Partida Rol por web

[D&D 3.5] El Destino de Lucarrion

Prólogo. Niren.

Cargando editor
07/05/2018, 18:46
Narrador

Primavera del año 644 de la Primera Edad del Dualismo.

El Arrabal del Cuerno, Malaken. Antes del mediodía.

Niren no olvidaba una cara conocida y cómo olvidarla aquella, pues innumerables cicatrices y un ojo de cristal adornaban el rostro de la persona que la había citado en aquel local de mala muerte. Malaken no destacaba en las salvajes tierras de Du-Haib por ser una de las ciudades que contaban con más barrios desfavorecidos, sin embargo, el Arrabal del Cuerno era sin duda uno de los peores lugares en los que alguien podía perderse en todo el territorio.

Tan sólo hacía falta conocer el nombre de la taberna en la que su contacto la había citado, para saber el tipo de local que era. El Zurrón Tronchado era refugio de ladrones, contrabandistas, asesinos y toda casta de maleantes. Por eso sin duda era una gran fuente de información para Tavriss, un hombre de negocios que comerciaba con los rumores.

La semiinfernal se movía con maestría en aquel entorno. Gracias en parte a que siempre había sido en cierta manera parte de aquella ralea, pues gustaba de tomar prestado lo ajeno, aunque no siempre con afán de lucro para sí misma y en parte debido a su naturaleza un tanto diferente. Era evidente que su aspecto a nadie dejaba indiferente. A muchos les despertaba un odio infundado, a otros, los menos, curiosidad, pero lo que la mayoría sentía al verle pasar era temor.

Si, Niren despertaba temor por ser diferente. Niren conocía el miedo en la mirada de la gente. Que un antepasado suyo fuera un demonio era la principal causa de que su vida fuera tan peculiar. En ocasiones le jugaba malas pasadas, pero a la hora de pasear por el Arrabal del Cuerno, solía ser ventajoso, pues nadie se acercaba demasiado a una mujer de tan exótica procedencia.

No obstante, por suerte las calles del Arrabal estaban bastante desiertas a plena luz del día y en aquella mañana lo estaban aún más de lo acostumbrado. Shaonn le advirtió a Niren que no aceptara reunirse en un lugar como aquel y menos todavía marchar sola hasta el punto de encuentro. Sin embargo y como de costumbre, la semiinfernal no le había hecho demasiado caso y a la postre se hallaba frente a aquel local de mala muerte sin que se hubieran visto las amenazas que la gnoma había vertido sobre ella.

“Si vas hasta allí lo mejor que te puede pasar es que te roben y te apaleen. Está lleno de violadores, asesinos y todo tipo de rufianes. Ni se te ocurra ir allí.”

Pero Niren quería saber qué era lo que Tavriss quería de ella. Normalmente era al revés. Era ella quien buscaba al vendedor de rumores y no como había sucedido en aquella ocasión. Quizás por eso se había despertado en Niren la curiosidad y no había podido decirle que no a aquel bellaco de poca monta.

El Zurrón Tronchado era lo que cabía esperar. Un local pequeño, incrustado en una esquina de una de aquellas estrechas y retorcidas calles del Arrabal. Se trataba de una estructura de dos pisos, siendo la base del primero de piedra y a partir de la mitad de altura del primer piso y el superior en madera.

Las ventanas de la plana baja eran de un color ocre que poco dejaba ver del interior, salvo las siluetas de los parroquianos moviéndose de un lado a otro de forma torpe. La doble puerta basculante se encontraba tan solo hasta media altura, pudiendo verse el interior desde fuera. Una densa humareda con olor a tabaco y otras sustancias surgía de las entrañas de aquel local, mezclada con olor a alcohol y al sudor de los allí congregados.

Junto a la puerta se hallaban tres figuras que no inspiraban precisamente confianza. Tres rufianes etílicos que se aguantaban de pie gracias a que tras sus espaldas se hallaba la pared del local. Uno de ellos, un demacrado y canoso hombre que no superaría el metro cincuenta, sostenía un pequeño paquete que cabía en la mano, mientras otro un larguirucho y barbudo hombretón con cara de bobalicón, trataba de calentar una cuchara con una cerilla y el tercero sostenía una jarra de cerveza mientras no dejaba de mirar lascivamente de arriba abajo a la señorita que acababa de hacer aparición en escena.

