Partida Rol por web

Voran frunció el ceño ante aquel nuevo imprevisto. Sabía que Shalt había recibido la peor parte durante el combate en el exterior de la cueva. Herido como estaba no duraría demasiado en combate. Cavatina no era una guerrera aunque podía colaborar en combate como cualquier otro. No obstante, sus artes más aprovechables eran otras. El que si daba la talla era el gigantón acorazado. Aunque no era demasiado listo, era valiente y su martillo letal.

- ¡Malditos zorros taimados! - Gruñó aquel hombre antes de alzar su espada y cargar contra ellos.

Voran corrió hacia el trasgo que ocupaba el lugar más cercano en la escalera. Su carrera fue rápida pero su ataque una total desgracia. Al tratar de asestar un golpe a uno de los trasgos que se encontraban armados con arcos, la punta de su espada impactó contra el techo de la obertura en la roca que daba acceso a la habitación iluminada. EL resultado fue nefasto. No sólo no logró impactar sobre su objetivo, sino que la espada cayó rodando escaleras abajo.

- ¡Sacad de aquí a los niños! - Gritó muy seguro de sus palabras. - ¡Yo los contendré! - Añadió.

-¡Mierda!- dijo al sentir el impacto del flechazo en su muslo, más por instinto que por el dolor en si, eran tres, sin duda Voran solo no podría contra tres arqueros, pero si querían sacar de allí a los niños, tenían que abrir los candados que quedaban -¡Cubreme mientras abro los candados que quedan!- le dijo a Shalt -Roth el niño ¡¡protegelo!!- dijo mientras se ponía manos a la obra con los otros candados.

Cavatina se empleó a fondo para abrir la cerradura del niño que tenía justo al lado, dejando a la niña asustada para el final. Pese a que aquella cerradura se le resistió en un primer momento, finalmente sintió como cedía el mecanismo de obertura y tras una sonrisa liberó a aquel niño de sus grilletes.  La reacción del niño no se hizo esperar y de forma sorprendente se lanzó a los brazos de la elfa oscura. Por primera vez en mucho tiempo, el color de su piel y las recurrentes suspicacias contra los de raza no se hacían notar. Sin duda la inocencia de aquel niño no conocía los prejuicios.

El gran trasgo acorazado no iba a permitir que Voran se llevase toda la gloria, pues Roht había nacido para el combate. La única manera de que Cavatina y Shalt tuvieran tiempo para sacar a los niños de sus grilletes era enfrentarse contra los trasgos y Martillo Invencible lo vió como una oportunidad, más que una temeridad.

Así, desoyendo las indicaciones de Voran, Roht, martillo en mano, avanzó y se situó en la escalera de piedra para descargar un tremendo golpe de Última Sombra sobre uno de los trasgos que allí se encontraban.

- ¡Rápido, Shalt, Cavatina! ¡Voran y yo los contendremos! ¡Sacad a los niños! - Gritó a sus camaradas mientras atacaba con su enorme martillo de guerra.

El gran trasgo tenía claro que situándose frente a aquella pequeña caverna podía hacer mucho daño y además les daría tiempo al resto para poder liberar a la niña que todavía estaba encadenada. Su golpe impactó directamente en la resta de uno de los trasgos.

El golpe dejó aturdido por un momento, pero todavía no estaba totalmente imposibilitado para el combate. La reacción no tardó en darse. Los trasgos dejaron caer sus arcos al suelo nada más ver cargar a aquella armadura andante. Uno de ellos desenfundó una espada corta, el segundo una maza y el tercero una daga. Tan solo la maza contactó con su objetivo, aunque con escasos daños.

Al situarte en los escalones que daban acceso a la caverna anexa, puedes hacerte una idea más aproximada de su tamaño. Es mucho mayor de lo que creíais en un principio, pero lo más perturbador es que descubres que la fuente de luz es una enorme hoguera en el centro de la misma. Parece que están cocinando algo y por el olor es sin duda carne.

En cuanto había empezado la lluvia de proyectiles, Shalt había tratado de situarse entre el origen de estos y el conjunto conformado por la Drow y los niños que estaba intentando liberar.

Le sorprendió darse cuenta de que parecía dispuesto a interponerse entre los virotes con tal de evitar que alcanzasen a aquellos a los que estaba cubriendo, pero lo cierto era que suspiró aliviado en cuanto la mole de metal llegó para confrontar a los pieles verdes, haciendo que estsos desistiesen aparentemente del combate a distancia para poder centrarse en el trasgo acorazado.

Enseguida se lanzó sobre la niña que seguía cautiva y, con habilidad se esmeró en desarmar la cerradura que la mantenía prisionera.

-Tranquila, bonita. Enseguida te llevamos a casa. Dijo en tono tranquilizador.

