en la cara con llamativos tintes azules y blancos que brillan a la luz del día.

El resto de los transeúntes parecen ignorar a estos tipos.

- Tercio no mira por donde va y choca con un operario cargado de tubos de metal, acabando en el suelo y los tubos desparramados por el suelo. El operario maldice amargamente a Tercio.