- Oye… - Dijo el hombre que sostenía la jarra de cerveza. Un pálido y delgaducho canalla con la cara picada por la viruela y con prominentes cuencas de sus ojos azules. - ¡Oye! – Repitió más alto tratando de conseguir la atención de sus compañeros y cuando éstos le miraron señaló hacia Niren.

De forma inmediata se iluminó el rostro del canoso y el de la cuchara y dos sonrisas desdentadas hicieron aparición en escena. Los tres, como si se tratase de una coordinada manada de lobos, comenzaron a caminar de forma calculada y sutil rodeando a la tiefling hasta que quedó cercada por aquellos tres degenerados consumidores habituales.

¿Qué tienes para nosotros? – Dijo el más pequeño de los tres envolviendo la sustancia que llevaba en aquel paquetito y guardándola en un bolsillo.

¿Qui… quie… quieres to… tomar aaaalgo… con nosotros, gu… gu… guapa? – Dijo tartamudeado el más alto.

Fue entonces cuando el hombre con la cara picada por la viruela, el cual se había situado a la espalda de la tiefling alzó la mano con la clara intención de tocar a Niren. No obstante, Niren sin tener ojos en la nuca, se percató de tan torpe movimiento.

Cargando editor
10/05/2018, 13:56
Niren

Niren venía torciendo el gesto mentalmente desde hacía un buen rato. Rara vez era Tavriss quien la buscaba a ella, generalmente cuando alguien muy rico buscaba un tesoro muy valioso, pero, ¿por qué se había empeñado en citarla en una taberna de mala muerte en un barrio de mala muerte? ¡Sería por lugares en la maldita ciudad! Definitivamente aquel hombre iba a tener problemas si algún día se echaba novia a la hora de elegir dónde llevarla a cenar.

«Sí, claro. Antes de que tuviera una me da que nevaría en el desierto... »

«Deja de darle vueltas o te dolerá la cabeza»

«No me interrumpas»

«Eso es imposible, estás hablando contigo misma»

Sacudió la cabeza y, tras suspirar resignadamente, no tuvo más remedio que entrar en aquel antro hediondo. Decidió que luego tendría que bañarse como siete veces para quitarse el hedor que seguramente se le pegaría de tan solo estar allí. Para la tiefling resultaba un misterio cómo era posible que nadie sobreviviera allá adentro todo el día sin que su nariz saliera huyendo de su cara por puro horror. Muy buena tenía que ser la cerveza.

Fue entonces cuando atisbó por el rabillo del ojo que tres botellas de whisky vivientes se le acercaban

—No—respondió a la pregunta del tartamudo pasando de largo sin más. No tenía tiempo para rituales de cortejo del cretinus vulgaris en aquel momento. Sin embargo, cuando uno de ellos trató de tocarla se deslizó a un lado con un sinuoso giro sobre sus talones y se puso en jarras mirando al tipo—. Aunque quizá si tenga algo para vosotros: un consejo. Querido, vuelve a intentar eso y perderás una mano.

Subrayó la frase con una encantadora sonrisa de oreja a oreja, tan encantadora que llegaba un punto en que más que encantadora resultaba inquietante. No se había puesto en jarras por casualidad de hecho; llevaba ambas espadas colgando de la cintura. La cola de la tiefling se movía ligeramente de un lado a otro como la de un gato molesto que empieza a advertir de su estado de ánimo.

Miró entonces en ambas direcciones buscando a Tavriss. Quería encontrarlo e ir al grano pronto o su sentido del olfato terminaría poniéndole una denuncia por maltrato descarado.

Cargando editor
12/05/2018, 07:59
Narrador

Tras aquella directa respuesta, las melladas sonrisas de aquellos tres rufianes de poca monta se encontraron al cruzarse sus miradas. La comunicación verbal entre ellos denotaba que la actitud de aquella extraña mujer les había parecido más graciosa que intimidante. No obstante, Niren al no deponer su actitud y al permanecer más seria que un cementerio, consiguió que aquellos paletos dejaran de importunarla y regresaran a sus quehaceres.

La tiefling finalmente se internó en el local en busca del siniestro hombre que la había citado allí. Como era de esperar, muchas de las miradas de los parroquianos se centraron en ella. No era habitual que una dama se dejara ver por aquellos lares. No es que no hubiera mujeres en el Zurrón Tronchado, meretrices y adictas se contaban a montones a lo largo del día, no obstante, no se las podía considerar damas.