Roht aprovechó el momento en que los trasgos que tenía delante dejaban caer sus armas a distancia para propinar un soberano martillazo sobre la cabeza de uno de ellos. Aquel golpe fue directamente a fracturar el cráneo, que se abrió como un melón mostrando su interior. Aquel pobre ser dejó de respirar pocos segundos después, ya en el suelo y con su escasa materia gris desparramada por el suelo de la caverna.

Shalt aprovechó que Roht tenía más que controladas a aquellas bestias para ponerse manos a la obra. Sus ágiles manos consiguieron abrir la cerradura que mantenía presa a la niña en un santiamén. El shlatiano miró con superioridad a la drow. Él tampoco era manco en lo que se refería a abrir cerraduras, seguir pistas o encontrar tesoros. Ese era su oficio realmente.

La niña no lo dudó ni un instante. Así como fue liberada sus piernas comenzaron a funcionar sacándola de allí a una velocidad endiablada. Sabía perfectamente donde estaba la salida y salir de aquella pesadilla era lo que más deseaba en esos momentos. No obstante, para cuando logró situarse a la altura de Voran y de otro de los niños cautivos, un nuevo problema les sobrevino.

Voran se hizo cargo enseguida de los dos niños que habían salido despavoridos nada más ser liberados. Una sonrisa se adueñó de la habitual cara agria de aquel malhumorado hombre. Al final iba a ser cierto que aunque el rencor dominaba su corazón, también quedaba algo de bondad en éste.

- Tranquilos niñitos. - Dijo con un tono que pretendía ser tranquilizador. - Ya estáis a salvo. No dejaré que nada os ocurra. 

El vigilante abrazó a los niños mientras los conducía hacia la salida. Sin embargo, algo se interpuso en su camino. Cuatro trasgos les cerraban el paso con cara de pocos amigos y todos ellos esgrimían armas con muy claras intenciones. Sin pensárselo dos veces atacaron al vigilante. Éste, sorprendido ante la llegada de tantos enemigos, no reaccionó a tiempo llevándose dos fuertes heridas, una de ellas especialmente dolorosa.

Voran se puso frente a los niños listo para el combate y lanzó un ataque contra el primero de los trasgos que se situó a su altura, asestando un profundo corte en el abdomen de éste. El combate estaba realmente desequilibrado y iba a necesitar de mucha ayuda si quería salir vivo de allí y salvar a aquellas inocentes criaturas.

- ¡Shalt, aquí hay más trasgos! - Pidió auxilio.

Ahora que Roht había acabado con el trasgo que ocupaba el estrecho acceso a la caverna anexa al que se llegaba subiendo aquellas rudimentarias escaleras, todos tuvieron más claro el alcance de sus dimensiones y de lo que se hallaba en su interior. Se trataba de una cueva natural de un tamaño muy superior al que aparentaba en un principio. La fuente de luz era una enorme hoguera situada hacia el fondo de la estancia. En ella algunos trasgos se encontraban cocinando un plato espeluznante. 

Como si de un cochinillo se tratara, habían empalado a un niño y lo estaban asando al fuego mientras le daban vueltas mediante una manivela. El olor a carne asada era repugnante, más por saber de donde provenía que por el olor en sí, que casi hubiera resultado apetitoso de no conocer el origen del manjar. No obstante, los seres que allí se encontraban, habían dejado sus quehaceres y se estaban armando para el combate.

Viéndose sobrepasados por la furia combativa de Roht, los trasgos desenvainaron sus armas sin preveer que estaban al alcance de Martillo Invencible. El enorme guerrero aprovechó el descuido para descargar otro golpetazo con su enorme martillo de guerra contro otro de los trasgos que allí se encontraban.

Se puso delante de los tres niños -Escondeos donde nadie os vea y no salid a menos que uno de nosotros os lo digamos, no hagáis ruido, todo saldrá bien, pronto estaréis en casa- dijo a los niños para que estuviesen más tranquilos, y se escondiesen para que ningún ataque perdido les alcanzase o volviesen a llevárselos.

Saco su ballesta y apunto al trasgo más cercano.

El disparo de Cavatina salió disparado con una precisión milimétrica pasando a escasos centímetros de la cabeza de Roht y clavándose rasgando finalmente la mano de uno de los trasgos que se estaban enfrentando a éste. La herida fue superficial, pero la puntería demostrada por la drow dejó a todos con la boca abierta.

Mientras tanto, uno de los trasgos que se encontraba peleando contra Voran se hizo a un lado y empuñando su arco apuntó contra uno de los niños que se refugiaban tras el vigilante de los caminos. Para cuando soltó la cuerda, su flecha salió despedida en dirección al desconcertado niño. Un saliente de la pared la desvió lo suficiente como para que no hiciera blanco. El que si se quedó blanco fue el niño al ver pasar su vida en un instante por delante sus ojos.

Aquellos seres eran realmente unos deslamados. Sabían que los intrusos querían proteger a los niños por encima de todo. Si dejaban a uno malherido, sin duda alguno de ellos tendría que encargarse de que no muriera y eso les daría una ventaja numérica todavía más superior a la que ya tenían. 

