Partida Rol por web

Cuando llego su turno de mirar por el periscopio, Max no daba credito ¿que clase de nave...? Sin duda no parecía nada proveniente de la tierra...

Al retirarse miro a Heinrich, Strauss, von Agstein y Martin. No dijo nada simplemente asintió y trago saliva. Después miro al resto de los hombres cercanos. -Aquí estamos señores. UN PASO MÁS EN NUESTRA MISIÓN ¡PRONTO ESTAREMOS EN CASA! Dijo modulando su tono, empezando tranquilo y acabando eufórico, esperando contagiar a los hombres.

Entre todo aquel jaleo su mirada se centró en Strauss que parecía decidido y preparado para seguir adelante con su parte. ¿De verdad no siente miedo por lo que va a hacer? Se preguntó el joven al ver al oficial tan aparentemente relajado.

-Señora ¿alguna idea de que va a encontrarse allí abajo? Pregunto sabiendo que todo aquello era nuevo para todos, pero quizá  Heinrich tuviera algo más de información que quisiera compartir.

- Bien entonces, Strauss, si estás preparado, ¿qué más hace falta? Dado que vamos a subir sólo fragmentos habrá que darle a Strauss un pequeño pack de sierra, alicates, martillos, a menos que Heinrich - la miró inquisidoramente, fríamente...- nos diga que por alguna razón que desconocemos que es posible halar la nave. 

von Agstein estaba pensando en mil cosas que podía haber ahí dentro. Desde seres de otro mundo a dos simples pilotos humanos de un extraño aeroplano que tuvieron mala suerte. Desde armas increíbles a absolutamente nada... o un tiburón. 

- Si el plan va saliendo adecuadamente con Strauss, podemos ir mandando a varios hombres, en turnos, desarmar lo más posible la aeronave... Sigue siendo complicado. Hay que respetar los tiempos de inmersión, de descompresión, el aire, el esfuerzo físico... Estamos hablando de que Strauss y los otros soportarán 30 veces la atmósfera. Complicado. Sobre todo, desde que subirla es imposible, ¿no? 

von Agstein se frotaba las manos, pensando, nervioso, sufriendo por tener aquello tan fascinante al alcance de la mano y no poder cogerlo... 

-No quiero nada más que las armas que puedan encontrar ahí abajo -replicó Johanna con la misma frialdad. Estar en aquella lata la ponía de muy mal humor. Y no iba a decir que no tenía ni idea de lo que podía haber en esa nave. Bastante era que la habían encontrado. -​​​-Valoro la genialidad de sus ingenieros y el valor de los tripulantes, pero no quiero cables, chasis, alerones o cualquier pedazo de esa nave. Quiero las armas que porta, su tecnología, cañones, pistolas, láseres, armas electromagnéticas. Lo que sea. La guerra no se gana con el fuselaje de una nave estrellada. 

- Bien. - Observó Strauss. - Queda así más acotada la búsqueda. Gracias por la aclaración, Heinrich. - Le dijo a Johanna dedicándole una mirada de complicidad. - Solo armamento... - Reiteró.

Esperaba poder complacer a Johanna. Si lo hacía, hallaría un armamento moderno y letal que podía ayudar a ganar la guerra. Eso por si solo era suficiente premio para un hombre como Derek Strauss. Sin embargo, quería complacer realmente también a Johanna.

Por más que le pesase y le doliese admitirlo, estaba empezando a sentir algo por Johanna. Sabía que estaba mal y que estaba traicionando a Helga. Ella siempre se había portado bien con él y había jurado esperarle hasta después de la guerra. Pero hacia tanto tiempo desde la última vez que se vieron...

Y Johanna estaba allí. Tan bella, con las cosas tan claras y tan nazi. Había que reconocer que aquel uniforme que portaba le quedaba perfecto. Nunca hubiera pensado que le atraería tanto alguien con un uniforme militar, así era, no podía evitarlo.

En sus más oscuros pensamientos estaba la idea de reproducir el sueño que tuvo algunas noches atrás. Un sueño que no había confesado a nadie y que sin embargo, le había traumatizado a la vez que soñaba en silencio con recrearlo.