Su apariencia tampoco la dejaba en el anonimato. No era habitual en Malaken ver a miembros de su raza. No era habitual en todo Lucarrion toparse con personas fruto del cruce de un ser celestial o infernal con un mortal. Pero allí estaba ella captando la atención de todos aquellos a los cuales las sustancias que portaban en su organismo, se lo permitían.

Sintió cierto alivio al ver un rostro conocido en lo más profundo de la sala y en la zona más oscura de la misma. Típico de Tavriss. Si ya de por sí era un hombre que invitaba a alejarse de él debido a su apariencia, su comportamiento y costumbres no le convertían en una persona más afable o con la cual uno deseara iniciar una conversación.

Niren caminó hacia él abriéndose paso entre la apestosa muchedumbre, que para nada hacía el menor ademán de tratar de apartarse a su paso. Algo fastidiada por tener que codeares con aquella calaña  se percató a mitad de camino de que Tavriss la había localizado. Aquel hombrecillo con el rostro hecho jirones alzó la cabeza y le saludó con su tuerta mirada. Para cuando Niren pudo sentarse a su lado, había rozado a tantos tipos sudorosos y malcarados que sin duda habría contraído alguna enfermedad infecciosa.

Cargando editor
12/05/2018, 08:08
Tavriss

¿Has encontrado fácil el Zurrón? – Preguntó Tavriss con su profunda y cavernosa voz, justo en el momento en que Niren se sentó en aquella silla de madera. – Es un lugar acogedor. - Dijo bastante en serio y entonces dio una calada a un narguile que se hallaba sobre la mesa ofreciéndole justo después una de las mangueras a su invitada. – Fuma, es bueno. – Le advirtió. - ¿Quieres algo de beber? ¿Un poco de pollo?

Tavriss se mostraba algo tembloroso esa mañana. No lograba centrar la dilatada mirada de su único ojo bueno, pues el otro estaba estático como siempre. Era imposible no deparar en su perlada frente y en sus sudorosas manos. Sin duda alguna lo que se estaba metiendo en las últimas fechas no le estaba haciendo ningún bien a su organismo. Como ya le había dicho en alguna ocasión, si seguía consumiendo aquella basura, acabaría muerto mucho antes de lo que creía. Y eso Niren no lo podía permitir, Tavriss era un ser nefasto para la sociedad, pero un gran informador para ella.

Cargando editor
12/05/2018, 12:28
Niren

En lugar de apartar la silla y sentarse por un lado como la gente normal, Niren había hecho un ágil salto de rana sobre ella y se había sentado cruzando una pierna en horizontal sobre la rodilla de la otra como si aquello fuera lo más normal del mundo.

¿Encontrado? Lo he olido a manzanas de distancia—respondió acodando un brazo sobre la mesa. Luego esgrimió el índice con gesto didáctico—. Encanto, tienes que trabajar un poco esos estándares tuyos para seleccionar tabernas, en serio, ¿qué tiene de malo una de esas del distrito mercantil en las que te sirven la cerveza con una sombrillita de bambú? Me gustan las sombrillitas de bambú.

En verdad hasta un establo sería mejor punto de reunión que aquel antro por lo que a ella respectaba, pero decidió no mencionar en alto aquel detalle.

No, no es bueno. Necesito mis pulmones en forma para brincar por todas esas ruinas, pantanos y tumbas sin asfixiarme en el proceso, ya sabes—había declinado el ofrecimiento con una leve negación de cabeza—. Y tú tampoco deberías. También te necesito a ti para enterarme de las peticiones más jugosas. Y tú a mí para que te traiga chorradas. Así que haz el favor de aspirar algo de aire normal de vez en cuando. Se comenta que es saludable.

No pensaba beber una sola gota o comer un solo gramo de lo que fuera que servían en aquel lugar. Había formas menos repugnantes de suicidarse por envenenamiento. Y a Niren no le apetecía suicidarse.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que su amigo estaba más nervioso de lo normal. Y eso que de normal parecía un ratón de campo con cafeína.

Muy bien, Tavriss—dijo entornando ligeramente los ojos—. Al grano, ¿qué pasa?

Aquello podía significar muchas cosas y quería saber enseguida cuál era la correcta.

