Partida Rol por web

Vacío.

Pero eso solo significaba que en cualquier momento, podía volver a llenarse de nuevo de trasgos. Miré a mano derecha y vi una puerta por donde sin duda se habrían ido, así que me dirigí hacia ella.

-Vosotros mirad las celdas. Yo me encargo de la puerta -dije, agarrando el hacha y preparándome para asestar el golpe definitivo en cuanto fuera necesario.

No obstante, miré para ver si podía atrancar la puerta desde allí, evitando así tener que luchar, al menos de momento. Ahora lo prioritario era liberar a cuantos enanos pudiéramos.

Eso y salir de allí lo más deprisa que pudiésemos.

Por un instante pense en cerrar la puerta en donde habia entrado el ogro solitario, estaba segura que habian mas ogros dentro, pero era tiempo que no tenia, era mejor liberar enanos.

Corri hacia la primera celda, si habia alguien dentro, la abriria rapidamente, no esperaba que aquellas cerraduras tuviesen trampas o mecanismos complicados, despues de todos eran trasgos y ogros.

Un pensamiento de tristeza me invadio al pensar que con Alex seria mucho mas rapido, pero no era el momento. Trague grueso y me dispuse a mi tarea.

Habían encontrado las celdas, después de todo parecía que al fin podrían rescatar a los enanos, los enanos que se habían marchado con Feyrya, esperaba, y a la misma Feyrya, eso era importante, sobretodo para Tarkhan. 

De todos modos está dentro de lo probable que todos terminemos por perder las bolas

Pensó para sus adentros la enana mientras juguetea con uno de los adornos metálicos de su barba. Y probable lo era, pero aceptable no. Así que se dejarían la piel todos y cada uno, por liberar a aquellos enanos y salir de allí con vida. Por la cuenta que les traía a todos.

Enfrentarse a tres logros no era ninguna tontería. Ellos eran cuatro y una niña. De los cuatro solo dos tenían algo de potencia en la lucha cuerpo a cuerpo, otra era arquera y dos magos. Eso estaba muy bien, pero los ogros eran grandes y fuertes, muy fuertes, y alguien debería frenarlos...

Tragó saliva y asió con fuerza su hacha, debía estar lista para entrar en acción, pero por el momento se mantuvo en la entrada, evitando moverse demasiado y alertar a aquellas criaturas enormes con el ruido de su armadura.

Todos fueron a los puestos acordados. 

Los arcanos y la sacerdotisa enana se quedaron a las puertas de aquella estancia, preparados para entrar en liza si era necesario. Cosa, que sin duda alguna iba a pasar. Uno de los ogros se había introducido en una de las celdas, por lo cual estaba muy cerca de ellos y podía salir en cualquier momento.

Valyëvan cerró las puertas del pasillo por donde dos de aquellos enormes ogros se habían largado, no sin antes mirar hacia el fondo del mismo. No era demasiado largo, quizás veinte pies, pero los ogros ya habían llegado al otro lado del mismo y desaparecido tras una puerta. La norteña trató de encontrar algo con lo que cerrar la puerta o al menos bloquearla, pero no encontró nada. Si quería mantenerla cerrada tendría que ser ella misma la que hiciera fuerza desde el otro lado.

Por su parte, Aenifer corrió hasta la primera de las puertas. Se trataba de puertas de madera reforzadas en metal. En la parte superior tenía una pequeña ventana rectangular con barrotes y desde ahí pudo comprobar que en el interior de la celda se encontraba un hombre anciano. Pero lo más preocupante estaba a sus espaldas. En el interior de la celda que acababa de entrar el ogro, Aenifer pudo ver que se encontraba otro de ellos tumbado sobre un montón de paja. Un ogro con un tono de piel azulado.

Maldije mi suerte por no hallar nada para atrancar la puerta. Llegado el momento, que llegaría, tendría que empujar en dirección contraria para impedir que entrasen, o encargarme yo misma de que nadie lograse atravesar aquella maldita puerta.

Yo, era el tope.

Mientras tanto, miré como Aenifer se dirigía hacia la primera de las puertas, pero también como exploraba la de enfrente. Miré a Aenifer esperando a que nos dijese que era lo que veía, porque según lo que fuese, haríamos una cosa u otra.

Me da que esto va a ponerse mal... antes de ir a peor.

Apenas tenia segundos para sopesar mis oportunidades, frente de mi habia un anciano. Quizas podria luchar, pero no era un guerrero. Yo podia sacarle pero tras de mi estaba los otros orcos. Aun no me habian visto pero si abria la celda me iban a escuchar.

Tal vez, solo tal vez, podria trancar la puerta donde estaban los orcos, eso nos daria mas tiempo. Tal vez hicieran ruido pero normalmente los calabozos eran lugares en donde los gritos no se escuchaban fuera de sus paredes.

Me lance hacia la puerta en donde estaban los ogros, tenia que trancarla.

-¡Ay, no! -gimió Yoon. Estaban atrapados allí, esa no era la idea-. ¿Qué hacemos?

Miró a su maestro. Lo más lógico sería volver, no dejaban de dar vueltas por el mismo sitio sin llegar a ninguna parte. La pequeña se estaba quedando sin ideas.

Al percatarse de lo que estaba sucediendo y de que en la celda donde había mirado, tan solo había un viejo decrépito, Aenifer decidió que sacarle de ahí sería contraproducente, por lo que intentó algo un tanto más arriesgado, tratar de encerrar a los ogros en la celda donde se encontraban. Metió sus herramientas de cerrajera en la cerradura, y aunque estuvo a punto de poder cerrar con llave, finalmente uno de los ogros empujó la puerta a tiempo para evitarlo. Ahora estaba en un verdadero aprieto.

La muchacha corrió hacia Aenifer y observó con la boca abierta lo que había dentro de la habitación.

-¡Apártate!

Sacó un puñado de polvo de sus saquillos y se lo echó por encima, cayó sobre su flequillo mientras recitaba unas palabras arcanas. Al instante, el polvo de colores cayó sobre las criaturas de la habitación.

Aquel polvo se esparció rápidamente por toda la celda. Los dos ogros sorprendidos ante aquella extraña magia de la cual no conocían su procedencia empezaron a rascarse los ojos de forma desesperada.

- ¡Nanga uka! - Gritó el ogro azul. - ¡Kra'ha! 

Acto seguido hizo unos gestos con las manos mientras formulaba unas palabras arcanas.

- Inabu lo itim. - Y el ogro desaparecido de la vista de todos.

La cosa pintaba mal. Estábamos atrapados y además, estaba segura de que los que habían desaparecido no tardarían en volver con ayuda. Pero si algo merecía la pena allí debía estar en las otras celdas que quedaban por mirar.

-¿A qué esperáis para mirar las otras dos celdas? Tanto si son amigos como enemigos, abridlas y terminemos ya con esto. Me da que dentro de poco habrá muchos invitados al otro lado de esta puerta queriendo unirse a nosotros -dije en voz alta, abriendo ligeramente la puerta para mirar y vigilar.

Necesitábamos a alguien más que nos pudiera ayudar y no podíamos perder el tiempo mirando al techo o el sitio en el que aquellos dos ogros estaban y ya no estaban momentos después.

Maldita magia. Como odiaba a la gente que se escondía detrás de ella, en lugar de luchar cara a cara. Al menos entre los nuestros, nadie rehuía una batalla cuando esta se acercaba.