Soñó con Johanna a cuatro patas, vestida con un uniforme de las SS, un uniforme de oficial, pero con los pantalones bajados. Ella digna y peinada como siempre. Con el semblante serio, pero disfrutando. Unas esvásticas de fondo y un discurso victorioso del Fhürer sonando en el gramófono y él, triunfante, bombeando una y otra vez contra las nalgas de aquella diosa del nacismo...

En la mente de Derek empezó a formarse aquella imagen surrealista de Johana dispuesta para una más que profunda penetración, y él mismo colocándose en su lugar, esperando a que ella lo fustigara y cabalgase. Era mucho mejor que pensar en que quizás dentro de poco, implosionarían debido a la presión, acabando con ello la misión en un abrir y cerrar de ojos.

Derek imaginó, no solo sus desnudeces, sino también, sus risas y jadeos, y el dolor acumulándose para dar lugar después a una brusca liberación de placer.

Era incomensurable, tanto que casi sin darse cuenta, su mano dejó de estar donde debía. Esperaba que nadie lo hubiese visto y que no supieran en lo que estaba pensando, pero cuando se giró para mirar a Johana, ya no la volvió a ver de la misma manera. Ahora, para él, era como una diosa; una diosa loba de las SS.

Johanna se dio cuenta de que Strauss la estaba mirando y la estaba mirando de un modo en que un oficial no debe mirar a su superior directa. Mantuvo la expresión fría mientras él la devoraba con los ojos y se imaginaba, seguramente, que ella le abría las puertas de su paraíso. Johanna tenía otra cosa en mente y devolvió la mirada al teniente imaginando que lo tenía de rodillas a sus pies y le tatuaba una esvástica en la espalda azotándolo con su propio cinturón, hasta que le suplicara parar. Después lo mantendría excitado hasta que suplicara que necesitaba acabar y finalmente, Johanna, sintiéndose generosa, le permitiría estar entre sus piernas.

Qué pena que tuvieran toneladas de agua alrededor. Iba a darle una buena lección a Strauss sobre ser un buen nazi y un buen patriota.

Miró a Herr Strauss, a Frau Heinrich, a Herr Strauss, a Frau Heinrich,... joder, se estaban mirando con una expresión.... ojos azules fijos, fríos como una lápida en que te sientas con los pantalones bajados en una fría noche de invierno báltico...

-"Por los Clavos de Cristo..."

Estos dos tortoli... no, que el negro es el color de las SS :  Estos dos cuervos... quieren perpetuar la especie, la raza aria... maldita sea... como no dejen de mirarse así... les mandamos a un tubo de torpedos para que tengan intimidad y roce...

-Bien, vamos a movernos; cuanto más lo pensemos, peor; no conviene estar parado mucho tiempo en el mismo sitio. Capitán, con su permiso, empezamos el procedimiento: Subimos, montamos el tinglado, y bajamos, ahora que sabemos el lugar exacto. Teniente, venga con nosotros, le pondremos el traje.

von Agstein estaba mirando a toda la tripulación, tras el ánimo de Weitzmann, a ver cómo reaccionaban, y tras ojear todas las caras, se dio cuenta del brillo que tenían Heinrich y Strauss. Se les veía ansiosos, y Peter presupuesto que era por la jodida misión. Anda y que les den, pensó, sabiendo que aquel fanatismo era absurdo y dudaba que hubiera armas de utilidad, pero ellos dos estaban fascinados por las idea... O eso pensaba. Si hubiera estado al tanto de lo que verdaderamente tenían en sus mentes, se hubiera puesto como una furia, y los hubiese metido al calabozo... Pero no se dio cuenta, estaba muy nervioso con todo lo que implicaba la misión...

-Perfecto Martin, prepara a Strauss. Y los demás, organicen todo para la inmersión del teniente. -Inspiró hondo​​-Vamos a terminar esto pronto. Ánimo señores. -dijo, poco dispuesto a creerse sus palabras

Mientras Max miraba a Strauss evaluando su comportamiento, fue consciente de como se miraban él y Heinrich. Se estaban comiendo con los ojos y por momentos parecía que a Straus solo le faltaba salivar.

Viendo aquella escena Max lo tuvo todo claro. Demasiado valor incluso para un nazi psicótico como Strauss... En el fondo solo quiere impresionar a la hembra. Pensó mientras soltaba el codo a Maas para llamar su atención.

Tras reirse con los tripulantes un rato, llamo al orden. -Vamos. Se acabó el espectáculo ¡Prepararlo todo!