Cargando editor
12/05/2018, 13:14
Tavriss

Tavriss le dedicó una mueca de incomprensión a Niren, que en cualquier otro contexto hubiera supuesto una amenaza. Aquel hombrecillo que caminaba a diario con la amenaza de no ver un mañana debido a la gran cantidad de circunstancias personales y físicas que le eran desfavorables, parecía asumir mal las críticas y los sermones. Niren lo sabía, pero le gustaba meter el dedo en la llaga.

- ¿Qué pasa? – Repitió Tavriss. – Pasa lo de siempre, cariño. – Sonrió de forma ambigua, pues las cicatrices de su rostro le impedían tener una gran expresividad. – Tengo algo para ti. En este caso no es un chismorreo. No es una pista. No es nada relacionado con lo que te traigo habitualmente. – Hizo una pequeña pausa. – He escuchado que te buscan. ¿Qué has hecho Niren? ¿Qué has robado? Pronto te encontraran.

Cargando editor
12/05/2018, 13:26
Niren

Niren arqueó una ceja con una expresión a medio camino entre la extrañeza y la suspicacia.

No he robado nada. Soy cazatesoros, ¿recuerdas? La gente me pide cosas perdidas y yo se las encuentro—respondió—. Y cuando nadie me conocía lo máximo que robaba eran manzanas. Hace mucho ya de eso.

Hizo una pausa y frunció ligeramente el ceño.

A no ser que alguien me haya pedido que encuentre algo que era de otra persona. En cuyo caso no tengo la más remota idea de qué es—añadió—. O que me busquen para que les firme un autógrafo. Eso me gustaría bastante más. ¿Quién se supone que lo está haciendo?

Cargando editor
13/05/2018, 13:48
Tavriss

Tavriss tomó la manguera del narguile y se la llevó a la boca aspirando una buena bocanada de aquel humo. Acto seguido y todavía sin dejar de chupar la manguera, expulsó el humo tanto por la boca como por la nariz. Mientras, sus ojos se ponían en blanco y su cuerpo se destensaba, pensando Niren que llegaría a caerse fulminado sobre la mesa.

No fue así. Su interlocutor abrió los ojos de par en par. Se le notaba desconcertado, como si acabara de despertar de un largo y profundo sueño. Meneó la cabeza y cuando pudo centrar la mirada reconoció el lugar en el que se encontraba y sus ojos volvieron a entrecerrarse.

No fue hasta que Niren llamó la atención de Tavriss chasqueando los dedos delante de su distraída mirada, cuando éste pareció reaccionar. Centró la mirada sobre Niren, no sin dificultad y tragó saliva antes de poder continuar con la conversación.

- He oído que quien te busca es alguien de la Cofradía de Magia de Bythuador. – Dijo al fin aquel hombre. – Creí entender que era un paladín quien mandó buscarte. Un joven bien parecido, Niren. – Hizo una pequeña pausa acercándose al oído de la joven. - Debes andarte con ojo. La Cofradía tiene ojos por todo el reino. Si te buscan no puede ser por nada bueno… - Añadió.

Cargando editor
13/05/2018, 21:00
Niren

¡Oh!—Niren juntó ambas manos como si rezase y las dejó a un lado de la cara mientras miraba de reojo al techo con teatral gesto ilusionado—. ¡Paladines! Los vigilantes, los defensores, los centinelas... ¡los amigos de los niños!

Pestañeó rápidamente varias veces antes de abandonar la postura y volver a ponerse como antes con expresión entre aburrida e indignada. ¿La Cofradía de Magia se había vuelto idiota de repente? Enviar un paladín a buscarla era ridículo. ¿Por qué? ¿Por ser medio diablo? ¿También se pensaban que iba por ahí exhalando fuego por la boca?

Bueno, tampoco es que necesiten muchos ojos, todo el mundo sabe dónde encontrarme si necesita un cazatesoros. Ni que trabajase en algo oscuro—se encogió de hombros con sencillez—. Así que o mis cuernecitos les resultan incómodos a la vista y han decidido que eso es "malo" o no tengo ni idea de qué quieren.

«¿Y a santo de qué rayos viene el dato de que es bien parecido? ¿Va a deslumbrarme con los destellos cegadores de la sonrisa que le proporciona el palo que todos los paladines llevan metido en el culo o algo así?»