Lo que vió Roht en la parte superior le heló la sangre. Ver a un niño ensartado como un cerdo en la hoguera le enfureció, pues parecía que aquellos trastos se estaban alimentando de los pobres chiquillos. Presa del frenesí por castigar a esos sucios seres, aprovechó para ocuparse de los trastos que allí había, pero antes avisó al resto para que ayudasen a Voran.

- ¡Ho me lcuparé de mantener a estos a ralla! ¡Id a ayudar a Voran con los de abí atrás y proteged a los niños! - Gritó a Cavatina y Shalt.

Al momento, Roht volvió a descargar otro tremendo martillazo,sobre el cuerpo de uno de sus oponentes, que de seguro sentiría el golpe del martillo.

El trasgo que acababa de recibir la caricia del poderoso martillo de Roht, víendose muerto si continuaba frente a aquella mole de músculos y hierro salió corriendo despavorido para protegerse junto a sus compañeros en el interior de la cueva.  Fue en ese momento cuando sus compañero le recriminaron su cobarde actitud. El ser se excusó ante un tal Sang Niklas, quien parecía ser el jefe, pero eso sólo pudo entenderlo Roht, pues conocía el idioma de aquellos seres.

Por su parte, Voran se estaba enfrentando a un total de cuatro trasgos. Uno de ellos se adelantó y le propinó un espadazo al vigilante. No sufrió demasiadas lesiones, pero tampoco agantaría  demasiado en aquella posición sin ayuda. Eran demasiados pieles verdes, hasta para un curtido veterano como él.

Quien también recibióun golpe fue el gran trasgo. Se vio sorprendido por el único oponente que quedaba junto a él. Incluso el trasgo quedó asombrado por haber superado la impenetrable armadura de Roht. Eso ledaba ánimos para seguir luchando, más sabiendo que pronto llegarían refuerzos. Aunque lo cierto era quue ahora ese trasgo era el único oponente a tiro para Martillo Invencible.

Por un instante sopesó rehuir el combate y buscar una salida. Al fin y al cabo ni él era un guerrero ni estaba en condiciones de entablar batalla con garantías debido a las múltiples heridas sufridas. Pero aquellos pensamientos se esfumaron en cuanto su vista se posó en aquella niña que tiritaba de auténtico pavor a su lado.

Como un perro que se sacude el agua, Shalt se sacudió las dudas y apretó los dientes con fuerza. Alzó su ballesta de manó y apuntó al Trasgo cercano a la escalera. El virote voló hacia la alimaña, rasgando su piel de forma superficial. Tas esto,  agarró a la niña de la mano y se dirigió corriendo hacia el lugar donde se encontraba Voran Haciendo frente a los pieles verdes.

La soltó junto a los otros dos niños. aparentemente a cubierto de posibles proyectiles. -Quedaos aquí bien pegaditos a la pared mientras Shalt el grande y sus ayudantes se encargan de los monstruos.-dijo con fingida confianza. Dicho lo cual se limitó a situarse a la espalda del vigilante de caminos. Aún no podría entrar en batalla pero al menos respaldaría al viejo guerrero y, quizas, otorgaría un nuevo blanco a los filos de los enemigos.

-Tranquilo, viejo... una vez más supongo que la guardia tendrá que sacar las castañas del fuego a los vigilantes de camino... dijo de forma cómica.-Más lo cierto es que te desenvuelves bien para ser un simple catador de cervezas. El apelativo puesto por shalt refería a la costumbre de los vigilantes de camino de no dejar una posada, posta o taberna del camino sin "dejarse invitar" a los brebajes espirituosos locales de cada lugar.

Mientras Voran continuaba enfrascado en un duro combate contra los trasgos que empezaban a rodearle, Shalt corrió tras él agarrando del brazo a la niña que no dejaba de llorar y cada vez con mayor intensidad. Uno de los trasgos logró asestarle un golpe al vigilante de los caminos, por suerte no fue demasiado efectivo. Por fortuna detuvo un segundo ataque para acto seguido asestarle un buen espadazo a uno de ellos. 

Los trasgos que se encontraban en la caverna anexa comenzaron a posicionarse. No se atrevieron a atacar, pero se estaban preparando para ello. Su lentitud a la hora de organizarse les daba cierta ventaja a los intrusos. Si desde un primer momento se hubieran unido contra ellos, la victoria trasgoide hubiera estado mucho más clara de lo que ya lo estaba.

- ¡No resistiré mucho tiempo aquí solo! - Se quejó amargamente Voran. - ¡Creo que el gran trasgo se las apañará bien solo en el otro lado! ¡Cavatina ven aquí, hay que abrir paso!

Corrió hacia Shalt y Voran ya que parecía que si que necesitaban ayuda y la prioridad era sacar de allí a los niños, se puso entre los niños y los trasgos, pero lo suficientemente alejada para que sus ataques, que eran a distancia, pudiese realizarlos- Aquí estoy chicos!!- rápida apunto la ballesta.