Pero supongo que de eso no voy a tener más remedio que enterarme—suspiró, se cruzó de brazos y se repantigó hacia atrás en la silla—. Tan solo espero que no sea necesario el sermón moralista de turno para explicármelo. Son soporíferos.

Cargando editor
14/05/2018, 18:57
Narrador

El porqué de que Tavriss la hubiera convocado en el lugar como aquel, seguía siendo una incógnita, aunque suponía que en su estado, no tenía fuerzas ni ganas de moverse de allí. Lo único cierto era pese a que ya había salido del local y se había alejado de los suburbios, que todavía tenía el pérfido olor del Zurrón Tronchado a flor de piel y pasarían días hasta que su ropa dejara de recordarla aquella incómoda visita.

Se dirigía hacia su refugio en el conocido barrio mercantil donde se hallaba la Rosa de los Vientos; una pequeña tienda de antigüedades regentada por una de sus pocas amigas, una gnoma. El único sitio en toda aquella ciudad donde podía reposar sin que las miradas ajenas se clavasen en sus tan característicos rasgos. Aquella buhardilla se había convertido en un santuario para ella. Era cierto que no era demasiado grande y que en ciertas zonas, el techo casi le rozaba la sesera, pero era acogedor y lo más importante, era un lugar alejado de molestos vecinos.

Su única vecina era su vieja amiga y socia a la que debía algún que otro favor, aunque la deuda era recíproca. Shaonn era una gnoma sin maldad que siempre la había visto con buenos ojos. De hecho, Niren creía que la miraba incluso con cierta fascinación. Fuera como fuera, era una de las pocas personas, sino la única con la que había llegado a congeniar y en la que confiaba.

Fue nada más doblar la esquina, cuando al alzar la mirada en busca de su refugio donde esperaba encontrar un placentero descanso, cuando lo vio. Supo en ese mismo instante, que su merecido descanso se retrasaría, pues ante la puerta de su pequeña morada en el piso superior de la tienda de antigüedades, se hallaba un nutrido grupo de guardias.

Niren se ocultó de la vista de aquellos que habían acudido hasta su domicilio. Desde su posición, agazapada junto a la esquina de la calle anterior y apoyada en el muro del edificio contiguo, pudo observar que quien encabezaba aquel grupo era alguien conocido. Garen se hallaba conversando sin saberlo con su mejor amiga y Shaonn le respondía con evasivas, como por otra parte, una buena amiga haría.

Cargando editor
14/05/2018, 18:57
Garen

- ¿Entonces está usted segura de que Niren ya no vive aquí? – Preguntó Garen con un tono de voz que denotaba hastío.

Posiblemente llevaban un tiempo ya allí, tratando de sacarle información a aquella menuda comerciante. Shaonn podía ser muy tozuda cuando quería y si no se fiaba de aquella partida de capas blancas, no soltaría prenda. Al fin y al cabo, la mayor parte de los objetos que vendía por un precio considerable eran obtenidos por la mujer a la que aquel grupo de soldados buscaba. Que seis soldados y un paladín fueran en busca de alguien nunca eran buenas noticias.

 

Cargando editor
14/05/2018, 18:58
Shaonn

- No… - Negó de nuevo la gnoma. – Si es cierto que la conozco. – No podía negarlo, muchos sabían de sus negocios. – Estuvo viviendo aquí… - Aquello también era conocimiento de muchos y si aquel paladín la buscaba en aquel lugar, era obvio que era uno de los conocedores de aquel secreto. – Pero debe creerme cuando le digo que ya hace dos semanas que no la veo. – Y lo cierto era que eso era mentira, pero una mentira creíble, pues Niren había estado algo ocupada en las últimas semanas con “algún trabajito” de dudosa legalidad, y poco se había dejado ver por allí.

Cargando editor
14/05/2018, 18:59
Garen

- De ser así… - Garen se detuvo a pensar. No recordaba el nombre de la mujer con la que estaba hablando. - ¿Shanon? – La gnoma encaró una ceja mirando a Garen como perdonándole la vida. - ¡Shaonn! Eso… - Tomo aire. – De ser así. Shaonn, no tendrá objeción en que éstos hombres entren en su local y lo registren. ¿Verdad?

Un registro por parte de las Capas Blancas, como así se hacía llamar la guardia de Aventria, siempre eran malas noticias. Aquel cuerpo de vigilancia uniformado con capas blancas y una coraza plateada con el escudo de la ciudad, como signos más característicos, no destacaba por su sutileza. Un registro por su parte, en un local como el que regentaba Shaonn, podía resultar una catástrofe de una considerable dimensión.

Cargando editor
16/05/2018, 19:38
Narrador

Tras la última guerra entre los territorios de Du-Haib y Bythuador, todavía quedaban algunos símbolos del antiguo protectorado. Aunque Bytuhador nunca llegó a anexionarse los territorios al sur de sus fronteras históricas, si es cierto que los muchos años sobre los que éstos ejercieron el papel de colonias, todavía tenían su eco en el presente. No era habitual ver soldados bytheños en las calles de ninguna de las ciudades de Du-Haib, pero tampoco nadie se extrañaba si aparecían en lugares y momentos concretos.

Muchos bytheños vivían todavía en las llamadas colonias. Muchos intereses económicos y comerciales se habían creado durante el protectorado. Por ello, durante esa época, abundaban las Capas Blancas en toda la región. Sus labores no eran tanto las de controlar la seguridad ciudadana o la defensa de la respectiva ciudad en la que estuvieran destinados, sino más bien, la de la protección de los diferentes intereses bytheños en la región.

Durante la guerra, si es cierto que su papel fue más activo, convirtiéndose en importantes efectivos a favor de Bythuador. Su conocimiento del territorio fue una de las principales bazas que aportaron a la victoria final de su nación de origen. La guerra finalizó al firmarse un tratado paz condicionado a muchos factores que en cualquier momento podían cambiar. De suceder así, el conflicto posiblemente volvería a recrudecerse y las hostilidades se iniciarían de nuevo. No obstante, por el momento todo parecía en calma.

Una vez finalizada la última guerra y con la independencia de los territorios de Du-Haib, el número de capas blancas se redujo de forma drástica, pero todavía mantuvo su presencia en las embajadas y en diversos puestos fronterizos, así como en menor medida, en pequeños puestos en las zonas rurales.

Du-Haib había sido expoliado por su vecino del norte durante demasiado tiempo como para que sus habitantes pudieran olvidarlo. Pasarían muchos años y muchas generaciones hasta que el odio entre ambas naciones fuera olvidado, si es que llegaba a pasar. Sin embargo, eso sólo pasaba a nivel de pueblo llano, pues las autoridades bytheñas bien se habían encargado de dejar en el poder de las diferentes ciudades independientes de Du-Haib, a caciques y señores afines a su causa.

Eso no quitaba que ciertos grupos operaran a modo de resistencia activa. Atentaban contra los intereses de Buthuador en cualquier región de Du-Haib. Asesinaban a sus embajadores, asaltaban a los soldados bytheños que pasaban por los caminos de las tierras del sur, secuestraban a comerciantes afines a Bythuador y pedían cuantiosas sumas por su liberación, que utilizaban para financiar sus actividades delictivas.

Al final, era imprescindible, que si algún agente de Bythuador debiera internarse en alguno de los enclaves de Du-Haib, lo hiciera con una buena escolta. Ese era el caso de Garen. Aquel aspirante a paladín traía consigo un séquito de seis capas blancas, que sin embargo, no serían suficientes para repeler cualquier ataque de la resistencia, en caso de que fueran detectados en Malaken y alguno de sus miembros estuviera preparado para reaccionar de forma hostil hacia ellos.

Cargando editor
17/05/2018, 14:28
Niren

Niren tuvo que contener las ganas imperiosas de darse una sonora palmada en la frente. Aquel día parecía ir de absurdos.

«Eres idiota, Shaonn... »

¡Todo el maldito mundo sabía adónde ir si buscaba un cazatesoros! Y Niren desde luego no pensaba irse de su casa como si fuese una vulgar fugitiva sólo porque a la gnoma se le había ocurrido la genial idea de mentirle al paladín. Agradecía la intención pero ¿qué pretendía mintiendo cuando no tenía nada que esconder? Shaonn sabía de sobra que la tiefling no había hecho nada.

Y como no había hecho nada, le importaba un ardite lo exagerada que quisiera ser la Cofradía de Magia para lo que fuera que quisiera de ella. Un nutrido grupo de guardias, un paladín... Por amor de los dioses, ¡sólo les había faltado enviar clangarcontes tocando sus trompetas celestiales! Ni que estuvieran buscando una sierpe roja.

«Me vais a decir de qué va esto y ya podéis hacerlo de buenas maneras»

La Rosa de los Vientos era el tesoro más preciado de Shaonn, que aquellos cabestros blindados entraran podía bien terminar con antigüedades volcadas, rotas, o tratadas de cualquier manera. No pensaba dejar que le hicieran eso a su amiga. Aparte,  a ella misma tampoco le hacía gracia: Niren sabía apreciar el valor de aquellos objetos y aquel negocio era su hogar.

Enfiló a paso ligero hacia la entrada de la tienda pese a caminar con su sigilo habitual, y no fue hasta que estuvo a unos pocos metros detrás de toda aquella gente que se detuvo.

¡VAYA HOMBRE!—exclamó jovialmente con un tono mucho más alto de lo necesario. Cualquier parecido con hacer quealguno de aquellos tipos pegara un cómico brinco del susto era pura coincidencia. Enseguida redujo el volumen a uno normal—. Vengo a hacer una visita y estás llena de clientes. Buenos días.

Tampoco era descabellado lo de que "hiciese una visita". Más de una vez le habían hecho encargos tan lejanos que se había pasado una y dos semanas fuera o había vuelto a mitad de una en busca de alguna información necesaria para luego volverse a ir. Pero así también desde el punto de vista de los guardias, lo que había dicho Shaonn no era una mentira. Como mucho una mala interpretación.

Sabéis que las antigüedades son delicadas, ¿no?—añadió arqueando las cejas con inocencia. Entonces hizo un gesto de desestimación con la mano—. Bah, ¿qué digo?, por supuesto que no pensábais entrar todos en tropel con esos armatostes de armadura. Nuestra querida guardia jamás osaría arruinar el negocio de un ciudadano honrado siendo tan brutalmente desconsiderada.

Sonrió de oreja a oreja con los ojos entornados.

—Pero si buscáis algo concreto igual os puedo ayudar. Me sé el catálogo de memoria.

Cargando editor
17/05/2018, 14:30
Narrador

Aquella voz conocida llamó prodigiosamente la atención de Garen. El aspirante a paladín de Lux se dio media vuelta de forma automática buscando con la mirada a la propietaria de dicha voz. Cuando sus ojos detectaron a la joven mujer por la que bebía los vientos en secreto desde hace tiempo, no pudo evitar dibujar en su cara una sonrisa bobalicona, mientras sus ojos hacían chiribitas.

El joven se recompuso como pudo al percatarse de ello. Se ajustó el cinturón de forma instintiva y cambió su expresión a una más severa sin llegar a ser intimidante. Debía guardar las formas frente al séquito de soldados que le acompañaba. A los aspirantes como él a paladín, les estaban prohibidos los amoríos, al menos hasta que concluyeran su formación. En todo caso después podían llegar a casarse siguiendo una serie de normal morales, aunque eso todavía le quedaba muy lejano a Garen.

Los soldados, al ver como aquella extraña mujer con rasgos infernales les acababa de sorprender con una amplia sonrisa y palabras algo sarcásticas, se sintieron abrumados. ¿Cómo podía haber pasado desapercibida hasta casi toparse de bruces contra ellos? Fuera como fuera, ninguno de aquellos hombres alzó un solo arma contra ella, ni trataron de apresarla.

Fue Garen, quien tras abrirse paso entre las capas blancas, se dirigió a Niren en primer lugar. Al igual que el resto de soldados, lucía una capa blanca y una coraza plateada. La única diferencia con ellos, era que potaba un tabardo sobre la coraza, también de un blanco impoluto, sobre el cual estaba impreso en color negro el símbolo de Lux, señor de la Luz. Tan solo podría lucir dicho símbolo en dorado una vez fuera nombrado paladín.

Cargando editor
17/05/2018, 14:30
Garen

- Ho… - Soltó un gallo y carraspeó para disimularlo. No obstante, sus mofletes se sonrojaron de golpe delatándole. – Hola, Niren. – Pronunció entonces con voz profunda pretendiendo hacerse el importante. – Vengo de parte de la Iglesia de Lux. Tienen un encargo para ti. Se trata de algo… - Hizo una pausa. - … algo importante. Me pidieron mi opinión y pensé inmediatamente en ti. La iglesia de Lux te necesita. Bythuador te necesita y Bythuador siempre es generosa con quienes trabajan para ella y hacen bien su trabajo. 

Cargando editor
17/05/2018, 16:31
Niren

Niren arqueó una ceja con gesto extrañado, levantó una mano como quien pide un momento sólo para mirarse el brazo y pellizcárselo. Tras un "ouch", se lo frotó, envió una segunda ceja a hacer compañía a la primera y volvió a mirar a Garen con ambas arqueadas.

—Perdona, creo que he oído mal, ¿la iglesia de Lux me necesita a mí?—dijo sin sarcasmo—. Me siento hasta importante.

Si los enviaba Bythuador entonces quedaba explicado el porqué de semejante jauría de guardias, eran capas blancas. Aunque seguía pareciéndole exagerado lo de registrar la tienda para buscarla, ¿no podían dejar un recado con un lacito? ¡Qué falta de detallismo!

«Y si la iglesia de Lux en Bythuador necesita a una malakina con sangre infernal es que están jodidos de verdad» pensó. Luego hizo una pausa mental «O que yo soy la leche. Que también puede ser»

A aquellas alturas hasta la cola de la tiefling había formado inconscientemente un signo de interrogación. No obstamte, ahora estaba intrigada así que cambió el peso del cuerpo de pierna y se agarró los codos.

—Y... supongo que queréis que vaya con vosotros hasta allí porque es una de esas cosas que no se pueden contar en medio de la calle, ¿verdad?

Cargando editor
19/05/2018, 12:01
Garen

- Bueno, de hecho… - Garen se paró a pensar unos instantes.

Aquella mujer era desconcertante. Siempre conseguía trastocarle lo que tenía en mente antes de decirlo. Aunque en ese caso para bien. Tenía pensado desvelárselo todo allí mismo, pero lo cierto era que se lo había puesto muy fácil para conseguir que marchara a su lado.

- Así es, bueno… - Dudó un momento llevándose el dedo a la boca y bajando la mirada. – Se trata de una encomienda. Una encomienda secreta que seguro será de tu agrado, Niren. – Desveló finalmente el aspirante a paladín. – Sin duda la recompensa es jugosa y si, prefiero que vayamos a un lugar alejado de miradas curiosas para contarte más. ¿Tienes que recoger algo? ¿Algo de equipo o enseres para el viaje hasta Aventria?

Aquel joven daba por hecho que Niren aceptaría el encargo. Conocía a la tiefling. Quizás menos de lo que realmente le gustaría, pero si más que la mayoría. Sabía de ella que no buscaba tesoros, reliquias u otras cosas por el ansia de riqueza, sino por el mero hecho de buscarlas. Eso le gustaba a Niren y sin duda alguna se había labrado un nombre como busca tesoros.

Niren era realmente buena en aquello y en cuanto supiera que era Bythuador quien reclamaba sus servicios, muy mal se lo tenía que ver para no aceptar la propuesta. Bythuador pagaba bien y si trabajaba para el reino, sin duda su fama aumentaría de forma notable, más en cuanto supiera que era lo que tenía entre manos. Al menos eso pensaba Garen.

Quizás el mayor problema era el de viajar hasta Bythuador. No era precisamente un viaje corto y Garen no tenía muy claro si las inclinaciones políticas de aquella mujer, le permitirían trabajar para el reino enemigo de las tierras donde había nacido y se había criado. Era cierto que ahora reinaba la paz, pero el odio y el resquemor de muchos malakinos y malakinas con respecto a Bythuador, estaban todavía a flor de piel.

Cargando editor
21/05/2018, 15:03
Niren

Niren quizá ponía las cosas fáciles a veces... pero no tenía un pelo de tonta. Así que probablemente las pusiera fáciles a propósito.

¿Una encomienda que no puedes decirme hasta que haya recorrido un montón de kilómetros y luego si por lo que fuera no aceptase, tendría que desandar?—soltó una risita encantadora—. No cuela, cielo. Pero si prefieres un lugar alejado de miradas curiosas no te preocupes, entremos en la Rosa de los Vientos y me cuentas más. Shaonn puede colgar el cartel de "He salido, vuelvo en diez minutos" por un instante.

Al fijarse en toda aquella jauría de soldados sin embargo, se pellizcó la barbilla con aire pensativo y tras unos segundos volvió a mirar al paladín.

—Eso sí... ¿pueden tus amigos esperar fuera mientras? Lo de que las antigüedades son delicadas lo decía en serio. Y sois muchos.